ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

                                                                          

Dirigida a las Escuelas de:

                        Barcelona

                        Mallorca                                             CIRCULAR nº 7. Año III                                                      Menorca

                        Las Palmas                                          Llubí,  1º de Julio de 1.997

Conclusión de la Circular nº 6 de Junio de 1.997.

Así, el amor es la primera puerta. A través de ella, podemos salir del tiempo. Por eso es que todo el mundo quiere ser amado; todos queremos amar. Y nadie sabe el por qué se da tanta importancia al amor, por qué existe tanta ansia por el amor. Y, a menos que sepamos eso correctamente, no podremos amar ni ser amados, porque el amor es uno de los fenómenos más profundos de la Tierra.

Continuamos pensando que cada uno, en el estado en que está, es capaz de amar. No es ese el caso; no es así. Es por eso que vivimos frustrados. El amor es una dimensión diferente. Y, si intentamos amar a alguien en el tiempo, seremos derrotados en nuestros esfuerzos. En el tiempo, el amor no es posible.

Recuerdo una historia. Había una mujer apasionada por la figura de Jesús. Ella era una dueña de casa y tenía un marido. El esposo quedó con celos de su mujer. Jesús no vivía en este mundo como hombre. No era un cuerpo físico. Había un espacio de 2.000 años entre la existencia física de Jesús y la de su mujer. Un espacio de tiempo demasiado grande.

Un día el marido preguntó a su esposa: "Tú sigues hablando sobre tu amor por Jesús. Pero, ¿dónde está él? ¿Con quién hablas continuamente?" Ella le parecía que estaba loca. El siguió preguntado: !¿Tú, estás loca? Yo estoy aquí y tú te has olvidado completamente de mi".

Ella le contestó: "Jesús está aquí; tú no lo estás: Porque Jesús es eterno y tú no lo eres. El siempre estará aquí. Tú no lo estás ni lo estarás nunca. Así, ¿cómo puedo creer que entra esas dos no-existencias tú estás aquí? ¿Cómo es posible una existencia entre dos no-existencias?".

El marido está en el tiempo, pero Jesús está en la eternidad. Así. vosotros podéis estar de parte del marido, pero la distancia no puede ser destruída. El marido estará distante. Podemos estar muy distantes en el tiempo, pero Jesús está cerca. La dimensión es diferente. 

Miramos hacia delante y existe una pared; movemos los ojos y existe un cielo. Cuando miramos en el tiempo, siempre existe una pared. Cuando miramos más allá del tiempo, existe el cielo abierto, infinito. El amor abre el infinito, la eternidad infinita de la Vida. Así, en verdad, si ya hemos amado, el amor puede ser usado como una técnica de meditación. Esta es la técnica: "Mientras seas acariciado, entra en la caricia como si estuvieses entrando en la vida eterna".

No seamos un amante ausente, fuera. Seamos amorosos y entonces nos moveremos en dirección a la eternidad. ¿Cuándo estamos amando a alguien, estamos presentes como amantes? Si estamos presentes, entonces estamos en el tiempo y el amor es falso, pseudo-amor. Si aún estamos presentes y podemos decir "yo soy", entonces podemos estar fisicamente cerca, pero, espiritualmente, estamos completamente fuera.

Cuando amamos NOSOTROS no debemos estar, sólo el amor, sólo el amar. Seamos el amor. Cuando acariciamos a la amada o al amante,seamos la caricia. Cuando besamos, no seamos aquel que besa o aquél que es besado. Seamos el beso. Olvidemos el ego completamente, vamos a disolvernos en el acto. Vivamóslo tan profundamente que el agente no exista más. Y, si no nos movemos en el amor, será difícil moverse en el comer o en el andar, porque el amor es el abordaje más fácil para que el ego se disuelva. Es por eso que los egoístas no pueden amar. Ellos pueden hablar sobre el particular; pueden cantar sobre eso; pueden escribir sobre el asunto; pero no pueden amar. El ego no puede amar.

Seamos el amor y entremos en la vida eterna. El amor súbitamente cambia su dimensión. Somos arrojados fuera del tiempo y se abre la eternidad. El amor pueden ser una meditación profunda. Y los amantes, algunas veces, han conocido aquello que los santos no conocieron. Y los amantes han tocado aquél centro que muchos místicos no tocaron. Pero será sólo un vislumbre, a menos que transformemos el amor en meditación. "Dios es amor" quiere decir esto: transformación del amor en meditación. Y ahora podemos entender por qué se habla tanto de amor y de sexo. ¿Por qué? Porque el amor es la puerta natural más fácil por donde podemos trascender este mundo, está dimensión horizontal.

Jung recuerda en su autobiografía, en sus memorias, un incidente gracioso. El fue a la India a visitar Karnak, y en el templo existen muchos símbolos fálicos. El sacerdote que lo estaba guiando le explicaba todo, menos los símbolos de los Linga. Pero eran tantos, que era difícil no nombrarlos. Jung estaba consciente de eso, pero sólo para azorar al monje le preguntó: "¿Qué son esas cosas? Y el sacerdote le habló al oído: "No me pregunte aquí. Yo le cuento después. Es una cosa privada".

Jung debió haber reído por dentro. Esos son los sacerdotes de hoy. Entonces, fuera del templo, el monje le dijo: "No estuvo bien que me preguntara delante de los otros. Ahora le digo. Es un secreto". Y después, en el oído de Jung, le dijo: "Son nuestras partes íntimas".

Cuando Jung volvió del viaje, se encontró con un gran profesor, erudito en pensamientos, mitos y filosofías orientales, Henrich Zimmer. Le contó la historia al profesor ya que era una de las mentes más privilegiadas que intentaron penetrar en el pensamiento oriental. Cuando lo oyó, rió y le contestó: "Eso es bueno para variar. Yo siempre he oído hablar sobre los grandes hombres de la India: Buda, Krishna, Mahavir. Lo que usted me cuenta no dice nada sobre cualquiera de ellos, sino sobre la forma de ser de los hindúes".

El amor es la gran puerta. Y el sexo no es algo que ha de ser condenado. Para los grandes hombres, el sexo es la semilla y el amor es el florecimiento de ella y, si condenamos a la semilla estaremos condenando la flor. El sexo puede transformarse en amor. Si nunca se transforma en amor, entonces es inútil. Condénese a lo negativo, no al sexo. El amor tiene que florecer. El sexo tiene que transformarse en amor. Si no lo estuviera haciendo, la culpa no es del sexo. La culpa es nuestra.

El sexo no debe permanecer siempre: esa es la enseñanza de los Maestros. Debe ser transformado en amor. Y el amor no deber permanecer siempre como amor. Debe ser transformado en luz, en meditación y, al final, en éxtasis místico. ¿Cómo transformar el amor? Seamos el acto y olvidemos al actor. Cuando estamos amando, seamos el amor, simplemente el amor. Entonces no es nuestro amor o el amor de cualquier pesona. Es sólamente AMOR. Cuando no estamos presentes, cuando estamos en las manos de la Fuente o de la corriente Suprema, cuando estamos amando, no somos nosotros quienes amamos. Cuando el amor nos arrebata, desaparecemos; somos una energía fluyendo.

D.H. Lawrence, una mente creativa de esta era, fue condenado en Occidente. Sus libros fueron prohibidos. Hubo muchos casos en los tribunales sólo porque él dijo: "La energía sexual es la única energía. Y si la condenamos y la suprimimos estamos contra el Universo y entonces, jamás seremos capaces de conocer el más alto florecer de esta energía. Cuando es reprimido, se vuelve feo, y este es el círculo vicioso".

Los predicadores, los moralistas, las personas llamadas religosas, continúan condenando al sexo. Dicen que es una cosa fea. Es, si reprimido, cuando se vuelve feo. Ellos dicen: "Lo que decimos es la verdad. Vosotros sois la prueba. Lo que quiera que estemos haciendo es feo y sabéis de eso".

Pero el sexo no es feo. Son esos predicadores quienes lo hicieron feo. Y, una vez lo hicieron feo, probaron estar en la verdad. Y cuando lo probaron, nosotros lo seguimos haciendo cada vez más feo.

El sexo es una energía inocente, es la vida fluyendo en nosotros. La Existencia viva en nosotros. No la mutilemos. Vamos a permitir que ella suba a las alturas. Esto es: que el sexo se torne amor. ¿Cuál es la diferencia? Cuando la mente es sexual, estamos explotando al otro. El otro no es más que un instrumento para ser usado y arrojado fuera. Cuando el sexo se torna amor, el otro no es un instrumento, el otro no es explotado, el otro ahora no es el otro. Cuando amamos, no quedamos centrados. En lugar de eso, el otro se vuelve único.

No es que lo estemos explotando, ¡no! Por el contrario, ambos estamos unidos en una profunda experiencia. Son compañeros en una gran aventura, no el explorador y el explorado. Nos estamos ayudando mutuamente a movernos dentro de un mundo diferente de amor. Sexo es explotación. Amor es moverse juntos en un mundo completamente diferente.

Si ese movimiento no fuera momentáneo y si ese moverse se hace meditativo; esto es, si pudiéramos olvidarnos de nosotros mismos completamente, y el amante o la amada desaparecen, y entonces hubiera sólo amor fluyendo, entonces nos diría el Maestro: "La vida eterna es vuestra".

La segunda técnica: "Cierra la puerta a los sentidos cuando sientas el andar de una hormiga. Entonces .......

Eso parece muy sencillo, pero no es tan simple. Este es un ejemplo; cualquier cosa sirve. Cerremos la puerta a los sentidos cuando sintamos el andar de una hormiga, y entonces - ENTONCES - la cosa ocurre. ¿Qué estoy diciendo?

Tenemos una espina en el pie; duele mucho y sufrimos. O una hormiga está andando en nuestra pierna. Sentimos el andar de ella y, de repente, queremos arrojarla fuera. Tomemos cualquier experiencia: tenemos un golpe y nos duele mucho. Tenemos dolor de cabeza, o cualquier dolor en el cuerpo: cualquier cosa servirá como objeto. Es sólo un ejemplo: el andar de una hormiga.

¿Qué es lo que debe ser hecho? Cerremos los ojos y pensemos que somos ciegos y no podemos ver. Cerremos los oídos y pensemos que no podemos oir. Hagamos lo mismo con los demás sentidos. ¿Cómo hacerlo? Es fácil. Dejemos de respirar por un momento y todos los sentidos estarán cerrados. ¿Dónde está la hormiga? De repente, somos llevados lejos.

Un amigo, un viejo amigo, de mucha edad, cayó de una escalera. Y los medicos dijeron que no podría levantarse de la cama durante tres meses. El era un hombre muy inquieto y esto era difícil para él. Fuí a verlo y me dijo: "Reza por mi y pide que muera, porque estos tres meses son más que la muerte. No puedo quedar como si fuera una piedra".

Yo le dije: "Esta es una buena oportunidad. Cierra los ojos y piensa que eres una piedra. Tú no puedes moverte. ¿Cómo puede moverse una piedra?"

Me preguntó que pasaría y le dije: "Ya te lo he dicho. Inténtalo sólo. Dite a ti mismo: "Estoy sentado aquí y nada puedo hacer. ¡Nada! Tendrás que quedar así durante tres meses, así que inténtalo". El nunca había hecho nada semejante, pero la situación era tan imposible que contestó: "Bien. Lo voy a intentar porque algo puede ser que pase. Yo no creo que algo pueda pasar por pensar que soy una piedra, que soy una estatua, pero lo voy a intentar". Y así lo hizo.

Yo pensaba como él, que nada iría a pasar, porque el hombre era demasiado. Pero, algunas veces, cuando estamos en una situación imposible, sin esperanzas, las cosas comienzan a ocurrir. El cerró los ojos. Esperé porque pensé que dentro de dos o tres minutos él abriría los ojos diciendo: "No ha pasado nada". Pero durante treinta minutos siguió con los ojos cerrados. Podía ver y sentir que estaba como una estatua. Toda la tensión de su cabeza había desaparecido. Su cara se transformó.

Yo necesitaba marcharme, pero él no abría los ojos. Estaba tan quieto como si estuviera muerto. Su respiración era muy quieta y como yo tenía que salir, le dije: "Necesito marchar, abre los ojos y dime que ha pasado". Era un hombre diferente cuando abrió los ojos. Dijo: "esto es un milagro. Cuando comencé a pensar que era sólo una piedra, una estatua, me dió la sensación de que, aunque quisiera mover las manos, sería imposible hacerlo. Quise muchas veces abrir los ojos, pero estaban como piedras y me era imposible abrirlos".

Me dijo: "Me preocupé con lo que estarías pensando al estar tardando tanto tiempo, no sabía que hacer. No me podía mover en estos treinta minutos. Y, cuando todos los movimientos cesaron, de repente el mundo desapareció y quedé solo, bien dentro de mi. Entonces el dolor desapareció".

Había un dolor muy fuerte; él no podía dormir por la noche sin tomar un tranquilizante. Pero el dolor desapareció. Le pregunté sobre sus molestias y me dijo: "Primero comencé a sentir que el dolor estaba en un lugar lejano. El dolor estaba presente pero lo sentía muy lejos, como si le estuviera pasando a otra persona. Después, al poco tiempo, muy despacio, como alguien que se apartara cada vez más y no pudiera verlo, el dolor desapareció. En diez minutos apróximadamente, el dolor dejó de existir. ¿Cómo puede un cuerpo de piedra tener dolor?".

Este ejercicio dice: "Cierra la puerta de los sentidos". Quedemos como una piedra, cerrados para el mundo. Cuando estamos en este estado, estamos cerrados para nuestro propio cuerpo también, porque el cuerpo no es parte de nosotros; es parte del mundo. Cuando estamos completamente cerrados para el mundo, estamos cerrados también para nuestro propio cuerpo. Entonces, algo sucederá.

Así que, hagamos la experiencia con el cuerpo. Cualquier cosa servirá. No necesitamos una hormiga subiendo por nuestro pie. De otro modo pensaríamos: "cuando la hormiga sube, meditaré". Y esas hormigas tan útiles son muy difíciles de encontrar, por eso cualquier cosa sirve. Estamos acostados en la cama; sintamos las sábanas frías: quedemos como muertos. Repentinamente las sábanas comenzarán a desaparecer. Estamos cerrados, muertos, una piedra, sin ninguna ventana abierta hacia fuera. Sin podernos mover.

Y, entonces, cuando no nos podamos mover, seremos arrojados hacia dentro de nosotros mismos, centrados. Por primera vez podemos mirar dentro de nuestro centro. Y, una vez que puedes mirar dentro de tu centro, nunca más serás el mismo hombre.

La tercera técnica: "Cuando estés en una cama o en una silla, queda sin peso, más allá de la mente".

Estamos sentados: pensemos y sintamos que hemos quedado libres de la acción de la gravedad. No hay ningún peso. Sintamos que existe el peso en otro lugar, pero continuemos sintiendo la ingravidez. Ella vendrá. Llegará un momento en el cual sentiremos que estamos libres de la acción de la gravedad y que no existe peso. Cuando no hay peso, ya no seremos un cuerpo, porque el peso es del cuerpo y no nuestro. Nosotros no tenemos peso.

Es por eso que se han hecho tantas experiencias. Cuando alguien estaba muriendo, en muchos lugares del mundo los científicos intentaron muchas veces pesar a la persona. Querían saber si existe una pequeña diferencia, si cuando el hombre está vivo su peso es mayor que cuando muere, y entonces decir que algo salió del cuerpo, que el alma o el Yo, o algo que estaba allí ha marchado, porque para la ciencia nada puede dejar de tener peso.

El peso es básico en toda la materia. Hasta los rayos del sol lo tienen. Son muy leves y difíciles de pesar, pero los científicos lo han pesado. Si pudiéramos reunir todos los rayos del sol en un foco en un suelo de ocho kilómetros cuadrados, su peso sería semejante al hilo de un cabello. Si algo no tiene peso, entonces es inmaterial. No puede ser materia.

Así, si un hombre muere, si algo lo abandona, el peso debe ser diferente. Pero nunca difiere, el peso es el mismo. Algunas veces hasta aumenta: ese es el problema. El hombre vivo pesa menos y el muerto pesa más. Eso creó nuevos problemas, porque en verdad, estaban intentando si se había perdido peso. De ese modo se podría decir que alguna cosa sale. Pero, al contrario, parece que algo entra. ¿Qué ocurre? El peso es material, pero nosotros no somos un peso. Somos inmateriales.

Si intentamos esta técnica de ausencia de peso, sólo necesitamos imaginarnos que estamos sin él; no sólo imaginar, sino sentir que el cuerpo se ha quedado sin peso. Si seguimos sintiendo, llegará un momento en que nos sentiremos sin peso. Como no lo tenemos, podemos comprender eso en cualquier momento. Sólo necesitamos crear una situación en la cual podamos sentir otra vez que no tenemos peso.

Tenemos que romper esa auto-hipnosis. Esta es la hipnosis: la creencia de que "yo soy un cuerpo y es por eso que siento mi peso". Si podemos deshipnotizarnos, percibiendo que no somos un cuerpo, no sentiremos el peso. Y cuando dejamos de sentirlo, estamos más allá de la mente. Entonces algo puede ocurrir. La mente también tiene peso; la mente de cada uno tiene un peso diferente.

Una vez hubo alguna teoría de que, cuanto más pesado el cerebro, más inteligente. Generalmente es verdad, pero no siempre, porque algunas veces, cerebros muy pequeños fueron de grandes hombres y otras veces, los de algunos estúpidos pesaron mucho. La mente es un peso, pero la consciencia no lo es. Para sentir esta consciencia, hemos de sentirnos sin peso.

Algunas observaciones: ¿por qué los cuerpos de los muertos se vuelven más pesados algunas veces? Porque en el momento en que la consciencia abandona el cuerpo, él se torna desprotegido. Muchas cosas pueden penetrarlo inmediatamente. Ellas no entraban por nuestra causa. Muchas vibraciones pueden entrar en un cuerpo muerto: no pueden entrar en nosotros. Nosotros estábamos allí, el cuerpo estaba vivo y resistente a muchas cosas. Es por eso que cuando quedamos enfermos, se inicia una larga secuencia, una enfermedad, después otra y otra; porque cuando estamos enfermos, nos volvemos desprotegidos, vulnerables, no resistentes. Entonces todo puede entrar. Nuestra presencia protege al cuerpo. Así, algunas veces, el cuerpo muerto puede pesar más: en el momento que lo dejamos, todo puede entrar en él.

En segundo lugar, cuando somos felices, siempre nos sentimos leves; cuando estamos tristes, siempre nos sentimos más pesados, como si algo nos empujase hacia abajo. La gravidez se hace mayor. Cuando estamos tristes pesamos más. Cuando somos felices, parecemos más leves. Lo sentimos. ¿Por qué? Porque cuando estamos felices, cuando sentimos un momento de beatitud, olvidamos el cuerpo completamente. Cuando sufrimos no nos podemos olvidar de él. Sentimos su peso. El nos empuja hacia abajo, para la tierra, como si tuviera raíces. Entonces parece que no podemos movernos.

En meditación profunda, cuando olvidamos el cuerpo completamente, podemos levitar. Hasta el cuerpo puede subir con nosotros. Sucede algunas veces. Hace más de veinte años, en Bolivia, había una mujer capaz de levitar. Cuando meditaba ascendía a una altura de 1,20 metros apróximadamente. Se hicieron fotografías y películas. No había explicación para lo que acontecía, pero la mujer no podía levitar cuando no estaba en meditación. Y si la meditación era interrumpida, ella caía inmediatamente.

¿Que es lo que sucede? En profunda meditación, olvidamos completamente al cuerpo, y la identificación es cortada. El cuerpo es algo muy pequeño; nosotros somos muy grandes. Tenemos un poder infinito. El cuerpo no es nada comparado con nosotros.

Es como si un Emperador se hubiese identificado con su esclavo, de modo que cuando el esclavo mendiga, el Emperador le imita. Cuando el esclavo llora, el Emperador también llora. Cuando el esclavo dice: "Yo no soy nadie", el Emperador repite la misma afirmación. Cuando el Emperador reconoce su verdadero ser, cuando reconoce que es Emperador y ese hombre sólo un esclavo, todo cambia instantáneamente.

Nosotros somos un poder infinito, identificados con un cuerpo finito. Cuando realizamos nuestro Ser, entonces la falta de peso se hace mayor y el peso del cuerpo menor. En ese momento podemos levitar.

Existen muchas historias no probadas cientificamente, pero serán probadas porque, si una mujer puede subir 1,20 metros, entonces no hay barreras. Algún otro podrá subir 300 metros. Teóricamente no existe ningún problema: 1,20 metros o 120 metros no van a hacer diferencias.

Existen historias de Maestros que desaparecieron completamente con sus cuerpos, como Moisés, Elías. Ellos jamás fueron encontrados muertos en esta Tierra. Mahoma desapareció completamente, no sólamente su cuerpo sino su caballo. Estas historias parecen imposibles, mitológicas, pero no lo son necesariamente.

Una vez que conocemos la fuerza de la gravedad, somos maestros de ella. Podemos usarla; depende de nosotros. Podemos desaparecer completamente con el cuerpo.

Pero, para nosotros, la falta de peso es un problema. Vamos a sentarnos en el suelo. Y sería bueno que el piso no sea de cemento ni de ninguna cosa artificial. Sentados en el suelo muy cerca de la naturaleza. Mejor si estamos desnudos. En la postura de un Buda, porque es la mejor para sentirse sin peso. ¿Por qué? Porque sentimos más peso si el cuerpo está inclinado para un lado. El cuerpo tiene un área mayor para quedar afectado por la gravedad.

Cuando estamos de pie, un área menor es afectada, pero no podemos quedar de pie durante mucho tiempo. Sólamente los pies tocando el suelo. Si estamos de pie, rectos, la cantidad de gravedad actuando en nosotros es mínima y la gravedad es peso.

Sentados en la postura de Buda, con las piernas cruzadas, así como las manos, también ayudan, porque entonces nuestra electricidad interna se vuelve circular. Dejemos la columna vertebral recta.

Ahora podemos entender el por qué se dá tanto énfasis a la columna vertebral recta, porque con una espina erecta, menos área se cubre y mejor circula la energía. La gravedad le afecta menos. Con los ojos cerrados, nos vamos equilibrando, centralizando. Nos balanceamos ahora para la derecha y sintamos la gravedad; nos volvemos a balancear hacia la izquierda y sintámosla también; nos balanceamos hacia adelante y sintamos la gravedad; volvemos a balancearnos hacia atrás y seguimos notándola. Entonces encontremos el centro, donde la menor parcela de gravedad sea experimentada, el menor peso, y permanezcamos ahí. Ahora olvidemos el cuerpo y sintamos que no tenemos peso. Continuemos sintiendo esa falta de peso. Súbitamente, en un instante, nos tornaremos en algo sin peso; de repente, estaremos en un mundo diferente, incorporal.

La falta de peso es la ingravidez. Podemos trascender la mente también. Ella forma parte del cuerpo, parte de la materia. La materia tiene peso; nosotros no tenemos peso alguno. Esta es la base de esta técnica.

Intentemos cualquiera de ellas, y quedemos practicando por algunos días, para que podamos sentir si está funcionando o no.

Y es bastante por ahora.

Dentro de nosotros existe un genio. ¡Despiértalo!

Desarrolla tu inteligencia, mejora tu auto-imagen, aplica tus talentos para fines nobles y elevados ...

No te impresiones con noticias alarmantes y tristes. Sigue adelante sin temor a los obstáculos ...

No te desanimes, no te lamentes, no permitas que el pesimismo y la desconfianza adormezcan tu corazón ...

Vive con entusiasmo, persistencia, confianza, buscando siempre lo mejor en las condiciones de tu vida ...

Evitar hablar de crisis, enfermedades, dificultades. Habla de salud, éxito, paz, prosperidad ...

Mejorando tus pensamientos y tus actitudes, mejoras tus negocios y tu destino ...

Cultiva pensamientos positivos y prometedores; ellos contribuirán a tu éxito personal ...

Piensa en lo mejor, habla de lo mejor, trabaja siempre para lo mejor, espera sólamente lo mejor ...

El pensamiento es vida ... La vida es expansión ... Crece hacia arriba ... Despierta a la luz ... Muévete ...

Aumenta tu optimismo cada día y sabrás de la alegría de vivir.

El ejemplo de Jesús

(Mateo, Capit. IX - 35)

"Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en los templos que encontraba, predicando el Evangelio del Reino y curando todas las enfermedades que consumían al pueblo".

En ninguna ocasión lo encontramos fuera de la acción.

Cuando se dirigía al monte o al desierto, a fin de orar, no era evadirse lo que pretendía, sino la renovación de las energías, para poder consagrarse más intensamente a sus actividades.

                                                *  *  *   *   *   *   *   *

El atributo absoluto de la Vida Una que en sí misma es Movimiento eterno, incesante, en el lenguaje esotérico es denominado el "Gran Aliento", que es perpetuo movimiento del universo, en el sentido de Espacio ilimitado, siempre omnipresente. Aquello que queda sin movimiento, no puede ser Divino. Pero, en el Alma Universal nada existe que sea en absoluto sin movimiento.

El movimiento es imprescindible. Para donde quiera que miremos, en cualquier nivel de la existencia, nada podemos encontrar que esté paralizado o en reposo. En el mundo natural, el crecimiento imperceptible de los árboles y la gradual decadencia de las rocas constituyen, con indéntica seguridad, el movimiento. Nuestros procesos internos también fluyen en un ritmo incesante. También nuestros pensamientos y sentimientos se están moviendo y modificándose constantemente, como podemos percibir claramente cuando procuramos aquietar la mente en la meditación.

        

 

 

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