ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

                                                                          

Dirigida a las Escuelas de:

                        Barcelona

                        Mallorca                                             CIRCULAR nº  6. Año III

                        Menorca

                        Las Palmas                                          Llubí,  1º de Junio de 1.997

1º Mientras seas acariciado, entra en la caricia como si estuvieses entrando en la vida eterna.

2º Cierra la puerta a los sentidos cuando sientas el andar de una hormiga. Entonces .......

3º Cuando estés en una cama o en una silla, déjate quedar sin peso, más allá de la mente.

El hombre tiene un centro, pero vive fuera de él, fuera del centro. Eso crea una tensión interna, un remolino constante, una angustia. El no está donde debe estar; no está en su equilibrio correcto. Está fuera de él y ese estar fuera del equilibrio, fuera del centro, es la base de todas las tensiones mentales. Si eso se vuelve demasiado, podemos quedar locos. Un loco significa una persona que quedó completamente fuera de sí. El hombre iluminado es justamente lo inverso del loco. Está centrado en sí mismo.

Tú estás enmedio. No has salido completamente de ti mismo y tampoco estás en tu centro. Te mueves entre los dos. Algunas veces te mueves hacia lo lejos y tienes momentos en que pareces temporalmente loco. En la rabia, en el sexo, en cualquier cosa en la cual te hayas movido fuera de ti mismo, quedas por momentos loco. Entonces no existe diferencia entre tú y el loco. La diferencia está en el hecho de que él está permanentemente fuera y tú lo haces temporalmente, retornas.

Cuando estás en el odio, estás en la locura, pero ella no es fija. Cualitativamente no hay diferencia; cuantitativamente si la hay. La cualidad es la misma, así que algunas veces estás en la locura y otras veces, cuando estás relajado, totalmente descontraído, tocas tu centro. Esos son dos momentos bienaventurados. Entonces eres exactamente como un Maestro, pero sólo temporalmente. No vas a quedar ahí. En verdad, en el momento en que comprendes que estás viviendo un éxtasis, ya te has movido. Es tan momentáneo que, en el instante en que reconoces la bendición, ella termina.

Continuamos moviéndonos entre las dos cosas, pero este movimiento es peligroso. Lo es porque, entonces, no puedes crear una auto-imagen fija. Tú no sabes quién eres. Si te mueves constantemente de la locura para estar centrado en tí mismo, si ese movimiento es constante, no puedes tener una imagen sólida de ti mismo. Tendrás una imagen líquida. No sabrás quién eres. Es difícil. Ese es el motivo por el que estás tenso, con miedo, cuando estás esperando por momentos de beatitud, cuando intentas anclarte en algún lugar de tu centro.

Esto es lo que significa un ser humano normal: él nunca toca la locura cuando está en cólera y jamás toca la libertad total, el éxtasis. El nunca encuentra su imagen sólida. El hombre normal es, en realidad, un hombre tibio, muerto, entre esos dos puntos. Es por eso que aquellos que son excepcionales, como artistas, poetas, pintores, no son normales. Son muy fluídos. Algunas veces tocan el centro; otras, enloquecen. Se mueven rápidamente entre esos dos puntos. Naturalmente, la angustia de ellos es grande, la tensión es inmensa. Tienen que vivir entre dos mundos, transformándose constantemente.. Es por eso que parecen que no tienen identidad. Sienten que son extranjeros en la tierra. En un mundo de normalidad, se ven como extraños.

Será útil definir cuatro tipos de hombres: el primero es el hombre normal, que tiene una identidad sólida, fija, que sabe quién es - un médico, un ingeniero, un profesor - sabiendo quienes son y nunca salen de ese concepto. Están prendidos constantemente a la identidad, a la imagen. El segundo tipo, son de aquellos que tienen la imagen fluída - poetas, pintores, cantantes. Ellos no saben quienes son. Algunas veces parecen normales, otras parecen locos, en otras tocan el éxtasis. El tercer tipo, son el de aquellos que están permanentemente locos. Ellos salieron fuera de sí mismos; nunca volvieron a casa. Y ni recordaron que tenían un hogar. Y el cuarto tipo son el de aquellos que alcanzaron su hogar, la propia morada, como un Jesús, un Buda y otros.

En esta cuarta categoría - la de aquellos que alcanzaron el Reino de los Cielos - ellos están totalmente relajados. En la consciencia de ellos no existe ninguna tensión, esfuerzo o deseo. En una palabra, no existe el "transmutarse". Ellos no desean convertirse en cosa alguna. Ellos son, están siendo. ¡Ninguna conversión! Ellos están relajados en su ser. Lo que quiera que sean, están a voluntad con eso. No quieren cambiar; no quieren ir a ningún lugar. No tienen futuro. Este exacto momento es la eternidad para ellos. Ningún ansia, ningún deseo. Eso no significa que un Maestro no comerá o que un Jesús no dormirá. Ellos comerán, dormirán, trabajarán, pero eso no será un deseo. Un Buda no proyectará esos deseos. Ellos no comerán mañana; comerán hoy.

Recuerda esto: tú continúas comiendo en el mañana, continúas comiendo en el futuro; continúas comiendo en el pasado, en el ayer. Raramente sucede que comas en el hoy. Mientras estás comiendo hoy, tu mente se está moviendo en otro lugar. Mientras intentas dormir, comienzas a comer en el mañana o, entonces, es la memoria del pasado la que viene.

Un Maestro come hoy. Vive en el propio momento. No proyecta su vida en el futuro; no hay futuro para él. Siempre que el futuro llega, viene como presente. Es siempre hoy; es siempre ahora. Así un Cristo come, pero nunca lo hace en la mente, recuerda esto. No existe un comer cerebral. Eso es absurdo, porque la mente no fue hecha para comer. Todos tus centros están confusos. Toda tu organización, cuerpo-mente, está loca.

Un Maestro come, pero no piensa en el comer. Y eso se aplica a todo. Así, un Maestro es tan común, como tú, mientras come. No pienses que un Maestro no come, o que, cuando el sol está fuerte, él no suda o que, cuando llegan los vientos fríos, él no siente su cuerpo estremecido por la baja temperatura. El siente, pero está siempre en el presente, nunca en el futuro. No hay un transformarse. Si no existe transformación, no hay tensión. Entiende bien esto, claramente. Tensión significa que tú quieres ser alguna otra cosa que no eres.

Tú eres alto y quieres ser bajo; eres pobre y quieres ser rico; eres feo y quieres ser guapo; eres ignorante y quieres ser sabio. Cualquiera sea el querer, cualquiera sea el deseo, la forma es siempre esta: A quiere ser B. Lo que quieras que seas, no estás contento con eso. Para un contentamiento es necesario algo más: esa es la estructura constante de la mente que desea. Cuando consigues lo que quieres, de nuevo la mente dirá que eso no es suficiente, que algo más es necesario. La mente siempre se mueve hacia el más y más. Aquello que tú consigues se vuelve inútil. Eso es deseo.

Te mueves de una vida para otra, de un mundo para otro y continúas siempre así. Puedes seguir hasta el infinito. No hay fin para eso. No hay fin para el deseo. Pero, si no existe un transformarse, si aceptas totalmente lo que quiera que eres, -feo o hermoso, sabio o ignorante, rico o pobre, si aceptas eso en su totalidad - el cambiar cesará. Entonces no habrá tensión, ella no puede existir. No habrá angustia. Ya no estarás preocupado. Esa mente que no cambia es una mente centralizada en su Yo.

Exactamente en el polo opuesto está el loco. Ellos no tienen Ser: es apenas un tornarse. El ha olvidado quién es. El punto A fue completamente olvidado y está intentando ser B. El no sabe quién es, sólo conoce la meta deseada. No vive su presente; vive en algún otro lugar. Por eso es que para nosotros parece loco, porque tú vives en este mundo y él vive en el mundo de los sueños. Está viviendo en algún otro lugar. El olvidó su realidad. Y con ella olvidó el mundo que hay a su alrededor. Vive en un mundo irreal. Y para él, esa es su única realidad.

Un Cristo vive en el Ser en este exacto momento, y el loco está exactamente en el polo opuesto: nunca vive en el aquí y ahora, en el Ser, sino siempre en el cambio, en ser otra cosa, en algún lugar de su horizonte. Estos son los dos polos opuestos.

Por eso, quiero que recuerdes: el loco no está contra ti, está contra Cristo. Y recuerda además: Cristo no está contra ti, está contra el loco. Tú estás entre los dos. Eres una mezcla de ambos. Tienes la locura, tienes momentos de iluminación, pero eres una mixtura de ambos.

Algunas veces hay una chispa del centro, cuando estás relajado. Existen momentos en que estás relajado. Cuando te apasionas, por algunos momentos tu amor está contigo. Ha sido un largo deseo, un gran esfuerzo y, finalmente, tu amor está contigo. Por un momento, la mente se "desata". La mente había estado ansiando, siempre pensando con respecto a ese encuentro. Ahora, tu amor está presente y, de repente, la mente no puede pensar. El viejo proceso no puede seguir. El amor está presente y la mente simplemente se detiene.

En ese momento, cuando el amor está presente, no hay deseo. Estás relajado y, de repente, eres arrojado fuera de ti mismo. Si así no fuera, eso no sería amor. A menos que la mente cese completamente de funcionar en presencia de la persona amada, eso no será amor.

A veces sucede que la mente cesa y, por un momento, no hay deseo. El amor está exento de deseos. Comprende esto: tú puedes desear el amor, pero el amor no tiene deseos. Cuando hay amor, no hay deseos. La mente queda quieta, calma, relajada. No hay un anhelo de cambiar, ni lugar alguno para ir.

Pero eso acontece por algunos momentos. Si realmente amas a alguien, entonces esto existe algunos momentos. Es un choque. La mente no puede funcionar, porque todo el funcionamiento se vuelve inútil, absurdo. Aquello que tanto has esperado está presente y la mente ahora no puede pensar en qué hacer.

Por momentos, todo el mecanismo para. Estás relajado en tí mismo. Tocó tu Ser, tu centro, y sientes que esto es la fuente del bienestar. Una beatitud te invade, ya no eres la misma persona.

Es por eso que el amor transforma tanto. Si estás apasionado, eso no puedes esconderlo. Tus ojos, tu cara, el modo de andar, mostrará que no eres la misma persona. La mente deseosa ya no existe. Eso no puede continuar durante mucho tiempo porque es como un choque. De inmediato, la mente intentará encontrar algunas maneras de disculpas para pensar otra vez. Por ejemplo: la mente puede comenzar a hallar que has alcanzado una meta, que alcanzastes tu amor, entonces ¿qué iras a hacer? Comienzas a pensar: "Encontré a mi amor, ¿pero será así también mañana?" La mente ha comenzado a funcionar.

Algunas veces, aún sin amor, a través del cansancio, la persona deja de desear. Entonces también es arrojada fuera de sí misma. Cuando no estés lejos de ti mismo, tiende a estar en tu Yo, no importa cual sea la causa. Cuando la persona está cansada, totalmente exhausta, cuando no se siente ni voluntad de pensar o desear, cuando la persona está completamente frustrada, sin ninguna esperanza, entonces, de repente, se siente como en casa. Ahora no puede ir a ninguna parte. Todas las puertas están cerradas; la esperanza desapareció y con ella el deseo, el mudar.

No será por mucho tiempo, porque la mente tiene un mecanismo. Ella puede desatarse por algunos momentos pero, súbitamente, se vuelve viva otra vez, porque tú no puedes vivir sin esperanzas: tendrás que encontrar alguna. No puedes vivir sin deseos. Tendrás que crear alguno.

En cualquier situación en que la mente pare de funcionar repentinamente, tú quedas en tu centro. Estás de vacaciones, en un balneario, en una playa: por momentos la mente rutinaria no funcionará. La oficina, el taller, no estará presente, ni la esposa o el marido. Inesperadamente, hay una situación completamente nueva, y la mente necesitará algún tiempo para funcionar, para ajustarse al cambio. La situación es tan nueva que nos relajamos y quedamos en nuestro centro.

En ese momento eres como un Jesús, pero será unos momentos. Entonces querrás perseguirlos, reproducirlos, repetirlos una y otra vez. Pero recuerda que ellos acontecen espontáneamente, por tanto no podrás repetirlos. Y cuanto más lo intentes, más imposible será.

Eso nos está pasando a todos. Tú amas, y en el primer encuentro, tu mente se para por algunos momentos. Entonces te casas. ¿Por qué te has casado? Para repetir esos momentos tan hermosos muchas veces. Pero cuando ellos ocurrieron tú no estabas casado y ahora la situación es diferente. Cuando dos personas se encuentran por primera vez, la situación es nueva. Sus mentes no pueden funcionar. Están inundados por la nueva experiencia, por la nueva vida, por el nuevo florecer. Entonces la mente comienza a funcionar y piensan: "¡Este es un momento tan brillante! Quiero repetirlo todos los días, por eso voy a casarme".

La mente lo destruirá todo. Casamiento significa mente. El amor es espontáneo, el casamiento es calculado. Casarse es algo matemático. Y entonces esperas por aquellos momentos, pero ellos nunca volverán. Por eso es que toda persona casada está frustrada, porque están esperando por algunas cosas que ocurrieron en el pasado. ¿Por qué no están pasando otra vez? No puede ocurrir, porque no es la misma situación. Ahora no eres nuevo; ahora no hay espontaneidad. Ahora el amor es una rutina. Todo es esperado y pedido. El amor ahora es un deber, no una diversión. Era divertido al principio; ahora es una obligación. Y el deber no puede traer la misma felicidad que la diversión. La mente lo creó todo. Ahora esperamos y cuanto más esperamos menor es la posibilidad de que algo nuevo ocurra.

Eso pasa en todo lugar, no sólo en el casamiento. Vamos a un Maestro y es una nueva experiencia. Su presencia, sus palabras, su modo de vivir son nuevos. De repente, la mente deja de funcionar. Entonces piensas: "Este es el hombre que me sirve, por eso necesito venir aquí todos los días". Te casas con él. Al poco tiempo, la frustración se instala, porque haces de eso una rutina. Ahora esas experiencias no vendrán. Quedas pensando que ese hombre te engañó o que tú te has engañado de alguna manera. Piensas: "La primera experiencia fue alucinante. Debo haber estado hipnotizado o algo parecido. No fue real".

Fue real. Tu mente rutinaria lo hizo irreal. Entonces, la mente intenta esperar, pero la primera vez que ocurrió tú no estabas esperando. Llegastes sin esperar cosa alguna. Estabas abierto para recibir lo que quiera que pasara.

Ahora vienes todos los días esperando algo, con una mente cerrada. Nada puede ocurrir. Siempre sucede en una mente abierta; siempre acontece en una situación nueva. Eso no quiere decir que tengas que cambiar la situación todos los días. Significa que no debes permitir que tu mente fabrique un patrón, un sistema. Entonces, tu esposa o tu marido será nuevo todos los días. Pero no te permitas crear un modelo de expectativas; no permitas que tu mente se mueva hacia el futuro. Si lo haces tu maestro será nuevo todos los días, tu amigo será nuevo cada día. Todo es nuevo cada día en este mundo, excepto la mente. La mente siempre es vieja.

El sol nace nuevo cada día. El día, la noche, las flores, los árboles, todo es nuevo menos tu mente. Porque la mente necesita del pasado, de la experiencia acumulada, de la experiencia proyectada. La mente precisa del pasado y la mente necesita el presente. La vida es siempre bendecida, la mente nunca lo es. Siempre que permites que tu mente se entrometa, la miseria se instala.

Esos momentos espontáneos no serán otra vez repetidos, ¿qué hacer? ¿Cómo quedar en un estado relajado continuamente? Estas tres técnicas son para eso. Son técnicas relativas a la sensación de descontracción, técnicas para relajar los nervios.

¿Cómo permanecer en el Ser? ¿Cómo no dirigirse hacia el cambiar? Es difícil, pero estas técnicas pueden ayudar. Ellas te van a llevar hacia dentro de ti mismo.

La primera técnica: "Mientras eres acariciado, entra en las caricias como si estuvieras entrando en la vida eterna".

Mientras eres amado, entra en el amor como si estuvieses entrando en la vida eterna. Todo comienza con el amor. La primera técnica está relacionada con el amor, porque es la situación más próxima a una relajación. Si no puedes amar, relajarse es imposible. Si te puedes relajar, la vida puede ser una vida de amor.

Un hombre en tensión no puede amar. ¿Por qué? Un hombre tenso siempre vive con propósitos. Puede ganar dinero, pero no puede amar, porque el amor no tiene propósitos. El amor no es una mercancía. No se puede acumular; no se puede hacer con él una cuenta bancaria, no se puede reforzar el ego con él. En verdad, el amor es el acto más absurdo, sin ningún significado más allá de él mismo, sin ninguna finalidad. Existe en sí mismo, no para alguna otra cosa.

Tú ganas dinero PARA alguna cosa: él es un medio. Tú construyes una casa para alguien vivir en ella: ella es un medio. El amor no es un medio. ¿Por qué amas? ¿Para qué amas? El amor es un fin en sí mismo. Por eso es que la mente calculadora, lógica, la mente que piensa en propósitos, no puede amar. Y la mente que piensa en términos de objetivos es tensa, porque la meta sólo puede ser realizada en el futuro, nunca en el aquí y ahora.

Estás construyendo una casa: no puedes vivir en ella AHORA mismo. Tienes que construirla primero. Podrás habitarla en el futuro, no ahora. Ganas dinero; la cuenta bancaria será creada en el futuro, no ahora. Tienes que usar los medios ahora y los fines vendrán en el futuro.

El amor está siempre aquí; no hay futuro para él. Es por eso que el amor está tan próximo a la meditación. Es por eso que la muerte también está próxima a la meditación, porque la muerte está siempre aquí y ahora; nunca puede acontecer en el futuro. ¿Puedes morir en el futuro? Sólo puedes morir en el presente. Nadie ha muerto en el futuro. O, ¿cómo puedes morir en el pasado? El pasado ya se fue. El futuro aún no llegó, así ¿cómo puedes morir en él?

La muerte, el amor, la meditación, todos ellos ocurren en el presente. Por eso, cuando se tiene miedo a la muerte, no se puede amar. Si se tiene miedo al amor, no se puede meditar. Si se tiene miedo a la meditación, la vida es inútil, - inútil no en el sentido de cualquier propósito; inútil en el sentido de que jamás serás capaz de sentir cualquier felicidad en ella. Será una vida miserable.

Puede parecer extraño unir estas tres cosas: amor, meditación y muerte. ¡No lo es! Son experiencias semejantes. Si puedes entrar en una de ellas, puedes entrar en las otras dos también.

Jesús comienza con el amor: "Dios es amor". Shiva comienza con el amor: "Cuando seas acariciado, amado, entra en la caricia, en el amor, como si estuvieses entrando en la vida eterna".

¿Qué significa eso? ¡Muchas cosas! Una: mientras está siendo amado, el pasado cesa, el futuro no existe. Te mueves en la dimensión del presente. Te mueves en el AHORA. ¿Has amado a alguien? Si has amado, entonces sabe que la mente no existe en ese momento. Es por eso que los hombres llamados sabios dicen que los amantes son ciegos, locos, insensatos. Ellos están en lo cierto, en esencia. Los amantes SON ciegos, porque no tienen ojos para el futuro, para calcular lo que están haciendo. Son ciegos: no pueden ver el pasado. ¿Que sucede con los amantes? Apenas se mueven aquí y ahora, sin ninguna consideración por el pasado o por el futuro, sin considerar las consecuencias. Por eso son llamados ciegos. Son ciegos para aquellos que están calculando y son videntes para aquellos que no lo hacen. Los que no calculan ven el amor con la visión real.

Por tanto, la primera cosa: en el momento del amor, el pasado y el futuro no existen. Entonces, un punto delicado precisa ser comprendido: cuando no existe pasado ni futuro, ¿puedes llamar a ese momento de presente? El es presente sólo entre los dos, entre el pasado y el futuro. Es relativo. Si no existe pasado ni futuro, ¿qué significa llamarlo presente? Es algo sin sentido. Es por eso que Shiva no utiliza la palabra "presente". El dice "vida eterna". Quiere decir "eternidad", entrar en la "eternidad".

Nosotros dividimos el tiempo en tres partes: pasado, presente y futuro. Esa división es falsa, absolutamente falsa. El tiempo és, en verdad, pasado y futuro. El presente no es parte del tiempo. El presente es parte de la eternidad. Aquello que pasó es tiempo; lo que va a llegar es tiempo. Aquello que és, no es tiempo, porque nunca pasa. Está siempre presente. el ahora está siempre presente. Está SIEMPRE aquí. Este ahora es eterno.

Si te mueves a partir del pasado, no te mueves en el presente. Del pasado siempre te mueves hacia el futuro. No existe un momento que sea presente. Del presente nunca te mueves hacia el futuro. Del presente entras cada vez más a fondo, cada vez más dentro del presente. Eso es eternidad.

Podemos decirlo de esta manera: del pasado para el futuro existe el tiempo. El tiempo significa que te mueves en un plano, en una línea recta. O podemos llamarla horizontal. En el momento en que estás en el presente, la dimensión cambia: te mueves verticalmente, hacia arriba o hacia abajo, para las alturas o para las profundidades. Pero entonces no te mueves horizontalmente. Un Buda, un Cristo, viven en la eternidad, no en el tiempo.

Preguntaron a Jesús: "¿Qué pasará en el Reino de Dios?" El hombre que hizo esta pregunta no estaba preguntando sobre el tiempo. Preguntaba que pasaría con sus deseos, sobre como iban a ser satisfechos. Estaba preguntando si habría vida eterna o si habría muerte, si habría alguna miseria o si habría hombres superiores o inferiores. Estaba preguntando cosas de este mundo cuando dijo: "¿Qué pasará en el Reino de Dios?" Y Jesús respondió: "No habrá más tiempo".

El hombre que recibió esta respuesta puede no haberla entendido. "No habrá más tiempo": Jesús sólo dijo esto, porque el tiempo es horizontal y el Reino de Dios es vertical, es eterno. ¡Está siempre presente! Basta salir del tiempo para que tú puedas entrar en él.

Concluirá en la Circular del mes de Julio, cuyo formato será de doble número de páginas.

                                                  P E N S A M I E N T O S

La felicidad no es una cosa que se conquiste por la posición, por el prestigio, ni es accesible por ningún medio. Nos decimos que somos felices cuando tenemos dinero, posición, o cualquier medio de proporcionarnos sensaciones; pero eso, positivamente, no es felicidad. La felicidad es un "estado de ser" en el cual no existe dependencia, porque siempre que hay una dependencia hay miedo y el hombre que tiene miedo nunca puede ser feliz, por mejor que disfrace su temor. Sólo hay felicidad en la libertad y hay necesidad de virtud para la libertad. Un hombre que no posea virtudes nunca podrá ser libre, porque su mente está en un estado de confusión.

 

I N T E R E S A N T E

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