ALCORAC  
  Salvador Navarro  

 

Dirigida a las Escuelas de:

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                                                                                                         Circular nº 6  , año VI

                                                                                                         Llubí, 1º  Junio de 2.000

A mis alumnos del Curso de Cábala,

por darme la idea para esta Circular.

Y, por extensión, a todos los que me

siguen de cualquier manera.

          El hombre vive cabeza abajo. Consecuentemente, todo lo que hay en un Maestro, sus acciones, sus palabras, su comportamiento, le parece absurdo al hombre común. Jesús no ha sido entendido, por la simple razón de que un hombre de visión está hablando a hombres que son ciegos. Sócrates no fue entendido por la misma razón, porque hablaba para gente que parecían sordas. Y lo mismo ha sido el caso con todos los hombres iluminados de todos los países y razas. Desgraciadamente, así será siempre. Está en la propia naturaleza de las cosas.

          El hombre es un inconsciente; entiende el lenguaje de la inconsciencia. Y cuando alguien habla desde lo más alto de la consciencia, se hace completamente incomprensible. ¡Él está tan lejos! Cuando sus palabras alcanzan los valles oscuros de nuestro inconsciente, nosotros las cambiamos de tal modo que ellas no significan nada.

          El Maestro parece un loco algunas veces, otras irracional, y con frecuencia testarudo. Pero la única razón por la que no puede comportarse como tú quieres, es que él no puede ser parte de la mente colectiva, porque ha despertado y la multitud está profundamente adormecida.

          Para entender a un Maestro tienes que simpatizar con su persona, porque esto creará un puente. Así es la relación de un alumno con su maestro. Puedes escucharlo sin ser un discípulo. Oirás sus palabras, pero no entenderás el significado. Escucharás la canción, pero perderás la música. Oirás el argumento, pero no tendrás la conclusión. Sabrás lo que está diciendo, pero serás incapaz de ver hacia dónde te está indicando.

          Para entender el significado  - que es sin palabras - , para entender el sentido, un tipo totalmente diferente de relación es necesario. No es el que hay entre un orador y su audiencia, sino como el de dos amantes. Tiene que ser un caso de amor, y entonces habrá bastante simpatía para que exista un puente, para que haya comunicación.

          Y una vez que la simpatía está presente, la empatía no estará lejos. La simpatía puede ser transformada en empatía fácilmente; de hecho, cambia por sí misma. Exactamente como tú siembras simientes en la fecha adecuada, y en el tiempo calculado ellas brotan, siembra las semillas de la simpatía, esto es, iniciación en el discípulo, y en breve habrá flores de empatía.

          En la simpatía hay todavía una pequeña distancia. Puedes escuchar un poco mejor que antes, entender más claramente que al principio, pero las cosas están aún en estado crepuscular. No es de noche, pero el Sol no ha subido del todo y la niebla persiste. Puedes ver, pero no descifrar las cosas.

          Empatía significa que no hay más distancia. Ahora el discípulo está inmerso en el Maestro, es un devoto. Y el Maestro está en el discípulo; no son dos entidades separadas. Alcanzaron el mismo ritmo de ser; pulsan en sincronicidad.

          Ahí hay comprensión y ella es inmediata y libera. Miras dentro de los ojos del Maestro, escuchas sus palabras, ves sus gestos . . . y ellos son inmediatamente entendidos sin ninguna traducción mental. Ahora la mente no funciona, no hace de mediadora. Es una comunión directa, más allá de la comunicación personal.

          El primer paso es el de un estudiante curioso, que viene como espectador, coleccionando informaciones, conocimientos. El segundo paso, es cuando el discípulo ya no es más un espectador sino un participante, dejando de interesarse por conocimientos, y tremendamente impactado por la sabiduría. Y el tercer paso es el de transmutarse en un devoto, totalmente uno con el Maestro, compartiendo su ser, bebiendo de su fuente inagotable.

          Sólo el devoto comprende absolutamente, el discípulo entiende un poco y el estudiante escucha meramente las palabras.

          Recuerda: tienes que pasar a través de esos estados. Todo depende de tí. No puedes permanecer siempre como un estudiante. Si mantienes la distancia, si tienes miedo de llegar cerca, estarás y no estarás aquí.

          Llega más cerca, espiritualmente más cerca. Trae tus problemas, tus miedos, más próximo al Maestro, más cercano a su luz. Sí, esa luz no es solamente luz, es fuego también; y él te va a consumir. Sé consumido, porque en ese fuego hay una gran esperanza de renacimiento.

          Hay pequeñas historias que aparentemente parecen  corrientes, pero no lo son. Contienen un gran significado. Vamos a contar una de ellas.

          Un día, un Rey visitó a un Maestro, que ni se levantó a saludarlo cuando llegaba.

          El Rey preguntó: “¿Qué es superior, un Rey  en la tierra o un Rey espiritual?”

          El Maestro respondió: “Entre los reyes humanos yo soy superior; entre los reyes espirituales también lo soy”.

          Oyendo esta respuesta sorprendente, el Rey quedó satisfecho.

          Al día siguiente un general vino a visitar al Maestro, el cual no sólo se levantó de su asiento, cuando vio al general, sino que mostró más hospitalidad que al Rey.

          Después que el general hubo marchado, los monjes asistentes del Maestro le preguntaron: “¿Por qué se levanta de su asiento cuando una persona de rango más bajo viene y no hace lo mismo con otra de rango superior?”

          El Maestro dijo: “No entendéis. Cuando personas de alta calidad vienen a verme, no me levanto del asiento; cuando ellas son de mediana calidad, lo hago; pero, cuando son de la más baja calidad, voy hasta la puerta a recibirlas”.

          Un místico es alguien que llama a una espada por su nombre. Él es directo, cueste lo que cueste. No puede engañar ni mentir, no puede estar quieto. Si ve alguna cosa, la dice y hace exactamente como ella es.

          Jesús debió ser un artista en crear enemigos, porque tenía treinta y tres años cuando fue crucificado  y sólo tres años de predicación. Hasta los treinta años estuvo viajando, pero la Biblia no tiene registro alguno de sus años de preparación. Algo dice de su infancia, pero son fragmentos. Y sólo una vez es mencionado cuando tenía doce años de edad y comenzó a argumentar con los sacerdotes del templo. Durante un intervalo de dieciocho años nada se menciona.

          Ahora, un hombre como Jesús, no puede vivir una vida vulgar durante tanto tiempo y entonces transformarse en un Cristo; esto no es posible. Esos dieciocho años estuvo moviéndose con diferentes Maestros, con distintos sistemas, iniciándose en diferentes escuelas esotéricas, aprendiendo y sintonizando con muchos Maestros.

          En tres años hizo un gran trabajo. ¡Fue rápido! Pero tú no puedes opinar que fue un gran diplomático. De hecho, es de esa manera que las personas iluminadas se comportan.

          ¿Qué es diplomacia?

          Recuerdo una historieta donde un niño hace esa pregunta a su padre y le contesta:

          “Si digo a tu madre que su rostro es capaz de parar un reloj, esto sería una estupidez. Pero si le digo que cuando la miro el tiempo se detiene, esto sería diplomacia.”

          A tí te gustaría que fuera un poco más diplomático; esto evitaría muchos problemas. Pero también te libraría de saber la verdad. La realidad trae muchos problemas. Y está destinado a ser así, porque las personas viven en las mentiras, sus vidas tienen raíces en ellas.  No pueden vivir sin ellas.

          Friedrich Nietzsche está en lo cierto. Dice: “No destruyas las mentiras de las personas, sus ilusiones, porque si lo haces, no serían capaces de vivir; sufrirían un colapso. No encontrarían nada por lo que valiera la pena vivir. Viven de ilusiones, y ellas son alimentadas por la esperanza. Viven en el mañana que nunca llega. Viven en sus ambiciones que nunca son realizadas; pero, realizadas o no, a través de esas ambiciones, de los deseos, expectativas y esperanzas, pueden ir arrastrando sus vidas hasta la muerte. Si destruyes las ilusiones, pueden caer muertas aquí y ahora porque no tendrían motivos para seguir viviendo”.

          Cada vez que piensas en el suicidio, ¿sabes por qué lo haces? Alguna esperanza se ha tornado amarga, alguna expectativa cambió en frustración, algún deseo se desvaneció. Te has vuelto consciente dentro de tu inconsciencia, y un pequeño rayo de consciencia penetró en tí. Has tenido un vislumbre de la realidad, como un rayo en una noche oscura. Por un momento todo era claro y has visto lo falso de la vida que vives y que en eso no hay ninguna realización. Inmediatamente la idea de suicidio surge en tí. Tanto en Oriente como en Occidente, hay cada vez un mayor número de suicidas. Parece ilógico. Porque en Oriente la gente muere de hambre, pero no se suicidan por eso. En Occidente, tenemos de todo lo que siempre hemos deseado. Pero el número de suicidios es similar. ¿Por qué? Por la simple razón de que en Oriente las personas siguen teniendo esperanzas y en Occidente somos conscientes de que no la hay. Cuando deseas una cosa ardientemente y llegas a poseerla, ¿cómo puedes seguir esperando? Tienes dinero, marido o mujer, hijos, casa, empleo, y de repente, eres consciente de que en el fondo estás vacío, pobre, y nada más. Todo el esfuerzo para tener esas cosas ha sido en vano. Las posesiones están ahí, pero no has realizado nada para tenerlas en propiedad. Esa es una de las mayores causas de suicidios en Occidente.

          Nietzsche está en lo cierto: el hombre ordinario no puede vivir sin ilusiones. ¡No le quites sus ilusiones!

          Y el Maestro hace exactamente esto: quiere arrancarte tus ilusiones. Crea una situación en la cual, generalmente, serías capaz de suicidarte. Pero si eres tan afortunado como para comulgar con un Maestro, la misma situación creará sanidad. ¡La misma situación e idéntica crisis!

          Esa es mi observación: que la verdadera salud acontece cuando llegas a la orilla del suicidio. Cuando ves que el mundo exterior está acabado, entonces hay dos alternativas: o te suicidas porque no hay motivos para vivir, o te unes al mundo real. Son dos aspectos de la misma moneda. Si estás obcecado con el exterior, eres un presunto suicida; si eres un poco flexible, meditativo, entonces sanarás para siempre.

          Pero un Maestro no puede ser diplomático. Ha de crear una crisis, en la cual el suicidio es posible; y también la iluminación, la transmutación, el renacimiento. Pero un nuevo nacimiento es posible solamente cuando mueres para el viejo, para el pasado.

          Me contaron que una mujer enamorada, estrenó un elegante traje y todo el tiempo estuvo intentando llamar la atención de su novio. Finalmente, cuando estaban en su apartamento, él le dijo: “Me has estado hablando del vestido toda la noche. Primero en el cóctel, después en el restaurante y más tarde en el teatro. Ahora que estamos solos en mi apartamento, ¿qué te parece si te lo quitas y me lo das?”

          ¡Esto es diplomacia! Pero los Maestros simplemente dicen que una espada es una espada. La verdad de ellos está completamente desnuda; si te gusta o no, eso no les importa. No pueden comprometerse con tus gustos. Si lo hicieran, dejarían de ser valiosos para tí. Comprometerse contigo significaría comprometerse con tus sueños, tu inconsciencia, tu mecanización. Comprometerse contigo significa abandonar el trabajo de despertarte. Esto no es posible.

          Las personas escuchan aquello que quieren oir. Y yo tengo que ser duro. Ser tan duro como me sea posible, porque tu sueño es profundo y tiene que ser deshecho. Tengo que golpear en tu cabeza con un martillo, de otro modo no despertarás. Durante siglos has estado durmiendo; ahora el sueño forma parte de tu naturaleza. Has olvidado lo que es consciencia, lo que significa estar despierto.

          Existen tres tipos de hombres, y el Maestro se comporta de manera diferente, de acuerdo con el tipo. El más alto es el hombre que probó el éxtasis de la no-mente. El Maestro se comporta con este tipo de hombre de una manera totalmente diferente, porque sabe que lo entenderá.

          El estado de no-mente es el más alto. Estás en las alturas cuando llegas a ese estado, absolutamente silencioso, cuando nada se mueve dentro de tí, ninguna idea, ningún pensamiento, cuando la mente deja de hacer ruidos. La mente está siempre parloteando, tanto que no te permite escuchar nada. Cuando ese barullo para, comienzas a ser consciente de la música de tu propio ser. Y, por primera vez, también eres consciente de la música que la vida contiene.

          Cuando tal hombre se acerca a un Maestro, este se comporta de manera diferente, porque sabe que no importa lo que haga, pues será siempre entendido. La comunión es posible cuando no hay barreras.

          El segundo tipo de hombre es el que vive en medio, entre el primero y el tercero. Tiene una mente meditativa, no una no-mente. Está en el camino. Aprendió como ser un poco silencioso, más armónico que los otros. El ruido mental está ahí, pero suena distante; ha sido capaz de diferenciar el barullo. Ha creado una pequeña distancia entre él y su mente; no se identifica con ella. No piensa: “Yo soy la mente”. Está un poco alerta, vigilante, para no ser su esclavo. La mente no lo ha dejado, pero no es tan poderosa como antes.

          Esta segunda clase de hombre algunas veces vuelve a los viejos hábitos, es usado por la mente. Es como el juego del escondite. La mente no está absolutamente segura de haber fallado; tiene esperanza, porque a veces el hombre la escucha, se identifica con ella. La distancia no es grande. En cualquier momento de inconsciencia la mente asume y domina al sujeto.

          Ese es el segundo tipo de hombre; el meditativo, que conoce algunas chispas de lo Eterno. Exactamente como tú puedes ver una montaña a miles de kilómetros de distancia, con los picos cubiertos de nieve al sol de la mañana, en un cielo abierto, azul y sin nubes. Esto es una cosa; y estar habitando en lo alto de la montaña, es otra distinta.

          El primer tipo de hombre reside en la no-mente. El segundo tipo tiene solamente vislumbres, de gran valor ciertamente, porque esas chispas de visión irán a preparar el terreno para que él alcance lo alto. Una vez que lo hayas visto, aunque fuera a millares de kilómetros de distancia, la invitación está hecha y ha sido recibida. Ahora no puedes permanecer en el mundo, de la antigua manera. Alguna cosa comienza a desafiarte, algo te provoca. Una aventura comienza a tentarte: tienes que viajar hasta el pico de la montaña. Eso puede llevar años, vidas, pero el viaje comenzó. La primera semilla ha caído dentro del corazón.

          El Maestro se comporta con el hombre meditativo de una manera diferente, porque con el primero la comunión es posible, con el segundo emplea la comunicación.

          Está entonces el tercer tipo de hombre, el que vive identificado con la mente, con el ego, con quien ni aun la comunicación es posible, y no hay ninguna manera de relacionarse.

          La palabra “identificación” es sugerente. Significa hacer de alguna cosa una entidad, hacer del “Id” una entidad; ese es el significado. Cuando tú eres mental, eres como una cosa; no estás separado. Has caído en el sueño. Esto es llamado sueño metafísico. Pierdes el camino de tu propio “yo”. Olvidas tu realidad y formas una unidad con alguna cosa que no eres. Identificación es ser aquello que tú no eres. Ser aquello que eres, es no-identificación.

          El primer hombre vive en la no-identificación. Sabe que no es un cuerpo, que no es la mente. Simplemente sabe que él es consciencia y nada más. El cuerpo va cambiando, la mente va mudando, pero hay una cosa en él que es inmutable; esta es su consciencia. Era exactamente la misma cuando fuiste un niño y va a permanecer exactamente la misma cuando seas viejo. Era la misma cuando naciste y no habrá cambiado cuando mueras. Es la única cosa en la existencia que es eterna.

          Solamente esa eterna consciencia puede ser tu verdadero hogar, porque todo lo demás es como un flujo. Y nosotros nos vamos apegando a lo mutable; entonces creamos miseria, porque hay cambios y no queremos que nada mude. Estamos pidiendo lo imposible, y como no puede acontecer caemos en la miseria una y otra vez.

          El hombre joven quiere serlo para siempre; esto es imposible. Tendrá que tornarse viejo y su cuerpo envejecerá. Y cuando se vea como un anciano se sentirá miserable. Pero la consciencia es la misma. El cuerpo es como la casa; la consciencia es el anfitrión. En el fondo del cuerpo y del complejo de la mente hay un fenómeno totalmente diferente y constante. No es ni el cuerpo ni la mente; es alguna cosa que puede observar a ambos. Es pura observación. Es el alma testimoniando. El primer tipo de hombre sabe que él no está identificado con todo lo que cambia. Está centrado en su realidad. El tercer tipo está obsesionado por alguna cosa que él no es. De hecho, la mayoría de las personas pertenecen al tercer tipo, que es metafísicamente enfermo.

          Esa es la situación de la humanidad. Alguien se convierte en cristiano, en musulman. Otros son chinos, italianos, alemanes. Esas son identificaciones. Unos dicen que son blancos y otros negros. Alguien se encuentra muy hombre y otros se identifican con ser mujer. Esos son todos estados del profundo sueño del inconsciente.

          Si no eres un cuerpo, ¿cómo puedes ser hombre o mujer? Si no eres el cuerpo, ¿cómo puedes ser blanco o negro? Si no eres la mente, ¿cómo puedes ser cristiano o judío? Si eres consciente, entonces eres consciencia y nada más.

          Vamos a la historia.

          Un día un rey visitó a un Maestro, que ni se levantó a saludarlo cuando lo vio llegar.

          ¡Eso es extraño! Primero: es casi imposible que un Presidente o un Rey vaya a un Maestro, porque se sienten muy poderosos.  ¿Para qué ir a esas pobres personas? ¿Qué les pueden aportar?  Los valores han cambiado.

          En estos dos mil años, los valores humanos han pasado por grandes cambios. En los tiempos antiguos, el hombre superior no era el que tenía poder, sino el que había renunciado a ejercerlo. Y parece significativo que las personas que renuncian al poder sean consideradas superiores; es un deseo normal llegar a ser poderoso. El hombre capaz de renunciar al poder conseguía una cierta integridad interna. Abandonó una ambición ordinaria; ahora es alguien extraordinario.

          En aquellos días, los reyes acostumbraban pedir consejo, luz, sentarse a los pies de alguien iluminado.

          El Rey tenía que haber oído hablar de este Maestro. Fue a verlo. Esto demuestra una prioridad diferente. Ahora es muy difícil, porque el hombre es más materialista. Su mente está demasiado atada a las posesiones. Antiguamente el valor no se basaba en las pertenencias, sino en el ser de cada uno. El valor no estaba en las cosas, ni en tener conocimiento, sino en el ser. En el simple ser, en la pureza del centro interior.

          . . . el Maestro ni se levantó a saludarlo cuando lo vio llegar.

          El Maestro no se levantó. Esto debería ser esperado. Cuando el Rey viene a verte, tienes que levantarte y recibirlo; es una formalidad. Todas las maneras de una corte no son nada más que medios para apoyar al Rey.

          Tú refuerzas el ego de alguien, y en respuesta él fortalece tu ego. Es un tipo mutuo de acuerdo. Dices cosas buenas sobre otros y ellos las dicen de tí. Ambos estáis siendo formales, porque queréis escuchar cosas buenas sobre vosotros mismos.

          Este Rey debía tener una cualidad especial, un tipo superior. Él entendió.

          El Rey preguntó: “¿Qué es superior un rey material o un rey espiritual?”

          ¿Por qué hizo esa pregunta? Te sorprendería saber que lo hizo solamente para ver si el Maestro mostraba alguna humildad.

          Las personas religiosas siempre muestran humildad. “Yo no soy nada”, o “no soy nadie”. Y si miras dentro de sus ojos, están diciendo lo opuesto. Si observas su comportamiento, es siempre una proyección de “soy más santo que tú”. Ellos dicen: “Nosotros no somos nada” y siguen de una manera sutil, diplomática, proclamando: “Nosotros somos santos”.

          El Rey preguntó: “¿Qué es superior, un rey terrenal o un rey espiritual?”

          El Maestro respondió: “Entre los reyes humanos yo soy superior y, entre los reyes espirituales yo también soy superior”.

          El hombre real no es humilde en el sentido ordinario de la palabra. Simplemente dice lo que requiere el caso. ¡Ese es el caso! Está declarando una verdad. No está diciendo nada sobre sí mismo, recuerda, está expresando un hecho. “Ese estado de no-mente en el cual yo estoy, es superior entre los reyes humanos y reyes espirituales también, porque es el estado más alto de todos”.

          Él no está hablando de manera alguna sobre sí mismo. Está diciendo algo sobre el supremo estado. Él no es más, entonces ¿quién está ahí para ser humilde? Mira el punto: no hay nadie para ser humilde, ni orgulloso. Todos son juegos del ego.

          El hombre real no es ni orgulloso ni humilde, simplemente no es. Entonces lo que quiera que diga no tiene referencia alguna con su personalidad. Es solamente un espejo, reflejando lo supremo.

                    Oyendo esta sorprendente respuesta . . .

          La respuesta lo es. Cuando hablas con un santo, ellos no dicen nada parecido.

          Una vez fui invitado a una reunión de videntes, cartománticos, sanadores y astrólogos. Yo estaba intrigado porque no soy nada de esto. Parece que hubo algún error . . .

          Ellos habían colocado una gran mesa para presidir el acto y unos asientos para el resto de los invitados. Pero nadie estaba dispuesto a sentarse entre el público. Todos querían estar en la mesa de la presidencia. ¡Eso era imposible!  Y si hablas con ellos, serán capaces de decirte que son personas humildes, servidores de la humanidad. Pero, con todo, incapaces de sentarse entre el público. Hubieran traído su propio trono de oro para destacarse de los demás.

          ¿Puedes comprender qué tipo de personas son? ¿Esotéricos o macacos? Creo que ni los monos son tan estúpidos. Los he visto en los árboles divirtiéndose y sin preocuparse sobre quién es superior o inferior.

          Pero si conversas con esta gente, ellos se expresarán con humildad. ¡Egoísmo! Todo su comportamiento y conversación es sólo una fachada, un fenómeno cultivado. Porque las personas respetan la humildad, están fingiendo ser humildes, a fin de ser respetados. ¿Ves la estrategia y los caminos fingidos del ego? Y esas son las personas que mucha gente respeta.

          Oyendo esta sorprendente respuesta . . .

          Ella fue realmente sorprendente, porque ordinariamente las personas religiosas no hablan así. El Rey debía estar esperando que le dijera: “Yo no soy nadie. Solamente polvo bajo sus pies. Soy el siervo de la humanidad, un siervo de Dios. Estoy aquí para servir a los otros”.

          Pero él dijo: “No. Soy superior a los reyes humanos y a los reyes divinos también”. De hecho, estaba mostrando un gran respeto al Rey. Por decir la verdad, estaba declarando: “Yo entiendo que usted pueda entender”.

          Oyendo la sorprendente respuesta, el Rey quedó satisfecho.

          Oyendo esta sentencia por primera vez, te sorprenderá que el Rey quede satisfecho. Debería estar totalmente contrariado, porque ese hombre está intentando probar ser superior a cualquier persona.

          Pero estaba satisfecho. ¿Por qué? Por la simple razón de que este hombre sabe que el Rey puede entender; y más respeto que ese no puede ser mostrado. Dice la verdad como ella es; desnuda, confiando que aquí está un hombre capaz de entender. No hay ninguna necesidad de comprometerse, de rebajarse; no hay necesidad alguna de hablar en un lenguaje que él pueda entender. Puede decir la verdad como ella es y esperar que la entienda.

          Posiblemente el Maestro debió haber visto que el Rey había alcanzado alguna cosa de la no-mente.

          Y cuando llegas ante un Maestro, sólo mirar es suficiente, y él conoce completamente tu centro más íntimo. Se familiariza inmediatamente contigo; ninguna otra presentación es necesaria. Puede ver si estás despierto o adormecido. Puede ver si tú eres falso o real. Puede ver dónde estás.

          Hay quien llega a un Maesto y toca sus pies. Eso no tiene nada que ver con él, es una disculpa para inclinarse en señal de rendición. Si consigues inclinarte ante un árbol, inmediatamente verás una gran ascensión en tí, una elevación.

          Existen unos tipos de tontos que tocarán los pies del Maestro, pero siguen una formalidad. Hay otro tipo de tontos, que tocarán los pies pero sin capacidad para hacerlo formalmente, pues se quedan sentados como piedras.

          El Rey quedó impactado fuertemente por el Maestro y este debió haber visto la inmensa capacidad de este hombre para entender. Por eso el Rey se sintió muy satisfecho; no esperaba ser tan respetado.

          ¿Ves el punto? No es una historia común. Cuando la lees, te parece sencilla; cuando vas a fondo en ella, meditativamente, encuentras sutiles interpretaciones. Solamente esa frase el rey quedó satisfecho es de inmensa importancia. ¿Qué hay para ser satisfecho? Porque se halló merecedor para alcanzar la verdad tal como ella es. Este hombre pertenece a la primera categoría.

          Al día siguiente un general vino a visitar al Maestro el cual no sólo se levantó de la silla, sino que le mostró más hospitalidad que al Rey.

          Después que el general hubiera salido, los monjes le preguntaron: “¿Por qué se levantó de su asiento cuando una persona de calidad inferior le vino a ver y no hizo lo mismo con otra de rango superior?”

          Los monjes están mirando la parte externa. El general es de un rango inferior, y el Rey de categoría superior; están viendo el lado externo. Están confusos.

          El Maestro responde: “No entendéis. Cuando las personas de alta calidad vienen a verme, yo no me levanto de mi asiento”.

          No hay ninguna necesidad, porque las personas de alta calidad no tienen ego; es por eso que son de “alta calidad”. Si no tienen ego, no hay necesidad de levantarse o mostrar gran respeto por ellas. Esto sería inútil, sin sentido. Simplemente muestra que no entienden,

          Los caminos de los Maestros son extraños. Estar con un Maestro es estar con un misterio. Él vive en la tierra y entretanto no forma parte de ella. Usa la mente pero es la no-mente. Está en el tiempo, pero pertenece al Más Allá, a la Eternidad. Está tan vivo como tú, pero de una manera totalmente diferente porque sabe que no hay nacimiento ni muerte. Ha ido más allá de la vida y de la muerte; él conoce la vida eterna.

          Del lado exterior es exactamente como tú; tiene hambre y come, está sediento y bebe, se siente cansado y duerme. Pero en su centro más íntimo es totalmente diferente porque está en un mundo distinto, en un espacio diferente.

          Y para entender su mundo interior tendrás que crecer dentro de tu propia interioridad; esa es la única manera. Sólo así podrás entender. Si te mueves profundamente dentro de tí mismo entenderás al Maestro de un modo significativo. Cuando hayas llegado al centro más profundo de tu ser conocerás al Maestro en su absoluta perfección. Caso contrario, lo entenderás de una manera equivocada.

          El Maestro dice: “Ustedes no entienden”.

          Es muy simple.

          Cuando las personas de alta calidad vienen a verme, yo no me levanto de mi asiento . . .

          Nosotros vivimos en la formalidad; lo transformamos todo en un ritual urbano. El amor se transforma en casamiento. Cristo se convierte en Iglesia. Buda es reducido a una estatua de piedra. Grandes verdades quedan reducidas a escritos ordinarios para ser venerados. Somos realmente muy habilidosos en reducir todo aquello que es elevado en algo que sea lo más bajo posible. Lo traemos todo hasta nuestro nivel. Decía un filósofo griego: “El retórico es quien hablando hace lo grande pequeño y lo pequeño grande”.

          En vez de ascender al nivel de los Maestros, los traemos hacia abajo, cuando ellos han dejado este mundo. Claro, que cuando están vivos no podemos hacerlo; ellos viven sin ningún compromiso. Tienes que rendirte a sus pies. Pero, una vez que se han ido, es mucho más fácil; puedes hacer sus estatuas, un templo y adorarlos, y todo se vuelve ritual, formal, la religión de los domingos, confortable, conveniente, pero sin ningún sentido.

          El hombre está más interesado en las conveniencias que en la verdad, más fijado en la seguridad que en la transformación.

          Si ese es también tu estado me perderás, porque mi interés no está en la seguridad; te voy a forzar hacia la duda, la inseguridad. Mi interés no está en la conveniencia; te forzaré hacia la rebelión. Mi interés es solamente uno: la verdad, porque ella libera; todo lo demás es una esclavitud.

          El hombre de la más alta calidad inmediamente se torna un devoto. El hombre de calidad media se forma como discípulo. El hombre de baja calidad permanece por años o vidas, siendo un alumno.

          Mira dentro de tí mismo, y pregúntate dónde estás. No seas sólo un estudiante. Esto no es una escuela; de hecho, el proceso es un desaprender. Yo no estoy enseñando nada; estoy aquí para ayudar a transformarte. No te estoy dando un dogma, una creencia o una religión; no estoy interesado en nada de esto. Simplemente quiero darte aquello que tienes, pero que ha de ser provocado.

          Tienes que sintonizarte conmigo, en profundo acuerdo, identificarte. La bendición puede ser tuya, así como la gracia, pero tienes que salir fuera de tus pequeñas prisiones, fuera de tu pequeña mente, fuera de tus egos. Y tendrás aquello que mereces, de lo que seas digno. Puedo estar contigo jugando con diamantes, pero si no sabes que son piedras preciosas, terminarás coleccionando piedras de colores.

          Las personas están realmente tan dormidas que no saben qué están haciendo y piden cosas equivocadas. Piden respeto y algún alimento para sus egos.

          Antes que sea demasiado tarde, ¡despierta!  Por lo menos, muévete hacia el segundo estado de la mente, la meditativa, y el primer estado vendrá fácilmente. No seas del tercer estado, porque es no estar realmente conmigo. Con el segundo, lo estarás un poco y seguirás el camino para quedar totalmente unido a mí. Pero recuerda que el objetivo es estar en el primero.

          La verdadera salud es andar desde la mente para la no-mente.

                                           EL NÚMERO CUATRO

Conclusión

          Cuatro en contraste a Siete

          Siete marca todo con perfección espiritual, porque es el número de la Madre. En el libro del Apocalipsis 5:12 hay una alabanza de la multitud celestial, con una bendición séptuple, diciendo:

          “El Cordero que ha sido inmolado es digno de tomar -1- el poder, -2- las riquezas, - 3 - la sabiduría, - 4 - la fortaleza, - 5 - el honor, - 6 - la gloria, - 7 - la alabanza”.

          Mientras que en el vers. 13, cuando los seres terrenos alaban a las criaturas que están sobre la tierra y debajo de la tierra, y en el mar, ésta es sólo cuádruple: “Al que está sentado en el trono sea -1- la alabanza, -2- el honor, -3- la gloria y -4- el dominio, por los siglos de los siglos”.

          Las siete parábolas del Evangelio de Mateo 13, se distribuyen entre cuatro y tres; y en tanto que las tres son pronunciadas dentro de la casa a los discípulos y revelan verdad esotérica, las cuatro se relacionan con verdad exotérica y tratan del aspecto externo de las cosas en relación con el mundo y fueron dichas fuera de la casa.

          De las cuatro grandes ofrendas, tres estaban conectadas con sangre y vida, mientras que una era de harina.

          La oblación de harina Levit.2, era o bien cocida de tres maneras o no era cocida.

          La ofrenda por el pecado Levit.4, era ofrecida por tres clases de individuos:

                    Por el sacerdote ungido

                    Por el jefe.

                    Por un hombre del pueblo

o por toda la congregación a una.

          Los materiales del Tabernáculo eran cuatro, tres de ellos metales y uno no metálico.

          Las cubiertas del Tabernáculo eran cuatro: tres de animales y una vegetal.

          Los ornamentos de las cortinas eran cuatro, y tres de ellos eran colores, mientras que uno era un diseño.

          Los sacerdotes y levitas pertenecían a cuatro órdenes.

          De los cuaro animales prohibidos, tres rumiaban, pero no tenían la pezuña hendida, mientras que uno sí la tenía, pero no rumiaba.

          Los cuatro juicios de Dios sobre la Tierra, Ezequiel 14:21; tres son inanimados (la espada, el hambre y la peste), mientras que uno es animado (las fieras).

          En Jeremías l5:3, siguen siendo cuatro, pero tres son animados (bestias, aves y peces), mientras que uno es inanimado (la espada).

          Las cuatro glorias de 1ª Corintios 15:40, tres son celestiales y se detallan (el sol, la luna y las estrellas), mientras que una no lo es y es terrenal.

          En la bienvenida del Hijo Pródigo, Lucas.15, tres cosas eran materiales (el vestido, el anillo y el calzado), mientras que una era moral (el beso).

          Los Setenta discípulos salieron con una cuádruple prohibición, Lucas l0:4, de las que tres estaban relacionadas con asuntos (no llevar bolsa, alforja ni calzado), mientras que una se relacionaba con la acción (no saludéis a nadie por el camino).

          El cuádruple testimonio de Dios en la tierra, Hechos 2:4: tres son impersonales (señales, prodigios y milagros), y uno es personal (los dones del Espíritu Santo).

                                               

      

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         Salvador Navarro Zamorano

         Madre de Dios de la Nieve nº 8

BUNYOLA  (Mallorca).

         Teléfono y Fax: 971: 61 33 92

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