ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

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Dirigida a las Escuelas de:

                        Barcelona

                        Mallorca                                             CIRCULAR nº  9. Año III

                        Menorca

                        Las Palmas                                          Llubí,  1º de  Septiembre de 1.977.

Viene de la Circular de Agosto pasado.

Me gustaría saber si ya has observado que  cuando detienes tu respiración, la mente también se detiene simultáneamente. Si ahora mismo dejas de respirar, la mente se parará de repente, no podrá funcionar. ¿Por qué? Porque ambas están desconectadas. Sólo una respiración regular se conecta con la mente, con el cuerpo; una paralización de la respiración hace que haya una desconexión. Entonces estás en un punto muerto. El automóvil está andando; el motor funciona, está preparado para andar. Pero no está con la marcha puesta. Así, el cuerpo del coche y el mecanismo de la marcha no están conectados. Puedes dividir al coche en dos. Está preparado para andar, pero el mecanismo de las marchas no está conectado con él.

Lo mismo sucede cuando la respiración da la vuelta. Tú no estás conectado con ella. En ese momento, puedes, fácilmente, ser consciente de quién eres. "¿Quién es ese ser?" "¿Quién está dentro de la casa del cuerpo?" "¿Soy sólo la casa o existe algún señor en ella?" "¿Soy sólo un mecanismo o hay alguna cosa más dentro del mecanismo?" En esa pausa, dicen los Maestros: "Realízate". Dicen: Queda consciente del cambio y serás un alma realizada".

La tercera técnica dice: "O, siempre que la respiración y la expiración se fundan, en ese momento tocas la no-energía, el centro energético pleno".

Estamos divididos en centro y periferia. El cuerpo es la periferia. Nosotros conocemos el cuerpo, la superficie. Conocemos la circunferencia, pero no sabemos dónde está el centro. Cuando la respiración se funde con la expiración, cuando se vuelven una sóla, cuando no podemos decir si estamos respirando o expirando, cuando es difícil definir si el aire está entrando o saliendo, existe un momento de fusión. Ella ni sale ni entra. La respiración queda estática. Cuando ella sale es dinámica; cuando entra es dinámica. Cuando ni sale ni entra, cuando es silencio, sin movimiento, estás cerca del centro. El punto de fusión de la entrada y la salida de la respiración es tú centro.

Míralo de esta manera: cuando el aire entra, ¿a dónde va? Va hacia tu centro, lo toca. Cuando el aire sale, ¿de dónde viene? Viene de tu centro. Es por eso que los místicos orientales dicen que la cabeza no es el centro, sino el ombligo. El aire va hacia ese punto y después sale. Ello significa que el centro está situado en ese punto.

Como he dicho muchas veces, es un puente entre tú y tu cuerpo. Conoces tu cuerpo, pero no sabes dónde está tu centro. El aire está constantemente marchando y saliendo del centro, pero nosotros no hemos respirado lo suficiente. Así, habitualmente, el aire no llega al centro. Es por eso que la gente se siente "descentralizada"; todo el mundo se siente fuera de su centro. En el mundo moderno, aquellos que son capaces de pensar sienten que están ajenos a su centro.

Mira un niño cuando duerme. Observa como respira. El aire entra y el abdomen se levanta. El pecho no se siente afectado. Por eso los niños apenas tienen tórax sino abdómen, un abdómen dinámico, desarrollado. La respiración entra en el abdómen y lo levanta; el aire sale y el abdómen baja. Los niños están dentro de su centro. Es por eso que son tan felices, tan llenos de energías, jamás cansados, viviendo siempre en el momento presente, sin pasado y sin futuro.

Un niño cuando se enfada lo está totalmente, es una totalidad bella. Nosotros no conseguimos estar enfadados y hermosos. Quedamos feos, porque la parcialidad es siempre fea. Y no es sólo con la rabia: cuando amamos quedamos feos, porque amamos a fragmentos, sin totalidad. Miremos nuestra cara cuando estamos amando a alguien. Nos pareceremos a un animal. ¿Por qué? El amor también es un conflicto. Estamos escondiendo algo. Estamos dando miserablemente. Ni en el amor somos totales. No damos completamente, enteramente.

Una criatura, en su rabia y en su violencia, es total. No tiene nada relacionado con el pasado o con el futuro; no está haciendo cálculos. Simplemente está enfadada. Está en su centro. Lo que quiera que haga será un acto total. Bueno o malo, será total. Cuando nosotros estamos fragmentados, fuera de nuestro centro, cada cosa que hagamos está destinada a ser una porción de nosotros mismos. Nuestra totalidad no estará respondiendo, sino una parte de ella. Y esa parte estará enfrentada al todo; eso crea fealdad.

Todos nosotros fuimos niños. ¿Por qué, a medida que crecemos, nuestra respiración se va haciendo más superficial? Ella no va ahora hacia el abdomen; nunca toca el ombligo. Apena toca el tórax y sale. No va hacia el centro. Tenemos miedo del centro, porque ahí somos totales. Si queremos estar partidos, en fragmentos, este es el mecanismo adecuado para estarlo.

Estamos enamorados: si respiramos desde el centro, fluiremos totalmente en el amor. Pero tenemos miedo. Miedo de ser vulnerable, tan abierto a alguien. Podemos llamarlo amante o amada, pero tenemos miedo. El otro está ahí, fuera. Si fuéramos totalmente vulnerable, abierto, no sabríamos que es lo que va a suceder. Entonces NOSOTROS SOMOS completamente, en otro sentido. Tenemos miedo de darnos completamente a alguien. No podemos respirar profundamente, ni relajar nuestra respiración para que ella pase hasta el centro, porque cuanto más lo hiciéramos, más totales serían nuestras acciones.

Como tenemos miedo de ser totales, respiramos superficialmente. Respiramos lo mínimo posible, nunca el máximo. Por eso es que la vida parece tan sin vida. Vivimos minimamente, nunca con plenitud. Podemos vivir en lo máximo, y entonces la vida será como un transbordarse. Pero, entonces, habrán dificultades. No podemos ser como un marido, o como una esposa, si la vida fuese así, tan llena. Todo va a ser más difícil.

Si la vida fuese una plenitud, el amor también lo será. Entonces no podemos apasionarnos por alguien. Estaremos fluyendo hacia todo; todas las dimensiones serán llenas por nuestra plenitud. La mente siente el peligro, por eso es mejor no estar muy vivo. Cuanto más muerto estemos, más seguros estaremos, las cosas pueden estar bajo control. Sentimos que somos señores porque podemos controlar. Controlaremos la rabia, controlaremos el amor, controlaremos todo. Pero ese control será sólo posible en el nivel mínimo de vida y energía.

Todo el mundo debe haber sentido una vez u otra, que hay momentos en que, súbitamente, va desde un nivel mínimo para un máximo. Vamos a una montaña de excursión, nos vemos fuera de la ciudad y nos sentimos libres. El cielo es inmenso, la flores y las plantas son más verdes que nunca y los montes parecen tocar las nubes. Respiramos profundamente. Ya esto lo habremos observado más de una vez.

Si ahora fueras a un lugar montañoso, observa esto. Realmente no es el lugar quién hace la diferencia. Es tu respiración. Respiras profundamente. Tocas el centro, por unos momentos eres total. Ese bienestar no está viniendo de la montaña. Esa bendición llega de tu centro. De repente, lo has tocado, has llegado hasta él.

En la ciudad tenías miedo. Siempre estabas controlando. No podías gritar, ni saltar, ni cantar en voz alta ni bailar en la calle. Tenías temor. Un guardia podía estar en algún lugar o alguien para llamarte la atención, tu padre, un moralista o un crítico.

Bertrand Rusell dijo en algún libro: "Adoro la civilización, pero la hemos alcanzado aun precio muy alto". No podemos bailar en la calle, pero vamos a una montaña y podemos hacerlo. Allí estamos solos con el cielo y éste no es una prisión. Es una puerta vasta, infinita. De repente respiramos profundamente y el aire toca nuestro centro. Pero no continuaremos así durante mucho tiempo. Dentro de unas horas el paisaje montañoso habrá desaparecido y nuestras preocupaciones volverán. Comenzaremos a pensar en llamar por teléfono, escribir una carta, o en hacer los preparativos para un viaje. Acabamos de llegar y ya estamos pensando en marchar.

Los Maestros dicen que en muchos momentos estamos tocando el centro y si no lo tocamos, podemos hacerlo. Respiremos profunda y lentamente. Toquemos el centro; no respiremos sólo con el tórax. Eso es un truco. La civilización, la educación, la moralidad, todo eso ha creado la respiración superficial. Será bueno ir hasta el fondo, hasta el centro, porque de otro modo no hay posibilidad de respirar profundamente.

A menos que la humanidad se vuelva no reprimida en relación al sexo, el hombre no podrá respirar realmente. Si la respiración va hasta el fondo, hasta el abdómen, ella fortalece de energía el centro sexual. El centro sexual se vuelve más activo, más vivo. La civilización teme al sexo. Ni permitimos que nuestros hijos toquen sus centros sexuales.

Observa una criatura cuando toca su centro sexual y grítale: "¡Quieta!" Entonces observa su respiración. Cuando le haces la observación, la respiración se hace inmediatamente superficial, porque no es sólamente la mano la que está tocando el centro sexual: allá, en el fondo, la respiración lo está tocando. Y, si la respiración continúa tocando, es difícil parar la mano. Para que la mano se detenga, es básicamente necesario que la respiración no lo toque, que no vaya hasta el fondo. Debe permanecer superficial.

Tenemos miedo al sexo. La parte inferior del cuerpo no es inferior sólo fisicamente: se ha vuelto inferior como un valor. Es condenada como "inferior". Así, no vas al fondo, quedas en la superficie. Si algunos sacerdotes pudiesen, cambiarían todo el mecanismo. Sólo nos permitirían respirar hacia arriba, para la cabeza. Y entonces no sentiríamos el sexo en absoluto.

Si tuviéramos que crear una humanidad asexuada, no tendríamos más remedio que cambiar el sistema respiratorio. La respiración debería ir para la cabeza, para el chakra coronario. Nunca hacia abajo, porque eso es peligroso. Cuanto más profundo fuéramos, más cerca estaríamos de las capas más profunda de la biología. Alcanzaríamos el centro y ese centro estaría cerca del centro sexual. Tiene que estar, porque el sexo es vida.

Miremos el asunto de esta manera: la respiración es la vida que viene desde arriba hacia abajo; el sexo es la vida que viene por el otro lado, desde abajo hacia arriba. El camino de la respiración queda en la parte superior del cuerpo y el camino del sexo en la parte inferior. Cuando ellos se encuentran, crean la vida, la bioenergía. Por eso, cuando tenemos miedo del sexo, creamos una distancia entre los dos. No permitimos que ellos se encuentren. Por eso es que el hombre civilizado, es un hombre castrado; es porque no sabemos nada sobre la respiración y estos dichos de los Maestros son tan difíciles de entender.

Ellos dicen: "Siempre que la inspiración y la expiración se fundan, en ese momento tocas la no-energía, el centro energético total". Ellos usan términos contradictorios: "no-energía, pleno de energía". Es no-energía porque nuestros cuerpos, nuestras mentes. no pueden dar ninguna energía a la respiración. La energía de nuestros cuerpos no está presente, ni tampoco las energías mentales, porque ellos son no-energía hasta donde conocemos su identidad. Pero son llenos de energía porque contienen la fuente cósmica de la energía, y no es por causa de nuestra energía corporal.

La energía del cuerpo es sólo combustible energético. No es sino gasolina. Comemos, bebemos y eso crea energía. Estamos sólo abasteciendo al cuerpo. Paremos de comer y de beber y el cuerpo morirá. No en el momento, sino que llevará algún tiempo, porque tenemos reservas de combustible. Hemos acumulado mucha energía y podemos funcionar unos tres meses sin abastecernos. Tenemos una reserva. Para una emergencia, necesitamos de esa reserva.

Eso es "combustible" energético. El centro no está recibiendo ningún combustible. Es por eso que los Maestros dicen que es no-energía. No depende del comer ni del beber. Está conectado con la fuente cósmica; es energía cósmica. Es por eso que ellos dicen: "no-energía", "centro pleno de energía". En el momento que puedes sentir el centro donde la respiración sale o entra y el punto exacto donde ambas se encuentran, se funden, ese centro, si somos conscientes de él, será la ILUMINACIÓN.

La cuarta técnica: "O, cuando el aire sale completamente (hacia arriba) y se detiene por sí mismo, o entra completamente (hacia abajo) y para, en esta pausa universal, el pequeño ego de la persona desaparece. Eso es difícil para el impuro".

Pero entonces eso es difícil para todos, por ello dicen "es difícil para el impuro". ¿Quién es puro? Es difícil para ti; tú no puedes practicar esto. Pero puedes, algunas veces, sentirlo súbitamente: estás guiando un coche y, repentinamente, sientes que va a haber un accidente. Tu respiración se va a detener. Si ella estuviera fuera, vas a estar fuera. Si ella estuviera dentro, vas a estar dentro. No puedes respirar en una emergencia. Todo se detiene y te desligas de cualquier cosa.

En ninguna emergencia puedes recordar el respirar. Ni quién eres, ni tu nombre, ni el número de tu cuenta corriente, ni tu prestigio, todo se evapora simplemente. Tu automóvil está yendo directamente sobre otro: en un instante puede haber muerte y en ese momento hay una pausa. Hasta para el impuro hay una pausa. La respiración se detiene. Si puedes estar consciente en ese momento, podrás alcanzar la meta.

Dicen que los monjes zen lo experimentan. Por eso sus métodos son raros, extraños, absurdos. Han hecho cosas inconcebibles. Un Maestro puede expulsar a alguien de su casa. Repentinamente el Maestro abofetea al discípulo, sin causa ni razón.

Estás sentado con un Maestro y todo parece normal. Conversas con él y de repente te golpea para crear una pausa. Si hubiese alguna razón para golpear, la causa no podría ser creada. Si ofendieras al Maestro y él te respondiera con un golpe, habría una razón. Tu mente lo entendería.

En verdad tu mente está esperando por la respuesta violenta, por eso no hay pausa. Pero recuerda: un Maestro no golpearía si lo ofendes. El reiría, porque la risa puede crear una pausa. O podría ponerse a danzar. Eso es repentino y puede crear una pausa. Tú no puedes comprender y esa es la única posibilidad de que la mente pare. Y, cuando la mente se detiene, la respiración lo hace también.

Tú estás admirando a un Maestro, te sientes bien pensando: "Ahora el Maestro está contento conmigo". Y, de repente, él te golpea con su bastón y sigue dando golpes en tu espalda, hasta que sientas dolor, porque los Maestros no tienen piedad. Tú no puedes entender que es lo que está pasando. La mente para; hay una pausa. Si conoces la técnica puedes alcanzar tu Yo.

Existen muchas historias de gente que alcanzaron la Iluminación, porque de repente el Maestro comenzó a golpearlos. Eso no lo podemos comprender porque es absurdo. ¿Cómo alguien se puede iluminar cuando es golpeado o arrojado por la ventana? Pero cuando lo entiendes, eso es fácil de comprender.

Toda técnica zen está basada en este cuarto ejercicio. Pero, desgraciadamente, tenemos que importar el zen del Japón, porque no conocemos el método.

Recordemos esto: el movimiento de la mente necesita del movimiento de la respiración. Es por eso que cuando estamos encolerizados la respiración se acelera. En el acto sexual es muy rápida. Es por eso que se dice que si el acto sexual fuera demasiado permitido acortaría la vida, porque la vida se mide por el número de respiraciones. Si nuestra respiración fuera muy rápida, sería señal de que la vida se está acortando.

La medicina moderna dice que el sexo ayuda a la circulación sanguínea, a relajarse. Es que aquellos que reprimen el sexo pueden tener problemas, especialmente cardiacos. La medicina dice la verdad y el dicho popular también, aunque nos parezca contradictorio. La sabiduría popular tiene miles de años. Antes los hombres trabajaban fisicamente demasiado; la vida era trabajo físico, así que no había necesidad de relajarse, ni de crear métodos artificiales para la circulación sanguínea.

Pero ahora, para los que hacen un escaso trabajo físico, apenas el sexo funciona como tal. Por eso, la medicina moderna está hecha para el hombre moderno. No hacemos ejercicios físicos, así que el ejercicio será el sexo; el corazón late más, la sangre circula más rápida, la respiración es más profunda y alcanzamos el centro. Después del acto sexual nos sentimos relajados y podemos dormir fácilmente. Freud dice que el sexo es el mejor tranquilizante, y lo es, por lo menos para el hombre moderno.

En el sexo, la respiración se acelera; en la cólera, la respiración se acelera. En el sexo, la mente se llena de deseos, lujuria, impurezas. Cuando la mente es pura, cuando no hay deseos, ni buscamos nada, ni motivaciones, no estamos yendo a ninguna parte, estamos simplemente en el aquí y en el ahora como un arroyo inocente, sin una onda siquiera, y entonces la respiración se detiene automáticamente. No tenemos necesidad de ella.

En este camino, el pequeño ego desaparece y alcanzamos el Yo más alto, el Yo Supremo.

Es suficiente por este mes.

Fragmentos de la Ciencia Secreta pueden ser encontrados entre las tradiciones de los pueblos primitivos y en todas las religiones del mundo, y en su forma moderna, tiene lugar en cualquiera de las Escuelas Espirituales Superiores.

Para la mayoría de nosotros surge la ocasión en que comenzamos a cuestionar el valor de nuestras vidas, actividades y realizaciones. Esto puede ser un sentimiento momentáneo que achacamos a un simple mal humor, o puede representar un exámen largo y serio. Si reservamos un tiempo para analizar nuestras vidas, pensamientos habituales y sentimientos, mirándonos con objetividad, la mayoría de nosotros sentirá algún grado de insatisfacción, de que algo está faltando, que debe haber algo más ..... Tales momentos desconcertantes, frecuentemente dan origen a un descontentamiento de orden superior, una ansia por algo más, algo que nos suministre el ímpetu para descubrirnos nuevas dimensiones de la vida. La incertidumbre, hasta el desespero, nos pueden abatir, llevándonos de una nueva manera  a un nuevo camino, buscando significados. Einstein sintió algo parecido cuando entendió en cierta manera la inmensidad del Universo:

          El indivíduo percibe la futilidad de los deseos y propósitos humanos y la grandeza y el orden maravilloso en que se revela en la naturaleza y en el mundo de los pensamientos. La existencia individual deja una sensación de aprisionamiento y la persona desea vivenciar el universo como un todo significativo y único. Este es el principio del sentimiento religioso cósmico.

Podemos comenzar nuestra busca de la espiritualidad universal, de nuestro lugar en el todo, examinando nuevas ideas y puntos de vista, explorarnos interiormente, para descubrir capas nuevas y más profundas de nuestra propia consciencia a través de la meditación y el auto-exámen. Buscando externa e internamente, podemos encontrar verdades antiguas que fueron reveladas por aquellos que vienen buscando a través de los siglos. Podemos ser atraídos para una visión filosófica que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, una visión que indicó el camino para el crecimiento y la perfección humana.

 

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         Madre de Dios de la Nieve nº 8

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         Teléfono y Fax: 971: 61 33 92

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