ALCORAC Salvador Navarro |
Dirigida a las Escuelas de: Barcelona Mallorca Menorca
Circular nº Extra Verano , año V I Llubí, 1º Agosto de 2.000 En esta Circular de Verano, voy a contar dos pequeñas historias esclarecedoras, que con su amenidad pueden ser refrescantes para el espíritu de aquellos que están sedientos y necesitan beber de la sabiduría de los antiguos maestros. Cada una de ellas tiene su propia intención, donde con suavidad y dulzura penetra la comprensión de la grandeza del espíritu humano. Te las entrego, amigo y amiga, en la seguridad de que te aportará diversión y entendimiento, tal como lo hicieron conmigo. Felices vacaciones. Después de las primeras lecciones de su Maestro, sobre el significado de la iluminación espiritual, un discípulo se sintió como si estuviese bebiendo el más delicado néctar. Después de inclinarse ante él, le preguntó: “¿Cómo entrar en armonía con aquello que no es materia?” El Maestro le dijo: “Cuando cultivas un modo de sabiduría interior, es como esparcir semillas. Cuando aclaro para tí la esencia del espíritu, es como la lluvia del cielo. Cuando estés receptivo a mi enseñanza, estarás destinado a ver la Luz”. Nuevamente, el discípulo preguntó: “Desde que la Luz está más allá del color y de la forma, ¿cómo puede ser vista?” El maestro respondió: “El ojo del Espíritu interior es capaz de percibirlo”. “¿Existe aún el hacer y el deshacer?” pregúntó el alumno. Y el Maesto replicó: “Si la persona ve la Luz bajo el punto de vista del hacer y deshacer, o cosechar y dispersar, no verá el Espíritu”. Escucha: “El suelo de la no mente contiene muchas semillas, las cuales irán todas a germinar cuando la lluvia divina vieren. La flor del Espíritu está más allá del color y de la forma. ¿Cómo puede haber alguna mutabilidad? El discípulo era una semilla, conteniendo en sí un Dios. Tú también eres una semilla. Si estás cerrado, tuya es la responsabilidad. Entonces jamás conocerás tu naturaleza suprema. Un poco de coraje, un poco de apertura, una pequeña muerte de la cáscara de la semilla y Dios comenzará a germinar en tí. No puedes culpar al clima. Las lluvias están ahí. Las nubes están pasando ante tus ojos. Están cercanas . . . pero hay una cosa extraña: cuanto más cerca están las nubes, más miedo tiene la semilla. Miedo a lo desconocido, miedo de . . . no se sabe como será lo que está fuera. Oculta dentro de la cáscara, la semilla se siente más protegida, más segura. En el camino de la Luz, tú necesitas aprender estas importantes palabras: apertura y alegría en la inseguridad; el desafío a lo desconocido necesita de una gran bienvenida. Esa es la manera de crecer interiormente. La mayoría de las personas, los “pequeños hombrecitos”, mueren sin que su destino se cumpla. Wilhelm Reich estaba en lo cierto en cuanto a la masa humana, a la multitud, pero estaba equivocado por no ver que en lo oculto del pequeño hombre está el gran Dios. Él simplemente condenó al hombre pequeño, porque todos lo estaban condenando. Era un genio, no un Maestro, un gigante intelectual, y fue condenado por la multitud. Finalmente, fue internado en un hospital psiquiátrico. Estaba diciendo cosas demasiado sensatas. Descubriendo un nuevo territorio para ser explorado. Pero, todas aquellas personas temerosas, recelosas de lo desconocido, de perder la seguridad y al protección de sus intereses, forzaron su encierro. Pero él no estaba loco. Durante los días de su encierro, escribió sus mejores libros. Ellos son evidencias de su cordura. Pero los políticos, la multitud, el gobierno, todos conspiraron para condenarlo. Rieron de sus valiosos descubrimientos sobre la energía humana. Cuando escribió el libro “Escucha, pequeño hombrecito”, no fue debido a la compasión, sino a una reacción. Le habían hecho un mal, y con este libro los condenó. En ese libro, Rich describe al pequeño hombre. Pero la parte esencial de este hombre es la semilla, su potencialidad, la cual Rich en su ira olvidó completamente. Si no fuera por eso, hubiera estado muy cerca de la Luz. Pero, en su reacción, fue incapaz de percibir que las personas estaban destinadas a condenarlo, pues ser un genio es razón suficiente para su internamiento. Estaban destinados a crucificarlo, y eso debe ser comprendido en el curso natural de las cosas. No podía comprender que eso es algo que acontece con todo genio que abre las puertas de la inseguridad. Y debido a esa gran nube de rabia, quedó completamente ciego, incapaz de ver que el pequeño hombre es un Dios, profundamente oculto como una semilla. “Después de las primeras instrucciones de su Maestro, el discípulo sintió como si estuviese bebiendo el más fino néctar. Después se inclinó ante su Maestro y preguntó: “¿Cómo entrar en armonía con aquello que no es materia?” La primera cosa a comprender es el significado de la Luz. Desgraciadamente, ha sido mal traducida, pues lo teólogos la llaman “religión” y los ocultistas, “Ley de la Armonía”. Ambos no han comprendido. La Luz no es religión. En verdad, si vamos a las raíces de las palabras, religión significa aquello que te ata o te une, y Luz significa aquello que te libera. Ellas son absolutamente contrarias. Luz significa tu naturaleza intrínseca. Y tú tienes que encontrarla. Esta es una gran dignidad conferida al individuo por la existencia, para que no tengas que vivir con conocimientos prestados. La fuente viva de la vida está simplemente fluyendo en tus proximidades. ¿Por qué no beber y saciarse? El discípulo, después de entender el significado de la Luz, dice que sintió como si estuviese bebiendo el más fino néctar. Cuanto más a fondo vayas en tus meditaciones, más cerca estás del eterno flujo de la fuente de tu vida. Ella es el puro néctar, pues declara tu inmortalidad, tu eternidad. Dice que la muerte es una ficción; que nunca ha sucedido y jamás sucederá a nadie. Simplemente mudas de casa, entras en otra forma, o tal vez en la existencia sin forma. La declaración del discípulo que se sintió como si estuviese bebiendo el más fino néctar, muestra su tremenda comprensión. Debía ser joven y nuevo en la meditación. Pero la edad no tiene nada que ver con la realización. No se trata de que al envejecer seas capaz de con facilidad tornarte un Dios. Por el contrario, cuanto más viejo eres, más difícil se hace para tí abandonar tus hábitos, conceptos, ideologías de toda una vida. Cuando el Papa viajó a Oriente, quedó sorprendido al ver que los pobres y huérfanos convertidos al catolicismo, hacían en las iglesias lo mismo que habían hecho siempre: quemar incienso y traer flores a Jesús. Él no podía creer lo que los sacerdotes hacían, porque estaban haciendo exactamente lo que se acostumbraba hacer en los templos orientales. Al revés de Krishna, ahora Cristo estaba presente, pero todo seguía igual. Cuando eres viejo, es muy difícil cambiar tu ideología, tus creencias de toda una vida. Ellas se vuelven rígidas. Lo viejo se hace rígido, y de la misma manera, todo en la vida se vuelve rígido. La mejor ocasión para desarrollar tu potencial es en la infancia. La religión auténtica necesita depender de la juventud, porque ella tiene cierta rebeldía natural. Un joven puede rebelarse contra todo el pasado, sin ningún sentido de culpabilidad. Puede limpiar su corazón de Escrituras y estatuas muertas, y el desafío de lo desconocido agita su corazón. Desea aceptar el mayor de los desafíos: permitir a su semilla abrirse a los cielos desconocidos, a los vientos, al sol, la lluvia, porque nunca se sabe lo que irá a pasar. No existe nadie para guiar la semilla, no hay Escrituras donde la semilla pueda leer. La simiente está tomando el riesgo de ir hacia fuera, y tú debes comprender que el riesgo no es pequeño. Es como una muerte. La semilla necesita morir en el suelo; entonces los brotes de la potencialidad comienzan a crecer. Tal vez se transforme en una rosa, o en algún otro tipo de flor. No importa. Lo que interesa es florecer y no el nombre de la flor. Una flor salvaje es tan bella como la más preciosa de las rosas. De cierta manera son hermanas, pues ambas llegaron a su florecimiento, disfrutaron de la alegría de crecer, vieron con sus propios ojos lo que estaba oculto en sus simientes. Las dos asumieron idéntico riesgo y el mismo desafío. En verdad, es una muerte y una resurrección. La semilla muere y resucita en muchas flores, en muchos frutos y en muchas semillas. Se dice que una semilla es capaz de hacer toda la Tierra verde. Y su potencial no es más que el de una planta. En esta planta nacerán millares de semillas, y cada una, nuevamente, cargará en sí millares de simientes. Esa es la inmensa posibilidad de una pequeña semilla. Y tú eres una semilla viva, consciente. La cosa más preciosa en la existencia está dentro de tí: la consciencia. La semilla está tanteando en la oscuridad y aún así encuentra el camino. Y si tú eres consciente, tendrás una pequeña luz, pero tienes que moverte de tu posición, pues caso contrario serás un pequeño hombre. En verdad, odias a todos aquellos que fueron hasta la otra orilla, pues el marchar de ellos te condena a tí, demuestran que tú has fracasado en satisfacer a tu propio destino. “Después de inclinarse ante su Maestro, el discípulo preguntó: “¿Cómo entrar en armonía con lo que no tiene materia?” El Maesto debe haber dicho que a menos que entres en armonía con la existencia, en completo silencio, no podrás conocer la Luz, el propio principio de la vida, de la existencia. La indagación del discípulo es la de un buscador honesto. Aún habían cosas que aclarar. Su pregunta no era la de un estudiante, sino la de un futuro Maestro, “¿Cómo entrar en armonía con lo que no tiene forma?” Él descarta todas las cuestiones innecesarias y va exactamente hacia lo cierto: como estar en armonía con lo que no tiene forma, con la Luz. La palabra Luz es bella en su significado. Significa que no hay preguntas, que existe un silencio tan profundo que las preguntas cesan de hacerse . . . las respuestas son dejadas muy lejanas. Tal inocencia, la cual es simplemente silencio, es llamada Luz. En ella entras en sintonía con el palpitar del corazón del universo. Solamente en la Luz puedes ser uno con el todo. No hay otra manera. Todos los días, los que hemos hecho una meditación, nos movemos en dirección a la Luz. La meditación es el principio y la Luz es el final. “El Maestro dice: “Cuando cultivas la manera de la sabiduría interior, es como esparcir semillas. Cuando aclaro para tí lo esencial de la Luz, es como la lluvia del cielo. Cuando estuvieres receptivo a mi enseñanza, estarás destinado a ver la Luz”. Necesitamos entender profundamente este diálogo, pues nos dará la dirección correcta para aquello que debe ser preguntado. Existen millares de preguntas, pero las esenciales son pocas, y a menos que comiences a preguntar las esenciales, no te aproximarás a la verdad. Fue por esta razón que Oriente desarrolló el concepto del tercer ojo. Esos dos ojos pueden ver sólo la forma, el color, pero no pueden hacerlo con lo que no tiene forma ni color. Para ellos los ojos físicos son ciegos. En la Luz tú cierras los ojos y una nueva percepción, la cual puede ser llamada metafóricamente “el tercer ojo”, surge en tí; una nueva sensitividad con la cual puedes sentir y ver lo que no es posible para tus sentidos externos. El ojo de la Luz, el tercer ojo de tu espíritu interior, es capaz de percibirla. Por eso el discípulo vuelve a preguntar: “¿Existe aún el hacer o el deshacer? ¿Podemos hacer alguna cosa dentro? ¿Podemos hacer un Dios dentro? ¿Existe dentro alguna creatividad? Esa es una cuestión muy profunda. “A eso el Maestro replicó: “Si la persona ve la Luz bajo el punto de vista del hacer y deshacer, o cosechar y dispersar, la persona no ve de hecho la Luz. Está diciendo que, tratándose de tu mundo interior, tu Dios está presente; no necesitas hacerlo. En tu mundo interno, todo es como debería ser. Estoy recordando a un científico ruso, Kirlian, que nos trajo una nueva visión para la ciencia objetiva. Era un gran fotógrafo, y trabajó perfeccionando las lentes de sus cámaras. Su idea era que si algo oculto está en la semilla, como un potencial, entonces tal vez la fotografía de tal energía podía ser captada con lentes mejores. Era una idea extraña, pero los hombres de ciencia, místicos, filósofos y poetas, están todos un poco locos. Consiguió crear una lente que podía fotografiar aquello que sería posible en el futuro. Colocaba la semilla frente a la cámara y la fotografía obtenida era la de una rosa. Él esperaba que la simiente germinase en el suelo, y este fue uno de los milagros de la genialidad moderna, que cuando la rosa real se abría, era exactamente la misma de la fotografía. Atrapó el futuro en su red. Quedó convencido de que eso era verdad sobre la semilla, y que podía usarlo de muchas maneras. Por ejemplo, la fotografía Kirlian, se transformó en una necesidad absoluta en los Hospitales rusos. Después de su muerte, toda una escuela de fotógrafos trabajan en el proyecto. Pueden anticiparse hasta dos meses al futuro. Si vas a enfermar dentro de seis meses, la fotografía lo va a mostrar antes de ese tiempo. Aquello que vemos con nuestros ojos no es todo. Incluso en nuestro mundo externo nuestros ojos tienen limitaciones. De la misma manera, el tercer ojo se abre en el mundo interno, y nos trae la plenitud de toda nuestra potencialidad. No necesitas hacer algo; solamente reconocerlo. Un Dios no puede ser creado sino recordado. Escucha ahora la prosa que sustituye a las palabras: “El suelo de la no-mente contiene muchas semillas, las cuales germinarán cuando las lluvias divinas lleguen. Ellas vienen y ahora depende de tí aceptar el desafío. La flor de la Luz está más allá del color y de la forma. ¿Cómo puede haber algo más que la mutabilidad? Otro Maestro escribió: En mi casa existe una caverna, y en la caverna nada existe, absolutamente, sino un puro y maravilloso vacío, resplandeciente, con una luz como el Sol. Una comida de verduras será suficiente para este viejo cuerpo, una casaca en trozos cubrirá esta forma ilusoria. Dejen que mil santos aparezcan delante de mí, ¡tengo al Dios de la verdad celestial! Cuando miras tu caverna interna y encuentras la Luz, la vida, la propia fuente de tu ser, entonces los llamados santos nada significan. Ellos son moralistas, siguiendo cierto sistema de moral, de creencias, pero no tienen la verdad. Si tienes la verdad, entonces ni mil santos pueden pesar más que tu Dios. Él es el Supremo, no es prestado. Lo has descubierto tú. Un Maestro tenía tres discípulos que destacaban por tener una especial intimidad con él. Una noche, cuando los tres estaban acompañando al Maestro, disfrutando juntos a la luz de la Luna, él preguntó cuál sería la mejor manera de pasar una noche como aquella. El primero dice: “Podríamos pasar la noche haciendo ofrendas”. El segundo dijo: “Sería una buena hora para cultivar la vida espiritual”. El tercero no respondió, sino que agitó sus mangas y marchó. El Maestro se dirigió al primero y respondió: “Las palabras de las Escrituras se te unirán como si fueses un cesto”. Señalando al segundo dijo: “Tú volverás al mar”. Y concluyó: “El que se ha ido solo, trasciende el reino de todas las cosas, y todo lo hará por cuenta propia”. En otra ocasión, le preguntaron: ¿Qué es un Maestro”. Y él respondió: “El Maestro es la Iluminación”. Y volvieron a preguntar: “¿Qué es el Camino?” “La no-mente es el Camino”, respondió el Maestro. Entonces preguntaron por tercera vez: “ ¿El Maestro y el Camino, son de alguna manera diferentes?” Y él replicó: “El Maestro es como estirar la mano; el Camino es como cerrar el puño”. Es practicamente inevitable, por la manera que los antiguos Maestros trabajaban, que haya una cierta intimidad entre ellos y algunos discípulos. Podían tener millares de alumnos, pero algunos eran íntimos. Y entre esos íntimos escogían al sucesor. En cuanto a mí, aunque no sea un Maestro, eso no se aplica, porque nadie será mi sucesor. La propia idea de sucesión fue una idea prestada de las familias reales. De la misma manera que los reyes eran reemplazados por sus hijos más viejos, también se reflejó en la tradición de los maestros que alguien sería su sucesor. Y deseo que eso se rompa. Para mí todos mis alumnos son íntimos. Me puedo permitir la intimidad con todos, pues la sucesión está fuera de mi pensamiento. Nadie va a serlo. Quiero que todos sean Maestros de sí mismos. Ser sucesor es un poco humillante. Eso va contra la dignidad de un Iluminado. Él está solo como una montaña, nadie lo precede ni nadie lo sucede. “Una noche, cuando los tres estaban acompañando al Maestro, disfrutando juntos, él les preguntó cuál sería la mejor manera de pasar una noche como aquella. El primero respondió diciendo: “Es una buena hora para hacer ofrendas”. El segundo dijo: “Una buena hora para cultivar la vida espiritual”. El tercero no contestó, sino que agitó las mangas y partió. El Maestro se volvió al primero y le respondió: “Las palabras de la Escrituras se te unirán como si fueses un cesto”. Las Escrituras son como frutas que cargamos en un cesto. Le está diciendo que será una cesta para cargar con las palabras sagradas. Será un gran erudito. La claridad de un Maestro es la misma durante las veinticuatro horas del día. Pueden pasar a través de ese discípulo. Pero el Maestro usa esa oportunidad para indicarle que será un gran estudioso. El segundo le está diciendo que es una buena hora para cultivar la vida espiritual. Y la manera de hacerlo es la meditación. Toda meditación trae nuestro pequeño río de la vida para el gran océano de la existencia, que es el mar. Así el Maestro le está diciendo: “Alcanzarás el océano”. Serás un Iluminado. Y entonces dice del tercer discípulo: “ El que se ha ido solo, trasciende el reino de las cosas, y todo lo hará por cuenta propia”. Este discípulo no respondió. Por el contrario, se marchó sin decir nada. Su gesto muestra que conversar sobre la Escrituras no es una manera acertada, que hablar sobre el cultivo de la espiritualidad es absolutamente absurdo. No se puede cultivar . . . ya está presente. De ahí el no haber respondido. Agitar las mangas y marchar, fue su respuesta. Debemos comprender que muchas veces un gesto es una respuesta. No es verbal, pero se está respondiendo. Dice: “Quédate con tus Escrituras y cultiva tu espiritualidad; me marcho. Este no es mi lugar . . . no necesito hacer lo que ya soy. Cultivar la espiritualidad o estudiar Escrituras no es para mí. Eso es para seres comunes”. Esto muestra algo especial. Para un Maestro no es más importante el que está cerca de su corazón, sino quién está más próximo de la verdad. Es un fenómeno universal que la lámpara de la iluminación debe ser transmitida para quien estuviere más próximo de la verdad suprema. En otra ocasión le preguntaron: “¿ Qué es un Maestro ?” Y él respondió: “La mente es el Maestro”. Volvieron a preguntar: “¿Qué es el Camino?” “La no-mente es el Camino”, respondió el Maestro. Ahora está expresando su extraño ser. Primero dice que la mente es el Maestro. Y cuando preguntaron “¿qué es el Camino?” dice: “La no-mente es el Camino”. Está cancelando la mente y haciendo de la no-mente el Camino. La mente se torna la no-mente, si ella estuviera vacía. La no-mente no es otra entidad. Ella es la misma entidad que la mente; la diferencia es si la mente está llena o vacía de pensamientos. Si está vacía, es no-mente; si está llena, es la mente. Así, hace bien en responder lentamente, pues una respuesta brusca podría no ser comprendida. Dice: “el Maestro es la Iluminación”, y esto suena como algo consolador. Tú tienes mente, por tanto Dios no está lejos. Y cuando pregunta: “¿Qué es el Camino?, aplica el truco. Dice: “la no-mente es el Camino”. Tendrás que vaciar la mente de todos sus contenidos. Y entonces llega la pregunta última: “¿El Maestro y el Camino, son diferentes? Y el Maestro responde: “Un Maestro es, como estirar la mano; el Camino es, como cerrar el puño”. No hay diferencia real. Mi mano abierta o mi mano cerrada, es la misma cosa, sólo diferentes formaciones de la misma cosa. Esta es una afirmación muy real, que el Maestro y el Camino son practicamente iguales. A medida que tú recorres el Camino, te vas volviendo, centímetro a centímetro, un Maestro. Es como una escultura. Si estás haciendo la estatua de un Jesús, no podrás hacerla de un solo golpe. Para cortar el mármol y darle la forma de Jesús tendrás que arrancar, golpear, pedazo a pedazo, todo lo que no es necesario. Eso es exactamente lo que estás haciendo contigo mismo. En las meditaciones de cada día, estás abandonando algo y ganando otro algo más profundo en tu ser. Estás dejando algún pedazo de mármol y dejando clara una parte del Dios que hay en tí. Lentamente, todo el Dios surge en su totalidad, y en ese momento tú desapareces. En ese instante sólo Dios permanece en tí. El camino, el viajero y el destino, son diferentes estadios del mismo fenómeno. Algunas personas me dicen: “Me gustaría disfrutar una intimidad especial con un Maestro, tener un lugar especial en su corazón”. ¿Qué significa ser verdaderamente íntimo con alguien? El corazón de un Maestro está vacío. Y cuanto más vacío, más íntimo se vuelve. Tú podrás intimar con él, cuando tu corazón se vacíe también. Entrarás en la misma sintonía, la misma danza, la misma música. Y esa intimidad no es la vieja intimidad que conocemos. Es una intimidad cualitativamente diferente. Puede ni saber como te llamas, ni haberte encontrado personalmente, pero aún así podréis ser íntimos, pues estáis dando con una nueva dimensión. Si tu corazón está vacío, de repente estarás en sintonía con el Maestro. Y esa intimidad no creará envidia alguna. Las antiguas intimidades estaban creando envidia, aún entre Maestros. Si tres personas eran íntimas, ¿no crees que otras podrían sentirse ofendidas? ¿Crees que no despertarían envidias? Todo el mundo desea ser especialmente íntimo. Esto antes no era posible, pero mi definición de la intimidad es tal que el universo entero puede ser íntimo conmigo sin crear envidia en nadie. Puedes ser íntimo con un Maestro, pero depende de ti. Vacía tu corazón, y en ese vacío puede haber intimidad. Los límites no existen. |
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