ALCORAC SALVADOR
NAVARRO
Dirigida a las Escuelas de :
CIRCULAR nº 5 Barcelona
(2)
Mallorca Menorca
Las Palmas
Llubí, 1º de Junio de 1.996
|
EL MAESTRO JESÚS
Siempre que un hombre
como Jesús surge, intentamos escapar de él de todas las maneras posibles,
porque hombres así son como la muerte. Claro está que nosotros racionalizamos
la fuga y encontramos razones para huir. En nuestro mente decimos: "Ese
hombre no es un Cristo, no es un Iluminado". Siempre encontramos
algo de errado en él para poder tranquilizarnos. Lo evitamos. Es peligroso
encontrar un hombre así, porque él consigue ver y vivir a través de nosotros;
para él, todos somos transparentes. No es posible esconderse, esconder
nuestra falsedad; ante él somos como libros abiertos. Y durante nuestra
vida siempre hemos estado escondiéndonos.
Durante nuestra vida
hemos intentado vivir de un modo falso y sin autenticidad, intentado vivir
de mentiras. ¡Y él puede ver a través de nosotros!
Quedamos reducido a nuestra verdad; no conseguimos controlar nuestra
falsa imagen y esto es una catástrofe. Así, sólamente aquellos que tienen
mucho valor consiguen aproximarse a un Jesús. Aproximación quiere decir
que estamos preparados para saltar en un abismo, que estamos preparados
para perdernos a nosotros mismos.
Seguir a Jesús es estar
en la inseguridad de lo desconocido, es estar en un mar donde la otra
orilla es invisible. Y este es el problema: muy pocos siguen a Jesús.
Aquellos que lo evitan lo pierden, perdiendo así también el significado
de sus propias vidas. Porque, en el fondo, cuando intentamos escapar de
Jesús, estamos intentando escapar de nuestra propia verdad. Él no es más
que nuestro futuro; nosotros somos la semilla y él es el árbol; él llegó
al florecimiento, es el futuro, nuestra posibilidad. Huyendo de él, estamos
huyendo de nuestras posibilidades fundamentales.
Pero sólo con aproximarnos,
no es seguro que iremos a encontrarlo. Los que huyen, están acabados.Los
que se aproximan, viven cerca, pero aún así no pueden encontrarlo, porque
la aproximación puede ocurrir por otras razones. Así, de millares de personas,
pocos lo escojen. Y de los pocos que lo escojen, no todos lo hacen por
auténticas razones. Aquellos que escojen seguir a Jesús por razones egoístas,
también lo pierden.
Tú puedes estar con una
persona Iluminada por razones falsas. Mira los motivos que te llevan a
buscar a un Iluminado; ¿para qué vas a un Maestro? ¿Cuales son tus verdaderos
motivos? ¿Para qué estás buscando la verdad? Raramente un hombre está
buscando la verdad. Puedes estar en busca de la felicidad, pero no de
la verdad. Y la felicidad llega cuando alcanzas la verdad. Si estuvieras
buscando la felicidad, no alcanzarás la verdad, porque la felicidad es
una consecuencia; es imposible conseguirla directamente, no hay manera,
ella viene a través de la verdad. Cuando alcanzas la verdad, la felicidad
llega automáticamente; es como una sombra.
De cada cien personas
que están buscando, noventa y nueve buscan por la felicidad. Ellas han
sufrido mucho, han tenido una vida miserable y buscan un antídoto, están
buscando lo opuesto. Si estuvieras con un Jesús en busca de la felicidad,
entonces lo perderás nuevamente, porque tus ojos están cerrados. La felicidad
no puede ser la meta; ella viene automáticamente, no necesitas preocuparte
con ella. La felicidad es siempre una consecuencia. Cuida un árbol
y las flores surgen simplemente. No necesitas ir directamente a las flores,
porque si lo haces nada conseguirás.
En nuestra vida común,
eso también es conocido, pero nunca hacemos de eso una profunda experiencia.
Hemos sido felices por algunos momentos, es difícil encontrar un hombre
que nunca haya sido feliz por algunos momentos. Si nunca hubiéramos sido
felices, aunque hubiera sido por unos breves momentos, no estaríamos buscando
la felicidad. Nosotros ya conocemos la felicidad. Por momentos,
hemos tenido alguna chispa y después la oscuridad; nuevamente otro vislumbre
y otra vez la angustia. La mañana viene por algunos momentos; después,
nuevamente la noche. Nosotros ya experimentamos la felicidad, pero no
hemos entrado en ella. ¿Cómo ella nos viene? Vamos a profundizar en eso.
Siempre que nos sentimos
felices, nunca estamos buscando la felicidad. Este es el primer punto
que hemos de entender: la felicidad nos llega cuando estamos buscando
otra cosa. Ya conocemos la historia de Arquímedes: él buscaba la verdad
científica. Trabajó, experimentó, pensó durante muchos días y noches.
Se olvidó de sí mismo. De repente, un día, cuando tomaba un baño, tendido
en su bañera, todo sucedió. Él comprendió. Estaba desnudo, pero se olvidó
de eso. Cuando alguien es feliz, se olvida de sí mismo. Si no conseguimos
olvidarnos de nosotros mismos es porque no somos felices. Felicidad significa
no estar presente. La felicidad sólo llega cuando no estamos consciente
de nosotros mismos.
El problema de Arquímedes
fue solucionado, toda la tensión se relajó. Corrió hacia la calle gritando:
"Eureka, eureka". Las personas pensaron que estaba loco. ¿Qué
había pasado? No había llegado a la Verdad Suprema, sólo a la solución
de un problema común. Ahora es común, porque las verdades científicas
después de descubiertas, son comunes. Siempre que somos felices es porque
estábamos buscando otra cosa, no la felicidad; este es el primer punto
básico que hemos de recordar. Si buscamos directamente la felicidad, nunca
la encontraremos. Ella es una consecuencia: estamos ocupados en buscar
cualquier otra cosa y entonces la descubrimos. El descubrimiento hace
que estemos satisfechos, relajados, y toda la tensión se va; quedamos
tranquilos, en paz, en reposo, y repletos de felicidad. La felicidad es
una consecuencia.
El segundo punto a recordar
es: si estás siguiendo la felicidad, ¿cómo te podrás olvidar de tí mismo?
Quien busca la felicidad nunca consigue olvidarse de sí mismo; el ego
permanece, continúa siendo un punto de referencia. Y la felicidad siempre
sucede cuando nosotros no estamos. Recordemos nuestros momentos felices:
nosotros no estábamos allí. Puede haber sucedido en una hora de
profundo amor, puede haber sucedido en un descubrimiento, o puede haber
pasado al jugar con naipes, puedes quedar tan absorto ....... que, de
repente, ella súbitamente llegó. Cualquier cosa puede provocarla,
pero una busca directa es peligrosa, porque no la encontraremos.
Si vamos a un Maestro
buscando la felicidad, estaremos cerca de él por razones falsas. Entonces,
continuaríamos escondidos en nuestras razones erradas. Podemos estar cerca
físicamente, pero espiritualmente la distancia es enorme. Nuestros ojos
estarán ciegos y no seremos capaces de reconocer que ese hombre es un
Jesús. Será imposible, porque nuestros ojos están repletos de falsas razones.
Es posible también, que
no estemos buscando la felicidad; existen objetivos mucho más bajos. Podemos
estar cerca de un Maestro para conseguir poder, algún estado egoísta.
Entonces, no lo comprenderemos
de ninguna de las maneras. Esas metas son más bajas aún. Y cuanto más
baja es la meta, mayores son las posibilidades de no comprenderlo, porque
la ceguera es mayor. Podemos estar cerca por razones comunes, como por
ejemplo, la salud. Estar enfermo es querer que Jesús nos cure; o el pobre
quiere que Jesús le dé dinero, sus bendiciones se convierten en suerte;
o que no consiga tener un hijo y él le podría dar uno.
Cuanto más bajo es el
objetivo, menos comprenderemos, porque cuanto más egoísta seamos, más
estaremos en los valles profundos y oscuros y Jesús estaría en lo más
alto de la montaña; la distancia será cada vez mayor. Muchos huyeron,
pero aquellos que se aproximaron, no todos llegaron cerca. Y la razón
cierta es la verdad. ¿Por qué nunca buscamos por la verdad?
La verdad parece tan
cruda, tan seca, que pensamos no hay necesidad de buscarla. La felicidad
parece más ventajosa. Si yo os digo: "Buscad la verdad y la felicidad
llegará", vosotros podéis estar de acuerdo en buscarla. Pero seguireis
buscando la felicidad. Ese objetivo es falso.
Sólo cuando buscamos
la verdad, nos aproximamos a Jesús. De lo contrario nunca llegaremos.
Cuando hay cualquier otra razón, podemos estar próximos fisicamente, pero
espiritualmente estaríamos muy lejos, el espacion es inmenso.
..." el Reino
de los Cielos está dentro de vosotros ".
Nos ha sido explicado
que el Reino de Dios está siempre en algún
lugar; en el tiempo, en el espacio, pero siempre en otro lugar,
nunca está aquí y ahora. ¿Por qué eso se dice así? ¿Por qué el Reino de
Dios no está aquí y ahora? ¿Por qué en el futuro o en algún otro lugar?
Es por causa de la mente
humana. Ella desaparece en el presente. Vive en el futuro, en la esperanza,
en la promesa de futuro; se mueve por el deseo. El deseo necesita de tiempo,
no puede existir sin el tiempo. Si, de repente, llegamos a un momento
en que el tiempo desaparece, que no existe, que no hay mañana, ¿qué pasa
con el deseo? Desaparece con el tiempo.
Básicamente, el tiempo
no es un fenómeno físico, es psicológico. El tiempo no está fuera de nosotros;
es el propio funcionamiento de la mente la que crea el tiempo. Jesús vive
fuera del tiempo; nosotros vivimos en el tiempo. Por eso, Jesús es un
Iluminado. Él puede decirte: "¡No tengas deseos! Y, de repente, las
puertas del Cielo estarán abiertas para ti". Pero, para no tener
deseos hay que estar aquí y ahora, porque entonces no hay ningún puente
para el futuro; no hay puente para ningún lugar. El deseo es el puente.
La mente necesita tiempo;
no puede existir sin él. Cuanto más tiempo tenemos, más campo posee la
mente para jugar, para ir engañando. Puedes crear muchos deseos y sueños
y vivir dentro de ellos. Los sacerdotes han dicho siempre sus argumentos
como si el Cielo estuviese en el futuro, porque sólo el futuro puede ser
entendido por la mente y a causa de ese futuro nosotros podemos ser engañados
y también sentirnos a gusto.
Hay una historia muy
antigua, donde un monje predicaba a sus fieles sobre el Reino de Dios
y decía: "Existen calles de oro y campos de esmeraldas".
El monje después de predicar,
preguntó: "¿A quien le gustaría ir hacia allá". Todas las manos
se levantaron, excepto la de un anciano. El monje no podía creer lo que
veía. ¿Por qué el anciano no levantaba la mano? Debería ser el primero,
porque estaba cerca de las puertas de la muerte. Entonces, el monje pintó
un cuadro del infierno con todas las torturas, sufrimientos y fuego. Y
otra vez lo desafió: "Ahora, ¿ a quien le gustaría ir al Cielo? Todas
las manos se levantaron, pero el anciano siguió sin levantarlas. El monje
quedó confuso y le preguntó al hombre: "¿Usted no me ha oído? ¿Está
sordo? ¿No le gustaría ir al Reino de Dios, al Cielo?"
El anciano respondió:
"En principio, si. Pero, de la manera que está hablando, parece que
se quiere llevar a todo el mundo ahora. En principio, si. Pero, ¡ ahora,
no!".
Si nos dicen: "El
Reino de Dios está aquí y ahora", no estaremos preparados. Son muchos
los deseos que hemos de satisfacer antes de partir; muchas cosas han de
ser hechas antes de que podamos pensar en entrar en el Reino de Dios.
Aún soñamos y no estamos preparados para despertar, necesitamos tiempo.
Los sacerdotes nos llaman, pero un Jesús no, porque él habla de manera
intemporal. Vivir con Jesús es vivir en constante inseguridad. No te permite
la conveniencia de los sueños, no te permite el tiempo, el futuro, te
dice que no hay mañana.
De cierta forma, el mañana
nos ayuda. En este momento, no nos aceptamos como somos, sabemos que no
tenemos valor. Sabemos como somos, y no nos aceptamos. ¿Cómo nos puede
aceptar Dios? No lo podemos concebir. Nos hemos condenado. Nos sentimos
culpables. Si en este momento, el Reino de Dios se abriera, no tendríamos
valor para entrar. Necesitamos un tiempo para alcanzar la santidad. Necesitaríamos
un poco más de tiempo para hacer muchas cosas a fin de que nuestro ser
se vuelva aceptable, a fin de que Dios nos pueda amar. Hay muchas miserias
y muchos "deberes" esperando, y ellos necesitan de tiempo para
ser arreglados.
Toda la moralidad del
mundo, la forma difiere, pero la base esencial es la misma, nos está condenando:
estamos equivocados, algo tiene que ser hecho, nos tenemos que enderezar,
ser pulido como una piedra preciosa, ser valerosos. Después, cuando alguien
nos diga: "Las puertas están abiertas, en este justo momento",
nos sentiríamos inseguros. Pero, si nos dicen: "Está en el futuro",
entonces hay tiempo suficiente. Quedamos tranquilos, podemos ir despacio,
nos podemos ir purificando. Podemos crear una imagen, un ideal y seguirlo
para cualquier dia llegar a ser un santo. Y este es el truco de la mente:cuando
podemos aplazar, la mente sigue siendo la misma. Para seguir siendo la
misma, la mente quiere aplazarlo todo. Cambiar, no; los ideales son necesarios;
dar el salto, no; el tiempo es necesario para que podamos aplazarlo todo.
Es por causa de estos
aplazamientos que continuamos siendo como somos. Si nuestra casa está
ardiendo, no vamos a dejarlo para otro día, simplemente daremos un salto
hacia fuera de ella. Ni preguntaremos: "¿Dónde está la puerta? ¿Dónde
está la escalera?" No buscaremos un Maestro o un guía, simplemente
saltaremos fuera.
La filosofía es para
momentos de placidez, para cuando se puede hacer preguntas y buscar respuestas,
y así seguir aplazando. Pero, cuando hay peligro, toda la filosofía es
dejada a un lado. ¿Nos hemos dado cuenta de que cuando hay peligro la
mente deja de pensar? No pensamos en nada, no hay tiempo para pensar.
Cuando la casa arde, saltamos fuera. Y cuando estamos fuera, entonces
podemos sentarnos y pensar sobre lo que ha pasado. Pero, en el momento
de peligro, cuando la muerte aparece, no hay ningún tiempo. Simplemente
tienes que actuar, no hay ninguna manera de pensar; es necesario
actuar, sólo la acción nos puede salvar.
Tiempo es aplazamiento.
Y nosotros aplazamos por millones de razones. Una de ellas es que muchas
cosas aún no han sido satisfechas, tenemos que seguir probando este mundo.
Hemos estado aquí millones de veces, pero el hambre aún sigue, la sed
está ahí. No es porque no haya habido tiempo suficiente. Hemos estado
aquí durante todo el pasado, y eso significa eternidad. No hubo principio,
desde la eternidad hemos estado aquí, actuando con miles de formas diferentes,
satisfaciendo millares de deseos y, aún así, seguimos teniendo hambre
y sed. Encontramos que necesitamos de más tiempo aún. ¡Pero, ya tenemos
más que suficiente! No es necesario más tiempo, pero sí comprensión, consciencia
de que la propia naturaleza del deseo es permanecer insatisfecha.
Cuanto más tiempo es
dado, más continúa el deseo insatisfecho. Es de la propia naturaleza
del deseo continuar insatisfecho. Él surge una y otra vez y cuanto
más se intenta satisfacerlo, más viene. Estamos alimentando el deseo cuando
pensamos que lo estamos satisfaciendo. Al movernos dentro del sexo, pensamos
que estamos satisfaciendolo, pero sólo estamos alimentando el deseo. Mañana
él volverá más voraz, más lleno de lujuria. Y lo alimentaremos nuevamente;
al día siguiente, él golpeará nuevamente en nuestra puerta, con más locura,
con más esperanza, y cada día crecerá más. Cuanto más lo practicamos,
más hambrientos nos sentimos. Lo alimentamos, pero la satisfacción nunca
llega.
Y es así con todos los
deseos. Observemos los deseos más comunes; si comemos, el hambre desaparece,
pero, para volver más tarde. ¿Puede desaparecer el hambre por habernos
alimentado? No, porque esta no es la naturaleza del deseo. Y eso
son los deseos comunes que somos capaces de comprender. Son repetitivos,
y cuanto más los repetimos, más hipnotizados quedamos, porque la repetición
hipnotiza. Lo hicimos ayer, lo estamos haciendo hoy y esperamos hacerlo
mañana; estamos repitiendo el deseo. Y cuanto más lo repetimos, más lo
sentimos.
Durante millares de vidas,
hemos deseado de varias maneras y nacidos de la manera particular
que hemos deseado. Hemos sido satisfechos: un hombre que quiere tener
sexo como un perro, nacerá como un perro; un hombre que es mezquino como
un puerco, nacerá como un puerco, y así satisfará sus deseos. Hemos nacido
de todas las maneras posibles, porque existimos desde la eternidad, como
árboles, pájaros, como animales ....... Dicen que ya nacimos de millones
de úteros, nuestros deseos tomaron múltiples formas y hemos experimentado
todas las dimensiones posibles.
Hasta ahora nada ha pasado
y nunca pasará, porque la naturaleza del deseo es permanecer insatisfecha.
Si entendiéramos eso, entonces el futuro sería innecesario y podríamos
permanecer aquí y ahora. Y cuando el futuro desaparece, el deseo le acompaña.
Vamos a entenderlo de
otro modo: hemos intentado de todas las maneras transformarnos, no recordamos
vidas pasadas pero sabemos de esta vida. ¿Nos hemos transformado un poco
o permanecemos siempre los mismos? Un poco maquillado aquí, un tanto civilizado
allá, algo educado superficialmente, pero ¿ha habido realmente algún cambio?
Y si no ha pasado nada significativo hasta ahora, ¿existe razón para pensar
qué pasará en el futuro? Si continuamos viviendo de la misma manera que
hemos vivido hasta ahora, siempre aplazando, entonces nunca pasará nada.
Porque el aplazamiento es un truco de la mente para no permitir
que una transformación suceda.
Este es un gran truco
y hay que entenderlo. ¿Por qué dejamos las cosas para mañana? ¿Por qué
no hacerlas ahora, inmediatamente? Porque jugamos al juego de la lógica.
Decimos: "Ahora es difícil, pero mañana será sencillo". Pero
cada mañana se vuelve un hoy y cuando llega, nuevamente es hoy y decimos:
"Ahora es difícil, pero mañana será más sencillo, seguro que lo haré".
Y esta es la manera de la mente sentirse a gusto, pero el mañana nunca
llega.
El aplazamiento no es
el camino de la transformación. Hasta ahora hemos aplazado, siempre hemos
aplazado. Entendamos esto: la transformación sucede en este momento,
porque no hay necesidad de hacer ningún esfuerzo, es un estar atento.
No es una cuestión de modificar nada, no es una cuestión de hacer alguna
cosa con uno mismo. Así como somos, somos perfectos; así como somos, somos
divinos; no está faltando nada, sólo un estar alerta es necesario. Basta
salir de nuestros sueños, basta abrir los ojos y ver el hecho: el acto
transforma: de repente, ya no estamos en el pasado.
Al abandonar el futuro,
el pasado inmediatamente desaparece. Esta es una de las leyes fundamentales
de la vida; si conseguimos abandonar el futuro, el pasado desaparece,
porque no puede continuar. Es como construir un puente en las márgenes
de un río. El puente necesita dos márgenes para existir. Si una de las
márgenes desaparece, la otra no puede soportar el puente ella sola. El
puente cae y todo desaparece. El pasado y el futuro son las dos márgenes
y, entre las dos, nosotros construímos un puente de deseos. Estamos siempre
yendo a alguna parte, siempre. Si no conseguimos llegar, la mente
dice: "Más aprisa".
Es por eso que la tendencia
de la vida moderna es hacia la velocidad. La mente dice: "No estás
consiguiendo llegar a ninguna parte porque tu velocidad no es suficientemente
grande. El objetivo está allí, vemos que el mañana puede ser alcanzado,
o pasado mañana como máximo: el objetivo está ahí, es posible verlo en
el horizonte. Crea nuevos mecanismos para aumentar la velocidad y conseguir
llegar".
El hombre llegó a la
Luna a causa de esta lógica, y no alcanzó objetivo alguno. Las velocidades
van siendo cada vez mayores.. Más pronto o más tarde, nosotros nos moveremos
a la velocidad de la luz; actualmente nos movemos a la velocidad del sonido.
Cuanto mayor la velocidad, más nos perdemos, porque queda cada vez más
difícil volver a casa. Ahora no conseguimos ir muy lejos; pero cuanto
mayor es la velocidad, más difícil es el regreso.
Es por eso que el auto-conocimiento
se ha hecho casi imposible en esta era de la velocidad. Los antiguos Maestros,
como Jesús, vivieron en una época de poca velocidad, ellos caminaban.
La carreta de bueyes y los caballos era lo más veloz que existía; ellos
caminaban en la tierra. Nosotros volamos por el cielo, penetramos en el
espacio, y cuanto más rápido nos movemos, más difícil se hace volver a
casa.
El deseo no tiene fondo.
Estamos muriendo porque tenemos que correr todo el tiempo y cada vez más
rápido. Si intentamos llenar una vasija sin fondo con agua, ¿cuando consigueremos
llenarla? Es imposible. ¿Por qué no conseguimos llenar ese bote sin fondo
que son los deseos? Porque nunca miramos para ver si tiene fondo o no;
simplemente saltamos hacia dentro. Y corremos con tanta velocidad que
no hay manera de parar y dar una mirada para saber que es lo que está
pasando.
Todos los religiosos
han explotado eso. Pero Jesús no es un sacerdote. Un verdadero hombre
religioso nunca es un sacerdote, no puede serlo. Un verdaero religioso
quisiera que fuéramos más fuertes. Un sacerdote es un especialista que
sabe cual es tu debilidad. La debilidad es mirar hacia el futuro, es aplazar
todo: en algún lugar, entraremos en el Reino de Dios, pero no en este
momento. Existen cosas más importantes que ser hechas antes, muchos otros
deseos tienen que ser satisfechos. Dios es siempre el último de la lista,
y la lista es interminable. Él no va a tener ninguna oportunidad.
Dice Jesús: "El
Reino de los Cielos está dentro de vosotros". No está en los Cielos, muy lejos, aunque lo
afirmen los sacerdotes. Esta casta se ha hecho necesaria como agentes
intermediarios. Son necesarios porque Dios está muy lejos, tan distante,
que nuestras voces no pueden llegarle directamente. El dá Su mensaje a
los intermediarios para que después estos nos lo interpreten. Y a través
de esa interpretación ellos se vuelven poderosos; conocen las claves y
nosotros somos ignorantes; ellos nos conducen desde el nacimiento hasta
la hora de la muerte y nosotros tenemos que ser seguidores.
Ser sacerdote es una
de las profesiones más astutas de la tierra. ¿Por qué? Porque es estar
explotando un corazón inocente. Un hombre que está buscando a Dios, que
desea encontrar la pureza, que procura la Verdad, a ese hombre lo están
explotando. Si nosotros explotamos a un hombre que busca el dinero, no
existe mucha diferencia entre ambos, porque él también lo desea. Pero
si explotamos a un hombre que busca la Verdad, esto es lo más corrupto
y mas demoníaco que existe. Los sacerdotes podrán pensar, hablar y probar
que son representantes de Dios. Pero, si son representantes de alguna
cosa, lo son del demonio
"El Reino de
Dios está dentro de vosotros......." y no está en ningún otro lugar que no sea donde estamos en este momento
....... y está fuera de nosotros. Está dentro y fuera de nosotros. Está
dentro como un centro y está fuera como una circunferencia.
¿Qué ha dicho Jesús?
Dentro y fuera, está en el mundo entero; dentro y fuera, está en todo
el universo. Jesús nos está diciendo: "Dios es este Universo,
toda esta existencia. Así como sois vosotros, sois divinos". El no
es como un pintor que crea y después queda separado de su pintura. Él
es como un bailarín que danzando se hace uno con la danza. Se puede separar
a un poeta de su poesía, a un pintor de su pintura, pero nunca a un bailarín
de su baile.
Si entiendes la danza,
puedes entender al bailador; si captas la danza, puedes captar al danzante.
Si amas a este mundo, amas a Dios. Si penetras en una flor, encuentras
a Dios. Él está oculto en ella y no se oculta porque quiera esconderse
a Si mismo; Él está oculto porque nosotros no estamos abiertos. Al contrario,
Él es un secreto visible. Está en todo lugar, dentro y fuera. El Reino
de Dios está dentro y fuera de nosotros.
El Reino de Dios está
dentro de nosotros. Por tanto, los templos son inútiles, porque cada uno
de nosotros es un Templo. Nosotros somos la Iglesia. No hay necesidad
de ir a Roma, la Meca, Medina, o cualquier lugar sagrado. Nosotros
somos Templos, el Templo vivo de Dios. Él está dentro de cada uno
de nosotros.
Todas las religiones
pierden significado cuando sabemos esto: Dios existe en nosotros como
nosotros en Él. Él ha existido siempre en nosotros, así como nosotros
en Él.
Alguien te podrá preguntar:
"¿Te gustaría ser un dios?" Es absurdo. Un dios buscando a Dios.
Es imposible encontrar a Dios, porque Él no está en ningún lugar, está
dentro de nosotros. Pero ahí nadie mira, porque los sacerdotes nos han
dicho siempre: "Allá en el cielo. Dios está allí. Necesitas el auxilio
de la religión para encontrarlo".
Jesús arranca la propia
base de todos los Templos materiales, de los mediadores. Él dice: "Dios
está dentro de tí". Pero dice también una cosa muy hermosa: "Y
está fuera de tí también".
Hay tres tipos de religiones.
Una que dice: "Dios está fuera". Hindúes y mahometanos insisten
en que Dios está fuera. Hay otro tipo que dice: "Dios está dentro".
Los budistas dicen que nosotros somos Dios y nunca dicen que Dios está
fuera. Jesús dice que Dios está dentro y fuera. Esta es la gran síntesis.
Jesús no escoje un extremo.
Uno de los extremos es:
"Dios está fuera". Es por eso que los mahometanos están rádicalmente
contra alguien que dice: "Yo soy Dios". Ellos son capaces de
matarlo, porque es una afirmación blasfema. Un mahometano es incapaz de
tolerar eso. Se puede llegar bien cerca de Él como máximo, pero nunca
transformarse en Él. ¿Cómo una criatura puede transformarse en su Creador?
Esto es blasfemo y antireligioso.
En el otro extremo están
los brahmanes que dicen que Dios está dentro; su alma es el Dios supremo
y no hay otro Dios. Se movieron hacia
el otro polo y por eso no adoran a ningún Dios; adorar perdió significado
para ellos; no pueden orar. ¿Rezar a quien? Y la oración, algo tan bello,
perdió sentido.
Observemos a un mahometano
en oración. Es hermoso. Puede orar porque Dios existe. Si quieres saber
que es oración, veamos a un mahometano orando; parece inocente, completamente
rendido, pero él es peligroso. Si afirmamos que él es Dios, ese mismo
hombre que está orando nos puede matar. El brahman sólo puede meditar.
La meditación es permitida porque Dios está dentro; basta cerrar los ojos
y meditar.
Jesús alcanza la síntesis.
Él afirma una de la mayores verdades: Dios está dentro y fuera. La oración
es posible y la meditación también; podemos cantar a lo que está fuera
y podemos silenciar en éxtasis lo que está dentro: Dios está en todas
partes. No hay necesidad de abandonar la oración ni la meditación. Jesús
permanece equilibrado. Él dice: "Dios, el Reino de los Cielos, está
dentro y fuera de vosotros".
Continuará en la próxima
Circular del mes de Julio
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