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SALVADOR NAVARRO      

 

 

 

 

 

 

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                                         Circular nº  10 , año V

 

                                         Llubí, 1º de Octubre de 1.999

 

 

 

      Cuenta una vieja historia que, al principio de la Creación, Dios quedó muy contrariado con un ángel, pues había cometido alguna desobediencia y tenía que haber sido algo muy grave porque lo arrojó a la Tierra y le condenó a vivir como una serpiente invisible en un antiguo templo.

 

      El templo tenía una torre con cien escalones y todo peregrino que llegaba tenía que subir a ella. Y Dios dijo al ángel: "Tendrás que vivir en el primer escalón y acompañarás a cada peregrino que llegue". En la espiritualidad de ese país se concebía a la conciencia como una escala de cien grados, así que la serpiente tendría que acompañar al caminante hasta donde la consciencia se revelase. Y Dios añadió: "Si consigues llegar hasta tres veces al último escalón, estarás libre de tu pecado".

 

      La leyenda cuenta que, hasta ahora, sólo una vez la serpiente consiguió alcanzar el último escalón de la torre.

 

      La fábula es aleccionadora, porque dice muchas cosas. La primera: entre millones de personas puede ser  que una vez un hombre se torne Iluminado. Esto es difícil, pero hay una dificultad aún mayor, sobre lo que me gustaría explicarte alguna cosa. Entre tantos peregrinos, una persona se ilumina, y entre miles de iluminados, uno se transforma en Maestro. Y ser un Maestro es casi imposible. Para iluminarte tienes que trabajar contigo mismo, con tus barreras, con tus dificultades. Pero transformarse en Maestro supone que tendrás además que trabajar con las barreras y dificultades de los otros. Trabajar consigo mismo es difícil, pero trabajar con los demás es casi imposible.

 

      Muchos santos han existido, pero sólo de vez en cuando uno de ellos se transforma en Maestro. El nombre de Jesús es famoso por el hecho de que fue un Maestro. Miles de profetas iluminados fueron antes que él, pero ninguno Maestro.

 

      Una vez preguntaron a un Maestro: "Tienes casi cincuenta mil discípulos, ¿cuántos de ellos son como tú?" Dicen que el Maestro respondió que habían muchos. Pero siguieron preguntando: "Si tantos son como tú, como es que no sabemos nada de ninguno?"

 

      Y el Maestro respondió: "Ellos están iluminados, pero no son Maestros. Son como yo, en el mismo plano de ser. Eso es lo primero. Pero elevar la consciencia a un plano superior es un Arte Real".

 

      Es casi imposible convencer a otros para ir en dirección a las cumbres más altas de la vida, porque todos crearán algún tipo de resistencia. En cuanto intentas ayudarlos a subir más alto, el ego se presenta para ofrecer resistencia y se convierte en tu enemigo. Los otros están identificados con sus egos y piensan que son ellos. Por eso, cuando un Maestro intenta transformarte o ayudarte, creas todo tipo de barreras para no ser ayudado.

 

      Profesores, instructores, profetas, santos, hay muchos. Maestros, muy pocos.

 

      Los profesores y demás iluminados son muy baratos: puedes tenerlos haciendo cualquier curso o asistiendo a sus clases. Necesitas un poco de capacidad intelectual para entender lo que dicen. Sus libros y las Escrituras que explican, hasta puedes memorizarlos. Con un poco de práctica, alcanzas cierta comprensión lógica de las cosas que dicen. Pueden probar cosas, hacer que las personas callen ante sus argumentos y muchas quedarán atraídas por ellos, porque las personas viven en sus cabezas, en su intelecto.

 

      Un profesor es una persona orientada racionalmente, será más racional que tú. Puede impresionarte, pero eso no te llevará a ninguna parte. Te dejará en el mismo lugar. El profesor tampoco está en parte alguna, porque es un hombre que enseña sin saber lo que está enseñando. Habla de cosas que no ha conocido, habla de otros planos sin ninguna experiencia. Puedes adaptarte a él fácilmente, porque pertenece a tu nivel. Estos profesores y otros iluminados, se han vuelto influyentes, dirigen grandes movimientos, porque hablan en un lenguaje que tú puedes entender.

 

      Los Maestros no son líderes de ningún movimiento, es casi imposible. Además, cuando ellos son conocidos, ya han muerto. Entonces son venerados durante miles de años, pero esa adoración no ayuda nada. Ser tocado por un Maestro es difícil, porque significa hacer morir tu ego. Permitir que un Maestro trabaje en ti es algo para lo que se necesita mucho coraje: abres tu corazón y no sabes dónde te está llevando, porque tienes que confiar. La lógica no te ayuda, sino el amor. Pero el amor es raro. Todo el mundo es lógico; ¿quién es amoroso? Todos tenemos un intelecto astuto, pero ¿quién tiene un corazón confiado?

 

      Esta es la primera cosa que tienes que entender para seguir adelante con la lectura de esta Circular.

 

      Los espiritualistas no creen en profesores ni en lecciones. El Maestro no enseña, sino que demuestra; todo su ser es una demostración. Abre nuevas dimensiones y te invita a entrar en ellas, creando nuevas puertas y ventanas. Y si piensas que enseña, no es nada más que para persuadir tu intelecto a ver desde sus ventanas, donde las cosas tienen una visión totalmente diferente.

 

      El Maestro tiene que ser un especialista en la mayor de las artes: el arte del corazón humano, porque los problemas son sutiles, complicados y complejos.

 

      Por ejemplo: alguien viene a mi. Está dispuesto a dar un giro total a su vida, porque piensa que está preparado para hacerlo, pero veo que no. Pienso que si da ese salto en el vacío se va a perder. Tengo que convencerlo para que espere y confiar que llegue el momento propicio. Distraeré su mente, le daré  alguna ocupación para que olvide ese salto final en el presente. Y un día estará preparado, porque cada cosa viene en su hora correcta.

 

      No se puede forzar un fenómeno como el de la Iluminación, ni se puede manipular. Hay que esperar que llegue por sí solo. No hay medio de controlarlo o forzarlo. Todo lo que hay que hacer es esperar con amor. Y vendrá en el momento adecuado.

 

      Alguien viene y me dice que está preparado. Piensa que lo está, pero yo no lo veo. Así que tengo que entretener su mente, darle algo con que jugar, para que el tiempo pase y madure. Quien piensa que está preparado es el ego. Y tengo que persuadirlo, además de preparlo para dar ese salto.

 

      Hasta cierto punto la vida entera está preparada para aceptarle, pero él duda. Ese momento podrá no estar ahí tan cerca la próxima vez. Tal vez pase una  o muchas vidas, para que el momento se repita. Tengo que observar, porque si lo escucho no voy a ser de mucha ayuda. Tengo que crear un sentimiento en él y seguir persuadiéndolo de que todo está hecho de acuerdo con sus expectativas.

 

      Alguna vez veo que será bueno para ti dejar de meditar, porque si estás en la dimensión mental, hasta la meditación puede significar un esfuerzo y ser una barrera. Otras veces tengo que forzarte, porque a menos que haya cierto esfuerzo, una tensión, la transformación no será posible. El Arte Real es muy sutil. Precisas de cierta tensión, como la que necesita una flecha colocada en un arco, pues caso contrario el disparo no ocurriría. Pero la excesiva tensión también puede romper el arco.

 

      La meditación es necesaria, pero tú no sabes donde comienza ni cuando termina, y yo tengo que vigilar. Por eso, algunas veces puedo decirte: "Deja de meditar" y no me comprendes, porque yo enseño a meditar. A veces te digo que practiques la meditación y  tampoco me entiendes, porque siempre digo que el esfuerzo no es necesario, que todo viene cuando tiene que venir.

 

      Intenta entender mi situación. Tengo que trabajar con mucha gente, y por ese motivo hablo de manera contradictoria. Diré algo para uno y lo opuesto para otro, porque ambos son diferentes. Por eso, cualquier cosa que te diga, es personal. Y no sólo personal sino también momentáneo, porque mañana habremos cambiado y otra cosa será dicha. Es una respuesta viva, continua.

 

      Un profesor y sus enseñanzas son cosas muertas. No se contraría si no sabes, si no respondes, porque tú careces de importancia. Él tiene una enseñanza y la seguirá toda la vida. Está centrado en lo que enseña y piensa que tú existes para ser enseñado, para su doctrina. Para un Maestro las enseñanzas son como juegos. Las doctrinas son buenas si ayudan, pero a veces no lo hacen. Para algunos son como un puente, para otros una barrera.

 

      Para un Maestro el hombre es la medida de todas las cosas: individual, personal. Lo que dice un Maestro es como una carta personal. No puedes formar un criterio de lo que te dice, ni generalizarlo. Todas las generalidades son falsas, incluso cuando afirmo que lo son.

 

      Es muy sutil este Arte, tiene que serlo, porque es un esfuerzo transformar el corazón humano, la cosa más grande de la evolución, el punto máximo al que ha llegado la existencia.

 

      Un profesor te da una información sobre Dios, sobre la Verdad, sobre el Cielo, sobre el Infierno. Un Maestro te abre su ser, y te demuestra lo que la Verdad es.

 

      ¿Que hago yo en esta vida? Estoy extasiado con ella. Y permito que te acerques para que te contagies conmigo, para participar. Llegará un momento en que tú y yo guardemos silencio, nos aproximemos tanto, como dos llamas que van quedando más y más cerca, y en un salto súbito, los dos nos transformemos en uno.

 

      Para entender esto tienes que aproximarte. Con un profesor guardarás distancia. Con él no tienes problemas, porque no pide que te acerques. No necesitas intimidad. Con un Maestro el compromiso es total, es necesario.

 

      Un compromiso es un punto sin retorno. ¿Hacia dónde irás? Has quemado tu casa. Si eres astuto te gustaría estar lejos, participando como observador. Manteniendo la distancia conservas tu hogar intacto, porque si hay algún problema puedes retroceder. Todo lo que es maravilloso en la vida viene a través de un compromiso.

 

      Entre nosotros la palabra "compromiso" parece una palabra condenatoria. Cuando la oyes te llenas de temores. Por eso todo lo bello y profundo está desapareciendo. El amor lo hemos vuelto imposible, apenas es sexo. Pero el sexo no te compromete, el amor sí. El sexo es posible entre dos extraños, el amor entre dos personas íntimas, que sienten una afinidad, que no están juntos para explotarse el uno al otro, sino para crecer y evolucionar juntos. El amor es necesario en un compromiso. Sin amor, el sexo no tiene valor.

 

      Si no estás comprometido, la meditación no será posible. Serás un espectador, estarás en la superficie. El compromiso te lleva al centro de todas las cosas.

 

      Estar con un Maestro es un compromiso. Es una forma de amor, de oración, de meditación.  Las tres son un ofrecimiento profundo.

 

 

      ¿Y quién tiene miedo a comprometerse? El ego es quien teme, porque significa que ya no hay retroceso. El puente se ha roto y sientes miedo. El pasado ha desaparecido y el futuro desconocido te espera. Te sentirás aturdido. Y si miras a los ojos del Maestro te sentirías peor, porque él es un vacío, un abismo sin fin. Sientes que te perderás para siempre.

 

      ¡Esto es así! No te puedes encontrar a menos que te pierdas. Y no puedes renacer a no ser que mueras. Un Maestro es una muerte y una vida.

 

      Ahora vamos a una breve historia.

 

      Un hombre vino a un Maestro y pidió ayuda para resolver sus problemas y orientación para seguir su doctrina.

 

      El Maestro respondió que debería dejar sus estudios espirituales y retirarse de sus clases.

 

      Un oyente recriminó al Maestro su conducta y éste le dijo que podía demostrar la lógica de ella.

 

      En ese momento un pájaro entró en la sala, tropezando con las paredes y cortinas, con el fin de escapar.

 

      El Maestro esperó que el pájaro se posara cerca de la única ventana abierta de la sala y, de repente, batió palmas.

 

      Asustado, el pájaro voló por la ventana abierta, directo a la libertad.

 

      Entonces el Maestro dijo:

 

      "Para él, este sonido debe haber sido algo así como un susto, casi hasta una agresión, ¿no está de acuerdo?

 

      Parece duro, cruel, no corresponde con la idea que tenemos de un Maestro. Un hombre que viene pidiendo ayuda y tiene como respuesta: "Abandona tu estado espiritual y sal de mi casa".

 

      ¿Por qué es expulsado? Un Maestro está para ayudar, es amable con quien llega, está para esa finalidad, ¿por qué entonces este extraño comportamiento? Nadie espera esta actitud de un Maestro. El hombre venía a pedir alguna ayuda para sus problemas y una orientación para su camino.

 

      Pero había un hombre presente que pide explicaciones y el Maestro le responde que tendrá una demostración.

     

      Hay cosas que no pueden ser explicadas. Una situación puede aclarar ciertas cosas, porque ellas se vuelve aparentes en un momento vivo, la explicación no lo haría. ¿Cómo se puede explicar por qué el Maestro ve algo en la persona que viene pidiendo ayuda que el otro visitante no ve? ¿Cómo se le puede explicar lo que es la luz a un ciego? Ninguna explicación sería suficiente. Lo que quiera que se diga va a parecer una racionalización, parecerá duro y cruel. Y el Maestro contesta: "Espere y habrá una demostración".

 

      Es una extraña situación. El Maestro ve que el hombre no necesita de ninguna ayuda, porque hacerlo sería una esclavitud, una carga para él. No necesita ninguna enseñanza, esa fase ya ha pasado. Está preparado para volar. No necesita ningún entrenamiento. Necesitaba ser empujado y eso fue lo que hizo. Expulsarlo y cerrarle la puerta fue un acto de compasión. El Maestro está queriendo decir: "Conozco a este hombre y su corazón está preparado. En cualquier momento el pájaro estará volando, ahora sin apego a las palabras, sin cualquier enseñanza, sin necesidad de entender el camino".

 

      En cierta fase del crecimiento espiritual necesitamos ser enseñados. Pero llega un momento en que la persona tiene que ir más allá. Primero tiene que aprender muchas cosas, después ha de desaprenderlas. Al principio ha de ser enseñado con meditaciones, después a salir de ellas. Empieza siendo liberada de los conceptos, de palabras y aprender el silencio. Entonces llega un momento en que el silencio ha de ser abandonado; de otro modo, podría ser un amarre. Podríamos atarnos al silencio, porque no es otra cosa que un pensamiento de silencio. ¿Cómo sabes que eres silencioso? Es otro pensamiento. ¿Cómo sabes que ahora eres feliz? Es nuevamente un pensamiento. Y si existe la felicidad, la sensación de ser feliz es un pensamiento; en algún lugar, en el fondo, debe estar la infelicidad emboscada, esperando como una sombra.

 

      Primero hemos de dejar la infelicidad y luego la felicidad, caso contrario la propia felicidad sería una prisión. Y somos hábiles en crear prisiones a costa de cualquier cosa, hasta de Dios. De lo Divino hemos creado cadenas: iglesias, templos, pagodas, mezquitas. De las Sagradas Escrituras de todas las religiones hemos creado otras prisiones. Como prosa y poesía son bellísimas, maravillosas. En ningún lugar podrías encontrar palabras tan fecundas en significado. Pero si a todas les das sentido, se convierten en doctrinas. Con significado sí, con sentido no. Grandeza y belleza, pero no un dogma. De ahí nace el fanatismo, el integralismo.

 

      Somos peritos en prisiones para nosotros mismos; todo lo que cae en tus manos se transforma en cadenas. Un Jesús que vino a liberarnos, puede ser una prisión por nuestra causa.

 

      Ese hombre que vino al Maestro estaba maduro para caer del árbol. No necesitaba ninguna ayuda. El Maestro no podía permitirlo. Superficialmente te puede parecer malo, falto de compasión al cerrarle la puerta. Recuerda: esa es la diferencia entre bondad y compasión. La bondad es algo que puede ser comprendido en la superficie. Hasta un ignorante puede ser bueno así como un criminal, porque la bondad es un valor superficial, pero un hombre ignorante no puede ser compasivo. No es posible. Cuando estás en tu centro, entonces llega la compasión, no se parece a la bondad, recuérdalo; la compasión a veces puede ser muy cruel.

 

      El Maestro ha visto algo que el otro visitante no pudo ver. Veía al hombre al borde del abismo y si lo empujaba la libertad sería alcanzada. Si hubiese sido bondadoso lo hubiera recibido e iniciado en su doctrina. Pero un Maestro existe para hacerte libre. La Iniciación es un medio no es un fin. Al final, él te arroja a un cielo abierto.

 

      La casa o la clase de un Maestro es un lugar de entrenamiento donde tú te preparas, pero no es el final de tu camino. Tú te preparas y el Maestro te lanza al abismo de los cielos, porque allí es la total libertad, el retiro último. Un Maestro es útil en el camino. Ante el templo de Dios él desaparecerá de repente. Te empujará hacia dentro y si miras hacia atrás, no lo encontrarás, no estará ahí, porque con Dios tienes que estar solo. El trabajo del Maestro ha terminado.

 

      ¿Cómo sabes que estás al final de tu camino? Nunca has estado antes, ¿cómo tu mente lo va a entender? Este hombre estaba a la orilla del abismo y no sabía. Buscaba ayuda, sin saber que no tenía necesidad de ella. Si le hubieran permitido quedar y sentarse, hubiese sido peligroso para él. Se apasionaría por el Maestro y ese amor sería una esclavitud. Así que es mejor ser duro desde el principio.

 

      "Tendrás una demostración", dijo el Maestro.

      Y en ese momento, un pájaro entró volando dentro de la sala . . . "

 

      En todo momento los pájaros entran volando en la sala, porque las situaciones llegan continuamente al ambiente. Nunca faltan. Si tienes las llaves del Maestro, todo serán situaciones. Puedes transformar cualquier cosa en una oportunidad y ella será una demostración. Un pájaro voló dentro de la sala. Eso no pasa sólo con los pájaros sino con todos los tipos de mente. Debes haber visto alguna vez un pájaro en un cuarto, si ha entrado por la ventana debería saberlo, pero en el momento que entra se olvida de ella; entonces se debate de una pared a otra. Parece tonto, porque sabía por donde entró; ¿por qué no vuelve por el mismo sitio? ¿Por qué golpearse contra la pared o los cristales? Y cuanto más agitado y asustado está, más se pierde el recuerdo de la entrada. Entonces hay un milagro: el pájaro volará hacia todas las paredes, se golpeará la cabeza, pero no se dirige al hueco de la ventana. No te rías del pájaro, porque tu caso es el mismo.

 

      Todos los días me encuentro con personas que saben como entrar en una situación, pero ignoran cómo salir. Entras en un matrimonio y después ¿cómo salir? Conoces la ventana, ¿por qué no regresas? Tú quieres salir. ¿Por qué es tan complicado? Todo el mundo sabe como entrar, pero pocos dan con la salida. El mismo fenómeno ocurre con el pájaro de la historia.

 

      Parece que en algún lugar de la mente existe un mecanismo que nos engaña; de otro modo, ¿por qué existe el problema? ¡Es tan claro! La ventana está abierta y el pájaro entra; debe salir por el mismo sitio. Pero parece que existe una idea en la mente, en algún lugar del inconsciente, de que es necesario entrar por un camino y salir por otro diferente. Ese es el problema. Estás ansioso y preguntas cómo salir.

 

      Tú sientes que deben existir dos caminos: uno de entrada y otro de salida. ¡No! No hay dos caminos. Es el mismo: por la misma puerta que entras tienes que salir. Si comprendieras cómo entrastes sabrías cómo escapar. Así que, cuando estás enfadado, presta atención del porqué estás entrando en eso. Paso a paso, muy despacio,  y verás la luz. Esa es la manera de retroceder.

 

      Esa es la situación de todos. Entras en la vida y ahora te debates de un lado para otro sin saber hacia dónde marchar.

 

      Todas las técnicas meditativas no son más que auxilios para hacerte consciente de por dónde entrastes. Y retroceder. Cuando tu mente se vuelva silenciosa, serás capaz de ir hacia atrás. Podrás revivir toda la película de tu vida hasta la infancia, y después al vientre materno, al momento en que ves cómo entrastes en el útero. Tus padres crearon la situación y tú entrastes. La ventana estaba abierta. Y es la misma para salir. Meditaciones más profundas te lo van a revelar. Retrocediendo llegas a la verdadera puerta por la que viniste a  la vida y es la misma por la que volarás hacia fuera. Pero necesitarás una mente muy silenciosa, despierta, atenta e inteligente.

 

      "El Maestro esperó hasta que el pájaro se posase . . . ."

 

      Cada palabra es significativa. No puedo ayudarte a salir mientras estás intentando encontrar la salida. No lo conseguirás. Si intento ayudarte perderás más consciencia. Así que tengo que vigilar. Muchas personas vienen a mí y son tan inestables, tan confusas, que si comienzo a ayudarlas inmediatamente voy a ponerlas en peor estado. He de esperar que llegue la calma, la confusión se siente, y las cosas que se han revuelto regresen al inconsciente.

 

      Es un estilo de vida completamente diferente. Es como si una casa estuviera cerrada durante años y abres la puerta. Durante mucho tiempo el polvo se ha acumulado, y al entrar todo es feo y confuso. Cuando llegas, es como abrir la puerta de tu propia casa que habías cerrado durante muchos años; hay polvo acumulado ahí. Abres la puerta y un nuevo viento comienza a soplar, todo se agita. Por eso, al principio, todos se llenan de confusión, están más aturdidos que nunca. Pero es natural.

 

      En este desorden, si escapas, habrás huído de una situación poderosa. Muchos la evitan, pensando que es por mi causa, y se van desorientados. ¡No! Por mi causa entraron en su inconsciente. El polvo se levantó, la mente quedó nebulosa, y la persona no sabía dónde estaba porque había perdido su vieja identidad. Pero tú quieres ayuda inmediatamente, porque imaginas que el auxilio es necesario. Si hiciera alguna cosa en ese momento, eso agitaría más el polvo dentro de ti. He de esperar un poco. Te consolaré, pero no haré nada más. He de ser mentiroso muchas veces por tu causa, porque de otro modo no comprenderías. Si puedo ayudarte cuando el pájaro se haya posado, podré hacer algo. Ahora el ave queda en una situación donde puede recibir algún auxlio.

 

      "El Maestro esperó hasta que el pájaro se posó cerca de una ventana abierta de la sala y, de repente, batió palmas".

 

      El pájaro se puso cerca de la ventana. Ahora ya no está tan desesperado para salir. Cuando estás ansioso por la Iluminación, ella no es posible. Cuando estás obsesionado con la meditación,  no sucede. Cuando te detienes, todo puede ser posible.

 

      Por eso, cuando las personas vienen, les digo: "Descansen un poco, sientánse en casa". Entonces yo puedo batir palmas. Temeroso, asustado, el pájaro voló fuera de la sala.

 

      Fue duro, como una agresión, pero a través de ella el ave recobró la libertad. Ahora está en el cielo, volando, estará sintiéndose agradecida; pero cuando batí palmas, debió de enfadarse,  pensado que soy áspero, incluso verme como su enemigo.

 

      Muchas veces puedo haberte herido. Otras no me verás ni como un amigo. Eso es natural. No espero otra cosa. Pero cuando estés volando en los cielos infinitos, entenderás los pesares que tuve que causarte. No fue porque era rudo, sino que era la única forma que tenía de ayudarte.

 

      Será difícil que estés de acuerdo conmigo, pero eso significa que tienes un ego bien fuerte. Si sientes que la aceptación es posible, que fluye en tu ser, entonces tu ego se debilitará. Y podrás recibir aquello que guardo para mis amigos, lo mejor que puedes obtener de mis manos. ¿Estás de acuerdo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

INICIACIÓN A LOS AUGUSTOS MISTERIOS DE LA NATURALEZA

 

      Voy a relacionar los números perfectos:

 

       3 es el número de la perfección divina

       7 es el número de la perfección espiritual

        10 es el número de la perfección ordinal

        12 es el número de la perfección gubernamental

 

      El producto de estos cuatro números perfectos constituye el gran número de la perfección cronológica: 3 x 7 x 10 x 12 = 2.520, los tiempos del castigo de Israel, y el paso de un signo del Zodiaco a otro.

 

      La asociación de los números 11 y 7 conecta esta ley aritmética con la geométrica, y llama nuestra atención a los fenómenos de las cuatro formas rectilíneas primarias:

 

      En el plano

                        El triángulo tiene 3 lados

                        El cuadrado tiene 4 lados      =   7

 

      En el sólido

                        La pirámide tiene 5 caras

                        El cubo tiene 6 caras             =  11

 

      El número 18 (la suma de 7 + 11 ), en las Escrituras, como en la naturaleza, es generalmente distribuído así entre 7 y 11 o entre 9 y 9.

 

      La razón entre 7 y 11 es la misma que la de la altura de una pirámide (cuya base es cuadrada) a la longitud de su base.

 

      La razón entre 7 y 11 es la relación entre el diámetro de un círculo y la longitud de su semicircunferencia; o entre un semicírculo y su cuerda.

 

      Así como el número 18 se distribuye entre 7 y 11, así también 7 se distribuye entre 3 y 4 ( 3 + 4 = 7 ), y 11 se distribuye entre 5 y 6  ( 5 + 6 = 11 ).

 

      Estos números, 3, 4, 5 y 6, están relacionados mediante una progresión aritmética perfecta cuya diferencia es la unidad  (1). El producto de los mismos nos da la bien conocida división del círculo  ( 3 x 4 x 5 x 6 = 360 ). Nadie puede decir por qué el gran círculo del cielo ( el Zodíaco) tiene que estar dividido en 360 partes, en lugar de cualquier otro número, porque aparte de por esto parece un número totalmente arbitrario. Pero éste es el número que nos da el gran año zodiacal, profético y bíblico de 360 días, que fue dado originalmente a Noé, y empleado por babilonios y egipcios.

 

      Es el producto de estos grandes círculos zodiacales o años, por siete, lo que nos da el gran número expresivo de perfección cronológica ( 360 x 7 = 2.520 ).

 

      ¿Por qué estos números, el 7 y el 11? ¿Por qué no cualesquiera otros números? ¿ O por qué dos en absoluto? ¿Por qué no tres? Puede que sea capaz o no de explicar el por qué, pero no podemos cerrar los ojos a esta realidad. En la próxima Circular examinaré el funcionamiento de esta ley de la Madre-Naturaleza.

 

 

 

 

 

 

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