ALCORAC SALVADOR NAVARRO
Dirigida a las Escuelas de : CIRCULAR nº EXTRA Barcelona (2) Mallorca Menorca Las Palmas Llubí, 1º de Agosto de 1.996
LOS ÁNGELES Se atribuye a Dionisio el Areopagita la obra "La jerarquía celeste", que divide en tres jerarquías y en categoría descendente el mundo de los ángeles: l. Serafines 2. Querubines 3. Tronos 4. Dominaciones 5. Virtudes 6. Poderes 7. Principados 8. Arcángeles 9. Ángeles En el libro de Isaías, capítulo 6, hay una referencia a los Serafines: "El año de la muerte del rey Osías ví al Señor sentado sobre su trono alto y sublime, y sus haldas henchían el templo. Había ante Él serafines, que cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro y con dos se cubrían los pies". No hay Serafines en el Nuevo Testamento, pero son importantes en el Libro de Enoch, cuya jefatura era a veces atribuída a Metatrón o Miguel y a veces a Lucifer. Los Querubines son importantes en la Biblia, donde guardan la entrada del Jardín del Edén (Génesis 3:24) y sigue su referencia en las criaturas doradas que figuran en las esquinas del Arca de la Alianza (Éxodo 25:18). También son Querubines los que adornan el Templo de Salomón, hechos con madera de olivo (I Reyes 6:23), y los cuatro seres de la visión de Ezequiel, Capítulo 10. En el Apocalipsis 4:8, son llamados los cuatro vivientes. Gabriel y Rafael están entre los más destacados, y a veces Lucifer. Los Tronos no figuran en la Biblia, aunque sí es citado por los rabinos, pero con una oscura función, tal vez porque un buen número de ellos siguió a Satanás en su soberbia. Las Dominaciones debieron ser antiguos ángeles, porque jamás despertaron interés. Las Virtudes, tienen como encomienda hacer milagros en nuestro mundo y actuar como ángeles de la guarda, citados por Jesús en Mateo 18.10. Tienen el honor de ser los dos ángeles que acompañan a Jesús en la Ascensión. Los Poderes son visto como guardianes del orden y eran particularmente detestados por San Pablo, quizá porque los asociaba con la Ley que Jesús iba a sustituir. Los Principados, defensores de la religión, son frecuentemente asociados a determinados países. Y los siete Arcángeles tienen un sentido general de jefes de los ángeles, una categoría por encima de los ángeles comunes, que son simples mensajeros que llegan trayendo los decretos de Dios. La orden final de los ángeles está tan distante de Dios que su proximidad con nosotros refuerza el pensamiento de antipatía de San Pablo por ellos, pues siempre afirmó que Jesús era el único mediador entre Dios y los hombres, lo que es contradictorio con la estructura jerárquica de los ángeles. Dice San Pablo en su carta a los Efesios, 2: 1-2: "Y vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los que en otro tiempo habéis vivido, según el modo secular de este mundo, bajo el príncipe de las potestades aéreas, bajo el espíritu que actúa en los hijos rebeldes;" lo que ha sido entendido por las Escuelas esotéricas como una referencia a estos seres satánicos. El Satanás del Libro de Job es el "adversario" o abogado de la acusación, un siervo de Dios, y de ningún modo un ser perverso. En el Génesis 6:l-4, los hijos de los Elohim, son los ángeles caídos o "hijos de Dios" que casan con mujeres terrenas y generan gigantes monstruosos, poderosos y héroes famosos. En Daniel, 10: 13-21, tanto Gabriel como Miguel, arcángeles guardianes de Israel son lanzados contra los ángeles opuestos de Persia y Grecia, ángeles guardianes de estas naciones, condenados a caer En relación a los ángeles, San Pablo era muy ambivalente y pensó que los ángeles eran innecesarios, pues habían perdido toda función como mediadores entre el hombre y Dios, desde que Jesús había resucitado. Pablo entendió que la diferencia entre judaísmo y cristianismo, era entre una creencia en que la imagen de Dios sobrevive en nosotros, aunque esté parcialmente oculta por el pecado, y una fe en que la imagen fue apagada por el pecado, y que toda culpa ha de ser expíada. Pero Pablo tenía un agudo sentido de esta pérdida, a no ser redimida en Cristo y, para él, la mayoría de los ángeles eran seres equívocos, sobre los que Jesús triunfó. La antipatía de Pablo por los ángeles se manifiesta notablemente en la II Epístola a los Gálatas, 1l: l4: "y no es maravilla, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz". Todo ángel de luz era sospechoso para él, que atribuía a judíos y gnósticos la influencia herética de Satanás. Así, en Efesios 6.11-12, hace la más elocuente denuncia de los ángeles: "Revestíos de toda armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las astutas celadas del diablo. Porque no tenemos que luchar contra la carne o sangre, sino contra los principados, las potestades, contra los príncipes de las tinieblas de este siglo, contra las malicias espirituales en las regiones celestes". Los ángeles no han sido una creencia judáica sino que fueron conocidos después del cautiverio en Babilonia. Su origen es persa, la Persia de Zoroastro, cuyas ideas fueron tomadas por los israelitas, juntamente con las nociones del ritmo cambiante de los milenios y del apocalipsis final, con la lucha dual entre las fuerzas sobrenaturales del bien y del mal. De aquí proviene la doctrina sobre la existencia del demonio y los ángeles caídos, la resurrección de los muertos, además de un mundo de ángeles de apoyo. Quisiera terminar esta primera parte sobre el origen y opiniónes sobre los ángeles, con una misteriosa observación que hace San Pablo en la I Epístola a los Corintios 11.10 de que "la mujer debe cubrir la cabeza con un velo por causa de los ángeles", lo cual nos lleva a imaginar un posible deseo angelical por las mujeres terrenales. Y, por último, en la Epístola a los Colosenses hace una distinción entre ángeles y demonios y los cristianos son advertidos: " y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió publicamente triunfando de ellos en la cruz. Que ninguno, pues, os juzgue por la comida o la bebida, por las fiestas, los novilunios o los sábados, sombra de lo futuro, cuya realidad es Cristo. Que nadie con afectada humildad o con el culto de los ángeles os prive del premio, haciendo alarde de lo que ha visto, hinchándose vanamente bajo el efecto de su inteligencia carnal". Que existe un ansia humana por ángeles, no cabe duda. El deseo de consolación de una vida espiritual trasciende nuestras estructuras y ello pertenece a la propia naturaleza humana. La imagen del ángel aparece a muchos de nosotros en lo que parecen ser sueños turbadores, o aparece en momentos de crisis en forma de un cuerpo astral. Todos los siglos tienen sus épocas de catástrofes y esperamos ángeles como anuncios del milenio que acaba, así como los esperamos en las puertas de la muerte. El fin del milenio o el anuncio de la llegada de una nueva Era, en las expectativas de muchos despiertan sensaciones de presencias angelicales. Pero ante esto recordemos la I Epístola de San Pedro Capítulo 3:22: " que, una vez sometidos a El los ángeles, las potestades y las virtudes, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios". Los apóstoles insistieron siempre en que la victoria de Jesús era una derrota de los ángeles, lo que demuestra que para ellos estos espíritus no eran gratos ni confiaban en ellos Me intriga el hecho de que las sugestiones actuales sobre ángeles que se han extendido por Europa y América, una vez fueron concedidas a los espiritualmente capaces, ahora parecen estar al alcance de cualquier devoto y hasta de personas inestables. Siempre hay un mundo futuro, pero no un mundo en otra parte, con unos seres imaginarios sin consistencia real. Lo que nos libera no son los ángeles, sino el conocimiento de la Verdad y esa Verdad es conocida por la Sabiduría y el Amor, con la valiosa ayuda de la Voluntad. Dentro de nosotros hay una chispa de lo Divino, de lo que siempre fue de Dios. Eso quiere decir que conocer a Dios es básicamente un proceso de recordar quienes somos y lo que ya sabemos, y es que Dios nunca fue externo a nosotros por más separados que estemos del cosmos que habitamos. El verdadero Hombre está por encima de todos estos seres angélicos o por lo menos, en su mismo plano. Al final, nunca un ser celestial dejará sus esferas celestes para descender a la tierra y vivir una experiencia en ella; pero el Hombre se estableció por sí mismo en la tierra, lejos de su poder, de su patria celestial. Debemos pensar por ello que el hombre es un dios mortal y que el Dios celestial es un hombre inmortal. Dejemos de buscar seres angelicales. La Creación y el Camino es la búsqueda de nosotros mismos y aprender que lo que nos habita dice: "Mi Dios, mi pensamiento, mi alma, mi cuerpo". Aprendamos de dónde viene el dolor, la alegría, el odio, el amor, el despertar y el dormir. Y si examinamos cuidadosamente estas cosas nos encontraremos a nosotros mismos, siendo al mismo tiempo Uno y muchos |
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