MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

MAYO 2002 (1)

 

 

                                                   

 

SANGRE LIMPIA

 

 

          El ácido úrico vive quieto en el organismo. Sólo cuando, de repente, su nivel aumenta, puede perjudicar la salud. Vamos a aprender como tratar esa sustancia, presente en la circulación sanguínea de nosotros.

 

          Todos tenemos ácido úrico. No nos asustemos, pues es muy normal. Veamos bien: la mujer puede llegar hasta 6 mg. por 100 ml. de sangre; el hombre, hasta 7 mg.

 

          A veces, ¿por qué será?, el equilibrio se rompe. Resultado: aumenta el ácido úrico en la sangre; es la hiperuricemia, una de las alteraciones más frecuente del metabolismo.

 

          En gran parte, la causa es genética. En algunos, el problema está en la producción; debido a un defecto del metabolismo, se “fabrica” más de lo normal. En otros, la hiperuricemia es provocada por un desajuste en el mecanismo de eliminación por la orina. Eventualmente, algunas personas pueden tener los dos defectos.

 

          ¿Pero, de dónde viene esta substancia? Para entenderlo, es necesario saber cómo se “desmontan” las proteínas en el organismo, pues el ácido úrico es un subproducto de un componente de ellas, las purinas.

 

          Vamos a explicarlo. Imagina que has comido un plato de bacalao o, si lo prefieres, un plato de hígado. Seguro que has ingerido proteínas, elementos responsables de la construcción de millones de células del cuerpo. Buena parte de esas proteínas, a su vez, está formada por varios “ladrillitos”, los aminoácidos y purinas, activas participantes de la multiplicación de las células.

 

          El organismo no absorbe las proteínas una vez acabamos de comer. A medida que la comida recorre el aparato digestivo, cada vez van siendo desmenuzadas por la acción de las enzimas. Eso significa que los aminoácidos, hasta entonces unidos a los alimentos, son “desmontados” poco a poco.

 

          Una vez llegados al intestino, ocurre el gran momento: los “ladrillitos” atraviesan las paredes intestinales en compañía de las purinas y entran en la circulación. Ahí, parte de las purinas van a las “fábricas” de proteínas existentes en el organismo; en el hígado queda la mayor y más importante. Es exactamente en ese punto que los “ladrillitos” se reagrupan y forman las proteínas asimilables por el organismo.

 

          Un destino diferente tiene la otra parte de las purinas. De la circulación se dirigen a los tejidos donde se modifican; después de consumidas se transforman en ácido úrico.

 

          Ahora, una información importante: el ácido úrico no proviene sólo del plato de bacalao que he mencionado antes, o sea, de la alimentación. La mayor parte es de producción propia. ¿Qué te parece? Sigamos.

 

          Las células del organismo no duran toda la vida; al contrario, están siempre renovándose. Sólo que cuando mueren liberan en la circulación, entre otras substancias, las propias purinas. Consecuencia: la formación de más ácido úrico.

 

          En general, el ácido úrico se mantiene en niveles donde no hacen daño, porque el exceso de residuos de las purinas, después de filtrado por los riñones, es excretado por la orina.

 

          Si tenemos un conocido con hiperuricemia genética o primaria e hiciera un estudio entre sus parientes en primer grado, vamos a descubrir que del 20 al 25% de ellos, presentan el mismo problema. Además, vamos a conocer otras característica de este desorden:

 

a)   En general, aparece entre los 30 y 40 años de edad.

 

b)    Es un problemas más masculino que femenino.

 

 

Hasta la menopausia, las mujeres son menos afectadas. A partir de ahí, las ocasiones entre los sexos, masculino y femenino, se igualan.

 

Aparentemente, los estrógenos (hormonas femeninas) protegen a la mujer contra la hiperuricemia hasta la menopausia.

 

Con todo, hay personas sin defecto genético de producción o excreción, que tienen un elevado nivel de ácido úrico en la sangre. El problema es adquirido; se llama hiperuricemia secundaria y puede ser un efecto colateral de medicamentos. Los diuréticos, por ejemplo, ingeridos por hipertensos, interfieren en el mecanismo de eliminación del ácido úrico por la orina.

 

Otra desencadenante de la elevada tasa de ácido úrico: la dieta radical contra la obesidad.

 

Aunque el objetivo de los regímenes adelgazantes sea la eliminación de grasas, junto con ellas se destruye también proteínas, favoreciendo la elevación del nivel de ácido úrico. Por eso, las dietas más drásticas obligan a tasas más elevadas de ácido úrico.

 

El desequilibrio, genético o adquirido, es detectado con un análisis de sangre. Caso de que el ácido úrico traspase el nivel normal (6 para la mujer y 7 para el hombre) se ha de eliminar la substancias por la orina. Lo normal es eliminar de 400 a 600 mg. diario. El análisis, por tanto, permite descubrir si el problema es por exceso de producción o déficit de excreción.

 

El ácido úrico elevado, trabaja en silencio dentro del organismo. Hasta que un día se manifiesta. La artritis gotosa, o simplemente gota, es una de las señales de que el problema ha alcanzado las articulaciones.

 

No toda inflamación de las articulaciones ha de ser gota. Otros disturbios se parecen a ella y solamente puede ser diagnosticada después de un exámen clínico. Aquí se incluye la artritis traumática (inflamación por golpe) y la artritis infecciosa (inflamación por bacteria u otro tipo de gérmen).

 

Después de la primera crisis, la gota úrica puede demorarse hasta dos años sin manifestarse. Más tarde, los espacios de tiempo entre las crisis van disminuyendo, hasta que, en casos extremos, el paciente queda en una situación permanente. Y algo más: el exceso de ácido úrico se va depositando en los cartílagos y otros tejidos, pudiendo ser origen, después de cuatro o cinco años, a tofos subcutáneos, otra complicación de la alteración metabólica: bolitas amarillas que aparecen en los codos, orejas y tobillos. El tofo es el resultado de la acumulación de ácido úrico amorfo, envuelto por un tejido fibroso. A largo plazo, se deposita en los huesos de las regiones articulares, produciendo erosiones y deformaciones. El exceso de ácido úrico puede afectar los riñones; en tal caso lesiona sus paredes o hay formaciones de cálculos, pues en tal lugar se filtra los “detritus del ácido úrico”.

 

Afortunadamente, todas las complicaciones provocadas por el exceso de ácido úrico, pueden ser evitadas. Basta mantener el ácido úrico dentro de las normas a través de un adecuado tratamiento. El recurso fundamental es el uso de dos tipos de medicamentos: los que disminuyen la producción de ácido úrico y los que aumentan su eliminación.

 

Hace años, el tratamiento era una dieta rigurosa. Probablemente, entonces, los alimentos eran ricos en purinas (vísceras, peces pequeños, crustáceos y leguminosas). Lo máximo que se conseguía era reducir un punto. Era mucho sacrificio para tan poco resultado. Además, el impacto psicológico sobre el paciente era lamentable.

 

Actualmente, la dieta sólo se utiliza en pacientes graves. Eso no significa que se ignore la alimentación. Lo que se hace es una higiene alimentaria, corrigiendo eventuales errores, en términos de nutrición.

 

Imagina a un paciente que come sardinas a diario, alimento rico en purinas. En vez de prohibirlas, el médico recomienda moderación. En verdad, se procura orientar a las personas a tener una dieta saludable para todo el organismo y no sólo en función del ácido úrico.

 

Por increíble que parezca, hay personas que con 8, 11 y 12 mg. de ácido úrico, nunca han tenido síntomas de tal problema. Es más: permanecen sin ellos durante el resto de su vida, incluso sin tratamiento. ¿Sabes por qué? Han sido premiados con factores protectores. Uno de ellos es la orina más alcalina; en ese “ambiente” el ácido úrico se disuelve con mayor facilidad, disminuyendo el peligro de fijarse en los tejidos.

 

Para prevenirte contra el exceso de ácido úrico, puedes hacer una evaluación de tu nivel de riesgo, respondiendo a dos simples cuestiones:

 

¿Hay entre tus parientes más próximos, alguien con ácido úrico elevado o sus complicaciones? Atención: no valen los que presentan la alteración como consecuencia de otras enfermedades o medicamentos.

 

¿Tú o algún pariente cercano tiene grasa en la sangre, diabetes o hipertensión?

 

Quien responda negativamente a las dos preguntas, que se tranquilice. En caso afirmativo a una o ambas cuestiones, las probabilidades de tener el problema aumenta.

 

Por razones desconocidas, el exceso de ácido úrico acostumbra aparecer junto con sus “primas”: aumento de triglicéridos, colesterol, diabetes o hipertensión. La relación es tan fuerte que, para algunos científicos, el ácido úrico sería el principal indicador de riesgo de infarto, arterioesclerosis o diabetes.

 

No necesitas atemorizarte sin las respuestas son positivas. Ve al médico para un chequeo, en el más breve tiempo posible. Si el nivel de ácido úrico es alto, sigue las instrucciones del especialista, procura una alimentación equilibrada y anota algunas medidas:

 

Evita bebidas alcohólicas. Puede, potencialmente, elevar el ácido úrico en la sangre.

 

Nada de comidas espaciadas. El ayuno prolongado hace que el organismo queme grasas, formando con eso un ácido (el beta-hidroxidobutírico) que detiene la excreción de los residuos de la orina.

 

Bebe mucho líquido, más de dos litros al día. Esta medida fuerza la diuresis.

 

 

                                                                     Salvador Navarro Zamorano

                                                                     Especialista en Homeopatía.

 

 

                

 

 

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