ALCORAC

SALVADOR NAVARRO

 

                                                                                                      

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                                                                     Circular nº  2. Año IV

                                                                     Llubí, 1º de Febrero  de 1.998

 

 

Durante mi estancia en las Islas Canarias, concretamente en la Playa de Las Canteras, en las Isla de Gran Canaria, en las mañanas llenas de color de oro, cuando el sol tocaba las montañas que tomaban un color violeta-dorado, junto al mar azul, las contemplaciones acudían en tropel, mientras me esforzaba en poner orden en cada una de ellas. Algunas meditaciones tomaron cuerpo y estas forman parte de ese conjunto maravilloso que enriquecieron estos días del mes de Diciembre. Fueron unos pensamientos sobre las dos polaridades: mar y montaña-cielo, masculino-femenino, ying-yan, que ahora pongo sobre el papel como fruto maduro para ti.

La meditación es un fenómeno de energía. Pero hay una cosa básica que tiene que ser entendida sobre los tipos de energía y esa es que: la energía se mueve en una polaridad dual.

No hay otra manera de moverse, pues para que la energía sea dinámica es necesario que hayan dos polos. Es como la electricidad, que se mueve en dos polaridades: positiva y negativa. Si no hubiesen estas dos polaridades no habría fenómeno eléctrico. Y cuando ambas se encuentran nace la luz.

Esto es válido para todo tipo de fenómenos. La polaridad hombre/mujer dá continuidad a la vida. La mujer es la energía vital negativa y el hombre es el polo positivo. Ambos son atraídos porque son eléctricos. Entre ellas existe un equilibrio. Entre ambos, entre los dos polos, entre las dos márgenes, fluye el río de la vida. Donde quiera que tú mires, verás la misma energía moviéndose entre las dos polaridades, equilibrándose.

Esta polaridad es muy significativa para la meditación, porque la mente es lógica y la vida es dialéctica.

Cuando digo que la mente es lógica, esto significa que ella se mueve linealmente. Cuando digo que la vida es dialéctica, esto significa que se mueve de un polo a otro, hace un zig-zag, de positivo a negativo y viceversa. Ella usa los opuestos.

La mente se mueve en una línea simple y directa, nunca para los opuestos, porque los niega. Ella cree en una vida y la vida cree en dos.

Por tanto, sea lo que fuera que la mente cree, siempre escoge un lado. Si escoge el silencio, si la mente se cansa del ruido creado por la vida y se decide por el silencio, se refugia en algún lugar solitario. Quiere quedar quieta y no quiere nada con cualquier clase de ruido. Hasta el canto de los pájaros la perturba. Escoge la línea. Ahora, lo opuesto tiene que ser negado.

Pero el hombre que vive en algún lugar solitario en busca del silencio, que evita lo opuesto, se torna insípido, muerto. Y cuanto más escoge el silencio, más insensible quedará, porque la vida necesita de lo opuesto como un desafío.

Hay un tipo de silencio que acontece entre dos opuestos. El primero es un silencio muerto. Está completamente parado y nada puede hacer que su mente se distraiga. Aunque todo el mundo enloquezca a su alrededor, él permanecerá en su concentración. Pero aún así, nadie quiere estar como un cadáver. Silencio, concentración, sea cual sea el nombre, nadie quiere estar muerto. Si estás silencioso por haber muerto, tu silencio no significa nada. El silencio tiene que suceder cuando estás completamente vivo, vital, pulsando de energía, de vida. Entonces, el silencio es muy significativo, pero será diferente. No serás un insípido, estarás vivo. Será un equilibrio sutil entre dos polaridades.

El hombre que busca un equilibrio vivo, un silencio vivo, quiere estar tanto en un monasterio como en una fiesta. El quiere ir a la fiesta para disfrutar del tumulto, y quiere ir a un convento para disfrutar del silencio. El crea un equilibrio entre esas dos polaridades. Y este equilibrio no puede ser alcanzado a través de esfuerzos lineales.

Y este es el significado de mis meditaciones. Uso términos contradictorios: un esfuerzo sin esfuerzo, o una puerta sin puerta, o un camino sin caminos. La meditación usas estos términos contradictorios, sólo para insinuar que el proceso será dialéctico. El opuesto no debe ser negado sino absorbido, tiene que ser usado. Si lo dejas de lado, será una carga para ti, perderás mucho.

La energía puede ser convertida y utilizada. Cuando la usas, se vuelve vital, más viva. El opuesto tiene que ser comprendido y tomado para que el proceso sea dialéctico.

El no esfuerzo significa no hacer nada. El esfuerzo significa hacer mucho. Y ambos deben estar presentes. Haz mucho, pero no seas un agente implicado, y entonces conseguirás ambas cosas. Muévete en el mundo, pero no formes parte de él. Vive en el mundo, pero no dejes que el mundo viva en ti. Entonces la contradicción será tomada y no estarás rechazando nada, no negarás nada. Dios habrá sido aceptado en su totalidad.

Y eso es lo que estaba haciendo en mis meditaciones, como una contradicción en todo lo que contemplaba. Ser tan activo hasta el punto que toda la energía se torne un movimiento. Provocar la energía, diluir, fluir, toda la energía congelada, y entonces ser dinámico. Ya nada será substancia sino energía; ya nada es material sino eléctrico, con toda la energía trabajando. Y cuando todo se esté moviendo, cuando en nuestro interior el ciclón se mueva, entonces quedemos atento.

Recuerda: quedar atento, y en este ciclón, de repente, descubrirás un centro que es absolutamente silencioso. Este es el centro del ciclón, eso eres tú, es tu Cristo, como un dios.

Todo a tu alrededor es actividad. Tu cuerpo es un ciclón activo, todo se mueve más rápido. Todas las partes coaguladas están diluídas y fluyes. Eres un volcán, un fuego, un fenómeno eléctrico. Pero en el centro, en medio de todo ese movimiento, hay un punto inmóvil, un punto silencioso.

Este punto silencioso no es creado. ¡El está ahí! Siempre estuvo ahí. Es tu propio ser, la propia base de tu ser. Es lo que muchos llaman Yo Superior. Está ahí, pero si tu existencia material, tu cuerpo, no estuviese totalmente activo, no tendrías consciencia de él. Lo totalmente inactivo aparece con la actividad total. La actividad proporciona un contraste, funciona como un cuadro negro, donde aparece la escritura blanca.

Esto es no-esfuerzo. Ningún esfuerzo es necesario, es simplemente revelado. El esfuerzo en la periferia y el no-esfuerzo en el centro. El movimiento en la superficie y el silencio en el centro. La actividad en el exterior y la inactividad absoluta en el centro. Y entre las dos ....... tu Yo inmortal.

Esto parece un poco difícil, porque tú te puedes identificar con el centro, con tu Yo. Si lo haces habrás escogido una de las dos cosas. Nuevamente habrás escogido una y rechazado la otra.

Hay una filosofía oriental que dice: que si te identificas con el punto silencioso nunca conocerás a Dios. Existen millares de tradiciones que se identifican con el Yo. Pero la doctrina secreta dice que el Yo silencioso y la actividad de fuera significan lo mismo. Son dos polos dialécticos, la tesis y la anti-tesis. Son las dos orillas y tú estás en algún lugar entre ambas: ni en el movimiento ni en la inmovilidad. Esta es la trascendencia suprema.

Materia y alma, estas son las dos márgenes. Y entre ellas fluye lo invisible, aunque ambas son visibles. Nosotros somos aquello que fluye entre las dos orillas, lo que no puede ser visto y que sólo es un equilibrio sutil y nada más.

Por eso solamente alcanzamos un equilibrio cuando usamos las dos polaridades. Si usas una, puedes morir. Muchos lo han hecho y sociedades enteras están muertas. Está pasando actualmente. Hay países que han escogido la parte quieta y han perdido vivacidad. brillo, inteligencia. Son lugares donde la vida parece ser una carga o como si sus habitantes tuviesen una deuda kármica que cumplir, no una vida de alegría. Son naciones letárgicas. Y esto tiene consecuencias, como la debilidad moral y económica. Porque no se puede permanecer fuerte para siempre en la inmovilidad.

La fuerza exige actividad, necesita movimiento. Si nos negamos la actividad, la fuerza desaparece, se pierden músculos y se gana flaccidez. Cualquiera nos podría conquistar. En muchas sociedades, durante cientos de años, la esclavitud fue su destino. El silencio muerto, el no-movimiento, carece de valor.

En otras naciones ocurre lo opuesto. Han escogido la parte activa, la superficie, y olvidaron el alma. Pensaron que la actividad lo era todo y que ser activos, disfrutar de los beneficios de esa actividad, adquirir cosas, ser ambiciosos y conquistar, era todo en la vida.

El resultado final será una locura cada vez mayor, porque sin un punto silencioso no se puede permanecer sano, sino que se acaba enfermo. Y en el punto silencioso, no se puede vivir y se acaba muriendo de inacción.

Hoy los países activos son como un gran manicomio. Cada vez van más personas a los psiquiatras, a los psicoanalistas, a recibir tratamiento psicológico. Cada vez son más las personas con depresión, estressadas. Las personas que están fuera parecen normales, pero la psicología dice que es muy difícil ser normal. Y está en lo cierto. Nadie es normal porque la actividad genera la locura y el equilibrio es imposible.

Finalmente, las civilizaciones activas enloquecerán y las inactivas morirán. Esto que acontece a nivel social es también para las personas. Para mi, el equilibrio lo es todo. No escoger, no rechazar nada. Aceptar las dos cosas  y crear un equilibrio interior. La meditación dinámica es un esfuerzo en dirección al equilibrio. Disfrutar de la actividad y después pasar al silencio, a la meditación.

Movernos entre las dos polaridades lo más libres posible y no escoger. No decir: soy esto o soy lo otro. No identificarse. Decir: soy ambas cosas  y no temer a contradecirnos. Ser ambos.

Y lo digo para hacerlo incondicionalmente. No me refiero sólo a la actividad o a la inactividad, sino que me refiero a todo lo que llamamos bueno o malo, todo está incluído. Todo lo que llamamos divino o demoniaco, también está incluído.

Recuerda siempre: las orillas existen en todo lugar y, si quieres ser un río, usa las dos, incondicionalmente. No digas soy activo, no quiero ser inactivo. No digas soy inactivo, no quiero ser activo. No digas: soy esto, ¿cómo puedo ser aquello?

Tu eres ambas cosas y no tienes necesidad de escoger. La única cosa que debes recordar es de estar equilibrado entre las dos y entonces podrás trascenderlas. Trascender a lo divino y a lo demoniaco.

Muévete en la vida lo más libremente posible y usa los opuestos, las dos orillas, lo más que puedas. No crees contradicciones. Los polos no son contradictorios, sólo parecen serlo. En el fondo son uno.

Son como la pierna derecha y la izquierda. Tú usas las dos. Cuando levantas una, la otra espera en el suelo, ayudando a tu equilibrio. No escojas entre una de las dos piernas. Las dos te pertenecen  y en las dos la energía fluye, indivisible.

Si te acostumbras a usar una pierna, acabarás  lisiado. Muévete y recuerda constantemente tu centro inmóvil. Actúa y recuerda constantemente de no-hacer. Esfuérzate y permanece sin esfuerzos..

Una vez conocida esa alquimia secreta, de la utilización de los opuestos, de lo contradictorio, estarás libre. Caso contrario, estarás creando prisiones interiores.

Este equilibrio interno entre los opuestos es lo que hay de más significativo en la vida de un hombre.

La caída en el pecado siempre ocurre en un sólo momento, y siempre en este momento. Para ella no hay progresión ni proceso gradual, sino que es momentánea. No te puedes preparar para ella, porque cualquier cosa que hagas, y te repito cualquier cosa, fortalecerá tu ego.

Cualquier proceso gradual será un esfuerzo, algo hecho por ti. Todas las cosas graduales fortalecen al ego. Sólo algo no gradual, algo así como un salto, no como un proceso, algo discontinuo con el pasado, hace que el ego se anule.

El problema nace porque no podemos comprender lo que es el ego. El es pasado, continuidad, todo lo que haces, todo lo que has acumulado, todos los karmas, todos los condicionamientos, todos los deseos, los sueños del pasado. Todo eso es el ego. Y si pienas en términos de procesos graduales, traerás con ellos el pasado.

La caída no es gradual, es repentina, no hay pasado ni futuro. Eres dejado solo en el aquí y en el ahora. En tal caso, el ego no puede existir.

El ego sólo existe a través de la memoria: quién eres tú, de donde vienes, a quién perteneces, tu país, la raza, la religión, la familia, la tradición, y todas las frustraciones, los sufrimientos, los placeres. Todo es el ego. Y tú eres para quién todo eso ha ocurrido.

Esta distinción hay que entenderla: tú eres aquél para quien todo eso ha pasado y el ego es lo que ha sucedido. El ego está a tu alrededor y tú estás en el centro, sin ego.

Un niño nace completamente virgen, inocente, sin pasado, sin ego. Por eso es tan bello. No tiene pasado. No puede decir: < yo >, porque ¿de dónde traerá el yo?. El yo tiene que evolucionar gradualmente. La criatura es educada, recompensada, castigada, apreciada, condenada  y el yo vendrá.

Una criatura es hermosa porque no tiene ego. Un hombre viejo es feo, no a causa de su vejez, sino porque tiene demasiado ego, mucho pasado. Un hombre viejo puede volver a ser bello, y hasta más que un niño, si consigue abandonar el ego. Entonces tendrá una segunda infancia, un renacimiento.

Este es el significado de la resurrección de Jesús. No fue un hecho histórico sino una parábola. Jesús es crucificado y resucita. El hombre que fue crucificado ya no existe. Una nueva entidad surge a partir de ese momento, de esa muerte. Y nace una nueva vida. Ese es el Cristo, no el hijo de un carpintero de Belén, no un judío, no el hombre. Es algo nuevo, sin ego, es el Cristo.

Y lo mismo puede ocurrir contigo, cuando tu ego sea crucificado, habrá un renacimiento, una resurrección. Tú renacerás. Y esta infancia será eterna, porque será un renacimiento del espíritu, no del cuerpo. Después de eso, nunca más serás viejo. Serás siempre nuevo, virgen, tan virgen como la gota de rocío en la mañana, como la primera estrella de la noche, una criatura inocente.

Esto siempre acontece en un sólo momento.

Ego es tiempo, cuanto más tiempo más ego. Si entras profundamente en esto podrás ser capaz de percibir que el tiempo existe a causa del ego. El tiempo no forma parte del mundo físico, sino del mundo psíquico, del mundo de la mente. Existe como un espacio para que el ego crezca. El espacio es necesario, y el tiempo dá espacio.

Si alguien te dijera: este es el último momento de tu vida, en los próximos segundos recibirás un tiro moral, de repente el tiempo desaparecería. Aún estarás vivo, pero te parecerá que te estarás muriendo, que no sabrás que hacer. Hasta pensar será difícil, porque para pensar el tiempo es necesario. El mañana dejará de existir, así que ¿cómo esperar?. No hay tiempo.

La mayor agonía que un hombre puede sentir es pensar que su muerte está fijada y no puede impedirla. Alguien sentenciado, preso, esperando por la muerte, sin poder hacer nada, que después de ese tiempo no habrá mañana para él, no podrá desear, ni pensar, ni planear, ni siquiera soñar. La barrera está siempre allí.

Pero esa agonía es por el ego, puesto que él no puede existir sin el tiempo. El ego respira tiempo. Y cuanto más tiempo más posibilidades para el ego. Si el mañana existe, el ego existirá. Sin mañana, ¿cómo puede existir el ego? Sería como remar con una barca fuera del mar. Eso es muy pesado. El agua es necesaria para que la canoa justifique su existencia. El río del tiempo es necesario para el ego. Por eso el ego siempre piensa en términos de grados. El dice: "Está bien, la iluminación es posible, pero necesito tiempo, porque tengo que prepararme, de estar a punto para ello".

Y esto es una cosa muy lógica. Para todo es necesario el tiempo. Cuando plantas una semilla el tiempo es necesario para que el árbol crezca. El útero necesita tiempo para que la criatura pueda nacer. Todo crece a tu alrededor. Y para crecer el tiempo es necesario. Así, parece lógico que el crecimiento espiritual necesite de tiempo también.

Con todo, este es el punto a ser comprendido: el crecimiento espiritual no es, en realidad, igual al de una semilla. Entre la semilla y el árbol hay un espacio. Una distancia a recorrer. Pero tú no creces como una semilla. Tú eres el crecimiento. Basta una revelación. No hay ninguna distancia entre lo que eres y lo que serás. No existe ninguna distancia. El ideal, lo perfecto, ya está ahí. Por tanto, este no es el hecho, la cuestión del crecimiento, sino la revelación. Es un descubrimiento. Algo está oculto, apartas la cortina, y ahí está. Es como si estuvieses sentado, con los ojos cerrados, el sol en el horizonte y tú en la oscuridad. De repente, abres los ojos y es de día, hay luz.

Crecimiento espiritual es una palabra errónea. El crecimiento espiritual es una revelación. Algo que estaba oculto y que se ha hecho visible. Algo que ya existía es visto. Algo que nunca habías perdido, sino que estaba olvidado y ahora es recordado. Es por eso que los místicos usan la palabra <despertar>. Ellos dicen que Dios no es hallado sino recordado. Algo que estaba olvidado y es recordado.

En realidad, ningún tiempo es necesario. Pero lo dice la mente, lo dice el ego, que para todo necesitas tiempo, que para crecer el tiempo es necesario. Pero si te conviertes en una víctima de ese pensamiento lógico, eso nunca llegará. Continuarás concediéndote tiempo. Dirás mañana, mañana, siempre mañana. Y nunca llegará, porque el mañana no viene nunca.

Concluirá en la Circular del mes de Marzo.

COMENTARIO

Un aspecto importante del crecimiento espiritual reside en el cultivo de una visión mayor, más completa, de desarrollar una actitud subyacente que vaya más allá de las apariencias superficiales. En esta trayectoria, podemos ver la comprensión por nosotros mismos de que cada uno  está constituído por siete principios inherentes a los siete principios cósmicos, de igual  manera que nuestros cuerpos están constituídos de la misma materia que comprende todo el universo físico. Estamos conectados con el cosmos en todos los niveles y, por tanto, tenemos un potencia mucho más rico de lo que puedo expresar. "Cada uno de los siete principios del hombre es heredero pleno y co-partícipe de los siete principios de la "Gran Madre" (la Vida Universal de todo".

La meditación nos muestra como comenzar a activar capas dormidas en nuestra consciencia, como despertar a una visión más amplia de la existencia. La doctrina es aquella enseñanza por la cual lo inaudible pasa a ser audible y lo invisible a ser visible. Ser receptivos a un orden de realidad completamente diferente, más sutil y completo. En la medida que comenzamos a realizar los siete principios en nuestro interior, de forma progresiva y más intensa, comprenderemos su relación con el Uno y descubriremos los siete colores del arco iris dentro y alrededor de nosotros, y también la luz blanca del que se originan.

                

 

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