ALCORAC Salvador Navarro
Dirigida a las Escuelas de: Barcelona Mallorca Menorca Circular nº 1 , año V I Llubí, 1º de Enero del 2.000. Por vez primera nos encontramos en las puertas de un nuevo milenio. El año 2.000 cierra un ciclo, el segundo de nuestra Era, y muy pronto todo comenzará a solidificarse nuevamente. En la última centuria, fue cayendo lo que pensábamos era inamovible: familia, matrimonio, fervor religioso, ideas políticas y morales. Hemos derribado muchos muros, pero no creo que hayamos construído nada, y esto ahora se hace urgente, antes de que alguien levante paredes falsas o nos hagan creer que estaremos mejor viviendo sin sistemas defensivos. Cada 2.500 años apróximadamente o signo del Zodíaco, el mundo gira de tal manera que lo que era estable se diluye para formar una nueva base donde edificar. El signo de Acuario está comenzando a regir nuestro tiempo, las costumbres se han resquebrajado y hundido sin que sepamos qué formas de vida llegarán. Pongamos todos nuestro esfuerzo para hacer un mundo más humano, donde la Libertad, no sea una palabra hueca que no sirva más que para revoluciones sin sentido; donde la Fraternidad, sea un compartir lo que tenemos y no arrojar lo que nos sobra o no queremos a las manos de los necesitados; donde la Igualdad de oportunidades, nos haga disfrutar de los bienes que hemos recibido de nuestros antepasados y sean empleados en la evolución de los hermanos pobres de la raza humana. Si así lo hacemos, habremos contribuído a hacer un mundo mejor; más noble, más amable, más armónico y más justo. Gracias. * * * * * Uno de los mayores problemas de todos los que buscan su camino interior y que están obligados a enfrentar, es hacer una clara distinción entre el amor y el apego. Parecen iguales, pero no lo son. Al contrario; hasta el odio es más parecido al amor que el apego. El deseo o la adicción esconde la realidad, que es el odio, con una apariencia de amor. Y lo más venenoso del apego, es la posesividad. Intentemos comprender esto. Ha ocurrido muchas veces. Y puede estar pasándote a tí, porque la mente confunde el amor con el apego. Y los que miran todo por las apariencias siempre son víctimas: el apego es tomado como amor, y cuando lo confundimos, acabamos siempre perdiendo la realidad. Escogemos una falsa moneda. Nos hemos engañado. La posesividad, el apego, es un falso amor. El odio es mejor, porque por lo menos, es verdadero. El odio puede llegar a ser amor un día, pero la posesión nunca lo será, Necesitamos abandonarla para crecer en el amor. ¿Cuál es la diferencia ? Hay una mecánica sutil. Amar significa estar preparado para fundirme en otra persona. Es una muerte, la más profunda muerte posible, el abismo más hondo; en él, puedo caer y continuar cayendo, cayendo . . . . No tiene fin, ni tiene ningún fondo; es una caída eterna dentro del otro. Nunca termina. Amar significa tornar al otro tan significativo que tú dejas de existir. Amar es rendirse incondicionalmente; si hubiera cualquier condición, entonces tú serías el importante no la otra persona; tú serías el centro, no el otro. Y si tú eres el centro el otro será un medio. Utilizas al otro, lo explotas, te satisfaces, te gratificas a través del otro, pero tú eres la meta. Y el amor dice: “tienes que hacer del otro un fin, disuélvete”. El amor es un fenómeno mortal, un proceso de muerte. Por eso las personas lo temen. Puedes hablar sobre él, cantarlo, pero en lo íntimo tienes miedo. Todos tus poemas, tus canciones sobre el amor, son sustitutos para que puedas cantarlo sin entrar en él, para que puedas sentir que estás amando sin amar. El amor es una necesidad tan profunda que no puedes vivir sin él: sea real o falso. El sustituto puede ser falso, pero por algún tiempo te da la sensación de que estás amando. Hasta lo falso es celebrado. Pero, más tarde o temprano, comprenderás su falsedad; entonces, no cambias el falso amor por otro verdadero, sino que cambias de amante. Cuando descubres que el amor es falso, hay dos posibilidades: cambiar, abandonar el falso amor y hacerlo real o cambiar de pareja. Así es como tu mente funciona cuando dices: “Este amor no me ha dado la felicidad que me prometía. Al contrario, siento ahora que soy más infeliz“; siempre piensas que la otra persona te está decepcionando, no que eres tú el que decepcionas. Nadie te puede hacer sentir mal, excepto tú mismo . . . . pero piensas que el otro es quien lo hace, que es el responsable: cambia de mujer, cambia de marido, cambia de maestro, cambia de religión, cambia al otro. Entonces, por algún tiempo, crees que estás amando. Pero, un día reconoces de nuevo lo falso de la situación, porque ella ahora no te satisface. Te puedes engañar a tí mismo, pero ¿ por cuánto tiempo ? . . . . Nuevamente tienes que cambiar al otro. Cuando llegas a comprender que el otro no es el problema, que tú amor es falso, aunque hables mucho de él, pero sin hacer ningún movimiento para profundizarlo, te quedas con miedo . . . . El amor es como la muerte, y si tienes miedo de morir, tendrás miedo del amor. En la muerte, son los cuerpos los que desaparecen. Lo esencial, tu ego, estará a salvo. La mente, que parece tener mucha importancia para ti, continúa en la otra vida. Tu identidad interna permanece la misma, sólo la exterior desaparece. De este modo, la muerte nunca es profunda. Y, ¿ si tienes miedo de la muerte, cómo podrás estar dispuesto a entrar en las inmensidades del amor ? Porque, en el amor no son tus ropas, tu casa, tu personalidad, la que muda, sino que eres tú quien muere. Ese miedo a la muerte se transforma en miedo al amor, a la meditación, a la entrega en la plegaria. Estos tres acontecimientos son parecidos: muerte, amor y meditación. La ruta que debes tomar es siempre la misma. Si nunca has sido capaz de amar, tampoco lo serás para entrar en meditación. Si nunca has meditado ni amado, no comprenderás en modo alguno la maravillosa experiencia de la muerte. Si amaste, entonces la muerte será una experiencia tan intensa y profunda que nada en la vida podrá ser comparado con ella. Una vida tiene una extensión de sesenta o noventa años. La muerte ocurre en un simple momento: es intensa; la vida no puede serlo así. La muerte es una culminación de la vida, no es el fin de ella. Es realmente estúpido quedar con miedo, cerrar los ojos, temer quedar en la inconsciencia y no aprovechar la experiencia. De la misma manera el amor puede ayudarte, porque te prepara para morir, para la meditación. Cuando meditas, tienes que perderte a ti mismo. El amor es más profundo, porque el otro está presente, hay algo que te ata, algo continúa sobreviviendo. En meditación, el otro no existe. Por estas razones los maestros silenciaron la existencia de Dios. ¿ Por qué ? Ellos sabían muy bien que Él existe pero no hablaban de su existencia para que no hubiera ningún soporte. Si otro existe, tu meditación podrá llegar a ser amor, devoción, pero la muerte total no será vivenciada. Ella es posible cuando no hay nadie, cuando la noche es más oscura que nunca y tú te disuelves, evaporas, no hay nada ni nadie con quién unirse: entonces, el mayor éxtasis acontece. La palabra éxtasis tiene un gran significado. Significa estar fuera de sí, mirando la propia muerte como si toda la existencia se encerrase en ese cuadro, y sintiendo la mayor alegría. La religión es el arte de aprender cómo morir viviendo. Amor significa muerte, pero el apego no lo es. En el amor, la otra persona es tan significativa que puedes disolverte; confías tanto en el otro que no necesitas pensar. Por eso dicen que el amor es loco y ciego. ¡ Es eso mismo ! No es que tus ojos hayan dejado de ver, pero cuando dejas tu ego, tu mente, para los demás pareces ciego y loco. Ya no piensas más en ti mismo. La confianza es tanta que no tienes necesidad de pensar. El pensamiento lo necesitas cuando dudas, porque ella crea la necesidad de pensar. Es la base del pensamiento. Cuando no dudas, el pensamiento desaparece. Por eso todas las religiones insisten en que solamente a través de la fe, la confianza y el amor, puedes entrar en el templo de Dios, y no hay otra puerta. El amor es una confianza, un disolverse del ego. El centro se mueve hacia el otro. ¡ Es tan pacífico, tan maravilloso, cuando no hay una ondulación en la mente, ni una sombra de duda ! La confianza es completa y perfecta, hay beatitud y bendición. Cuando llegas a sentirlo, es tremendo, no hay nada igual. Pero, el ego va a crear un truco. Al contrario que el amor, el ego te da la posesividad. El amor dice: entrégate; y el ego ordena: posee, domina. El amor dice: disuélvete en el otro; y el ego manda: tienes que hacer rendir al otro, forzarlo a ser tuyo, transformarlo en tu sombra. El amor da vida al otro; el apego mata, quita la vida. Es por eso que muchos amantes se matan, son un veneno el uno para el otro. Mira para los matrimonios: una vez fueron amantes y comenzaron a matarse. Ahora, son dos personas muertas, prisioneras. Estan con temores, aburridos, acobardados. Las personas tienen miedo por sus experiencias amorosas. A través de lo que llamamos amor, hemos matado muchas cosas. Si no fuera así, ¿ por qué este mundo parece tan feo ? Todos hemos estado enamorados. Amor de pareja, filial, paternal o maternal, amistad. Todo el mundo ha amado o está amando . . . . tanto amor y tanta fealdad, tanta miseria . . . . ¿ cómo puede ser ? En un lugar, algo parece estar equivocado, en la propia raíz. Eso no es amor; si lo fuese, el miedo desaparecería, porque cuanto más se ama menos se teme. En la posesión el miedo crece cada vez más: el temor del abandono, la duda, la sospecha, el espionaje, la falta de libertad para que no haya posibilidades. Si rompemos la posibilidad de lo desconocido, la vida envejece, se muere. Todo se vuelve monótono, hay tedio, falta de significado. Y cuanto más ocurre, más posesiva es la persona, más proteccionista. Es un círculo vicioso. Cuanto más prisiones, menos vida existe. Hay miedo de que algo ocurra y el amor se vaya; esto crea una cárcel mucho mayor. Hay medios sutiles de hacer grandes prisiones: celos continuos y una posesividad tan extensa que el otro deja de ser una persona, transformándose en una cosa, una comodidad. Porque un objeto puede ser poseído más fácilmente que una persona: no puede rebelarse, desobedecer, marchar sin permiso, ni enamorarse de otro. Cuando el amor se transforma en frustración, porque ya no es amor, poco a poco comienzas a gustar de otras cosas. ¡ Mira las personas cuando limpian sus coches, el modo como los miran, se apasionan por ellos, y hasta se entristecen cuando se estropean ! Principalmente entre nosotros, donde el amor ha sido asesinado casi por completo. Las personas aman cosas y animales: perros, gatos, casas, autos. Es más fácil amar una cosa o un animal: un perro es más fiel que un marido o una esposa. Una pareja es peligrosa. En cualquier momento puede ser infiel o marchar de casa, y no podrás hacer nada. Y, cuando ocurre, el ego queda hecho pedazos. Para prevenirnos contra esto, matamos al marido o a la mujer, y pasa a ser exactamente un objeto, una cosa muerta. Esta es la miseria: cuando se posee una persona, ella se transforma en una cosa, pero tú quieres amar a tu hombre o tu mujer. Las cosas pueden ser poseídas, pero no pueden reaccionar. Se puede amar un objeto, pero nunca corresponderá a tu amor. ¿ Cómo puede tu pareja, muerta por tí, devolverte un beso ? En el momento que lo consigues, tu satisfacción es perdida, porque el otro no reacciona como tú quisieras. La reacción amorosa viene en plena libertad, pero esto no nos lo podemos permitir porque no amamos. El amor nunca es posesivo. No lo es por su propia naturaleza. Todo lo relatado sucede solamente entre un hombre y una mujer. Si comienzas a amar un Jesús, todo puede repetirse. Harás lo mismo, y serás posesivo con él. Los cristianos piensan que Jesús les pertenece, son los propietarios. Los mahometanos piensan que Mahoma les pertenece. No se puede pintar su figura sin que te lleven a los tribunales; ni se puede esculpir una estatua, porque ellos no lo permiten. ¿Cómo llegaron a ser propietarios de Mahoma ? Transformándolo en una cosa muerta. Nadie puede poseer a Cristo ni a Mahoma, son demasiado grandes y nuestras manos muy pequeñas. El amor no puede nunca ser poseído: es una fuerza vital, infinita, y nosotros tan insignificantes que no podemos poseerla. A través de esa posesividad las religiones parecen sectas, adorando cosas muertas y así, nada sucede en la vida, pensamos que las religiones están todas equivocadas. Pero eso no es cierto. Todas ellas, desde la budista a la cristiana, tienen suficiente luz para salvarnos, pero no lo permitimos. A Jesús lo crucificaron los judíos, y nosotros lo hemos momificado. Ahora es una cosa muerta, buena para ser venerada, poseída. ¿ Cómo, un Cristo muerto, puede transformarme ? Ocurrió hace 1.000 años. El 31 de Diciembre del 999, un rumor corrió por todo el mundo conocido, particularmente en las naciones cristianas: que el último día sería el primero de Enero del año 1.000, el día del Juicio Final. Entonces, el día de fin de año, los cristianos cerraron sus comercios y las personas comenzaron a distribuir sus bienes, pues a la mañana siguiente no habría más mundo. Se abrazaban, perdonaban a sus enemigos, y aquella noche, parecía haber un mundo distinto. Toda actividad hacia cesado, porque ya no había futuro. ¿ Para qué tener enemigos ? ¿ Por qué no amar ? Los cristianos lo cerraron todo. Solamente los despachos del Vaticano en Roma, estaban abiertos, pues el Papa y sus sacerdotes sabían muy bien que eso no iba a ocurrir, que era una superstición. Y, por consiguiente, ellos no habían repartido sus bienes entre los pobres. Los sacerdotes saben que Jesús está muerto, y nosotros los tontos, rezando a una cosa muerta. Pero no lo pueden decir, porque a través de esta idea la explotación es posible. Eso les favorece. Y, en el supuesto de que se diga que Cristo está vivo, pues también, porque ellos pueden ser los intermediarios. Un Cristo vivo viene directamente a tí, no permite un mediador. Entonces, un Cristo vivo puede ser peligroso. Solamente muerto es bueno. Ahora vamos a contar una historia. Es significativa. Una mujer en busca de Iluminación, hizo una estatua de madera y la forró de oro. La estatua era hermosa, y ella la llevaba consigo donde quiera que fuese. Pasaron los años y ella se instaló en el campo, en una pequeña ermita, donde había otras estatuas, cada una en su propio altar. Ella quemaba incienso a su estatua de oro, todos los días. Pero, no gustándole la idea de que su perfume llegara a las otras estatuas, inventó un embudo a través del cual el humo ascendía directamente a la suya. Esto oscureció la nariz de su estatua de oro que llegó a volverse totalmente fea. Vamos a la historia, palabra por palabra. Ese es un corazón femenino: poseedor. Por eso en la historia aparece una mujer. Y no pienses que sólo las mujeres son posesivas. Los hombres también lo son, pero en tal caso tienen corazón femenino. ¿ Por qué la mujer es más posesiva que el hombre ? Porque la posesión viene del miedo. El hombre es menos temeroso que la mujer. La mente femenina es medrosa y, a menos que se satisfaga completamente con la posesión, no es feliz. Psicológicamente, cuando se posee totalmente no se puede ser feliz, porque el otro ya está muerto. Solamente en libertad la vida existe. Por eso, en esta historia se escogió una mujer. Pero recuerda: no hay diferencia si eres un hombre, tu mente puede ser femenina. Hay pocos hombres, son raros. Puedes ser una mujer y tener una mente sin miedos, masculina. La distinción no es de sexo, sino de actitud. ¿ Qué actitud ? Si eres hombre y posesivo, tienes mente femenina. Si eres mujer y no posesiva, tienes mente masculina. Por eso se ha llegado a pensar que ninguna mujer se ha iluminado. Pero esto es verdad en un sentido diferente, más profundo; ninguna mente femenina se puede iluminar, porque el miedo y la posesividad no lo permiten. La mujer hizo una estatua de madera . . . . Es difícil para una mente femenina, hombre o mujer, estar sola. La mente, si fuera femenina, crearía una estatua, otra persona. No puede estar sola. Una estatua significa que el otro ha sido creado. No hay nadie más, pero no nos contentamos con la nada. Algo tiene que existir, para que sirva de apego. Por eso hay tantos templos y tantas imágenes, creadas por mentes femeninas. Por eso hay tan pocos hombres en los templos y tantas mujeres. Y muchos hombres están porque son arrastrados por las esposas. La mente femenina puede crear barreras, dificultades. Si comienzas a ser posesivo, perderás. Recuerda siempre que el miedo tiene que ser dejado, para que el amor pueda crecer. El miedo es del ego. Si existe, el miedo persistirá. Puedes crear una estatua y agarrarte a ella. No te revelará nada, porque es creación tuya. Puedes forrarla de oro, estará muy hermosa, pero es una cosa mortal. la estatua era bonita, y la cargaba donde quiera que iba . . . La estatua era una carga, tenía que ser llevada y protegida. La podían robar. No iba a ninguna parte sin ella. La mente se hizo posesiva en relación a la estatua, que pasó a ser el centro de su posesividad, miedo y culto. Pero eso no es amor. pasaron los años y aún la cargaba. Ella se instaló en una pequeña ermita en el campo, donde había muchas imágenes, cada cual en su propio santuario. Los años transcurrían y nada pasaba. Cargando una estatua, nada puede suceder. Dios tiene que estar vivo, no cargado. Tiene que ser amado, no poseído. Tienes que disolverte en Él, no que sea una propiedad. Dios está vivo cuando lo penetras. Pero, en tal caso es peligroso, porque no volverás. Es un punto de donde nadie regresa. Una vez caes dentro, no hay retorno. Estarás con miedo de haberte perdido. Con una imagen no hay miedo. Puedes cargarla. La estatua se podrá perder un día, pero tú no. Puedes hacer otra, y hasta mucho mejor que la primera. No hay dificultad, porque son creaciones tuyas. Vete a un templo, ¿qué ha hecho el hombre ? ¡ Creado estatuas ! Ahora se inclina ante ellas, sollozando o llorando. Todo es falso porque la base es falsa. Lágrimas, llantos, oraciones, ¿hacia dónde las envías ? ¿ Ante quién lloras ? De tus propias creaciones, de tus juguetes, no importa lo hermoso o caros que sean, no hay diferencia. Tú eres el creador de tus dioses, lloras y sollozas ante ellos, pensando que algo va a ocurrirte. Estás actuando irresponsablemente. Los templos están llenos de gente incoherente, inclinándose ante sus propias creaciones. ¿ Cómo eso puede ayudar ? Cargando tu imagen, pueden pasar muchos años; cargando tu Cristo, no llegas a ningún lugar. Estás peregrinando de un lugar para otro, de una vida a otra, de un capricho a otro, de una mente a otra, deambulando, sin alcanzar lugar alguno. Entonces te cansas: el objetivo, la meta, parece no estar en ningún lugar. la mujer se instaló en una pequeña ermita en el campo, donde había muchas imágenes, cada cual en su propio santuario. ¿ Por qué la mente continúa trabajando con tonterías ? Una imagen no nos sirve, entonces creamos dos. Esto es aritmético: si dos no solucionan nada, creamos tres, mil. Un hombre camina entre mil estatuas y no pasa nada, porque la vida no nace de cosas muertas; nunca somos transformados a partir de una imagen muerta. ¡ Busca a un Dios vivo ! Si no puedes encontrarlo, cierra los ojos y búscalo en tí. Si no lo ves fuera, encuéntralo dentro, porque Dios nunca está muerto. Existe para ser buscado, está siempre cerca. Puede estar a tu lado, pero nunca lo has visto. Puede estar en tu prójimo, pero te parece que no lo conoces. ¡ Abre los ojos ! Cuando cargas una imagen, los ojos se cierran. Esta mujer puede haber perdido su Dios a causa de la estatua, porque pensó que ya Lo tenía, que no debía buscar más. Por eso se instaló en una ermita. Las personas que viven con imágenes siempre se instalan en templos. No pueden alcanzar el Objetivo Último, y han de instalarse en algún lugar al lado del camino, en un santuario. Muchas personas habitan en templos. Deambulan, procuran y descubren que nada puede ser encontrado; es imposible. No es que el objetivo esté lejos, está más cerca de lo que puedas imaginar, pero por estar cargando estatuas, se han vuelto ciegas. Los ojos están cerrados por las imágenes. Sus corazones están cargados de ídolos, palabras, escrituras, cosas muertas . . . . La mujer finalmente se instaló en una ermita. Yo te digo: ¡ nunca hagas eso ! Un santuario puede ser un alojamiento circunstancial, no un estado permanente. Nunca te instales en una secta, en una mente sectaria. Puedes tener un descanso, es cierto. Quédate por una noche, pero por la mañana ¡ márchate ! Sigue cambiando, hasta que encuentres a Dios, que es el único templo. Pero allí no hay estatuas. Solamente lo real. No te instales con un retrato, con lo falso, con una reproducción. Procura lo original, la fuente. La mujer quemaba incienso para su estatua dorada, todos los días. La imagen era de madera cubierta de oro. Bajo el oro había madera y nada más. Pero tú puedes esconder las cosas. Con oro se puede ocultar cualquier objeto. Cuando no hay amor, ponemos mucho oro alrededor de la pareja. Una imagen forrada de oro, y piensas que todo es perfecto, porque tu pareja te trae cada vez más regalos. Cuando el amor muere, los regalos se hacen muy vivos, son necesarios. El oro mata. La vida no puede ser nunca cubierta con dinero. Sólo la muerte te permite hacer eso. La vida no está de acuerdo con este disparate. La mujer quemaba incienso a su imagen dorada, todos los días; pero no le gustaba la idea de que su perfume alcanzara a las otras estatuas, por lo que compró un embudo a través del cual el humo ascendía sólo para la suya. Así es la mente de una persona posesiva: ni el perfume, el incienso, el humo, permite que alcance a otros. Era su estatua. Las otras no eran de ella. Si hay realmente amor, no importa a quién alcance. Cuando hay amor se ama una persona, pero no puedes inventar un embudo para que tu amor sea solamente para tu pareja. El amor, si es real, es un fenómeno que va más allá de la persona amada; se esparce por todo lugar. Es como una ondulación en las aguas de un lago. Cuando se tira una piedra al agua, nace una onda que se va extendiendo hasta el fin. Si amas a alguien, eso no es lineal, es circular, una onda. Cuando amas, estás tirando una piedra en el lago del amor. Ahora todos son beneficiados, no sólo el ser amado. Si intentas beneficiarlo a él y a nadie más, estarás haciendo lo mismo que hizo esta mujer. ¡ Es imposible ! Cuando amas, este amor corre por todos lados. No puedes canalizarlo porque es inútil. Los ríos pueden serlo, pero el amor es un mar. El apego puede ser canalizado, el amor no. Lanzando una piedra en el lago, cae en un determinado punto, pero las ondas se esparcen. Cuando te enamoras, alcanzas un determinado punto con una persona en particular; pero es el comienzo, no es el fin. Ahí el amor se derrama y el mundo es beneficiado. Hay un centro donde la piedra cae y las ondas nacen y se propagan hasta el fin. Hay un centro, la persona amada; pero el amor no puede ser contenido. Es un crescendo, nadie puede contenerlo. El amante es la puerta por donde entra el amor al mundo. Esa mujer es exactamente como tú. Una mente humana, trabajando a traves de la estupidez humana. Ella no quería que su perfume alcanzara a las otras imágenes, que eran igual que la suya. Cuando amo a alguien, encuentro a Dios. El amor me Lo revela en esa persona. Entonces todo es divino: el árbol, la nube, el mendigo en la calle. Si el amor llega y ves la cara original de la otra persona, que es revelada sólo en el amor, entonces Dios está en todas partes y el mundo es un templo. Ahora no hay preocupación. No piensas si tu perfume está alcanzando a alguien, ni si tu amante esparce perfumes hacia otros. Eres feliz, porque a través de ti todo el mundo se vuelve una gracia, recibe la bendición de tu amor. Pero, si estás con miedo, serás posesivo y lo matarás. Mira como crece tu amor, ayúdale a crecer, a alcanzarlo todo. Este es el problema: cuando amas a alguien, lo quieres confinado, frenado. Es como si estuvieras comprimiendo un árbol dentro de un bote de mermelada. Entonces lo matas. La planta tiene que moverse hacia arriba, expandirse. Sus flores darán perfumes, sus ramas darán sombra y muchos se beneficiarán de sus frutos. Claro que las raíces están dentro de tí, pero el árbol no para de crecer. El amor es el mayor árbol posible: se puede expandir por todo el cielo, pero no debe ser contenido. No puedes hacerlo finito, porque su naturaleza es infinita. esto oscureció la nariz de la estatua dorada que se hizo muy fea. Así ocurre con los amantes, porque el perfume deja de serlo, queda en humo, porque el primero necesita expandirse. Por eso la nariz se oscureció, y tenemos ahora la nariz negra. Todo ha oscurecido por nuestra posesividad. No somos reales. Estamos poseyendo o siendo poseídos. ¡ Mi marido ! ¡ Mi mujer ! ¡ Mi casa ! En el momento que coloco el “mi”, deja de ser lo que nombro y se convierte en mi posesividad. Las personas no son una propiedad. La religión no es una propiedad. Pero todas las personas y templos son posesión de alguien. Son míos o suyos. Así, la nariz de la estatua quedó oscura y fea. Es necesario que todo sea realmente destruído, libre de escoria, para que la Tierra quede limpia y una persona verdadera, un templo verdadero, pueda existir. Hemos pasado a ser parte de la sociedad, de las leyes. Ya no hay símbolos del Más Allá. Tal actitud es posible con la mente; ella lo transforma todo en una posesión, pues sólamente poseyendo el ego puede existir. El ego es tu barrera. El ego es el agua donde apenas los reflejos son vistos, donde lo real no puede ser conocido. Deja que los viejos conceptos caigan y el río corra sin que tú la contengas. D O S Vamos a estudiar el significado espiritual del número DOS. Hemos visto que el Uno excluye toda diferencia, y denota aquello que es soberano. Pero DOS afirma que hay una diferencia . . . . hay otro ; mientras que UNO afirma que no hay otro más. Esta diferencia puede ser para bien o para mal. Una cosa puede diferir del mal y ser buena, o puede diferir del bien y ser mala. Por ello, el número DOS asume un diferente color, en base al contexto. Es el primer número por el que podemos dividir otro, y por ello en todos sus usos podemos seguir esta idea fundamental de división o diferencia. Los dos pueden ser, aunque diferentes en su carácter, uno en cuanto a testimonio y amistad. El Segundo que llega puede ser para ayuda y liberación. Pero es doloroso que allí donde se trata del hombre este número da testimonio a su caída, porque con la mayor frecuencia denota aquella diferencia que implica oposición, enemistad y opresión. Cuando la tierra se encontraba en el Caos, su condición era de ruina y oscuridad. Lo segundo que se registra en relación con la Creación es la introducción de una segunda cosa: la Luz; y de inmediato hubo diferencia y división, porque Dios SEPARÓ la luz de las tinieblas. Así que el segundo día tuvo la división como su gran característica. “Haya expansión en medio de las aguas, y SEPARE las aguas de las aguas”. Aquí tenemos, pues, separación, o división, relacionada con el segundo día. Esta gran significación espiritual se mantiene a través de la Palabra. Naturalmente, no podemos reconocer ningún arreglo humano en las divisiones de los libros, capítulos y versículos, etc. Sólo podemos examinar aquella división, ordenación y disposición que sea divina. El segundo de cualquier cantidad de cosas siempre lleva la marca de la diferencia, y generalmente de enemistad. Dice la segunda declaración en la Biblia “ Y la tierra estaba desordenada y vacía “. Mientras que la primera declara : “ En el principio creó Dios los cielos y la tierra “. Aquí la primera habla de la perfección y orden. La segunda, de ruina y desolación, que tuvo lugar en algún tiempo, y de alguna manera, y por alguna razón que no nos es revelada. Podemos ver que el libro del Génesis está dividido en doce secciones. La primera de ellas registra la perfección de la obra de Dios. La segunda contiene el relato de la Caída ; la entrada de un segundo ser - el Enemigo - aquella vieja Serpiente; el Diablo, introduciendo la discordia, el pecado y la muerte. La “enemistad” se ve primero en esta segunda división. “ Pondré enemistad “. Vemos en un segundo bajo Dios en la Serpiente; a una segunda criatura en la mujer, que fue engañada y cayó; a un segundo hombre, en la simiente de la mujer, el sujeto del gran anuncio y profecía. De aquí que el número dos quede asociado con la Encarnación, con la segunda Persona de la Trinidad “ el segundo Hombre “, el “postrer Adán”. La segunda sección comienza con las palabras : “ Este es el libro de las generaciones de Adám “. Mientras que de “el segundo Hombre” se escribe: “Libro de la generación de Jesucristo”. Si miramos el Pentateuco como un todo, vemos, en el Primer libro, la soberanía de Dios, pero el Segundo libro (Éxodo) comienza con “la opresión del enemigo”. Aquí, una vez más, hay “otro”, el Liberador que dice: “ he descendido para liberarlos” (Exodo 3:8). Y así se introduce la Redención por primera en este segundo libro. La segunda de las tres grandes divisiones del Antiguo Testamento, son los profetas Josué, Jueces, Rut, Samuel, Reyes, Isaías, Jeremías y Ezequiel y contiene el registro de la enemistad de Israel hacia su Dios y la controversia de ambos. En el primero, tenemos la soberanía de Jehová en abrirles la conquista y posesión de la tierra, mientras que en el segundo vemos la rebelión y enemistad en la tierra, conduciendo al alejamiento de su Dios y a la opresión por parte del enemigo. En la tercera divisón, llamada “los Salmos”, debido a que comienza con el Libro de los Salmos, tenemos en el canon hebreo, como segundo libro, el Libro de Job. Aquí, otra vez, vemos el enemigo en todo su poder y maldad, oponiéndose y oprimiendo a un hijo de Dios; y somos llevados dentro del velo. Además del Génesis, el Libro de los Salmos es el único libro que está marcado por divisiones señaladas. Está marcada por cinco Libros: El primero Salmos 1 - 41 El segundo Salmos 42 - 72 El tercero Salmos 73 - 89 El cuarto Salmos 90 - 106 El quinto Salmos 107 - 150 El segundo Libro de los Salmos comienza, igual que el Éxodo, con la opresión del enemigo ( Salmo 42:9). Ésta es la carga de todo este Salmo y la totalidad de este segundo libro. No es ello cierto solamente de este Segundo Libro, sino que se observa también en el segundo Salmo de cada uno de los otros Libros. La misma significación del número Dos se ve en el Nuevo Testamento. Allí donde aparecen dos Epístolas, la segunda tiene una referencia especial al enemigo. En 2ª Corintios se da énfasis en el poder del enemig( 2 : 11; 11 : 14; 12 : 7). En 2ª Tesalonicenses hay un referencia a la obra de Satanás en la revelación de “ el hombre de pecado” y del “inicuo”. En 2ª Timoteo vemos la iglesia en su ruina, como en la primera epístola lo vemos en su gobierno. En 2ª Pedro se predice y describe la venidera apostasía. Mientras que 2ª Juan tenemos el “anticristo” mencionado por este nombre . Es imposible nombrar el gran número de cosas que nos es presentado emparejadas, de manera que la una puede enseñar acerca de la otra por vía de contraste o diferencia. Los dos cimientos ; “el de la casa que no se cayó, porque había sido cimentada sobre la roca.” Los dos señores; los dos mandamientos; los dos deudores; las dos hermanas, etc. Concluye en la Circular del mes de Febrero del 2.000
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