ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

                                                                                  

Dirigida a las Escuelas de:

                        Barcelona

                        Mallorca                                             CIRCULAR EXTRA nº 2                  

                        Menorca

                        Las Palmas                                          Llubí, 31 de Diciembre de 1.996

 

 

Amigos y amigas de Alcorac:

Quiero despedir este año con algo especial para vosotros y, aunque se me han ocurrido algunas ideas, me he decidido por dos historias muy antiguas, que espero dejen en vosotros el sabor de lo eterno, de lo siempre nuevo, de algo especial que vive latente dentro de cada uno de nosotros a la espera de ser llamado y expresarse en dones de sabiduría, voluntar y amor. En la confianza de que os complacerá a todos, os dejo con la lectura de estas antiguas narraciones

Un hombre buscó a un Maestro y le dijo: "Primero seguí a un profesor y después a otro. Seguidamente estudié determinados libros y después, aquellos que me señalaron. Creo que, aunque no sepa nada sobre ti y tus  enseñanzas, esas experiencias me han preparado lentamente para aprender de ti".

El Maestro le respondió: "Nada de lo que hayas aprendido en el pasado te ayudará aquí. Si quieres quedar con nosotros, tendrás que abandonar todo el orgullo del pasado. Lo que dices es una forma de autoglorificarte".

Y el hombre exclamó: "Esta es para mí, la prueba de que eres grande, el real y verdadero Maestro. Pues ninguno de aquellos que encontré en el pasado osó negar el valor de lo que ya había estudiado".

Y el Maestro le contestó: "Ese sentimiento es, en sí  mismo, sin valor. Aceptándome de esa forma tan entusiasta y sin comprensión, te estás elogiando por tener percepciones que en realidad te faltan".

 

 

 

LA CANCIÓN SILENCIOSA

 

Alguien me preguntó porqué parece no haber ningún significado en la vida. El significado no existe a priori. No hay ningún significado en la vida, alguien tiene que crearlo. Solo si alguno de nosotros lo crea, lo descubrirá. Tiene que ser creado primero. Es como una canción, es un significado que producimos a través de la consciencia. No esperemos por él. Nunca viene porque lo esperamos. El hombre tiene que ser un laboratorio, tiene que hacerlo nacer.

Esa es una cosa muy significativa. Las personas tienen nociones erradas. Piensan que el significado de la vida está en algún sitio. No es así. Un Maestro crea un significado y así lo descubre. Es por ese motivo que el significado de un Maestro nunca será el nuestro. Es un significado individual. Cada uno tiene que crearlo para sí mismo, no puede ser prestado.

Esa es la diferencia entre una verdad científica y otra religiosa. La verdad científica es algo sin vida, porque una vez es descubierta por alguien, lo es para todos. Una vez se descubrió la ley de la gravedad por Newton, nadie necesita volver a descubrirla. Es una propiedad colectiva. Newton pudo haber estado muchos años para descubrirla, pero ahora cualquier niño de un colegio la aprende en pocos minutos. La verdad científica es una cosa que una vez es descubierta, lo es para siempre y se vuelve propiedad de todos.

La verdad religiosa no es una cosa. Es un significado. Cada uno tiene que descubrirla, explorarla. La verdad de de Jesús desapareció con Jesús. Ella es una fragancia en el corazón del Maestro y ¿cómo puede permanecer la fragancia cuando la flor se va? Ahora, el Corán está muerto, los Evangelios también y todas las Escrituras. Un mensaje está vivo cuando la flor está con él, porque con la flor la fragancia está viva; cuando la flor muere, todo se va.

La verdad religiosa no puede ser aprendida, tiene que ser creada. No se puede ir a un profesor porque este no puede enseñar nada; habrá que ir a un Maestro. Y esta es la diferencia: un profesor trabaja con cosas muertas, un Maestro vive con su verdad.

La verdad no puede ser dada, pero podemos sentir su perfume. Entonces, podemos comenzar a buscarla en lo íntimo del alma, en nuestro propio ser. Ella tiene que evolucionar, es un crecimiento el que se produce. El significado será un crecimiento. Tendremos que dedicar toda la vida a ello.

Por tanto, no hay que preguntar por qué no hay ningún significado en la vida. No hay un por qué, si no lo hemos creado. Si lo hay para mí, es que yo lo creé. Pero mi significado no puede ser vuestro significado. Y aunque os lo dé, en la propia transferencia, el ser que ha de nacer morirá. Cargaréis un cadáver.

Algunas Escuelas orientales son escrupulosas con respecto a esto y ese es el motivo por el cual niegan el conocimiento. Dicen que no hay conocimiento posible. El conocer es posible, pero el conocimiento no lo es. ¿Cuál es la diferencia? En el diccionario no la hay, pero en la vida sí. El conocimiento es teoría; el conocer es una experiencia. Conocer quiere decir que abrimos los ojos y vemos; conocimiento significa que alguien abrió los ojos, vió y habló sobre eso, y nosotros acumulamos la información. El conocimiento es posible aunque seamos ciegos. Sin ojos se pueden aprender muchas cosas sobre la luz, pero el conocer no es posible si somos ciegos. Conocer es una auténtica experiencia; el conocimiento es falso.

No dependamos del conocimiento, pues continuaríamos perdiendo el significado; él solo puede darnos una falsa promesa que nunca será cumplida. Puede hacernos sentir bien, porque refuerza nuestro ego, nos sentiremos como si conociéramos, pero recordemos que es "como si", y este no es el caso.

Antes de que un hombre pueda transformarse en hombre que conoce, tendrá que abandonar el conocimiento. Esa es la verdadera renuncia. He visto personas renunciando a su familia, lo que es estúpido, porque las personas no nos impiden el camino hacia Dios. He visto personas renunciando a sus mujeres o maridos, lo que es más tonto, porque tanto en unos como en otras, Dios está presente. Dios está vivo en ellos. Cuando renunciamos a nuestra pareja, renunciamos a Dios: Dios en forma de hombre o mujer.

He visto gentes renunciando a hijos, esposas y maridos, empleos, posición social, riquezas, pero nunca renunciando a sus conocimientos. Cargan estos conocimientos que son la verdader obstrucción, el verdadero obstáculo, la única barrera.

Un hombre renuncia a la vida que lleva, va a un monasterio, pero si nació católico, lo sigue siendo. Carga este conocimiento. Lo mismo esté en las profundidades de su celda en el convento, sigue siendo católico. Si aún sigue siendo miembro de la religión católica, forma parte de la sociedad llamada cristiana, no está en soledad. Para ser católico necesita de una sociedad, una iglesia, una congregación de pastores religiosos. Catolicismo, islamismo, judaísmo, todos son nombres de diferentes tipos de multitudes.

¿Y dice que ha dejado el mundo? Entonces, ¿por qué trae toda esa multitud y sus conocimientos? ¿Qué quiere decir, ser católico? Que carga cierto tipo de conocimientos, aprendidos en las Sagradas Escrituras. No renunciamos al conocimiento.

Los Maestros dicen que si queremos renunciar a algo, renunciemos al conocimiento. Este es el mayor valor, porque en ese caso, el ego comienza a desaparecer. El ego muere naturalmente. En el momento que decimos: "Yo no sé", ¿sentimos la pureza de ese momento? ¿Sentimos la inocencia de ese momento? ¿Sentimos el silencio de ese momento? Cuando decimos: "Yo no sé", esa es una de las mayores afirmaciones que el hombre pueda hacer, y ese es el principio.

El primer caso es tomar consciencia de que no sabemos. Y eso no debe ser una idea, sino una experiencia vivida. Eso no debería estar en los labios, sino en el fondo del corazón.

¿Qué es lo que sabemos? ¿Conocemos a Dios? ¿Conocemos la Verdad? ¿Conocemos algo sobre la muerte? ¿Conocemos algo sobre la vida? Estamos vivos, pero no sabemos nada sobre la vida. Si, Dios está en nosotros y ha estado siempre, desde el principio sin principio, pero aún no estamos familiarizados con Él. La Verdad está en todo lugar. Estamos rodeados por ella, pero no conocemos nada sobre ella. Somos tan ignorantes en relación a la verdad, como lo es un pez en relación con el mar.

Pero continuamos pensando que sabemos porque hemos leído un libro, porque podemos recitar la Biblia, porque hemos asistido a un Curso sobre tal o cual materia, donde alguien tan ciego como nosotros insiste en que hemos recibido un conocimiento a través de él o de sus temas. Las personas no creen que recitar, recordar, es solamente conocimiento, sino que creen que ese es el único tipo de conocimiento que existe. Recordar, memorizar, no es conocimiento. ¿Qué sabemos cuando recordamos algo? Un papagayo puede hacerlo, una máquina puede hacerlo, incluso de un modo más exacto que nosotros. Un ordenador puede recordar completamente la Biblia y todas las Escrituras Sagradas de cualquier religión, incluso puede mostrar conocimientos sobre muchísimas otras materias. Pero aquí no hay ninguna consciencia, ni atención, ni alma.

Un hombre que confía en su memoria y piensa que eso es conocer, comienza a desaparecer como hombre y, finalmente, se convierte en un mecanismo. La memoria es mecánica.

Así, los Maestros dicen que si queremos renunciar a algo, renunciemos al conocimiento que acumulamos en la memoria. Esa es la verdadera barrera. A causa de esa idea de que conocemos,  no podemos ser inocentes, no podemos ser como niños. Si somos católicos, ¿cómo podemos ser inocentes? Ya estamos acumulando opiniones, doctrinas, teologías. Las Escrituras ya han entrado en la mente. Nos volvemos astutos, litigadores, rebatimos las ideas de los otros. ¿Cómo podemos ser inocentes?

Cuando un niño abre los ojos por primera vez, ¿es católico? Esos son los ojos reales. Después, el polvo se va acumulando. Llenamos de ideas la consciencia inocente de la criatura y, en poco tiempo, el espejo de la mente acumula basura y ya no reflejará más la realidad.

Esa basura tiene que ser abandonada. La memoria tiene que ser usada, pero nunca hemos de identificarnos con ella. No digo que tengamos que abandonar la memoria, solo es la identidad la que tiene que ser abandonada.

Y nos llevaremos una sorpresa. Cuando abandonamos la identidad, podemos usar la memoria mucho más eficientemente que antes, porque se transforma en un mecanismo, para ser usada cuando sea necesaria. Pero estaremos indiferentes, distantes, puros. Seremos como un niño.

Jesús dijo: "A menos que sean como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos". Por eso los religiosos estaban en contra del Maestro, como era de esperar. Por supuesto, los hombres religiosos, los hombres de leyes, no estaban a su favor. Si se reunieron para destruirlo, eso estaba dentro de una lógica.

Los Maestros hablan mucho de Jesús y lo hacen de una manera amorosa, porque la comprensión de ellos sobre este Mesías es muy profunda. La comprensión de los cristianos se basa mucho en dogmas. Los Maestros lo ven de otra manera, porque ellos llegaron a conocer el momento de no saber. Recordemos estas palabras: "el momento de no saber".

Así, un Maestro tiene que arrojar fuera todo lo que es conocimiento. Destruir el ego formado con opiniones, filosofías, creencias. Tiene que ser severo. Una vez que el conocimiento desaparece y las nubes no están presentes, el sol de la consciencia brilla quemando y las cosas comienzan a suceder, los milagros van llegando.

El primer milagro sucede  cuando tenemos consciencia de que no sabemos, y ahí comienza el saber. Cuando nuestros ojos no estén llenos de opiniones, se volverán claros, transparentes.

Antes de explicar esta parábola de un Maestro espiritual, tenemos que entender algo en relación con nuestra mente moderna.

La mente de hoy se está sintiendo con menos significado que nunca, porque los siglos pasados vivieron en una especie de sueño, de torpeza. La ortodoxia era mucha. La religión era muy importante, poderosa, dictadora. Las personas vivieron como creyentes durante siglos.

Este siglo se ha atrevido a abandonar las creencias. Aquellas viejas creencias acostumbraban dar a las personas un sentimiento de que hay un sentido en la vida. Actualmente, este pensamiento ha desaparecido. Eso es bueno. Esta es la primera era del agnosticismo. Por primera vez el hombre está madurando en el sentido de que no cree en las creencias, en supersticiones. Estamos abandonando las creencia supersticiosas.

Por esto ha llegado a la existencia una especie de vacío. Las creencias y el falso sentido de significado ha desaparecido. Hemos hecho la parte negativa, demoler el viejo edificio; ahora, la parte positiva ha de ser hecha, hemos de construir un nuevo edificio. El viejo templo ya no está, pero ¿dónde está el nuevo? La creencia ha sido destruída, pero ¿dónde está la confianza? La creencia se fué, y eso es bueno, pero no es suficiente. Necesario, pero no suficiente. Ahora hemos de crecer en la confianza.

Quiero explicaros estas dos palabras: la creencia es prestada; alguien nos la da: los padres, la sociedad, los religiosos, los políticos, la escuela, la educación. Así que nace un niño, lo circuncidamos o lo bautizamos y luego comenzamos a condicionarlo. Antes de que él tome consciencia, las creencias penetran profundamente en su sangre y sus huesos, hasta la médula. Las creencias se transforman en el inconsciente. Ya no tiene gran libertad para pensar.

Esa es la causa por la que todas las religiones tienen tanto interés en enseñar religión a los niños. Los psicólogos dicen que es la única posibilidad de enseñar religión, hacerlo antes de los siete años. Pasada esta edad, será cada vez más difícil enseñarlos, porque cuestionarán, argumentarán, desconfiarán. Hasta los siete años no tienen dudas, confían en sus padres y maestros. Están tan desprotegidos que no pueden existir por sí mismos. Es una necesidad vital para su sobrevivencia confiar en sus padres.

Las religiones usan esta confianza natural para condicionar a los niños. La madre los llevan a la iglesia, a sus sacerdotes y los niños siguen a sus padres y a sus educadores. Cuando los niños pueden pensar, ya están condicionados.

Un Maestro es necesario para golpear en nosotros. Necesitamos alguien a quien podamos amar más de lo que amamos a nuestros padres biológicos. Necesitamos un Maestro. El Maestro puede ir hasta esas capas más profundas de nuestro ser donde el condicionamiento aconteció y que él puede destruir. A menos que el Maestro se vuelva más importante que los padres, esto no será posible psicológicamente.

El mismo Buda, dijo: "Hasta que no destruyas y mate a tus padres, no puedes venir a mi". Una extraña afirmación. Jesús decía: "Si no odias a tu padre y a tu madre, no me puedes seguir". Eso no parece muy bueno. Jesús es el Mesías de la paz y el amor. Buda fue un ser humano muy compasivo. Y ambos ¿hablando de odio?

¿Ellos, qué quieren decir? No nos hablan de nuestros padres reales, quieren decir los padres que entraron profundamente en nuestro ser, que forman parte de nuestras bases. Esa base es la que ha de ser destruída. Y cuando ella desaparezca, seremos como niños. El condicionamiento será abandonado, seremos de nuevo inocentes. Y esta vez será en una situación mucho mejor, porque no estaremos desprotegidos, sino sobre nuestros pies e inocentes como niños.

Ese es el significado de la iniciación. Es lo que dicen los Maestros cuando alguien llega a ser un  discípulo.

En este siglo, lentamente, la creencia ha ido desapareciendo. Y no hay nada en su lugar.

Un filósofo alemán del pasado siglo, Ludwig Feuerbach, en su obra "La esencia del cristianismo", explica el camino de Dios en términos del deseo infinito del corazón humano. Él dice: "No hay ningún Dios. No existe como una realidad objetiva. Es solo la satisfacción de un deseo. El hombre quiere ser omnipotente, omnisciente, omnipresente. El hombre quiere ser Dios, ese es el deseo del hombre, el deseo de ser infinito, inmortal, absolutamente poderoso".

Ese fue el primer golpe en la creencia en Dios: que Dios no es objetivo; que Dios no está en los cielos; que Dios es una proyección humana; que Dios es un sueño psicológico; que el hombre piensa en términos de Dios, porque se siente impotente. Necesitamos tener algo que nos haga completos. Necesitamos un concepto que nos dé sensación de no ser extraños aquí. Dios no es más que un padre proyectado. Que es un deseo y no una realidad.

Entonces llegó Marx y explicó el camino de Dios en términos de un esfuerzo ideológico para ser superior a la realidad aparente. Dijo, que por causa de las personas pobres, que sufren en la miseria, ellos necesitan un sueño que les dieran esperanzas. Así, Dios es el opio.

La religión es el opio de las masas. Una droga. Ayuda, consuela. Es como un tranquilizante. Ese dolor es tan grande que necesitamos un analgésico; la idea de que el hoy es miserable, pero que el mañana será bueno.

Marx parece lógico. Cuando las personas están en la miseria, tienen un modo de tolerarlas: imaginar un futuro mejor. Estamos en un hospital y podemos imaginarnos saliendo del hospital a la mañana siguiente, marchando a casa en perfecto estado. Es cuestión de horas. Podemos tolerar el dolor.

Este mundo es cuestión de algunos años, no hay que preocuparse con él. En breve, el paraíso nos espera. Y, cuando más pobres seamos, más arriba estaremos en el paraíso. Y todo lo que necesite, allí lo tendremos en abundancia. Estos son los sueños de los hombres.

Estos sueños son para los que se sienten sin consuelo, aplastados, oprimidos. Por eso dice Marx que la religión es un truco para explotar a las personas, para mantenerlas bajo control.

Y, el tercer golpe,vino con Nietzche. Él dijo: "Dios no es más que la debilidad de la voluntad de amar". Cuando una persona o una sociedad envejece, se vuelve podrida, monótona, muerta, y comienza a pensar en Dios. ¿Por qué? Porque la muerte se está apróximando y la persona necesita aceptarla. Alguien está abandonando la vida, y no puede hacer nada más que aceptar la muerte. Dios es un truco para aceptar la muerte. Y la muerte es aceptada por aquellos que se han vuelto débiles.

El filósofo acostumbraba decir que la propia idea de Dios surgió de la mente femenina. Decía que tanto Jesús como Buda eran afeminados. Que eran demasiado suaves. Personas que aceptaban la derrota sin luchar. Cuando una persona deja de luchar por su sobrevivencia se torna religiosa. Cuando el deseo de poder no está en acción, comenzamos a encogernos y morimos pensando en Dios. Que Dios está en contra de la vida. Que vida es el deseo de poder, de lucha constante. La vida es un conflicto donde las personas han de vencer, pues si se vuelven débiles, esas mentes derrotadas comienzan a ser religiosas. Religión es derrotismo.

Feuerbach, Marx, Nietzche, estos tres filósofos juntos, crearon el ambiente donde se puede declarar que Dios está muerto y el hombre libre.

Esta es la situación en la que hemos nacido. Estamos más sintonizados con ellos que con cualquier místico anterior. Estos Maestros están muy lejanos. Nuestros profetas están más cerca: Freud, Darwin, Marcuse y otras personas destruyeron el edificio, toda la estructura, el sistema de creencias. Me gusta deciros que ellos prestaron un gran servicio a la humanidad.

Pero no me interpreten mal. Ellos limpiaron la consciencia humana de creencias, pero eso es la mitad del trabajo. Ahora, otra cosa es necesaria. Es como si estuviéramos preparando un jardín, estercolamos el suelo, arrancamos las hierbas dañinas, las piedras, y el terreno estará preparado, esperando nos traigan las semillas para plantar. Esas personas hicieron un servicio a la humanidad, arrancando las hierbas dañinas, las piedras, pero eso no significa que el jardín esté terminado. Es parte de la preparación arrancar y limpiar todo lo que impida el crecimiento de las semillas, pero en sí no es todo. Ahora hay que traer las semillas y esperar crezcan las rosas. Si faltan las rosas, falta el significado.

Las personas están encasquilladas. O se tornan comunistas, fascistas, freudianas o cualquier otra cosa. Y piensan que este trecho limpio, donde no crece la confianza, donde no se abre ningún deseo hacia lo desconocido, es el jardín. Entonces miramos a nuestro alrededor y no vemos nada. Es un desierto. Esas personas limpiaron el suelo, pero solo el desierto ha sido creado sobre él.

El hombre se ha vuelto muy ansioso. La ansiedad fue reprimida durante siglos, porque el hombre actuaba como un esclavo. Ahora la cerradura ha sido rota, y toda la represión y ansiedad de millares de años ha sido liberada. El hombre está quedando neurasténico.

Lo que estos filósofos hicieron puede ser una liberación o tornarse una pérdida. Si usamos la situación correctamente y comenzamos a cultivar las rosas en nuestro corazón, sentiremos una gratitud por estos hombres y por todos aquellos que destruyeron las creencias, la vieja religión. Ellos prepararon el camino para un nuevo tipo de religión, más madura, más adulta, más seria.

Estoy a favor de ellos, pero no me detengo en ellos. Si nos detenemos, nuestro destino no tendrá sentido. Es bueno que no exista el Dios de la creencia pero, entonces, hemos de comenzar a descubrir lo que existe en lo íntimo de nuestro ser. Hagamos una exploración interior y nos tropezaremos con nuestro Dios. Y ese Dios será el Dios de nuestra experiencia.

Ellos crearon la situación en la cual podemos decir: "Yo no sé". Ahora, vamos a usarlo como un trampolín para ir a lo desconocido. El conocimiento no lo estará impidiendo. Por primera vez estamos libres. Pero, ¿qué estamos haciendo parados ahí? Estamos parados a pesar de que las corrientes se han movido. Vamos a movernos hacia adelante y, ahora, vamos a explorar. La existencia es nuestra. Vamos a explorarnos sin ningún concepto, sin ninguna filosofía. Vamos a explorarnos con la mente abierta y quedaremos sorprendidos por descubrir que Dios existe.

Pero ese será un Dios totalmente nuevo. Será el Dios que un indivíduo llega a conocer, no el Dios en que una persona cree. Será un Dios vivo que habitará en nuestros corazones, que florece en los árboles, que canta en los pájaros. Será el Dios de las montañas, de los ríos, del mar, de las estrellas. Será el Dios de la vida. No será el Dios que existe en un templo, que vive en los cielos. Será el Dios que vive en ti, en mi, en todo el mundo.

Pero ese Dios viene a través del conocer y nunca por el conocimiento. Podemos llevarlo por la puerta de la meditación, por la puerta del amor. Esos son los dos caminos: la sabiduría y el amor. Esas son las dos puertas de Dios.

El hombre tiene que crear el significado ahora. El significado no nos lo dá la sociedad. Heidegger dice: "Una vez que alguien se hace consciente de la insignificancia de la vida, nace una gran ansiedad, angustia. Eso sucede cuando abrimos aquello que la sumisión, el conformismo y el condicionamiento de siglos había cerrado. Una vez que esa liberación llega, la persona puede actuar, pero nunca de acuerdo con las normas dadas por alguien o por alguna cosa".

Heidegger está en lo cierto. Hemos de recorrer ese camino nosotros mismos. No hemos de apoyarnos en nadie. Ninguna Escritura nos podrá ayudar. Los profetas se fueron. Los mensajeros ya no están. Tenemos que apoyarnos en nosotros mismos. Ser independientes. Hemos de llegar a una resolución. No hay caminos, ni mapas, lo imprevisible está en cualquier lugar. La existencia toda es un misterio. La exploración es posible nuevamente.

Ahora somos nosotros los que hemos de resolver. A través de eso nos volvemos individuales. Ningún Dios, ninguna ley, ningún mandamiento, ninguna norma ni principio; la persona debe ser la misma, decidir a dónde ir, que hacer y quien ser. Ese es el significado del famoso lema existencialista: "La existencia precede a la esencia". El hombre crea lo que él es, el hombre se proyecta.

El significado tiene que ser proyectado, creado y vivirlo.

Veamos la historia:

Un hombre buscó a un Maestro y le dice: "Primero seguí  a un profesor y después a otro. Seguidamente estudié un libro y después otros. Creo que, aunque no sepa nada sobre ti y tus enseñanzas, esa experiencia me preparó lentamente para aprender de ti".

Cuando se va a un Maestro, nos aproximamos al peligro, al fuego, a la muerte.

Ese hombre tuvo otros profesores. Hay millones de ellos, pero un Maestro es muy raro. Le dice al Maestro: " Primero seguí a un profesor y después a otros". Las personas son así. Ellas piensan que eso les dá gloria. Piensan que son grandes peregrinos y buscadores. Enumerando todos los nombres se sienten bien. Están simplemente mostrando su estupidez.

El verdadero buscador no se molesta con los profesores, ni se apega a ellos. Aunque vaya a un profesor, verá que eso no es más que una enseñanza. Y escapará lo más rápido posible. No se vanagloria de eso, porque no hay un por qué.

Una persona tiene que encontrar, tantear en la oscuridad. Pero cuando se tantea buscando una puerta, a veces uno se cae en un rincón de la sala y hay una pared, nos desiquilibramos, golpeamos la cabeza, caemos sobre algún mueble, y entonces llegamos a la puerta ...... Cuando llegamos a la puerta, ¿recordaremos cuantas veces hemos tropezado antes? No hacemos eso. No tiene el menor sentido. Cuando encontramos la puerta, aquellos tropiezos acabaron. No hay de qué vanagloriarse entonces.

En verdad, cuando decimos que hemos estado con profesores o varios Maestros, estamos diciendo que no tenemos ojos para ver. Mostramos nuestra falta de inteligencia. Esa ha sido mi experiencia. Las personas me relatan cosas así sin apenas darse cuenta de lo que realmente dicen.

Hay tres tipos de personas en el mundo: las estúpidas, que son la mayoría; las mediocres, un poco menos, y las inteligentes.

Las estúpidas se dividen en tres grupos. Las primeras funcionan a través de la mente. No consiguen mucho con la mente, pero aún así funcionan a través de ella, como un intelectual. Siempre que alguien dice con suficiencia: "Estuve con X", yo sé que estoy ante un intelectual estúpido. La segunda, es el hombre estúpido pero emocional. Funciona por las emociones. Irá a un gurú y se tornará enamorado del personaje. La tercera, es la que no tiene voluntad, teme, pero busca alguna fuerza de voluntad. Esa busca milagros, psiquismo. Estará interesada por cualquier tipo de magia.

Cuando alguien viene a mi y dice que estuvo en cualquiera de estos tres lugares, está simplemente mostrando todas las tonterías que ha hecho en el pasado.

El segundo tipo, las mentes mediocres, también se dividen en tres. Si funciona con el intelecto, irá a un  gurú que le hable del poder chamánico de la naturaleza. Si funciona a través del sentimiento, buscará quien le enseñe sobre la amistad y la unión con las cosas del mundo. O, si funciona por la voluntad, seguirá la doctrina del hatha yoga. Encontrará algún gimnasta y comenzará a torturar su cuerpo. Será una especie de masoquista. A través de la tortura sentirá cierto poder dentro de sí.

Y está el tipo inteligente. También tiene tres divisiones: si funciona por la inteligencia, irán a un Krishnamurti, buscando la doctrina pura del espíritu. Si funciona a través del sentimiento, buscará a las Madres en sus tres dimensiones y si fuera un hombre de voluntad buscaría un profesor como Gurdjieff.

Pero quien encuentra a un Maestro ya no va a ninguna parte. Su camino ha terminado. Si decimos: "estuve con este o aquél", eso demuestra que no hemos encontrado lo que buscamos. Todos habrán sido tropiezos.

Cuando encontramos un Maestro, hemos llegado al punto final. Llegamos a la puerta. Entramos a través de ella. Ya no vamos a ningún otro lugar.

"Estudié un libro y después otros".

Hay personas que enumeran los libros que han leído. Los libros no ayudan mucho. Generalmente, hacen acumular conocimientos y a través del conocimiento, el ego.

" Aunque no sepa nada sobre ti y tus enseñanzas, esa experiencia me preparó lentamente para aprender de ti".

Veamos la tontería. Él no sabe lo que el Maestro tiene para enseñar, porque un Maestro no tiene nada que enseñar. Un Maestro destruye toda la enseñanza. Un Maestro te quita todo cuanto hayas aprendido antes. Él coloca en nosotros un tipo diferente de proceso, el de desaprender, el de la ignorancia. Un profesor enseña. Un profesor dá mucho para aprender. Un Maestro te quita todo cuanto sabes. Es muy destructivo, porque solo cuando todo lo inútil es destruído, seremos capaces de nacer de nuevo.

El Maestro contesta: "Nada de lo que hayas aprendido en el pasado te ayudará aquí".

Eso debe haber sido un shock para el futuro alumno. El Maestro no le ayudará a aprender. Así que todo lo que sabía tenía que ser abandonado. Si es cristiano tiene que abandonar la Biblia. No importa lo que tenga que abandonar, pues todo lo que carga dentro de sí ha de ser abandonado.

El condicionamiento ha de descargarse. La mente tiene que llegar a un punto donde ella se pueda sentir sin condiciones, con libertad, con ojos desprovistos de conceptos. La vida es muy verde y las teorías estás llenas de cenizas. Cuando los ojos están llenos de teorías no podemos ver lo verde que es la vida. La vida es nueva a cada momento y las teorías son viejas. La vida es silenciosa y las teorías son un gran ruido. Las teorías hacen de nuestra cabeza un mercado y la vida es muy meditativa. Con las teorías nunca contactaremos con ese eterno silencio.

Y, dejadme deciros, aunque pueda parecer paradojal, que si en la vida encontramos un sonido, este será el del silencio. Es solo el hombre quien crea el barullo. Los pájaros cantan el silencio; los árboles cantan el silencio; los ríos que van a la mar, cantan el silencio. Hay sonidos, pero todos nacen del silencio. El sonido en sí no tiene ruidos. Solo el hombre es ruidoso. El lenguaje, la palabra, es lo que pierde al hombre. Nos hemos perdido en la selva de las palabras.

Un Maestro nos ayuda a quemar todo este bosque de las palabras. Él nos trae un espacio sin palabras.

El Maestro dice por esta razón: "Nada de lo que tú hayas aprendido en el pasado te ayudará aquí. Si quieres estar con nosotros, tendrás que abandonar todo el orgullo del pasado. Eso es una forma de auto-congratulación".

El Maestro parece áspero. Tal vez debía haber sido más cortés con el pobre discípulo. Pero los Maestros son enérgicos, no pueden ser muy corteses. No siguen muchas etiquetas. Son rudos, porque a través de esa fuerza el alumno queda conmocionado. Y si no es así, nunca quedaremos atentos.

Gurdjieff acostumbraba decir que las personas crearon amortiguadores de choques en torno a ellas. La etiqueta es uno de ellos. Los autos, los trenes, tienen parachoques, pues con ellos saltamos menos en caso de choque. Vamos por la calle y vemos a alguien y nos pregunta: ¿Cómo estás? Buenos días".  Podemos no sentirnos bien, pero tenemos que decir: "Buenos días. Estoy bien. Es un placer verte". Eso es un parachoques para esconder la realidad. Ambos se sienten mal cuando se encuentran. Ni siquiera se miran con atención. Están pronunciando palabras para evitar una situación que puede ser desagradable o incómoda.

Pero un Maestro ha de golpear para que podamos estar despiertos. No hay otra manera. Nos obliga a la vigilia. Por eso un Maestro nunca pierde la oportunidad. Siempre que creamos la ocasión, si él puede golpearnos, lo hace. Nunca pierde una oportunidad y lo hace certeramente. El choque tiene que ser inesperado, porque si lo esperamos, no tiene sentido. Si lo esperamos, estaremos preparados para amortiguarlo. Cuando el golpe viene de repente, desde un ángulo que no podemos imaginar, es cuando nos alcanza, pues caso contrario estaremos a la defensiva.

Por eso un Maestro no se puede repetir. No puede usar la misma situación varias veces del mismo modo. Con cada discípulo es diferente.

Hemos de abandonar el orgullo del pasado. Todo el orgullo se origina en ese espacio del tiempo. Nacemos de una familia de clase rica, estudiamos en una Universidad, nuestros padres tienen títulos nobiliarios o profesionales. El orgullo viene del pasado y cuando este es abandonado, el futuro abre sus puertas. Quien se agarra al pasado, está siempre mirando hacia atrás. Y esa es la situación y por eso estamos constantemente con problemas y accidentándonos. Somos como conductores guiando un automóvil hacia adelante y mirando hacia atrás. El accidente es seguro. Si no fuera así, sería un milagro.

Las personas miran siempre hacia atrás. El espejo retrovisor está siempre en nuestros ojos. Vemos el camino recorrido y no el que tenemos al frente. Si queremos evitar accidentes hemos de ver el camino que viene. Hemos de estar libres del pasado y, entonces, estaremos abiertos hacia el futuro. Y recordemos que no podemos ver los dos al mismo tiempo.

El Maestro pone al futuro disponible cuando el pasado es quemado. Podemos salvar algunas cosas buenas, pero esas cosas nos hacen mirar hacia el pasado. No es una cuestión de escoger entre futuro o pasado. No es una cuestión de escoger entre lo bueno y lo malo. Hemos de abandonarlo completamente. Entonces nuestros ojos se volverán hacia el futuro, hacia lo potencial.

Y el hombre exclamó: "Esta es, para mí, la prueba de que tú eres el grande y verdadero profesor".

El hombre también es extraordinario. Debía haber estado con muchos profesores y, ¿quién sabe? hasta haber tropezado con algunos Maestro. Intentaba ahora engañar a este. También él tenía un amortiguador de choques. Se transforma ante esta respuesta y se torna defensivo de una manera sutil. Por eso contesta:

"Esta es para mí, la prueba de que tú eres grande, el real y verdadero Profesor. Pues ninguno de aquellos que yo encontré en el pasado osó negar el valor de lo que yo había estudiado".

Es realmente un hombre astuto, instruído. Lo habría engañado, si el Maestro no lo fuese absolutamente. Si hubiera habido un destello de ego en el Maestro, ese hombre lo habría engañado.

El hombre parece perfectamente verdadero. Por otro lado, los profesores convencen, persuaden. Son negociantes. Lo intentan todo. Si les decimos algo que les toque profundamente, contestan: "Bueno. Lo que dices es cosa cierta y habrá que hacerlo". Ellos no golpean tan duramente, porque están buscando discípulos. No pueden perder un cliente tan fácilmente. Un feligrés llega a tu comercio y, si somos los dueños del negocio, ¿cómo podemos golpearlo? Hemos de convencerlo, tolerar sus tonterías y hasta de apreciarlas.

Si vamos a un profesor y le decimos que hemos estudiado este o aquel asunto, él nos dirá: "Muy bien. Es como debe ser. Eres un alma grande". Si le decimos que podemos recitar la Biblia, nos dirá: "Eso es lo que todos deberían hacer. Veo que estás preparado. Ya hicistes la mitad del trabajo". Y eso nos hará sentir muy bien.

Recordemos, solo aquel que de ninguna forma intenta explotarnos, nos puede golpear. Si tiene alguna intención de manipularnos, no lo haría.

Por ello, el Maestro contesta:  "Este sentimiento es, en sí mismo, sin valor".

 Él golpea de nuevo y más duramente.

"Aceptándome tan entusiasticamente y sin comprensión, te estás elogiando por tener percepciones que, en realidad, te faltan".

 "Vamos, no me intentes engañar", está diciendo el Maestro. "¿Piensas que me elogias? De un modo indirecto te estás elogiando y diciendo que eres muy perceptivo. Estás intentando probar que puedes reconocer a un verdadero Maestro. Eres ciego. Ese saludo al sol es insignificante".

El Maestro puede ver que el hombre es ciego y aún así le está diciendo que él es la mayor luz. Si elogiamos a un Maestro por la comprensión, él lo aceptará. Si lo elogiamos por el entusiasmo, por la lisonja, no lo aceptará. De hecho, le está diciendo: "Yo tengo algún valor, porque te he reconocido como un gran Maestro".

El Maestro tiene que ser severo y esa es su compasión. Recordemos: cuando encontremos a un Maestro que es severo, reconozcamos que, en realidad, él tiene compasión de nosotros. Si no la tuviera, sería cortés. ¿Para qué molestarse o incomodarse?

Cuando digo algo sobre Sai Baba, no estoy diciendo nada contra él. Cuando digo algo contra el espiritismo, o cualquier otra creencia religiosa, no condeno sino a la persona que se juzgan que son de esto o de aquello. ¿Qué tengo yo que ver con todos ellos? Estoy golpeando a los que piensan que están relacionados de algún modo con los personajes o las doctrinas. Eso tiene que ser recordado, caso contrario, seré mal interpretado.

Cuando el Maestro le dice al hombre que tendría que abandonar su pasado, él estaba diciendo: "Todas esas personas que están presentes en tu pasado estaban equivocadas". El no estaba diciendo: "Tendrás que olvidar las Escrituras porque ellas están equivocadas". De ninguna manera. Decía solo una cosa: que el orgullo del pasado es egoísta y un hombre no puede crecer a través del ego. Si queremos evolucionar, hemos de abandonar todo el orgullo del pasado.

Si estáis conmigo, meditad sobre esta parábola. De mil maneras estoy golpeando, destruyendo, las cabezas. Si realmente os amo, tengo que destruíros, guillotinaros; tengo que ser una crucifixión para vosotros, porque sólamente después de la crucifixión viene la resurrección.

Un místico se encontró con otro de su misma condición, en un día que estaban con sus seguidores y el uno le dice al otro: "Yo tengo la capacidad de andar sobre las aguas. Vamos al río y sentados sobre las aguas, podemos tener una discusión espiritual".

El otro le contestó: "Si deseas que estemos juntos y a solas, ¿por qué no vienes conmigo y conversamos juntos flotando en el aire?"

El primero respondió: "No puedo hacer eso, pues ese poder no lo poseo".

Y el segundo le dice: "El poder de permanecer en las aguas es el mismo que posee el pez. Mi capacidad de volar puede realizarla una mosca. Esas habilidades no forman parte de la verdad real; ellas pueden ser el cimiento de la egolatría y la competición, no de la espiritualidad".

 

 

LA INFINITA MUTUACIÓN

Los juegos del ego son muy sutiles. Y, si alguien estuviera intentando abandonar el ego, él se hará cada vez más sutil. Y la estrategia más grande que el ego puede usar para protegerse, es que nos volvamos sin ego; es simular humildad, modestia; es mostrar que "ahora no hay ninguna necesidad de luchar conmigo, yo no soy, de ninguna de las maneras".

El ego es uno de los problemas más fundamentales que el hombre ha de enfrentar. Los caminos del ego tienen que ser entendidos correctamente, caso contrario, nunca seremos capaces de librarnos de él. Y, hasta que nos liberemos del ego, no hay ninguna posibilidad de encontrar a Dios. El ego funciona como una barrera entre nosotros y la realidad.

Funciona como una barrera porque es una de las cosas más irreales posibles. Es una ficción, no es un hecho. Es mantenido por el condicionamiento, por la hipnosis. Es una ficción, porque la existencia es una. Ella puede tener solo un centro, no millones de centros.

¿Qué es el ego? El ego es la idea de que "yo soy el centro del universo". Eso es el ego, reducido a lo básico. El Yo no puede ser el centro del mundo, pero todos tenemos esa idea.

Y la segunda parte del ego, es: la separación, una ficción que nos separa de la totalidad. Nos dá la idea de que somos independientes, como islas. Y no lo somos. La existencia es un continente, infinita. No hay islas.

Y, recordemos, cuando digo que no somos independientes, no quiero decir que seamos dependientes, porque la idea de dependencia implicará ego. No hay nadie para ser independiente, ni hay nadie para ser dependiente. Vivimos en interdependencia, en existencia mutua. Somos partes uno de los otros, miembros uno de los otros. Hasta las estrellas más lejanas están conectadas con nosotros. Nadie está separado.

La independencia y la dependencia son aspectos de una misma moneda llamada ego. Una persona de verdad no es nadie, no existe como persona. No tiene límites. Existe como Dios.

Por esta razón, por un lado el ego crea la separación y por el otro crea ansiedad, miedo a la muerte. Este miedo viene del ego, porque nunca ha habido muerte. La muerte no existe. Si somos uno con el todo, ¿cómo la muerte puede existir? El todo nunca murió, siempre estuvo aquí y todo permanecerá aquí, siempre.

El mar jamás muere. Solo las ondas que vienen y van. Una vez que la onda piense: "yo estoy separada del océano", entonces tendrá ansiedad. Ahí es donde la muerte llega. Es el miedo y la ansiedad, pero si la onda sabe que no está separada, ¿cómo puede morir? Para morir hay que estar separado. Si somos uno con el mar, aunque seamos ondas, no importa. Aquello que existe en la onda es el océano. Hemos estado antes como ondas y estaremos después que nos vayamos. En verdad, nunca fuimos ni vinimos, sino que somos una manifestación del universo.

Veamos el mecanismo del ego. Primero, el ego nos hace sentir pequeños; crea un tipo de inferioridad de que "somos tan pequeños contra un mundo tan grande, así que tendré que ser grande, en dinero, en poder. El ego nos hace sentir limitados y a nadie le gusta la limitación. Entonces nace el deseo de ser mayor. Pero, cuanto mayores somos, más egoístas nos volvemos, porque seguimos cargando el ego.

Veamos lo absurdo de esto. Cuanto mayores, más egoístas, y comenzamos a pensar: "Ahora yo soy alguien". Y cuanto más egoístas nos tornamos, menos nos sentimos. Parece paradojal: cuanto mayores somos, menos nos sentimos. Y muchas veces nace el deseo de volvernos grandes. Con el ego nadie puede ser grande. Es imposible.

Solo abandonando el ego alguien puede, súbitamente, ser grande, la persona se torna infinita, porque entonces no hay límites. La existencia es ilimitada.

Pero no comencemos a abandonar el ego. No podemos abandonarlo porque él es una ficción, no un hecho. Si lo abandonamos crearemos otra ficción: la de que nos volvemos sin ego. Y comenzaremos a ser humildes, a practicar la humildad, y seremos de nuevo egoístas y de una manera nueva. Pensaremos: "Yo soy la persona más humilde del mundo, la más humilde".

Entonces, ¿qué hacer? Se puede solo entender. Se puede examinar la mecánica, como funciona esta ficción. Es como estar en una habitación y alguien nos dijese que hay un fantasma en su interior. Ahora no podemos dormir. No es que haya un fantasma dentro, sino la idea de que hay un fantasma y de que, si nos dormimos, puede haber peligro, como saltar sobre nosotros, chupar nuestra sangre o algo así. Los fantasma son cosas en las que no se puede confiar. Nunca se sabe lo que harán.

Y cuanto más agitados y cansados, más creeremos en fantasmas, porque cuanto más débiles nos volvemos, más fuerte el fantasma será. Un ratón que pase, un  pájaro batiendo sus alas en un árbol, una hoja seca moviéndose por el viento, es bastante. Podemos perder la consciencia.

Y no había nada desde el principio. Lo hemos creado todo. Nos envolvimos en una idea y esta se volvió realidad. Ahora no podemos luchar contra este fantasma. Pero, solo tenemos que entender, ver el mecanismo, como la idea del fantasma nos manipula. Es solo una idea, nuestra idea.

Exactamente lo mismo, es con el ego. El ego es un fantasma. Totalmente irreal. Pero, por ciertas razones, él está enraízado en nosotros. Primero, la sociedad lo necesita. Sin crear un tipo de ego, seremos peligrosos. A través del ego podemos ser manipulados. Pensemos: si no tenemos ego, nadie nos podrá asustar. ¡Imposible!

Es por eso que Jesús nunca tuvo miedo. Tal vez la onda desaparezca, pero ¿quién puede matar la onda? Ella estará ahí, en el océano, totalmente como estaba antes. Solo la forma no está, pero la forma no importa. Muchos Maestros fueron muertos y ellos aceptaron la muerte. ¿De dónde viene ese coraje?

No es el coraje o el valor de un soldado. De ninguna de las maneras. Es el coraje de un hombre que llegó a percibir que no hay ego. El coraje de un soldado es diferente al de un santo. El valor del soldado es un coraje entrenado; en el fondo, él tiene miedo. Pero durante años ha sido entrenado para ser valiente. Es un hábito. Pero, en el fondo existe la sospecha, el miedo. Es natural.

La diferencia entre un soldado valiente y el cobarde, no es el miedo; la diferencia es que el valiente va a la guerra, a la muerte, a pesar del miedo. El cobarde huye. Pero el miedo está en los dos. El hombre valiente tiene una idea de la valentía. Fue condicionado. Su ego fue endurecido de tal modo que él permanece en su posición de valentía. Está contra su ego el escapar, huir. Eso es todo

El coraje de un santo es totalmente diferente. No tiene nada que ver con el coraje de un soldado. Sabe que él no es, así, ¿cómo podemos matarlo? Sabe que no hay ninguna muerte, porque nunca hubo ningún nacimiento. Abandonó la falacia del ego y así, todas las falacias desaparecen.

¿Cómo abandonarlo?, simplemente observando las maneras como él viene. Lo sacamos de un lado, lo expulsamos por una puerta y él entra por otra, por la puerta de atrás, de una forma más sutil, porque así no podemos reconocerlo.

La sociedad necesita el ego, pues si así no fuera, las personas serían incontrolables; el Estado necesita de él, caso contrario, las persona serían rebeldes, casi sería imposible crear esclavitud, crear robots, patalogías, crear autómatas que vemos andando por las calles, trabajando en oficinas, fábricas, etc. Es una estratagema política.

Y es también utilitario. Tenemos que referirnos a nosotros mismos de alguna manera. Sería confuso si comenzamos a usar el nombre para referirse a uno mismo.

Había un místico que hacía esto. No usaba la palabra "yo", sino su nombre. Si estaba con hambre, decía: "Fulano está con mucha hambre".

Pero crea problemas. Entonces le decían: "¿Quién es fulano. De quién está hablando?".

No sería posible si todos usaran su nombre en lugar de "yo", estableceríamos una confusión. El "yo" es lingüisticamente utilitario. No hay nada de equívoco en usarlo, pero sepamos que es una palabra utilitaria y no tiene ninguna realidad tras de ella.

El propio acto de evitarla parece decir que aún tenemos miedo de ella, que si la usamos tal vez el ego regrese. Así, estamos colocando el ego de lado solo por no usar el "yo". Eso no ayudará. Puede venir en tercera persona. Es tan sutil ......

Primero, la sociedad tiene que crear un ego en nosotros, porque entonces nos puede manipular fácilmente. ¿Cómo? Una vez que creamos el ego, podemos condicionar a una criatura. Podemos decirle que ha de ser el primero de la clase. Si no tiene ego, no podemos crear la ambición en ella. Se reiría de la idea.

Los niños pequeños no ven el punto porque no tienen ideas sobre los egos cristalizados. Un niño pequeño puede venir del colegio y decir en casa: "voy a repetir nuevamente". El aún no está envenenado. Más pronto o más tarde ... ¿cuánto tiempo puede sobrevivir sin ser envenenado? Todo el sistema educativo es un truco sutil para crear el ego, por eso hay tanta competición, ambición: ser el primero, estar en lo alto de la lista, ganar una medalla de oro.

Y eso continúa, continúa y sigue. No termina con la escuela. Aún las personas viejas desean recompensas, premios. Aún son infantiles.

Cuando la la idea de que "yo soy" entra en la sangre, todo es posible. Podemos ser asustados de que, si no hacemos eso, perderemos algo; si hacemos lo otro, nos lucraremos. Si hacemos esto, habrá éxito; si hacemos aquello, fracasaremos. Con la idea del ego, el miedo al castigo y al beneficio se hacen posibles. Toda la sociedad existe entre la ganancia y el miedo.

Una vez el niño haya aprendido los caminos de las ganancias, entonces toda su vida estará corriendo detrás del dinero, poder o prestigio. Estará perdiendo toda su vida en lo no-esencial. El dinero no es importante. Recordemos, el dinero es importante porque tenemos la idea del ego. Muchas personas han renunciado al dinero y pensaron que renunciaban a algo esencial. Nunca se ama al dinero por causa del dinero; el dinero se ama por causa del ego. Si tenemos millones, el ego se hincha de orgullo. Renunciamos a esos millones y nos retiramos a un monasterio y el ego se hincha de orgullo por haber renunciado al dinero. Ahora estamos mucho más elevados. La propia idea de que pocas personas pueden renunciar a tanto dinero con tanta facilidad, hará a nuestro ego un poco mayor. Así, los que renuncian, tienen egos muy sutiles.

La sociedad lo necesita, el Estado lo considera necesario, los sacerdotes también lo prefieren, los políticos, todos necesitan al ego. Solo nosotros no lo necesitamos. Solo nosotros somos miserables por su causa; por su culpa perdemos el Reino de Dios. Tenemos que estar muy conscientes, caso contrario, la sociedad, el Estado y todos estarán conspirando. Ellos quieren que tengamos ego.

Tenemos que decidir si queremos o no ese viaje. Tenemos que ver lo que hemos ganado hasta ahora. ¿Beneficios? ¿Alegrías? Podemos cambiar. Podemos convertirnos en personas de otro mundo, que no es realmente tan de otro mundo. Podemos decir: "En este mundo no hay nada, todo es vanidad. La muerte llega y nos lo quita todo. Buscaré un poder eterno". Pero eso aún es poder. Poder espiritual, poder milagroso.

Hay tres maneras por las que un "hombre espiritual" puede caer de nuevo en esa trampa. O él se hace muy culto; entonces tiene un ego de que "yo sé y mucho más que cualquier otro". O se convierte en un asceta. Puede torturarse, ser un masoquista. Puede ayunar, suicidarse lentamente y decir al mundo: "Yo soy el mayor de los místicos. Renuncié a todo, hasta a mi cuerpo". La tercera posibilidad es que pueda comenzar a usar su energía psíquica como poder. Puede transformarse en un negociante de milagros. Hay mucha energía en la psiquis. Todas ellas pueden desarrollarse. Y, cuando nos movemos profundamente en la meditación, ellas evolucionan. El verdadero hombre espiritual no las usará de ninguno de los modos, porque sabe que eso sería una trampa y ella lo llevaría de vuelta a la basura del mundo. Un verdadero hombre espiritual nunca usa ningún poder. Si hay milagros a su alrededor, ellos ocurren por sí propio. Él no es el autor.

Un hombre tocó a Jesús y fue curado. Lo quería agradecer de alguna manera. Había estado enfermo muchos años, le dijeron no tenía curación y ahora su salud era perfecta. Cayó a los pies de Jesús y este le dijo: "No me agradezcas nada. Agradece a Dios. En verdad, dá gracias a tu propia persona, fue tu fé la que te ha curado. Yo no tengo nada que ver con eso".

Esa es la cualidad del verdadero hombre espiritual: si algo ocurre, él no es el autor. Si, los milagros acontecen, pero no son hechos. Y cuando una persona comienza a hacerlos, ya no es un hombre espiritual de ninguna de las maneras. Ha descendido a mago. Ahora ya no queda nada de la espiritualidad. Así como las personas quieren demostrar que tienen dinero, él quiere demostrar sus poderes psíquicos. Pero, el actor está ahí y él es parte de ese show, como cualquier otra persona.

En torno de un hombre espiritual los milagros acontecen, milagros verdaderos. No son verdaderos esos milagros donde alguien produce cenizas o relojes suizos; esos no son milagros, son trucos. Alrededor de una persona espiritual, las personas se transforman, cambian, comienzan a tener nuevos espacios en su ser. Las personas se mueven en nuevas dimensiones de alegría, vida y eternidad; comienzan a ser más amorosas y compasivas. Las personas comienzan a florecer. Nace la fragancia. Esos son los milagros verdaderos. Las personas comienzan a sentir que Dios existe, comienzan a confiar. Las personas son conscientes de quienes son ellas. Pierden el sueño de siglos. Sus ojos se abren. Se vuelven enteras, dejan de ser fragmentos, se completan. Estos son milagros verdaderos.

Pero ellos no se hacen; nadie los está haciendo. Si hay alguien para hacerlos, el ego existe aún. Y, con el ego, el mundo; con el ego, toda la oscuridad.

Estemos alerta, porque nadie estará a favor de que abandonemos el ego. La esposa o el esposo no estarán a favor, tampoco los hijos, porque cuando abandonamos el ego ya no tenemos más ambiciones. Todos quieren que ganemos más dinero, comprar casas, joyas, ahorros en el Banco, pólizas de seguros y otras cosas.

Si perdemos el ego la ambición desaparece. Es natural que seamos más saludables, pero ¿a quién le importa que estemos saludables? No tendremos úlceras, pero a nadie le importará eso. Todos estarán interesados en una casa más grande, o dos casas, una en el campo y otra en la playa. Estarán más interesadas en una barca, en poder, prestigio, influencia. Si tenemos una enfermedad, el problema es nuestro.

Las enfermedades son consecuencia de la ambición. El cáncer es la ansiedad crónica. Cuando la ansiedad es demasiada para que el cuerpo la soporte, se comienza a mover en dirección a la muerte. Se van creando situaciones donde la muerte es fácil, el inconsciente nos ayuda a morir más rápidamente, porque perdemos la alegría de vivir.

Y así son todas las cosas. Por eso, si abandonamos el ego, nadie nos apoyará. Todos estarán en contra, porque están interesados en que seamos egoístas. Aún las personas que nos enseñan a estar sin ego, no se van a sentir bien, porque después ¿a quién enseñarán a vivir sin ego?

Ahora una historia. Había un perro inglés, que era como un predicador. Acostumbraba predicar a otros perros de la ciudad, que Dios hizo al perro a su imagen y semejanza. Decía: "la misma palabra dog (perro), tiene exactamente las mismas letras que la palabra God (Dios). Somos Dios al contrario. Es solo una cuestión de cambiar la dirección y el perro puede ser Dios".

Y eso atraía a los otros perros. Solo había una cosa difícil: este perro era contrario a los ladridos. Los predicadores están siempre en contra de algo que es imposible dejar. Para un perro es imposible no ladrar, eso es contrario a su propia naturaleza. Adoran ladrar, esa es la alegría de ellos. Cuando se sienten felices, ¿qué otra cosa pueden hacer? Ellos ladran. Cuando es noche de luna llena, ellos ladran.

Este perro predicador estaba en contra del hábito de ladrar. Los sacerdotes son muy expertos en descubrir las cosas que no podemos abandonar. Ellos descubrieron el sexo, porque no podemos abandonarlo. Por eso están en contra de él. Descubrieron el paladar, el sabor, porque no podemos abandonarlo. Ellos están en contra de eso. Y nos obligaron al ayuno.

El perro predicó día y noche. En cualquier lugar que encontraba un perro ladrando, él iba a predicar allí. Los perros ya estaban cansados de esto, a pesar de saber que estaban equivocados. Es inútil ladrar, eso ya lo sabían, no había ninguna necesidad.

Pero un día decidieron: "Nuestro predicador ha envejecido mucho y no le hemos dado nunca ninguna alegría; por lo menos, durante una noche, no deberíamos ladrar. Era el aniversario del predicador, así que pensaron sería un buen regalo.

Era noche de luna llena y era difícil. Ellos estaban todos sentados, en postura de yoga, reprimiéndose, y cuanto más reprimían más el ladrido venía a las gargantas.

Y el predicador dio un paseo, miró sorprendido, porque ningún perro ladraba. Quedó perplejo. ¿Qué estaba pasando? ¿Los perros habían cambiado? Entonces quedó preocupado. "Si han cambiado, ¿yo que haré? ¿Qué voy a hacer en el futuro?" Dio otra vuelta. Confiaba en la naturaleza de los perros: ellos ladrarían aquella noche. Los conocía muy bien. Toda su vida les había enseñado y nadie había parado de ladrar nunca. Cuando encontraba algún discípulo, este después de dos o tres días huía de él. Le decía: "Esto es demasiado. No quiero encontrar a Dios. Por favor, permite que siga siendo un perro".

¿Era un milagro lo que estaba pasando? Ya no divisaba a ningún perro y no escuchaba ningún ladrido. Ya no había nada que enseñar. Era media noche y el mismo tenía un oculto deseo de ladrar. En verdad, no había sentido eso antes, porque hablaba tanto: mañana, tarde y noche, que después no tenía ninguna energía para ladrar. Ahora nacía en él un fuerte deseo de ladrar. Y pensó: "No hay ningún perro por aquí, ¿por qué no lo intento?" No podía ser un pecado muy grande. Ni todos los perros van al infierno. Él sabía que ladrar era una cosa natural, pero había llevado una vida muy artificial, como la de un monje.

En el momento que comenzó a ladrar, súbitamente, hubo una gran explosión. Todos los perros comenzaron a ladrar. Cuando oyeron que uno rompía el voto, pensaron que era alguien entre ellos mismos, pues no podían imaginar que el predicador haría eso. Era imposible.

Y entonces apareció el predicador y comenzó a enseñarles nuevamente que eso no era bueno. "Es por causa de los ladridos que no somos los reyes de este mundo. Ladrar destruye nuestro potencial".

Los sacerdotes que quedan diciendo que abandonemos nuestro ego, no estarán muy felices si lo hacemos, porque desde el momento que lo abandonemos, estaremos mucho más allá del control de ellos.

Así que habrá que moverse en esa dirección, solitarios. Nadie nos estará ayudando porque todos estarán en contra.

Pero, a no ser que entendamos que el ego es nuestro infierno, no podremos tener esta bendición.

Ahora, veamos la historieta.

Un místico encontró a otro en un día en que estaban sentados entre sus discípulos y dijo el primero: "Yo tengo la capacidad de andar sobre el agua. Ven, vamos donde haya agua y, sentados sobre ella, podemos tener una discusión espiritual".

Esto es estúpido por parte del primer místico. Estaba interesado en el poder. Debió de haber aprendido como andar sobre el agua y ahora quería mostrarlo al otro místico. Quería tener algún tipo de reconocimiento. Estaba interesado en mostrar el poder que había obtenido.

Cuando los poderes comienzan a crecer en nuestra evolución espiritual es necesario mucho valor para no mostrarlos.

El mayor milagro que un Maestro puede hacer es no hacerlos. Cuando los poderes milagrosos comienzan a acontecer, solo los usan las personas débiles. Los fuertes no lo harán porque saben que eso es otra trampa. Nuevamente el mundo está intentando hacerlo retroceder.

Esa es la última artimaña. Si podemos evitar las energías psíquicas, silenciosamente, testimoniando, si podemos pasar por ellas sin implicarnos, sin ser aprisionados, entonces podemos llegar a casa. Es una gran seducción.

Este místico puede haber pensado que el otro no tenía este poder.

No hay ninguna posibilidad de ninguna discusión espiritual. La espiritualidad no tiene nada que ver con discutir. La espiritualidad conoce el diálogo, no conoce los argumentos. Tiene conocimientos. Un Maestro puede compartir lo que sabe, pero no hay discusión en eso.

Este místico debió ser un sujeto egoísta. Primero, quiere mostrar su poder milagroso; después quiere discutir. La verdad es. No se puede argumentar sobre ella. O sabemos o no sabemos. No hay ninguna otra manera. Estas son las dos únicas y simples alternativas.

El otro místico le contestó: "Si deseas separarte de tus discípulos, ¿por qué no vienes conmigo para volar y conversar en el aire?"

Él tenía que haber visto la tontería de este hombre. El ego funcionando. Había tropezado en un juego. Eso sucede: cuando tropezamos con un juguete, pensamos que hemos encontrado la verdad.

El primer místico pensaba que tenía un gran poder. El otro estaba jugando.

"No puedo hacer eso, pues el poder que mencionas no es el que yo poseo".

Recordemos, podemos poseer poder, pero no poseer a Dios, así que el poder nunca puede ser espiritual. Con Dios, tenemos que ser poseídos por El, no podemos poseerlo. Si poseemos algo, entonces el ego estará ahí. ¿Quién es ese que dice: "Yo poseo?" "Yo poseo dinero, poseo un cargo político  o poseo poder espiritual", pero el "yo" continúa la posesión. El "yo" es la posesividad. El quiere poseer el Todo. Nunca está satisfecho. Lo que quiera que poseamos, desde el momento de la posesión, se torna insignificante. El deseo ardiente por más ..... es siempre por más. Podemos poseer todo el mundo y aún estaremos deseando más.

El segundo místico hizo al primero consciente de que no poseía el don de volar. El otro inmediatamente se sintió inferior. Se volvió pobre inmediatamente. El segundo místico perforó el globo de su vanidad, creando el "más aún".

¿Qué es lo pequeño? Nada es pequeño en sí mismo y nada es grande en sí mismo. Todo es comparativo.

El segundo místico trazó un listón más grande. El ego del otro no se podía vanagloriar.

Dice el segundo místico: "Tu poder de permanecer sobre las aguas es el mismo que posee el pez".

No es nada valioso, caso contrario, todos los peces serían santos espirituales.

"Mi capacidad de volar puede ser realizada por una mosca".

Eso tampoco es valioso, caso contrario todas las moscas serían Mesías.

"Esas habilidades no forman parte de la verdad real; ellas pueden volverse el cimiento de la egolatría y de la competición, no de la espiritualidad".

Esa es una gran lección para recordar. Si cualquier idea de competición entra en la mente, nos estaremos apartando de Dios, porque con la competencia el ego es creado.

Podemos tener una gran egolatría, pero cuanto mayor ella es, más lejanos estaremos de lo universal. Cuanto mayor pensamos que somos, más perdidos estaremos. Y recordemos, no estoy diciendo que deberán comenzar a decir: "Yo soy pequeño, soy polvo debajo de los pies". No, no estoy diciendo eso, porque sería una pretensión.

Un verdadero espiritualista no tiene ninguna idea sobre lo grande o lo pequeño.

Vamos a entregarnos y ser poseídos por Dios. No intentemos poseer a Dios. Muchos comenzaron con esta idea. Muchos buscadores se han movido con ese tremendo ego. Pero ellos nunca encontrarán. Cuando el buscador ya no está, queda solamente Dios. Es ahí cuando comenzamos a reir, porque Dios siempre estuvo ahí. Él es la realidad. No podemos tener a Dios en nuestras manos cerradas. Podemos tenerlo con las manos abiertas. Él está ahí cuando nuestros corazones son como manos abiertas. Entonces Lo tendremos.

Esta es una gran lección para ser recordada. Hemos de entender los caminos del ego. El primer místico cayó en la trampa sutil del ego. ¿Cuál es el sentido? Lo mismo que pueda andar sobre las aguas, ¿qué se adelanta con eso? ¿Qué relieve tiene eso para los problemas de la vida? ¿Por andar sobre las aguas vamos a ser felices? Entonces, ¿por qué no somos felices cuando andamos sobre la tierra? ¿Solo por volar seremos felices? ¿Quién lo impide? Ahora mismo, ¿por qué no podemos ser felices?

Este no es un proceso espiritual, es un proceso egoísta. Estemos atentos al ego, porque el ego es la única pared entre nosotros y Dios.

 

 

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