MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

ASPIRINA

 

      ASPIRINA PARA EL CORAZÓN

          Si sientes dolores en el pecho, el consejo de un amigo es que todos los días tomes aspirinas para prevenir un infarto. Cuidado. Incluso una “inofensiva” aspirina infantil puede tener efectos colaterales no deseables, si es utilizado sin una orientación médica. Además, un dolor en el pecho no significa obligatoriamente que se esté preparando un infarto. La enfermedad cardíaca se manifiesta de maneras diversas, y apenas en algunos casos, que sólo el especialista es capaz de diagnosticar, se recomienda la aspirina como recurso auxiliar del tratamiento. Aún así, su eficiencia suscita controversia entre los médicos.

          Antes de saber como funciona la aspirina para los males del corazón, vamos a conocer mejor esa que es, desde hace más de un siglo, la droga más consumida en el mundo. La historia comienza en 1.763, en Inglaterra, cuando el reverendo Edward Stone comunica a la Royal Society de Londres, la más importante sociedad científica de entonces, que había obtenido éxito en la cura de la malaria utilizando extracto de la corteza de sauce (Salix alba), el popular sauce. Un siglo después, el médico escocés T.J.Maclazan descubrió efectos curativos en la salicina, también extraída de la corteza del sauce, combatiendo la fiebre reumática.

          Aunque la droga no curaba ninguna de esas enfermedades, era innegable su acción contra la fiebre, dolor e inflamaciones. Durante el siglo XIX, químicos de Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos aislaron, a partir del sauce y de otras plantas, el principio activo responsable de esos efectos, bautizado como ácido acetilsalicílico.

          La generalización del uso de la nueva droga registró su efecto colateral más frecuente, la irritación de la mucosa gástrica. Causa: su substancia activa estimula la formación de ácidos en el propio jugo gástrico, que pueden dañar las paredes del estómago.

          Las tentativas de producirla sintéticamente, con el objetivo de disminuir su acidez, culminaron con el surgimiento de la aspirina, nombre comercial del ácido acetilsalicílico, producido en laboratorios por los científicos alemanes de Bayer. Pero el problema agresivo a la mucosa no fue totalmente superado.

          Aunque la droga no sea capaz de curar procesos inflamatorios o hacer retroceder las lesiones que los causan, su acción analgésica y antitérmica garantiza la posición del medicamento más vendido del mundo. Su consumo supera las 100.000 toneladas anuales.

          Hasta fecha muy reciente, la aspirina estaba asociada al tratamiento de la fiebre y dolor de cabeza. Pero funcionaba más como paliativo que como curativo. En los años 70, algunos médicos comenzaron a observar posibles beneficios de la aspirina en pacientes cardíacos. La Food and Drug Administration, organismo gubernamental que controla alimentos y medicinas en los Estados Unidos, recomendó el uso de ácido acetilsalicílico en pacientes que sentían dolores en el pecho provocados por angina de pecho o que habían sufrido infartos.

          La Agencia basó la recomendación en siete estudios científicos realizados sobre el tema. En seis de ellos, con experiencias sobre más de 10.000 personas que habían sufrido ataques cardíacos, se verificó una reducción de riesgos ante un posible nuevo accidente, en cerca de un 20%. Otro estudio, sobre 1.266 hombres que habían sufrido ataques de angina de pecho, sugería que la aspirina podría reducir el riesgo de infarto hasta un 50%. A pesar de esas conclusiones favorables, la F.D.A. no recomienda el uso de la droga como prevención contra problemas cardíacos en general.

          Aunque los estudios no sean definitivos, es posible saber cómo la aspirina actúa en el sistema circulatorio. La sangre está formada por una parte líquida (plasma) y corpúsculo en suspensión (glóbulos rojos, blancos y plaquetas). La aglutinación de partículas sólidas en el interior de las arterias provoca eventuales atascos, dando origen a los problemas cardiovasculares (oclusiones y rupturas). Estos ocurren, generalmente, en asociación con la arterioesclerosis, que son depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos.

          Las plaquetas son importantes en este mecanismo, básicamente por dos motivos:

          Ellas se aglutinan, formando el principio del proceso de trombo (coágulos), cuando encuentran una irregularidad o placa de grasa en la pared de la arteria por la que circula. En otras palabras, la rugosidad que forma la grasa depositada, funciona como un estímulo a la aglutinación. Por otro lado, las plaquetas liberan sustancias vaso-activas, que promueven la contracción y el relajamiento de las arterias. Su acumulación aumenta el nivel de tales elementos en la sangre.

          Desde que se constató que la aspirina tiene acción anti-plaquetaria e inhibe la liberación de sustancias vasoconstrictoras, que reducen el calibre del vaso, el medicamento actúa satisfactoriamente en condiciones teóricas del tratamiento de enfermedades cardiovasculares. Pero existe gran distancia entre la observación en laboratorio y el efecto sobre un ser vivo.

          Aún no se conoce estudios que comprueben la eficiencia de la aspirina en la prevención del infarto. Hay, sí, estudios importantes sobre personas sometidas a cirugía de puente de safena, tratados con aspirinas y otra droga, la dipiramidol, que han tenido menos porcentaje de oclusión de los puentes. Es importante resaltar que esos efectos fueron observados con pacientes ingeriendo una asociación de dos drogas antiplaquetarias: la aspirina y el dipiramidol.

          El uso de la aspirina como prevención, más que como práctica y adoptada por cuenta propia, sin prescripción médica, esta totalmente desaconsejado.

          El mecanismo de las enfermedades cardíacas es multisectorial. Depende de diferentes sistemas y no todos se inhiben ante el ácido acetilsalicílico. Se necesitarían estudios específicos en grandes masas de población para establecer un mecanismo de acción. La comprobación de los efectos de las aspirinas es difícil, pues las enfermedades cardíacas avanzan por muchos caminos.

          Dada la multiplicidad de factores que interfieren en la reincidencia del infarto, no se puede afirmar siquiera que la aspirina disminuya los riesgos de un nuevo accidente. Existen, eso sí, evidencias confiables de que es importante que el indivíduo con problema de infarto o que tenga puente de safena, se someta a una terapia que reduzca la actividad de las plaquetas. Y, como hemos visto, la aspirina está entre las drogas con ese efecto.

          En cuanto a la dosis para pacientes sometidos a cirugía coronaria, hay controversia. Algunos especialistas recomiendan 500 mg. por día ( un comprimido por adulto ), mientras que otros juzgan suficiente 325 mg. diarios. Pero la cantidad de aspirina depende del paciente. La evaluación es hecha a partir de la experiencia clínica y del exámen de acumulación de plaquetas.

          Así como la dosis recomendada varía de una persona para otra, las manifestaciones adversas al medicamento dependen de la sensibilidad individual. Hay riesgos de complicaciones digestivas, como dolor de estómago, acidez, gastritis con o sin hemorragia y hasta úlcera. Todo eso acompañado de dolores. Tales perturbaciones, llegan en forma de ácidos que provocan erosión en la pared del estómago, dañando los vasos sanguíneos y sangrando.

          De cualquier forma, el porcentaje de personas que sufren problemas gástricos a causa de la aspirina es reducido. Y nunca se ha conseguido probar que los problemas hayan sido causados sólo por la aspirina o puedan asociarse a otras drogas.

          Por todo esto se concluye que la aspirina se transformó en un recurso más, pero importante en la lucha contra los problemas cardíacos. Es una ligereza administrarse aspirina para prevenir una dolencia cardíaca, sin una adecuada orientación médica. Solamente un especialista puede saber cuando ella es eficiente. Por eso, antes de comenzar a usarla, hemos de consultar con el médico y seguir la conducta que indique. Para bien de nuestras mucosas gástricas y del corazón.

Salvador Navarro Zamorano

      Especialista en Homeopatía.

 

 

 

 

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