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SALVADOR NAVARRO

 

 

                                                                                                      

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                                                                     Circular nº 8 . Año IV

                                                                     Llubí, 1º de Agosto de 1.998

 

 

 

          ¿Cuántas veces  hemos encontrado personas que dicen seguir a su Maestro o sus Escrituras, al pie de la letra? ¿Cómo se puede escoger el camino cierto, si nuestra mente está siempre buscando el camino más fácil, el que puede evitar nuestra responsabilidad? Si nos equivocamos, el error será siempre del Maestro o de las Escrituras, que no aconsejaron lo correcto. Y esa es una actitud acomodaticia e irresponsable que adoptamos con demasiada frecuencia.

          La verdadera cuestión no es cómo consultar con el Maestro, sino la de estar más meditativo. Es por estar identificados con nuestro cuerpo, que el Maestro también es tomado como un ser físico. Y no es una cuestión estar en presencia de él. Donde quiera que estés, si estás en estado meditativo, estarás en su presencia. Hasta después de muerto, el Maestro puede ser consultado.

          Jesús es consultado aún hoy y las respuestas llegan. No es que él esté sentado en algún lugar dando respuestas, sino que cuando estamos en meditación, nos convertimos en su esencia, en parte de su emanación. La naturaleza crística surge y esta misma naturaleza nos responde. Esto significa, para aquél que está ciego, que Jesús no puede ser encontrado en ningún lugar; pero, para el que puede ver, significa que Jesús el Cristo está en todos los lugares.

          Podemos contactar con nuestro Maestro donde quiera estemos. El camino no es ir hasta el Maestro, el camino es ir hacia nuestro interior. Cuanto más profundamente lleguemos, más profundamente penetraremos en el Maestro.

          Las respuestas vendrán. Y sabremos y sentiremos que las respuestas no fueron dadas por la mente. Habrá una cualidad totalmente diferente. La cualidad cambiará completamente y no tendremos dudas al respecto. Cuando la mente responde, sabemos que es ella. Cuando la mente no está presente, tú simplemente meditas y la respuesta viene como si fuese de otra persona, no de ti. Tú la oyes.

          Este es el misterio del Corán. Mahoma pensó que el había escuchado y estaba en lo cierto. Pero los mahometanos están equivocados al pensar que Dios estaba hablando. Nadie hablaba.

          Pero, cuando la mente está silenciosa, la respuesta llega desde lo más interno del ser. Y ella es tan profunda, tan más allá de lo que llamamos mente, que tú sientes que la oyes. Ella viene de ti. Ella es una revelación.

          Tú estás siempre identificado con la superficie, y la respuesta viene del interior. No conoces tu propio interior y es por eso que sentimos que Dios está respondiendo. En cierto modo eso es verdad, porque cuando la respuesta llega del interior, está viniendo del Maestro.

          Los ocultistas han dicho siempre que el verdadero Maestro está dentro de ti. Y el Maestro que está en el exterior está sólo intentando traer a tu Maestro interno hacia fuera, intentando que hagas trabajar a tu Maestro interior. Y cuando ese Maestro interno comienza a hacer su labor, el trabajo del Maestro exterior está cumplido. Lo exterior no es más que un representante de lo interno.

          Ahora yo puedo ser tu interior. Pero cuando tu interior comience a funcionar, yo ya no te soy necesario. Cuando sientas que tu interior te responde, mis respuestas ya no son significativas. Porque todas mis respuestas a tus preguntas vienen para la creación de respuestas en tu interior. Así, cuando tu ser interior comienza a hablar contigo, tu propia consciencia se torna tu Maestro.

          Sé más silencioso. Sé más meditativo. Permite que cada vez más el silencio te penetre.

          ¿Qué debe ser hecho? ¿Cómo ser más meditativo?

          En un sentido, nada puede ser hecho directamente, porque sea lo que fuere que hagas, la mente interviene. Si intentas ser silencioso, nada conseguirás, porque la mente estará intentando alguna cosa. Y siempre que la mente existe, la perturbación también existirá. La mente es el ruido, el barullo.

          Así, si intentas ser silencioso, la mente estará intentando ser silenciosa. Y crearás más ruido que estará relacionado con el silencio. Intentarás pensar, harás cualquier cosa y estarás cada vez más intranquilo.

          Nada se puede hacer con el silencio, porque él ya está ahí. Sólo necesitas permitir que esté.

          Es exactamente como la luz del sol: tus puertas están cerradas, no puedes traer la luz del sol para dentro de la casa en cubos, o en paquetes. ¡Es imposible!. Si lo intentas, serás tonto, pero muchos lo están intentando. Simplemente abre las ventanas, las puertas. Permite que la brisa sople. Permite que los rayos entren. Y espera.

          No puedes forzar nada. Siempre que tú fuerzas algo, haces alguna cosa fea. Si un hombre se fuerza a sí mismo a ser silencioso, su silencio será feo, torturado, forzado, artificial, queda en la superficie. En su íntimo, el continúa siendo un tumulto.

          Entonces, ¿qué hacer? Abre tu mente y espera. Mira los árboles, los pájaros cantando. Escucha y no hagas nada. Sea lo que esté pasando a tu alrededor, sigue con la atención pasiva. La luz sobre el agua, los niños que juegan, riendo, y tú en presencia pasiva, abierto, escuchando, mirando, sin pensar.

          Los pájaros están en los árboles, cantando ..... Escucha. No pienses. No vayas creando una segunda serie en tu mente con lo que está pasando, tú deja que pase. Y más tarde o temprano, sentirás que la mente se va diluyendo y un silencio va llegando a ti.

          Sentirás el silencio descendiendo sobre ti, penetrando por todos los poros de tu cuerpo, llegando cada vez más a tu interior.

          Al principio será un momento, porque estás tan acostumbrado a pensar, tan viciado por el pensamiento, como si fuera alcohol, tabaco o alguna otra droga, que vislumbrarás apenas por algunos instantes el silencio, y nuevamente comenzarás a pensar sobre ese silencio que está descendiendo sobre ti. Dirás: "¡Oh! Este es el silencio sobre el cual el Maestro siempre me habló". Y lo destruirás. O comienzas a pensar: "este es el silencio que las Escrituras dicen que es la meta que he de alcanzar, este es el silencio del que hablan los poetas, el silencio que va más allá de cualquier comprensión". Y lo perderás.

          Los poetas llegarán. Los Maestros llegarán. Las Escrituras llegarán, pero tú has fallado, has perdido. Ahora, estás nuevamente turbado. Ahora no eres una pasividad, sino una atención. Los pájaros que cantaban ya no existen para ti. Tu mente ha entrado. Los árboles han desaparecido. El sol no está en el cielo y las nubes ya no flotan. Ahora tú no estás abierto, te has cerrado, tus ventanas y puertas se han cerrado.

          El pensamiento, el pensar, es el camino para cerrar la mente. No pensar, quedar sin pensamiento alguno, es el camino para abrirla. Siempre que no estés pensando estarás abierto; siempre que piensas, un muro se levanta. Cada pensamiento es como un ladrillo, y todo proceso mental es un muro. Y tú quedas escondido tras del muro, lamentándote, "¿por qué el sol no viene hacia mi?" No es el sol, eres tú creando muros a tu alrededor.

          Hay que ser más meditativo. Siempre que tengas una oportunidad, cualquier espacio, cualquier tiempo, permite que las cosas sucedan a tu alrededor. Mira profundamente, atentamente, pero no seas activo, porque actividad significa pensar. Siéntate quietamente, permite que las cosas ocurran por sí mismas, y vuélvete silencioso.

          Entonces llegarás a saber que el silencio no es una cualidad de la mente. La mente no puede ser silenciosa. El silencio es una cualidad del alma, de tu ser interno. El está siempre presente, pero por causa de tu verborrea, de esa constante verborrea de tu mente, es que tú no puedes escucharlo. Siempre que estés pasivo, sin pensar, eres consciente de él. Entonces, queda desocupado. En ese momento de vacío, el estado meditativo llega. Por tanto, sea cual sea la situación, aunque estés en medio de un mercado, no pienses que el canto de los pájaros es una necesidad. Porque el ruido de un mercado es tan significativo como el sonido de las aves.

          Recuerda esta palabra: pasividad. Y de otra palabra más: atención. La atención pasiva es la clave.

          Permanece pasivo, no hagas nada, sólo escucha. Escuchar no es un hacer. No es preciso hacer nada para escuchar algo, los oídos están siempre abiertos. Para mirar, es necesario abrir los ojos, por los menos esto hay que hacer. Para escuchar, ni eso es necesario, los oídos están siempre abiertos. No hagas nada y escucha.

          Y no critiques, pues con la crítica el pensamiento comienza. Un niño llora. No digas por dentro: "¿por qué ahora comienza a llorar?" Dos personas están discutiendo. No digas interiormente: "¿Por qué levantan tanto la voz?". No digas nada. Sólo escucha lo que está pasando y, de repente, habrá silencio.

          Este silencio será totalmente diferente del silencio que puede ser creado. Tú puedes crear silencio, puedes sentarte en casa, cerrar las puertas, coger un rosario y darle vuelta a las cuentas. Un silencio llegará a ti, pero no será un verdadero silencio. Será como el de un niño que recibe un juguete para entretenerse. El niño comienza a jugar y queda absorto por el regalo y entonces deja de hacer travesuras.

          Es por eso que los padres usan el juguete como un truco para que los niños sean menos traviesos. Ellos se sientan en el suelo a jugar y los padres pueden seguir su trabajo sin ser molestados. Pero el niño no ha trascendido la travesura, sino que esta ha sido dirigida al juguete. La travesura sigue existiendo. Más tarde o temprano, el niño estará harto del juguete y las travesuras volverán.

          Los rosarios son juguetes para viejos. Así como le das un juguete a un niño, das rosarios a los viejos, para que ellos queden tranquilos. Pero también los viejos se cansan y van a otro Maestro y le piden otro juguete, otros mantras, otras doctrinas, porque lo anterior ya no funciona. "Funcionaba al principio", dicen.

          Muchas personas me dicen: "Nosotros seguíamos tus clases. Al principio me ayudaban, pero ahora no me dicen nada. Estamos cansados. No sentimos nada. Parece que lo hacemos como un deber, pero el interés ha desaparecido. No estamos ganando nada".

          Esto es lo que significa un vicio: si lo haces, no ganas nada; si no lo haces, crees que necesitas otra cosa. Esto es lo que siente un fumador. Si fuma, sabe que no gana nada. Está haciendo una acción tonta, una cosa estúpida, aspirando humo y echándolo fuera. Pero eso funciona exactamente igual que un rosario o un juguete. Aspiras el humo y entonces lo expulsas. Inhalas, exhalas, inhalas, exhalas, y esto se convierte en un rosario; siempre estás girando las cuentas. Cualquier cosa que puedas repetir continuamente, se vuelve un mantra. Mantra significa repetición de una palabra, de un sonido, de cualquier cosa. El mantra ayuda a que la mente quede absorbida, es un juguete. Por algunos momentos te sientes bien porque la mente ha parado. Es un silencio forzado. Es patológico, no es bueno. Es negativo. Este silencio es igual al silencio de una tumba, el silencio de la muerte.

          Pero el silencio del que estoy hablando es cualitativamente diferente. No es una distracción de la travesura, no es una ocupación forzada, no es un mantra hipnótico. Es un silencio que ocurre para ti, cuando estás pasivo, atento, sin hacer nada, sin mover ningún rosario, totalmente pasivo, pero alerta.

          Recuerda, porque la pasividad puede ser soñolienta. Por eso enfatizo la palabra "atención", porque puedes estar pasivo y caer en el sueño. Sueño no es meditación. Relajado como si estuvieras dormido, pero estando atento como si estuvieras despierto.

          Ninguna cualidad del sueño debe entrar, porque sería la inconsciencia. El sueño no debe presentarse, porque la meditación no puede ser inconsciente. Y una cosa que no debe tomarse despierto, es la ocupación. Porque si estuvieras ocupado, la mente estará trabajando, y tú estarás cerrado en los pensamientos.

          El estado de despierto tiene dos propiedades: atención y ocupación. El sueño tiene también dos propiedades: pasividad e inconsciencia.

          Toma una propiedad del estado de despierto y otra del sueño: pasividad y atención, y estarás meditando. Si tomas los dos ingredientes restantes, te volverás loco. Ocupación e inconsciencia forman la locura. La pasividad y la atención hacen al hombre meditativo.

          Tú tienes los cuatro ingredientes. Junta dos y te volverás loco. Toma los dos restantes y serás un hombre meditativo.

          Recuerda siempre esto: Yo digo siempre, que el silencio, esa bendición que te penetra cuando estás abierto, no es una cosa que tú puedas hacer. Es un dejar que ocurra. Es un acontecimiento. El viene hacia ti.

          Alguna persona me pregunta: "Estoy buscando a Dios, ¿cómo encontrarlo" Y le digo: "No puedes encontrarlo, ni puedes buscarlo, porque no lo conoces". ¿Cómo puedes reconocer que El es Dios? ¿Cómo se puede escoger un camino que no se conoce? ¿Cómo puedes decidir si está en Su casa? No. No puedes. ¡Y no hay ninguna necesidad! Siempre que tú lo permitas, El te busca, El te encuentra.

          Dios está siempre tocando en tu puerta. Siempre lo estuvo haciendo. No es necesario que lo estés buscando. Búscalo y te equivocarás. ¡No busques! Simplemente permanece pasivo, atento. Así, cuando El toque en tu puerta, ella estará abierta.

          Muchas veces El viene y toca en tu puerta, pero tú estás profundamente dormido, y aunque escuches Sus golpes, lo interpretas como si fuerás tú mismo quien los da.

          Piensas: "Es el viento soplando". O piensas: "Algo extraño tiene que haber dado un golpe, pero se irá rápidamente; no hay necesidad de molestar mi sueño".

          Tus interpretaciones son tus enemigos y tú eres un gran intérprete. Pase lo que pase, tú inmediatamente interpretas; tu mente comienza a funcionar y a buscar explicaciones. Cambiamos el color; le damos un significado que no ha existido. Destruímos los acontecimientos.

          La realidad no necesita ninguna interpretación. La verdad no necesita de ningún pensamiento sobre ella. Es por eso que toda filosofía es falsa. Está destinada a ser falsa. Pero los filósofos batallan para probar que sus doctrinas son verdaderas. Ninguna filosofía puede ser verdadera, porque la verdad no necesita filosofías. Filosofar significa pensar sobre algo, racionalizar, interpretar los hechos.

          La religión dice: "todo lo que existe, permite que ocurra. Lo máximo que puedes hacer es, por favor, no molestar. Sólo permite que ocurra".

          Tú permanece alerta y pasivo y no tendrás necesidad de mi. Esto no es una teoría; muchos de vosotros saben de esto por experiencia, pero hasta eso lo interpretan.

          Las personas me dicen: "esta noche, meditando, de repente sentí algo diferente, pero creo que es una proyección mental". O dicen: "la noche pasada, sentí una presencia. Quedé atento. Y me pareció que debía ser alguien que pasaba, o el viento entrando por el cuarto, o un gato que pasaba".

          Por tanto, cualquier cosa que yo diga, muchos de vosotros ya lo han sentido. Es por eso que lo digo, pues si no fuese así, no haría el menor comentario.

          No interpretes. Cuando sientas una presencia, permite que ella ocurra. Si lo haces, ella se irá materializando cada vez más. Y tus preguntas serán respondidas. Debes ser más meditativo y estarás cerca del Maestro. Y entonces no habrá diferencia entre él y tú.

          Una cosa más aún. Cuanto más medites, menos preguntas harás. Las preguntas desaparecerán. Ellas pertenecen al estado de mente no-meditativa. Cuando no eres meditativo, ellas nacen cada vez más. Se responde una pregunta y más de diez nacen de la respuesta.

          La mente tiene una fuerza enorme para crear preguntas. Damos una respuesta y la mente salta sobre ella, la derriba, y crea diez preguntas más. Si somos meditativos, habrá cada vez menos preguntas.

          Esto parece una paradoja, pero como es verdad, tengo que decirlo: cuando hay preguntas, no hay respuestas; cuando no existen las preguntas, las respuestas llegan solas. Las respuestas vienen cuando no cuestionas nada. El no cuestionar llega por la meditación.

          Y no pienses que existen tantas respuestas como preguntas. Sólo hay una respuesta. Las preguntas son millones, pero la respuesta es una sola. Las enfermedades son millares, la salud es una sola. Pero esa única respuesta no puede venir a ti, porque tú no lo permites.

          Tú tienes miedo de permitir que algo pueda suceder. Esto tienes que entenderlo y aprenderlo. Esta es una disciplina que me gustaría aprendieras. Pierde el miedo y permite que las cosas puedan ocurrir.

          El río está fluyendo, ¡no lo fuerzes! No hay necesidad, él lo hace por sí mismo. Simplemente espera en la orilla y deja que sus aguas corran. Si tuvieras suficiente valor te abandonarías a ti mismo en el río y fluirías con él. No nades, porque nadar significa luchar, sólo flota.

          Está claro que entonces no podrás seguir ninguna meta, porque tu meta y la del río pueden no coincidir y entonces habrá frustración.

          Tú puedes seguir una meta si estuvieres nadando, luchando, pero estarás nadando contra corriente y habrá lucha. Cuando tú combates, tu ego se fortalece, te sientes vivo contra el río. Pero esta vivacidad es momentánea, más pronto o más tarde te cansarás, y el río te arrastrará.

          Al margen de algunos ríos los aldeanos llevan a sus muertos y lo arrojan a sus aguas. Pero, después de muerto, abandonarlos en el río es inútil, porque muerto flotará en el río y eso no tendrá sentido porque ya no existe. Yo lo que puedo hacer por ti es soltarte vivo en el río.

          Si puedes fluir vivo, consciente, totalmente despierto, serás uno con el río. Y donde quiera que el río llegue, ese será tu destino. En verdad, entonces no estarás interesado en dónde llegarás. A cada momento, el propio flujo será una bendición; cada momento, cada flujo, la propia vida, será una meta. El medio se convierte en el fin, el momento será la eternidad.

          Si, tienes que seguir a un Maestro totalmente. Habrá veces en que no podrás consultarle fisicamente. Y, un día, el Maestro dejará el cuerpo. Entonces ya no habrá ninguna posibilidad de consulta física. Es mejor estar en sintonía con él en otro plano, porque de lo contrario lo vas a lamentar.

          Mi cuerpo puede desaparecer fisicamente en cualquier momento. Ahora, no existe de hecho ninguna necesidad de conservarlo, pues está siendo conservado para y por vosotros. Si tú no quedas en sintonía con mi existencia no-física, más pronto o más tarde vas a quedar triste. Y entonces será difícil que estemos en la misma onda vibratoria.

          Por esto, lentamente, estoy abandonando el contacto físico con vosotros, cada año un poco más, pero lo hago con la intención de que seáis más alertas, más conscientes de que debe haber otro tipo de sintonía no física, de que podemos estar en la misma escala vibratoria. No es difícil. Se meditativo y eso comenzará a ser posible.

 

        

 

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