LOS PROFETAS

Salvador Navarro Zamorano

Voy a relatar cinco pequeñas historias de profetas. De cualquier forma, estas cinco historias son ejemplares. Entre los retratados, hay un punto en común: alguna parte del cerebro de cada uno de ellos posibilitó que tuviesen una visión más lejana en la recta del Tiempo. Todos nosotros sabemos del pasado y del presente. Ellos vieron el futuro, como una pantalla de televisión que capta una película que aún no ha sido rodada.

 

 

           

DELFOS.-

            En la ciudad griega de Delfos, sobre sus rocas bañadas por el golfo de Corinto, había una hendidura muy profunda. Cuenta la leyenda que Apolo, el dios del Sol, arrojó en aquella abertura los restos de la serpiente Pitón, que abrió camino hasta la gruta donde moraba Gea, la diosa de la Tierra.

            Un día, allá por el año 70 a.C. una cabra llegó cerca del abismo, respiró hondo y quedó como si hubiese sido poseída por un ataque de locura. Los pastores que se aproximaron comenzaron a hablar cosas sin sentido. Algunos quedaron tan alucinados que acabaron despeñándose por la sima, para nunca más volver.

            “Son exhalaciones letales del dragón Pitón”, concluyeron en sus comentarios los habitantes de Delfos. O sea, que los gases eran la propia manifestación del dios Apolo.

            A partir de ahí, los sacerdotes de Delfos decidieron que una sacerdotisa – la pitia o pitonisa – debería servir como intermediaria entre Apolo y los mortales.

            Al principio, las pitonisas eran bellas vírgenes de sangre azul. Hasta que una de ellas fue raptada y violada por un consultante exaltado. A partir de ahí, por prudencia, las pitonisas fueron escogidas entre mujeres de más de cincuenta años.

            Un templo fue levantado, con ramas de árboles, cera de abejas y plumas de pájaros. La pitonisa comenzaba su ritual con un baño en la fuente Castalia. Después, vestía una túnica, una corona de laurel y se instalaba en el onphalos (ombligo de la tierra), en el centro del templo. Sentada sobre el trípode, a la orilla de la hendidura, la pitonisa se preparaba para la consulta masticando hojas de laurel.

            El consultante inmolaba una oveja o una cabra frente al templo, pasaba por una enorme estatua dorada de Apolo y sólo entonces penetraba en el templo.  No tenía contacto directo con la pitonisa. Un sacerdote escucha el objeto de la consulta y la transmitía, que detrás de una cortina las respondía con palabras confusas y de doble sentido.

            Con el tiempo, Delfos fue cobrando fama y enriqueciéndose. Algunos de los más poderosos reyes iban al templo para consultar sobre guerras, invasiones y golpes de Estado. Pagaban con estatuas, pinturas y joyas. La ciudad se transformó en un gran complejo de templos de piedra y casas para guardar los tesoros.

            Las profecías se registraban en tablas de piedra. Una copia era entregada al cliente y otra guardada en los archivos délficos. Se evitaba la objetividad en esas previsiones proféticas. La ambigüedad de las pitonisas las explicaba así Plutarco que sirvió como sacerdote en Delfos: “No se trataba sólo de un individuo cualquiera consultando el oráculo sobre la compra de un esclavo o sobre asuntos particulares, sino de ciudades-estados poderosos, reyes y tiranos con vastas ambiciones buscando el consejo del dios en cuestiones de importancia. Irritar o disgustar a esos hombres con verdades crudas que contrariasen sus deseos, podría no ser conveniente para los sacerdotes del oráculo . . . “

            Así, en el año 550 a.C., Creso, rey de Lidia, fue a Delfos y preguntó a la pitonisa si debía declarar la guerra a Ciro, rey de Persia. La respuesta fue: “Después de cruzar el río Halis, Creo destruirá un gran imperio.” Todo satisfecho Creso, famoso por sus grandes riquezas, no ahorró en dar regalos a la ciudad de Delfos. Entre ellos, un león de oro con 260 kilos de peso.

            Creso fue a la guerra con Persia. Sólo que ocurrieron dos detalles. En primer lugar, cruzó el río Halis, pero en retirada. En segundo lugar, el “gran imperio” destruido fue el suyo propio.

            Con todas sus ambigüedades, las profecías de Delfos acostumbraban acertar. Pero con la expansión del Imperio Romano, el oráculo comenzó a perder prestigio. Sus consultas pasaron a referirse cada vez menos a las grandes cuestiones de Imperios y emperadores y cada vez más a cuestiones cotidianas.

            En el año 69 d.C. el emperador Nerón fue a Delfos, después de haber matado a su madre. En el templo escuchó el oráculo siguiente: “Tu presencia ofende a dios que buscas. ¡Vete matricida! El número 73 señalará la hora de tu caída.”

            Con su habitual sutileza, Nerón ordenó cortar las manos y los pies de la pitonisa y sus sacerdotes. Después, fueron todos enterrados vivos. Y volvió tranquilo a Roma, con más de quinientas estatuas robadas de Delfos. Con sólo 30 años, faltaba mucho todavía para el “número 73.”

            Se engañó. Al año siguiente el emperador murió, siendo sustituido por Galba. El general romano tenía 73 años.

            En el año 362 d.C. el oráculo previó su propio fin. “El templo se derruirá en la tierra. Apolo ya no tiene un techo, una fuente. Hasta el agua espumosa se secó.” El emperador Juliano intentó unas reformas, pero fue en vano.

            Al finalizar el siglo XIX, arqueólogos franceses excavaron en Delfos y no descubrieron ninguna sima. Es posible se cerrara a consecuencia de un terremoto. Los hombres tendrían que descubrir el futuro por otros medios.

 

 

 

ROBERT NIXON.-

            El profeta Robert Nixon era tan retardado, tan débil mental, que nunca consiguió juntar frases enteras. Hijo único de unos campesinos del condado de Cheshire, Nixon nació en el año 1.467, y después de llegar a su  adolescencia se le preparó para tirar de un arado. Todos estaban seguros de que esa era la única tarea para la que estaba capacitado. Muchos hallaban que su inteligencia debía ser menor que la de los animales que le ayudaban en las labores agrícolas.

            Para completar este cuadro, Robert Nixon sólo pensaba en comer y era feo en extremo. Su cabeza estaba desproporcionada y sus ojos saltones. Una bestia de carga.

            Un día, Robert previó la muerte de un buey en una finca vecina. Impresionado, Lord Cholmondely, mandó en busca de Nixon e intentó educarlo en su propiedad de Royal Valley. Inútil. La profecía del buey fue considerada simple coincidencia y Nixon volvió al arado.

            Tiempo después, Nixon tiraba del arado cuando, de repente, se detuvo y miró al cielo. No decía nada ni se movía. Sólo miraba fijamente hacia arriba. El capataz le ordenó que siguiera trabajando. Nada. Lo tomó del brazo, pero Nixon continuaba parado, mirando el vacío.

            Una hora después, volvió al trabajo como si nada hubiera sucedido. Más tarde, contaba el transe con una claridad que nadie nunca había escuchado de su boca: “Vi cosas que no sé decir y que ningún hombre nunca ha visto.”

            Lo que R.Nixon había visto era flashes de la historia –futura -  de Europa y, especialmente, de Inglaterra. La Guerra Civil inglesa de 1.642. El gran incendio de Londres de 1.666. La Restauración. El reinado de Guillermo de Orange. La Revolución Francesa.

            El día 22 de Agosto de 1.485, se volvió a detener mientras araba. De repente, comenzó a dar saltos por el campo gritando como un loco y agitando un látigo como una espada.

            “¡Vamos, Ricardo! ¡Adelante, Enrique!”  - vociferaba Nixon. “¡Adelante con la tropa! ¡ Ahora, Enrique, con toda la tropa! ¡Por sobre el foso, Enrique! ¡Por sobre el foso y la batalla está ganada!  - después, con una sonrisa, concluyó: “La batalla terminó, Enrique ha vencido.” Y volvió al trabajo.

            Aquél mismo día 22 de Agosto, en Bosworth, el conde de Richmond vencía y mataba en sangrienta batalla al cruel Ricardo III. Y se proclamó Enrique VII.

            La profecía de Robert Nixon corrió de boca en boca. Y el “idiota de Cheshire” daba mayores motivos de estupefacción al golpear de puerta en puerta en la aldea, implorando que le escondiesen de los hombres del rey. “¡Ellos me van a encarcelar! “Ellos me van a matar de hambre!” Nadie entendía de qué hablaba. ¿Cómo es que Enrique VII iba a darse el trabajo de citar a tal retrasado mental en su corte? ¿Y si fuese verdad, cómo iba a morir de hambre en el Palacio Real?

            Días después, enviados del Rey llegaron a Cheshire y llevaron a Nixon a la Corte. Enrique VII había sabido de la profecía y quería saber más sobre el asunto.

            Nixon llegó a ser uno de los favoritos del Rey, con libre tránsito dentro del palacio. Un escribano fue designado para acompañarlo y registrar cualquier posibilidad de inspiración profética. Él habló de muchas cosas, entre ellas una invasión de Inglaterra por soldados con “nieve en los cascos”.

            Pero la parte del castillo que Nixon le gustaba más era la cocina. Siempre hambriento, devoraba todo lo que encontraba, incluyendo los exquisitos platos destinados al Rey.

            Cierto día, transcurriendo el año 1.485, Enrique VII salió a cazar y estuvo dos semanas ausente. Los cocineros, irritados por las constantes invasiones en la cocina de R.Nixon, lo cerraron en un cuarto y se olvidaron de él.

            Cuando Enrique volvió, preguntó por el vidente oficial de la Corte. Lo encontraron preso, muerto de hambre y deshidratado. Tenía 18 años de edad.

 

 

NOSTRADAMUS.-

            “Nostradamus” es, hasta hoy, un sinónimo para designar un “profeta”. Sus previsiones sorprenden por su exactitud y atrevimiento. Hay muchos libros publicándose todos los años, intentando descifrar “definitivamente” su obra.

            Nostradamus fue un Sagitario. Nació el 13 de Diciembre de 1.503 en Saint-Remy  (Francia), con el nombre de Michel de Notredame, hijo de un rico funcionario público. Aprendió astrología con sus abuelos, que ya poseían tendencias para mirar el futuro.

            Católico, licenciado en Medicina, tuvo fama nacional a los veinte y pocos años por sus métodos para detener la Peste Negra, que entonces diezmaba las poblaciones en el Sur de Francia. Después se instaló en su clínica en Agen, en el año 1.529.

            Su carrera y estabilidad emocional fue desestabilizada por la muerte repentina de su mujer y dos hijos menores. En los diez años siguientes Nostradamus viajó por Francia practicando la medicina y consultando a filósofos y astrólogos. Y adivinando el futuro.

            Cierta vez, en Italia, conoció un joven franciscano, llamado Felice Peretti. De repente, Nostradamus se arrodilló a los pies del fraile, tratándolo de Su Santidad. Nadie entendió nada. En 1.585, diecinueve años después de la muerte de Nostradamus, Peretti fue elegido Papa con el nombre de Sixto V.

            Pasado algún tiempo de meditación, Nostradamus se estableció en 1544, a los 41 años en Salon, donde practicó la medicina y astrología. Todas las noches ponía una palangana de latón llena de agua sobre un trípode (como las pitonisas) y quedaba observando el futuro. Observando y anotando.

            Once años después, Nostradamus publicó sus célebres Centurias, el registro de sus profecías, en versos. Llenos de palabras cambiadas, anagramas y frases oscuras. Todo muy exacto, como el futuro más tarde confirmaría. Por ejemplo:

            “Cerca de Italia nacerá un Emperador..

            Que costará caro al Imperio.

            Cuando se sepa con quién se ha aliado.

            Será conocido menos por príncipe que por carnicero.

            El hombre de cabellos cortos ganará prestigio.

            Gobernará 14 años con poder absoluto.

            El príncipe cautivo y vencido va para Elba.

            Pasará por mar el golfo de Génova, camino de Marsella.

            Acabará su vida lejos de donde nació.

            Entre cinco mil personas de costumbres diferentes e idioma extraño.

            En una isla arcillosa en medio del mar.”

            Doscientos catorce años después de estas líneas ser publicadas, nació Napoleón Bonaparte, el primero de los Emperadores franceses que llevó el cabello corto. Gobernó Francia entre 1.799 y 1.814 y murió en la solitaria isla de Santa Elena. Todo coincide, pero hay muchos más detalles.

            Nostradamus previó también que América sería “libre del dominio de las Islas Británicas/insatisfecha, trágica, revuelta.” Previó que Londres sería “consumida por el incendio de 3 veces 20 más 6”, el gran incendio de 1.666.

            Previó todavía más:

            “En las montañas de Austria cerca de Reno.

            Nacerá de padres sencillos.

            Un hombre que defendería Polonia y Hungría.

            Y sobre cuyo destino nunca habrá seguridad.

            El nombre de este hombre, “audaz, siniestro, vil e inocuo.” “Hister.”

            Para el fin del siglo pasado, Nostradamus previó el Armagedón, con el centro en Oriente Medio. “Peste, hambre y muerte traída por manos del militar/El Siglo camina para la renovación.” Y el próximo será “auspicioso.”

            Nostradamus tuvo la suerte de tener algunas de sus previsiones confirmadas aun en vida, lo que le dio fama en toda Francia. La primera de ellas fue la muerte del rey Enrique II.

            “El joven león derribará al viejo.

            En duelo singular en el campo de batalla.

            Colocará su ojo en una jaula dorada.

            Dos heridas por la misma mano y morirá de forma cruel.”

            Dicho y hecho. En 1.559, Enrique II realizaba un torneo con un joven guardia escocés, que apuntó directamente su lanza por la visera del yelmo dorado del rey. Su viuda, la reina Catalina de Médicis, muy impresionada, llamó a Nostradamus a la corte. Allí fue amigo, consejero y, hasta dicen, fue amante de la reina.

            Diplomáticos, políticos y gente importante procuraron a Nostradamus para que les aconsejaran. La mayor parte de la sociedad de París le trataba como un genio con inspiración divina. Para otros, no dejaba de ser un charlatán.

            La gota que colmó el vaso y que hizo que nuestro héroe abandonara los aires parisienses para retornar a su casa, fue que el día 1º de Julio de 1.566 un discípulo le deseó las “buenas noches”, a lo que respondió: “Mañana, al nacer el Sol, no estaré aquí.” Al día siguiente fue encontrado muerto sobre su mesa de trabajo, a los 62 años de edad.

            Pero la última broma de Nostradamus aún estaba por llegar. Antes de morir, dio instrucciones precisas sobre su entierro. Fue enterrado de pie (no quería que nadie pisara sus huesos), con una lápida de mármol pidiendo que no le perturbasen su descanso. También dispuso que enterrasen junto con él, secretamente, una placa de metal.

            En el año 1.700 su tumba fue abierta para cambiar sus restos de lugar. La placa de metal fue descubierta, sin duda con gran temor. En esa placa estaba grabado sólo un número: “1.700.”

 

KARL ERNST KRAFFT.-

            Toda historia tiene su villano y Karl Krafft  lo es de esta historia.

            Suizo, de ascendencia alemana, nació el 10 de Mayo de 1.900, en un hogar “opresivamente burgués” de Basilea (Suiza). Buen alumno, a los 19 años optó por una carrera científica. Fue cuando murió su hermano, cuando pasó a interesarse por el ocultismo y la astrología en particular. Entre sus esfuerzos en esa época estaba el de crear una base estadística para predicciones astrológica.

            En 1.938, Karl estudió dos horóscopos anónimos, para Virgil Taca, ministro rumano en Londres. En el primero, unan persona de sangre judía moriría en Noviembre de aquel mismo años. En el segundo, alguien importante caería del poder en Septiembre de 1.94º.

            Acertó y subió al carro de la fama. La primera carta era de Corneliu Zelea-Codreanu, judío, líder fascista de los rumanos, asesinado en Noviembre de 1.938. La segunda era del rey Carol de Rumanía, que abdicó el 6 de Septiembre de 1.940.

            Pero la gran ocasión para las ambiciones de Krafft surgió el dia 2 de Noviembre de 1.939. Telegrafió a los servicios de seguridad del régimen nazi avisando que Hitler sufriría un atentado “con el empleo de explosivos” entre el dia 7 y el 10. El telegrama fue archivado.

            El día 8 de Noviembre, el Fuhrer daba un discurso  a unos camisas-pardas en una cervecería. Inesperadamente, avisó que necesitaba irse antes de la hora prevista. Nada más salir, una bomba explotó sobre la tribuna.

            Krafft, estudiando su propio horóscopo, tenía seguridad de que merecía un puesto en la elite del Reich. Aprovechó la ocasión del atentado y telefoneó directamente a Rudolf Hess, llamando su atención para el aviso del atentado. Adolf Hitler y Joseph Goebbels ya sabían de la existencia del telegrama y ordenaron detener a Krafft como sospechoso del atentado.

            A pesar de la vejación, el profeta de Basilea convenció a la Gestapo de su inocencia. Goebbels el ministro de Propaganda, decidió darle una ocasión. Sabia que Nostradamus se había referido a “Hister” cuatrocientos años antes y sabía que el suizo era un especialista de tales profecías. Fue contratado entonces para escudriñar en las Centurias las evidencias de que la victoria nazi sería inevitable.

            Krafft previó una inminente invasión de Bélgica y Holanda, lo que realmente aconteció a partir de Mayo de 1.940. Había muchas otras profecías, pero lo que non interesaba a los intereses del Reich iba a parar a la basura.

            Previó también que el Sudeste de Francia (donde nació Nostradamus) no sería ocupado por los alemanes. La profecía se esparció y millares de civiles franceses se dirigieron a esa región, dejando más libres los caminos para la ocupación extranjera de París.

            Pero Karl Krafft no siempre fue un optimista en cuanto al futuro del Tercer Reich. En la primavera de 1.940, previno a los altos funcionarios de que Alemania sufriría una gran derrota en el invierno de 1.942-43. Los nazis no le dieron crédito. En Enero de 1.943, la máquina de guerra alemana comenzaba a ser derrotada por el Ejército Rojo, en territorio soviéntico.

            Las predicciones de Krafft se giraban cada vez más contra sí mismo. Las cartas astrológicas insistían en que Adolfo Hitler conocería una derrota cada vez mayor. Sucedió también que Rudolf Hess viajó a Escocia en Mayo de 1.941 para, en actitud de rebeldía, intentar negociar la paz por separado con Inglaterra. Y Hess se orientaba por sus astrólogos.

            Los nazis decidieron que el lugar para “astrólogos, adivinos y farsantes” era una cadena en los campos de concentración. Krafft fue preso y, para sobrevivir, comenzó a adulterar cartas de estadistas, siempre dando una visión optimista del futuro del Reich.

            Deprimido y humillado, Karl Ernst Krafft, contrajo el tifus, en Marzo de 1.943. En Enero de 1.945, camino de un campo de concentración, el astrólogo falleció. No sin antes de hacer una última profecía: que las bombas irían a llover sobre el Ministerio de Propaganda, castigando su comportamiento indigno para un profeta de su categoría.

F  I  N

OBRAS PUBLICADAS

Entre el silencio y los sueños (poemas)
Cuando aún es la noche (poemas)
Isla sonora (poemas)
Sexo. La energía básica  (ensayo)
El sermón de la montaña (espiritualismo)
Integración y evolución (didáctico)
33 meditaciones en Cristo  (mística)
Rumbo a la Eternidad  (esotérico)
La búsqueda del Ser (esotérico)
El cuerpo de Luz  (esotérico)
Los arcanos menores del Tarot  (cartomancia)
Eva. Desnudo de un mito (ensayo)
Tres estudios de mujer (psicológico)
Misterios revelados de la Kábala  (mística)
Los 32 Caminos del Árbol de la Vida (mística)
Reflexiones. La vida y los sueños   (ensayo)
Enseñanzas de un Maestro ignorado (ensayo)
Proceso a la espiritualidad (ensayo)
Manual del discípulo  (didáctico)
Seducción y otros ensayos (ensayos)
Experiencias de amor (místico)
Las estaciones del amor (filosófico)
Sobre la vida y la muerte (filosófico)
Prosas últimas   (pensamientos en prosa)
Aforismos místicos y literarios (aforismos)
Lecciones de una Escuela de Misterios (didáctico)
Monólogo de un hombre-dios (ensayo)
Cuentos de almas y amor (Cuentos) Isabel Navarro /Quintín
Desechos Humanos (Narración) Ruben Ávila/Isabel Navarro
Nueva Narrativa (Narraciones y poesía)Isabel Navarro/Q
Ensayo para una sola voz (Ensayo)
En el principio fue la Magia (ensayo)
La puerta de los dioses (ensayo)
La Memoria del tiempo Cuentos,Poesía Toni Coll/Isabel Nav.
El camino del Mago Ensayo Salvador&Quintín
Crónicas Ensayo Salvador&Quintín