MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

VITAMINA C

 

 

    LA SUPERVITAMINA C.

          ¿Cuándo piensas en la Vitamina C, recuerdas a la naranja? Estás equivocado. Las frutas cítricas como el limón , naranja y mandarina, a pesar de la fama que tienen, no figuran entre las mejores fuentes de vitamina C. Las verdaderas campeonas, desconocidas para un sector de la población, son el kiwi y la acerola.

          Pero no se detiene aquí el rosario de mal entendidos sobre la vitamina C o ácido ascórbico. ¿Es un elemento valioso contra el resfriado? La respuesta es sí y no. En la prevención contra esos auténticos fantasmas que llegan con el frío es positiva, pues aumenta la resistencia del organismo, haciéndolo menos frágil a los ataques de virus y bacterias. En cuanto a la curación, muchos especialistas admiten como máximo, es que el ácido ascórbico puede acelerar el proceso.

          Con adeptos fervorosos, como el norteamericano Linus Pauling, ganador de dos premios Nóbel (Química 1.954 y Paz 1.962, para quien la vitamina C es capaz hasta de prolongar la vida de pacientes terminales de cáncer, la vitamina tiene también sus críticos.

          Puedo hacer algunas restricciones al énfasis dado por el profesor Pauling y sus seguidores a los suplementos de vitaminas a través de productos farmacéuticos y a la administración de grandes dosis de vitamina C. Lo importante es la constancia y no la cantidad ingerida, ya que las vitaminas son micronutrientes aprovechados en dosis mínimas. Además, si el problema fuera de desnutrición, solamente sería resuelto con la corrección de las deficiencias alimentarias. Una alimentación equilibrada llena de manera natural y eficaz las necesidades diarias de vitamina C.

          En la década de los 60 el bioquímico norteamericano Irwin Stone publicó una serie de trabajos demostrando un hecho curioso: el hombre es uno de los raros mamíferos que no tiene capacidad de producir en el hígado el ácido ascórbico. Figuran en esa galería los antropóides orangután, gibón, chimpacés, etc. como parientes más próximos y animales exóticos como el puerco de Guinea o el murciélago comedor de frutas de la India. Los demás mamíferos sintetizan, a partir de ciertos alimentos, la vitamina C que necesitan. Más aún: tienen la capacida de aumentar o disminuir esa producción, de acuerdo con sus necesidades.

          Según experiencias realizadas por Stone, en condiciones normales una cabra produce apróximadamente 13 mg. de vitamina C por día. Cuando se la somete a situaciones de stress, la producción aumenta rápidamente. Como otros mamíferos, la cabra tiene un mecanismo de realimentación bioquímica, accionado por la liberación de histamina, substancia que aumenta en el organismo cuando se responde a una situación agobiante. Según Stone, algunos animales llegan a producir 180 mg. de vitamina C por quilo de peso, en caso de necesidad. Si una persona dispusiese del mismo mecanismo, teniendo un peso de 65 kilos, produciría más de 10 gramos de vitamina C en un día, equivalente a 200 naranjas de buen tamaño.

          La inefectividad humana para fabricar ácido ascórbico, no representa ninguna catástrofe. Esa incapacidad del organismo humano no es letal, porque el suministro adecuado de vitamina C se da a través de la dieta. El medio ambiente se encarga de facilitar el ácido ascórbico necesario.

          Esto puede ser hasta favorable; la dependencia de recursos alimentarios exige una organización de tejidos musculares y un completo sistema neuro-endocrino en los animales superiores para capacitarlos en la búsqueda de una dieta adecuada. Mientras tanto, la dependencia de recursos externos para el suplemento de nutrientes esenciales, hace posible el desarrollo de deficiencias nutricionales específicas. Tales deficiencias afecta a la salud de generaciones más remotas y siguen afectando a la vida de poblaciones de todo el mundo.

          Stone cree que, por no poseer mecanismos para aumentar el suplemento de vitamina C, ya que depende sólo de la dieta, el ser humano sufre de carencia de vitamina C. Ese síndrome sería el escorbuto, enfermedad rara, curable, según la visión médica tradicional, con pequeñas cantidades de vitamina C. El escorbuto se caracteriza por el sangramiento y retracción de las encías, aflojamiento y pérdida de dientes, hemorragias en la piel mucosas y músculos; debilidad ósea y problemas digestivos, entre otros, que pueden ocasionar la muerte.

          Stone y otros defensores del uso intensivo del ácido ascórbico, consideran que ese cuadro ocurre en la fase final de la enfermedad. Para él, cai todos nosotros sufrimos de los síntomas iniciales del escorbuto, La fragilidad y baja resistencia del organismo ante enfermedades, constituye para Stone y sus discípulos, una prueba evidente de falta de ácido ascórbico en el organismo.

          La reacción de los médicos a los primeros resultados en las investigaciones de los adeptos a la vitamina C, durante los años 50 y 60, fue de escepticismo. Pauling, Stone y otros fueron ridiculizados, cuando no acusados de testaferros de la industria farmacéutica, interesada en ampliar el consumo del ácido ascórbico sintético.

          Vamos a intentar entender la función de la substancia en el organismo, para dar más claridad al asunto. Tanto Pauling como Stone sustentan que el ácido ascórbico es una substancia no tóxica que actúa contra cualquier tipo de virus y bacteria. Como desempeña esta función en diversas áreas del cuerpo, se supone que actúa como estimulante del sistema inmunológico, conjunto de defensas naturales del organismo contra invasores externos. La vitamina C actuaría (según Pauling) como una especie de combustible que realimenta y regenera el sistema inmunológico, permitiendo que la producción de anticuerpos se mantenga a todo vapor, a pesar del desgaste resultante de la guerra contra los microbios y otros factores debilitantes de la salud.

          Las principales fuentes de vitamina C son los vegetales de hojas verde-oscuras, así como algunas frutas, como la acerola o cereza de las Antillas.

          Podemos tener una idea del contenido de varios alimentos en vitamina C. Permiten ver que, a pesar de la fama de la naranja, la guayaba o el kiwi, entre las frutas más conocidas, presentan un alto índice de ácido ascórbico. Tomando como base 100 gramos de peso de cada alimento tenemos: el brócoli, col de Bruselas, el pimiento, la acerola, la guayaba y el kiwi, como grandes fuentes de vitamina C, siguiéndole a distancia la coliflor, el aguacate, el tomate, mango, fresaa y naranja.

          En esa línea de raciocinio, la vitamina C ayudaría a repoblar las defensas orgánicas, no sólo cuando sean utilizadas como tropas de choque en la lucha conta los vritus y bacterias. Otras circunstancias que empobrecen el organismo  son: polución ambiental, esfuerzos musculares exagerados, uso de alcohol y tabaco, etc.

          En todos estos casos es recomendable un consumo extra de vitamina C, a través de dietas o suplementos vitamínicos.

          Parece no haber duda de que la falta de ácido ascórbico en el organismo, por deficiencia en la dieta, por quema excesiva generada por los factores antes descritos, provoca frecuentes enfermedades, aparentemente sin importancia, como resfriados, fatigas y stress. La persona presenta señales constantes de cansacio e irritabilidad. La reducción de actividades enzimáticas y metabólicasretarda las reacciones bioquímicas en el organismo. Se altera el funcionamiento de los vasos sanguíneos y tejidos. Aumenta la fragilidad capilar con la aparición de puntos hemorrágicos y se rompe el colágeno (proteína presente en varios tejidos, como piel, músculos,etc.).

          Para entender por qué el ácido ascórbico actúa de manera decisiva en algunas partes del cuerpo, es necesario saber que aparece, en niveles más elevados, en los músculos, hígado y glándulas supra-renales. En estas últimas, su concentración es 50 veces mayor que en la sangre. Pero es en los músculos donde existe en mayor cantidad. Una persona de 70 kilos tiene casi 600 mg. de ácido ascórbico en los músculos. Por eso, la vitamina C es indispensable para la actividad muscular. En las glándulas supra-renales se produce la adrenalina, hormona cuya función es preparar el organismo para enfrentarse a situaciones que exijan respuesta inmediata (luchar o escapar). Su producción disminuye bastante si falta suficiente ácido ascórbico. Eso, tal vez, explique por qué, una elevada tasa de vitamina C en el organismo, garantiza una buen nivel de energía física y mental.

          Nadie pone en duda, actualmente, la eficiencia de la vitamina C. La gran polémica está en el terreno de la dosis. Linus Pauling y sus adeptos proponen dosis de hasta 10 gr. o sea, 10.000 mg. diario, mientras que la O.M.S. recomienda cantidades más modestas: niños de hasta 9 años, 20 mg; adolescentes de 10 a 10 años, de 20 a 30 mg.; adultos, 30 mg.; mujeres gestantes, después del 4º mes, 50 mg.; y mujeres lactantes, los primeros 6 meses, 50 mg.

          Así como con los vegetales, los números aquí varían. En EE.UU. la R.D.A. prescribe 35 mg. para niños, 45 mg. a los adolescentes hasta 14 años; adultos, 50 mg. La recomendación para gestantes es una dosis extra de 20 mg. y para lactantes, 40 mg. día.

          Como se puede observar, las diferencias no son significativas. La polémica surge cuando se propone la utilización masiva de vitaminas, de 1 gramo o más diario.

          ¿Cantidad o constancia? ¿Qué es realmente importante para asimilar la vitamina C, sin el riesgo de efectos colaterales?  Unos dicen que el organismo saludable aprovecha naturalmente la vitamina C y basta una naranja para satisfacer sus necesidades. Otros dicen que el exceso de ácido ascórbico se elimina naturalmente por la orina. En tal caso, los suplementos presentados por la industria farmacéutica en dosis que varían de 250 a 2.000 mg. serían eliminados por tal medio. Y según otros, el consumo no está carente de riesgos. Puede haber complicaciones, pues la eliminación involucra mecanismos fisiológicos: el organismo está obligado a trabajar más de manera innecesaria.

          Veamos los efectos colaterales:

          Aumento de la acidez urinaria con elevación de la tasa de ácido úrico y favorecer la aparición de cálculos renales.

          Disminución de la actividad antibacteriana de los glóbulos blancos.

          Las altas dosis de vitamina C pueden afectar el funcionamiento intestinal, provocando diarreas.

          Cuando se toman dosis extras de vitamina C durante mucho tiempo, su retirada parece exponer a la persona a una mayor sensibilidad al escorbuto. El organismo quedaría “viciado”.

          Las madres que durante el embaranzo toman fuertes dosis de vitamina C, parecen generar hijos sensibles al escorbuto.

          Los diabéticos que ingieren vitamina C en dosis masivas, presentan variaciones en sus análisis para calcular la dosis de glucemia.

          La vitamina C puede perjudicar la absorción de vitamina B-12. Pueden destruir desde el 40 al 95% , generando una deficiencia de la vitamina B, que participa en la producción de glóbulos rojos y es esencial a todas las células del organismo

          La vitamina C aumenta la absorción del hierro. El efecto puede llevar a un síndrome denominado hemocromatosis (exceso de hierro en el organismo).

          Por el hecho de acidificar la orina, el ácido ascórbico puede influir en la absorción o espulsión por la via urinaria, de algunos medicamentos. Puede disminuir el efecto antibacteriano de algunos antibióticos.

          Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

 

 

 

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