ALCORAC

Salvador Navarro

 

 

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                                                                                                         Circular nº 5  , año V I

                                                                                                         Llubí, 1º de Mayo de 2.000.

(Conclusión Circular mes de Abril pasado)

          Comienza una vieja historia:

          “Un maestro tuvo una discípula que le pedía la instruyera. El maestro le dio una sentencia para que la practicara: “Nada tiene que ver con tu persona”.

          Esto es crear un contexto. El maestro le dijo que meditara sobre esta pequeña sentencia: “Nada tiene que ver con tu persona”. Y esto tiene que ser meditado en situaciones diferentes, posibles. Esta frase no podía ser olvidada en ningún  momento; debía ser recordada continuamente, pasara lo que pasara.

          Ella seguía esta regla sin descanso.

          Un día su casa ardió en llamas, pero ella se dijo: “Nada tiene que ver con mi persona”.

          Ahora, esto es crear un contexto, un entrenamiento real, disciplina. La casa estaba ardiendo y ella sólo recuerda la regla de oro del maestro: “Nada tiene que ver con tu persona”. Es fácil cuando la casa está en situación normal y todas las cosas te van bien; puedes sentarte en tu lugar preferido, silenciosamente, ese rincón del hogar elegido para meditar. Entonces no tienes problemas en decirte a tí mismo: “Nada tiene que ver con mi persona”. Es fácil, pero eso no te despertará espiritualmente, pues hasta te puede ayudar a seguir soñando. Pero cuando tu casa es pasto de las llamas, es difícil, muy difícil. Tu posesividad está en peligro, tu vida corre un riesgo, la seguridad se está desplomando. Puedes ser un mendigo al día siguiente, quedar sin nada. Todas tus posesiones han sido devoradas por el fuego.

          Pero esta mujer tenía que haber sido una auténtica discípula.

          Ella se dijo: “ Esto nada tiene que ver con mi persona”.

          No es que sólo lo dijera, sino que ella no tomó conocimiento del hecho. Se relajó, como si nada hubiera pasado. Y, en el momento que ves tu casa en llamas y sientes que nada está sucediendo, no ocurre nada. La casa está quemada, pero tú saldrás de esta experiencia, por primera vez, con claridad, sin polvo en tu espejo interior. ¡Todo está en llamas! Toda la vida está en llamas, porque nosotros estamos muriendo en todo momento. Nada es seguro y nada está a salvo. En este mundo de flujos y cambios, donde la muerte es el fin definitivo de todo, ¿cómo puede haber seguridad?

          Si puedes ver tu propia casa en llamas y continuar tu meditación silenciosamente, relajadamente, en un profundo abandono   -  sin tomar conocimiento  -  de esto saldrá una persona totalmente diferente, renacida, con una nueva consciencia.

          “Otro día, su hijo se ahogó en el mar, y cuando alguien vino a avisarla de su desgracia, ella dijo: “ Eso nada tiene que ver conmigo”.

          Ahora es más difícil, porque una casa es, al final, una cosa muerta. Podemos hacer otra casa; si es dinero, podemos ganarlo nuevamente. Pero, un hijo que ha muerto ahogado; esa es una situación muy difícil, hay una ligazón interna. Y para la madre, el hijo es como una extensión de ella, parte de su alma, de su ser. Aún así, ella dice: “Nada tiene que ver conmigo “.

          “Ella observó exactamente las instrucciones de su maestro, ignorando todos sus pensamientos casuales”.

          Si esto fuera posible . . . porque hay dos problemas básicos en el mundo: la posesividad de las cosas y la relación con las personas. Esos son tus problemas también. Es ahí donde las personas duermen: o ellas son posesivas con las cosas o están en una relación íntima y forzada con las personas. Esos son dos puntos que te mantienen en estado nebuloso, confuso, inconsciente.

          Esta mujer pasó por estas dos pruebas. Y si tú puedes pasar por estas dos cosas: si puedes ser consciente de que no posees nada . . . Úsalo todo, pero no poseas nada, relaciónate con las personas, pero no seas parte de cualquier relación.

          Relacionar es una cosa y relacionamiento es otra. Relacionar no te lleva a ninguna esclavitud; el relacionamiento sí lo es. Ama a las personas, pero no seas celoso, posesivo. Relaciónate con el mayor número de personas posible, pero permanece libre y permite que ellas estén libres de ti. No intentes dominar y tampoco dejes que te dominen.

          Usa las cosas, pero recuerda: tú vienes al mundo con las manos vacías y te irás de él de la misma manera; entonces no puedes poseer nada.

          Si esas dos percepciones se hicieran claras y tomases conocimiento de ellas, todos los pensamientos casuales desaparecerían de tu mente. Y todos los pensamientos son casuales, ninguno es esencial. Lo esencial es el silencio, los pensamientos son siempre causados. Cuando tus pensamientos desaparecen, lo esencial se transforma en lo importante. El gran silencio explota en una tremenda melodía. Y esa experiencia es liberadora, divina.

          “Un día, cuando su marido encendió el fuego para hacer la comida, ella arrojó dentro de la sarten llena de aceite hirviendo, una masa de harina que crepitó con fuerza. Al oír el ruido de la fritura, se iluminó al instante”.

          Es a eso que yo le llamo . . . si estás preparado, si el contexto está a punto, si cualquier cosa es capaz de desencadenar este proceso de luz, cualquier cosa repito, la iluminación llega.

          “Al escuchar el ruido del aceite crepitando en el fuego, ella se iluminó instantáneamente”.

          Nada especial estaba ocurriendo, solamente un ruido en la sartén de la cocina, todo normal, ordinario. Tú vives rodeado de ruidos cotidianos. Pero si el contexto adecuado está presente, si estás en el espacio que corresponde. . . y ella estaba en el espacio-tiempo correcto; no posesiva, sin relación con nada, con cualquier persona, no dominante. Se encontraba en un estado de liberación, exactamente en la frontera. Un paso más y ella se movería hacia el mundo de los maestros. Y ese pequeño paso puede ser causado por cualquier cosa.

          “Al escuchar el ruido . . . .”

          Aquel ruido se transmutó en la última alarma, la gota de agua que colmó el vaso.

          “Ella se iluminó instantáneamente. Entonces vertió el aceite de la sartén en el suelo, batió palmas y rió”.

          ¿Por qué hizo esto: batir palmas y reir?  Cuando alguien se ilumina interiormente, la risa es una consecuencia natural, llega espontáneamente, por la simple razón que nosotros hemos estado buscando y buscando durante vidas algo que siempre ha estado dentro de nosotros. Todos nuestros esfuerzos son ridículos, absurdos. La persona iluminada ríe de la gran broma cósmica. Ríe del sentido del humor que Dios o la Vida debe tener: que nosotros ya lo tenemos en propiedad, en nuestro interior, y pasamos la vida intentando encontrarlo. La persona ríe de sus ridículos esfuerzos, largos viajes, peregrinaciones, por una cosa que nunca ha sido perdida. De ahí viene las risas y el batir de palmas.

          “Pensando que ella estaba loca, su marido la reprendió y le dijo . . . “

          Ciertamente, cualquier persona que ande dormida, si ve que alguien se ilumina súbitamente, bate palmas y ríe, piensa que está ante un loco. Esa iluminación le parecerá al dormido como un colapso de la realidad. La persona dormida no puede evitarlo; sólo puede entender conforme sus valores, sus criterios.

           . . . él la reprendió y dijo: “¿Por qué haces esto?  ¿Es que estás loca?”

          Ella le respondió:  “No tomes conocimiento. Eso nada tiene que ver conmigo”.

          Ella continúa: su meditación está presente. Sigue las instrucciones del maestro hasta el fin. El marido la está llamando loca y le responde: “ Nada tiene que ver conmigo”.

          El mundo te va a llamar loco. El mundo siempre ha llamado loco a este tipo de persona. No se lo tengas en cuenta, no tomes conocimiento de ello. Es natural; deberías aceptarlo como una cosa lógica.

          “Después ella fue al maestro y le pidió que verificara su realización”.

          Las funciones de un maestro son muchas. Primero: ayudarte a recordar, provocar tu despertar; crear la situación en la cual el sueño se haga más difícil y despertar sea más fácil; y, cuando por primera vez estés despierto, confirmarlo, porque es muy difícil que la misma persona pueda constatarlo. El territorio es desconocido. El ego está perdido. Los viejos valores se han marchado, la vieja mente ya no funciona. ¡Todo es tan nuevo!  Nada parece estar ligado al pasado. No hay manera de juzgar, evaluar, estar seguro. La persona no sabe qué es lo que está pasando, lo que ha pasado, qué es lo que ha sucedido. Está desorientada.

          Consecuentemente, la última función del maestro es afirmar, decir: “Sí, es esto”.

          “El maestro confirmó que ella había obtenido la fruta sagrada”.

          Los orientales llaman a la Iluminación “la fruta sagrada”, el gozo, el florecimiento, llegar al definitivo despertar, a la última experiencia de sí mismo y de la existencia. Pero recuerda: esto sólo puede acontecer en el momento, en un instante. Solamente puede ocurrir ahora: ahora o nunca.

          Tú preguntarás: “¿Entonces, por qué todos esos métodos, ejercicios, entrenamientos?”  Ellos te son dados exactamente para traerte de vuelta al ahora. Tú has ido muy lejos con tus memorias e imaginaciones. No te sirven para crear ningún cultivo; no son auto-ayuda, sino para traerte de vuelta a casa.

          Yo estoy usando todos los tipos y maneras de experimentos, porque cada persona necesita un método diferente. Toda religión tiene un poco de método, pero yo quiero ofrecerte todos los métodos de todas las religiones del pasado y del presente. Debo crear un espacio para todos los tipos de personas, no para alguien en particular. Ninguna religión puede ser universal, porque cada una pertenece a cierto tipo de persona y únicamente esa clase de individuo puede ser beneficiado por ella.

          Consecuentemente surge un problema: puedes nacer en una familia católica y tú ser de un tipo a quien esa religión no puede ayudar. Entonces estás en una dificultad; habrás desperdiciado tu vida entera. Intentarás llevar ese método hasta el final, pero no se adaptará a tu mentalidad y no vas a cambiar de esa manera. Pensarás que a causa de tus vidas pasadas, la religión no está causando cambios en ti, que puede llevarte mucho tiempo. Puedes nacer en una familia musulmana y los métodos islámicos pueden no funcionar.

          Existen tantos tipos de personas en la vida y como el mundo crece y la consciencia aumenta, cada vez nuevos tipos y nuevas razas llegan a la existencia. Razas y tipos que nunca estuvieron aquí antes, que nunca existieron en tiempos de Jesús, de Buda, de Mahoma. Y, en el futuro, esto seguirá sucediendo.

          El que utilice métodos del pasado y los adapte a nuestro tiempo, hacerlos contemporáneos y crear otros para el futuro, es un plan que uso hace tiempo. Consecuentemente, no enseño budismo ni cristianismo, sino que voy dando la esencia de todas las religiones.

          Nosotros estamos aquí no para cultivar un cierto ego espiritual, sino para disolverlo, disipar los vapores de todos los sueños. Estamos aquí para despertar. Las situaciones se van creando momento a momento  -  úsalas tan ampliamente como te sea posible.

          Recuerda a esa mujer que estaba meditando en que “nada tenía que ver con ella”, en “no tomar conocimiento de las cosas”.  Tal totalidad es necesaria. La casa está en llamas y ella dice: “ Nada tiene que ver conmigo”. El hijo cae dentro del agua y ella contesta: “Nada tiene que ver conmigo”. Su marido la trata como a una loca y ella responde: “Nada tiene que ver conmigo”.  Entonces, una meditación tan simple, “nada tiene que ver conmigo”, crea el ambiente necesario en el cual ella se incendia, se convierte en luz. Su ser interior estalla. Ella renace, ya no es la misma persona.

          Todos nosotros estamos en estado crístico: durmiendo, soñando, pero aun así somos Cristos. Mi trabajo no es hacer que tú seas un Cristo, sino que es más simple:   ayudarte a recordarlo.

CONSCIENCIA Y AMOR

          Lo más grande de esta vida es la culminación de todos los valores: la verdad, el amor, la consciencia, la autenticidad. En el punto más alto de la sabiduría ellos son indivisibles. Están separados solamente en los oscuros valles de nuestra inconsciencia. En el momento que se hacen puros se transforman en uno; cuanto más puros, más próximos están unos de otros.

          Por ejemplo: cada valor existe en muchos planos; cada valor es una escala de muchos grados. El amor es lujuria, el grado más bajo, tocando el infierno; el amor es oración, el grado más alto que toca el cielo. Y, entre esos dos, existen muchos planos fácilmente discernibles.

          En la lujuria, el amor es el uno por ciento; noventa y nueve por ciento son otras cosas: celos, egoísmo, posesividad, rabia, erotismo. Esto es más físico, más químico, no tienen nada de profundo, son superficiales, a nivel de piel.

          Cuando vas muy alto, las cosas son más profundas; tienen nuevas dimensiones. Aquello que no era más que biología comienza a ser psicología. Nosotros compartimos nuestra biología con todos los animales, pero no lo hacemos con la psicología.

          Cuando el amor viene de lo más alto y profundo, que es la misma cosa, entonces comienza teniendo algo de espiritual. Se vuelve metafísico. Solamente un Cristo o un Buda conocen esas cualidades del amor.

          El amor es esparcido por todo el camino, al igual que otros valores. Cuando el amor es cien por cien puro, no eres capaz de hacer una distinción entre el amor y la consciencia; ya no son dos cosas. No consigues hacer una distinción entre el amor y Dios. De ahí viene la afirmación de Jesús, de que Dios es amor. Hay una gran percepción en esto.

          En la superficie todo parece separado de todo, hay multiplicidad. Cuando llegas cerca del centro, la multitud comienza a disolverse y la unidad hace su aparición. En el centro, todo es uno.

          No hay nada superior y nada inferior. De hecho, no hay dos valores. Son dos caminos del valle conduciendo a la cima. Un camino es la consciencia, la meditación. Y el otro camino es el amor, el camino de los devotos. Los dos están separados cuando comienzas tu andadura, tienes que escoger. Pero cualquiera que sea elegido te llevará a la misma cumbre, y cuando estés muy cerca, te sorprenderás: los que han viajado por el otro camino están llegando al mismo tiempo. En un corto espacio de tiempo los caminos comienzan a fundirse el uno en el otro. Cuando estés en la cumbre,  estarán unificados.

          La persona que sigue el camino de la consciencia encuentra el amor como una consecuencia, como una sombra. Y la persona que sigue el camino del amor encuentra la consciencia, como una derivación, un resultado. Son los dos lados de la misma moneda.

          Y recuerda: si tu consciencia carece de amor, entonces aún es impura; no conoce el cien por cien de la pureza. Todavía no es realmente consciencia; debe contener alguna mezcla de inconsciencia. No es luz pura; tiene que haber sombras dentro de ti, trabajando, funcionando, influenciando, dominando. Si tu amor no tiene consciencia, sigue sin ser amor. Debe ser algo más bajo, más cerca de la lujuria que de la oración.

          Entonces deja de ser un criterio: si sigues el camino de la consciencia, permite que el amor sea su consecuencia. Cuando tu consciencia se abra para el amor, sabrás perfectamente que la consciencia ha llegado. Si sigues el camino del amor, deja que la consciencia funcione como una piedra de toque. Cuando de repente, de la nada, en el propio centro de tu amor, una llama de consciencia comience a alumbrar, lo sabrás perfectamente. ¡Tú has llegado a casa!

          ¿Por qué, entonces, el conocimiento de los libros sagrados no es útil para encontrar la verdad?

          Porque el conocimiento no es tuyo. Es un préstamo. Y, ¿cómo puedes pedir prestada la verdad? Ella es intransferible; nadie puede dártela.  Ni un maestro vivo te la puede transmitir. Puedes aprender, pero ella no puede ser enseñada. La Sagradas Escrituras vienen de fuentes originales, de maestros iluminados que han estado en los propios manantiales de la vida, pero ahora son sólo palabras. Palabras sobre la verdad, informaciones.

          Estar con Jesús, es una cosa totalmente diferente de leer los Evangelios. Estar con Mahoma, sintonizado, en profunda armonía, permitiendo que su ser mueva tu corazón, es una cosa. Pero leer el Corán, es como un grito lejano, muy lejano, sonando como un hueco en las montañas. No es la verdad en sí; es un reflejo, una Luna reflejada en las aguas de un lago. Si saltas dentro del lago, no podrás tomar la Luna en tus manos ni aún el reflejo, porque desaparecerá. Las Sagradas Escrituras son solamente espejos reflejando verdades lejanas.

          La Biblia debió haber sido escrita hace más de tres mil años; ella refleja cosas acaecidas hace dos o tres milenios. El polvo del tiempo se ha posado sobre el espejo, muchas interpretaciones, comentarios. Ahora conoces la Biblia, más las notas al margen y todo cuanto se ha escrito sobre ella. Existe un grueso muro de interpretaciones y es importante colocarlo a un lado. Sabrás sobre la verdad y conocerás comentarios y anotaciones de personas que ni han sido iluminadas.

          El conocimiento es prestado para otros propósitos. Hay una posibilidad de prestar conocimientos sobre el mundo, porque él está fuera de ti, es objetivo. Ciencia y conocimiento, son la misma cosa. Pero religión no es conocimiento.

          Religión es experiencia, por la simple razón de que todos los intereses de ella están en tu interior, en tu subjetividad, la cual está disponible sólo para ti y para nadie más. No puedes invitar dentro de tu centro ni a la persona que más ames. Ahí estás completamente solo con tu verdad.

          El conocimiento seguirá encantando, decorando, enriqueciendo tu memoria, pero no tu ser. Eso es un fenómeno totalmente diferente. De hecho, el conocimiento crea barreras. Una persona tiene que desaprender todo lo aprendido, entonces puede llegar al ser. No saber es lo más íntimo. El saber crea distancias.

          Por la simple razón de que acumulamos conocimientos, comenzamos a crear conclusiones. Puedes concluir qué es la verdad sin conocerla, y tu conclusión será el mayor obstáculo. A la verdad hay que llegar en completa desnudez, en absoluta pureza, en silencio, en estado de inocencia, maravillado y admirado, como un niño; no sabiendo de antemano, no lleno de esa basura llamada conocimiento, no lleno de Biblia ni del Corán, sino totalmente silencioso . . . sin ningún pensamiento, sin conclusiones, sin saber nada sobre la verdad. Cuando llegas de esa manera, de pronto la verdad se revela. Y la verdad es conocida aquí y ahora.

          La verdad no está separada de ti; ella es tu centro más íntimo. No necesitas aprenderla de alguien. Entonces, ¿cuál es la función de un maestro?

          Es ayudarte a abandonar tu conocimiento, a desaprender, ayudarte a marchar en otra dirección. Tu conocimiento significa que estarás siempre mirando a través de un espejo oscuro que te distorsiona la vista. La consciencia es necesaria, saber también lo es, un estado de visión es preciso, pero no el conocimiento. ¿Cómo puedes estar vivo a través de un muerto?  Es como ver con un ojo de cristal.

          Abandona todas las conclusiones, sean de la religión que sea. Abandona todo el conocimiento que te ha sido forzado. Todo niño ha sido envenenado por el conocimiento, por la familia, la religión, la sociedad. Es por que eso que todos los niños, según van creciendo se sienten sobrecargados, pierden la alegría de vivir, y acaban siendo parte de la multitud.

          De hecho, en el momento que una criatura es condicionada por ti, te vuelves tan feliz, que llamas a eso “educación moral y religiosa”. Eres feliz porque ahora pertenece a la religión de tus padres. Lo que has hecho es romper su capacidad para que ella sepa por sí misma. Has cerrado puertas y ventanas para que viva en una existencia encapsulada. Vivirá en su propia oscuridad interna, envuelta por una serie de teorías, sistemas de pensamientos, filosofías e ideologías. Estará perdida en una selva de palabras y no será capaz de salir de ella tan fácilmente.

          Aunque encuentre a un maestro, llevará años desaprender, porque aprender es ahora parte de su médula, sus huesos y su sangre. Ir contra el propio conocimiento, le parecerá estar luchando contra sí mismo, contra su tradición, su religión, su familia. Como si fuese un traidor a su tradición.

          Toda sociedad ha hecho esto hasta ahora. Por eso es raro encontrar a un nuevo Jesús; es raro escapar de estas trampas que la sociedad pone alrededor de los niños. Y la criatura es tan inconsciente, que puede ser fácilmente condicionada. Esto sucede en los templos, en las escuelas, en los colegios, en las universidades. Todos ellos sirven al pasado; ninguna al futuro. Su función es perpetuar el pasado muerto.

          Mi trabajo es exactamente lo opuesto. No estoy aquí para recordarte continuamente tu pasado; por eso estoy contra todo conocimiento. Estoy a favor del aprendizaje, de la receptividad, de la apertura. Aprender significa aproximarte sin egoísmo en dirección a la realidad. Aprender quiere decir: “Yo no sé y estoy preparado para saber”. El conocimiento dice: “Yo ya sé”. Es el mayor engaño que la sociedad crea en las mentes de las personas.

          Mi función está en servir al futuro. Quiero que seas inocente, vidente, conocedor, despierto, no lleno de conocimientos, inconsciente y apegado a conclusiones.

          Si te demoras en aprender es por esta causa. Y si has tenido éxito en la vida, será un nuevo escollo en tu ego. Es un trabajo duro exterminar el lado egoista de cualquier persona.

          Algunas veces te podrá parecer que un maestro es cruel. Pero tiene que serlo. Él te ama, tiene compasión por ti. Al principio te puede parecer una paradoja y esa es la complejidad del trabajo: que si el maestro fuera realmente compasivo, no podría simpatizar con nada que alimente tu ego.

          De hecho, piensa en todas tus vidas pasadas como un largo sueño; debes saber que estar uno o veinte años en meditación no es demasiado tiempo, y aún creo que es muy poco.

          Poco tiempo puede ser diez, veinte o cincuenta años, pero es muy breve. Mirando hacia tu larga jornada de oscuridad, si dentro de treinta años no consigues crear una luz en ti, no tienes por qué sorprenderte.

          Pero las cosas están ocurriendo rápidamente. No es demasiado tarde. Puedo ver que hay cambios. La primavera no está lejos; los primeros brotes pueden estar a punto de salir.

          Lo que estabas haciendo antes no era realmente parte de tu corazón, era un viaje intelectual, no una realización. Puedes ser rico, famoso, esto es posible. Pero no es una profunda alegría, porque a no ser algo que pertenezca a tu corazón y comience a crecer, el contentamiento no es posible ni tampoco la realización.

          Cuando estás en el camino real las cosas tienen un paso más rápido. La velocidad se acumula. Si has observado la primavera, primero son los brotes que se abren, después es la flor, luego millares de flores. En el crecimiento espiritual es exactamente lo mismo. Pero todo el mundo está tropezando en la oscuridad. Alguien se hace poeta para saber si esa es su vocación. Otro estudia música sin saber si esto será la realización de su vida. Esas personas necesitan ser alguien, algún medio de vida es necesario. Entonces las personas siguen tanteando para ser alguien.

          Verdad, sinceridad, honestidad, totalidad, compasión, servicio, meditación, esos deberían ser nuestros verdaderos intereses, porque esas son las cosas que transforman tu vida, esas son las cosas que te aproximan a Dios.

                                            EL NÚMERO CUATRO

          Hemos visto que el tres significa la perfección divina, con especial referencia a la Trinidad. El Padre uno en soberanía; el Hijo la segunda persona, en amor y sabiduría; el Espíritu Santo, la tercera persona, en realización y formación.

          Ahora bien, el número cuatro está compuesto por tres y uno (3+1), denotando y señalando, aquello que sigue a la creación de Dios, esto es sus obras creativas. Es conocida por las cosas que son vistas. Por ello la revelación escrita comienza con las palabras:  En - el  -  principio  -  Dios -  CREÓ.  La creación es por ello la cosa siguiente  -  la cuarta cosa y el número cuatro tiene siempre referencia a todo lo que es creado.  Es el número de la Creación; del hombre en su relación con el mundo como creado; mientras que seis es el número del hombre en oposición a / o independiente de Dios. Es el número del mundo, especialmente el número de la “ciudad”.

          El cuarto día vió el final de la creación material (porque en los días quinto y sexto hubo sólo el equipamiento y poblamiento de la tierra con los seres vivientes). El Sol, la Luna y las estrellas remataron la obra.

          Cuatro  es el número de los grandes elementos: la tierra, el aire, el fuego y el agua.

          Cuatro son las regiones de la tierra: el norte, el sur, el este y el oeste.

          Cuatro son las divisiones del dia: mañana, mediodía, tarde y noche.

          Cuatro son las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno.

          Cuatro son las fases de la Luna.

          En el Libro del Génesis 2:10, el río del Edén se dividía, y venía a tener cuatro brazos y “el cuarto río es el Eufrates”. Aquí, el cuarto está constituido por 3 +1. Porque tres de estos ríos no poseen sus nombres, mientras que uno sigue siendo conocido por su nombre original de “Eufrates”.

          Cuatro es asimismo indicativo de división. Porque el río se repartía. Es el primer número que no es “primo”, el primero que puede ser “dividido”. Es el primer número cuadrado, y por ello señala una clase de plenitud, que ha sido llamada plenitud material.

          En el Libro del Apocalipsis los cuatro querubines reciben el nombre de “los seres vivientes”. Cantan de la creación y de Aquel que creó todas las cosas.  Fueron puestos en los signos del Zodíaco, que lo dividen en cuatro partes iguales, uniendo así en uno los doce signos.

          Son las cuatro cabezas de la creación animal: el león, de las fieras; el buey, de las domésticas; el águila, de las aves y el hombre, la cabeza de todas. Una vez más vemos el cuatro dividido entre 3 + 1: tres animales y un humano.

          En Daniel 7:2 leemos: “Los CUATRO vientos del cielo COMBATÍAN en la gran mar, y CUATRO bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían de la mar”.

          Abraham descubre un mundo dividido porque en el Génesis 14, lucha contra los cuatro reyes y éstos “hicieron guerra”.

          El CUARTO LIBRO de la Biblia es Números, llamado en hebreo el Desierto. Se relaciona con la tierra, que es un desierto comparado con el cielo, y nuestra peregrinación a través de él.

Seguirá en la próxima Circular del mes de Junio

                                                

                                   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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