Artículos Periodísticos

Salvador Navarro Zamorano

 

 

                 HISTORIA DEL NACIMIENTO DEL MUNDO

Hace casi medio millón de años, astronautas de otro planeta vinieron a la Tierra en busca de oro.

Amerizaron en uno de los mares de la tierra. Con el tiempo establecieron un espacio – puerto y un Centro de operaciones mineras.

Escasos de mano de obra, utilizaron ingeniería genética para darle forma y utilidad a los trabajadores primitivos, el Homo Sapiens. Más tarde, el Diluvio barrió la Tierra en una inmensa catástrofe que abarcó toda la cuenca mediterránea, que hizo necesario un nuevo comienzo. Después, los astronautas se convirtieron en dioses e ellos dieron la civilización a la humanidad, transmitiéndola a través del culto religioso.

Hace 6000 años, todo lo conseguido se desmoronó en una catástrofe nuclear provocada por rivalidades entre los invasores.

¿Cuáles fueron estos problemas? ¿Qué tensiones surgieron entre los viejos y los jóvenes extraterrestres que habían nacido en la Tierra?

Tanto expertos como teólogos, reconocen que los relatos bíblicos de la Creación, Adán y Eva, del Jardín del Edén, del Diluvio o la Torre de Babel, se basaron en textos escritos milenios antes en Mesopotamia, en especial por babilonios y sumerios. Y ellos afirmaban con claridad que obtuvieron sus conocimientos acerca del pasado, de los escritos de los Anunnaki (“aquellos que vinieron del cielo”), los dioses de la Antigüedad.

En ocasiones, los secretos de los dioses se revelaron en parte en relatos épicos, como en la Epopeya de Gilgamesh, el Libro de los Secretos de Thot,etc.

Según la Biblia, cuando Jehová le dio los Mandamientos a su pueblo elegido, en un principio los escribió con su propia mano en dos tablas de piedra que le entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Pero, después que Moisés las arrojara y rompiera estas tablas, como respuesta al incidente del Becerro de Oro, las nuevas tablas las inscribió el mismo Moisés, por ambos lados, mientras permaneció en el monte durante 40 días y 40 noches, tomando al dictado las palabras del Señor.

Si no hubiera sido por las narraciones bíblicas del Éxodo y el Deuteronomio, nunca habríamos sabido nada de las tablas divinas ni de su contenido; todo esto se habría convertido en parte de la enigmática colección de los “libros perdidos” cuya existencia nunca habría salido a la luz. Es el caso del Libro de Jasher (el libro del Justo) que se menciona en la Biblia. El capítulo 5 del Génesis comienza con la afirmación “éste es el libro del Toledoth de Adán” traduciéndose normalmente el término Tledoth como “generaciones”, pero su significado más preciso es “registro histórico o genealógico”. De hecho, a lo largo del tiempo, han sobrevivido versiones parciales de un libro que se conoció como el Libro de Adán y Eva, en armenio, eslavo, siriaco y etíope; y el libro de Enoch que contiene fragmentos que, pertenecieron a un libro más antiguo, el libro de Noé.

Un ejemplo que se menciona con frecuencia sobre el gran número de libros perdidos es el de la famosa biblioteca de Alejandría, en Egipto. Fundada por el general Tolomeo tras la muerte de Alejandro en el 323 a.C. se dice que contenía más de medio millón de “volúmenes” de libros formados por tablillas de arcilla, papiro, pergamino, etc. Aquella gran biblioteca donde los eruditos se reunían para estudiar el conocimiento acumulado, se quemó y fue destruida en las guerras que se desarrollaron entre el 48 a.C. y la conquista árabe en el 624 d.C. Lo que ha quedado de sus tesoros es una traducción al griego de los cinco primeros libros de la Biblia hebrea y fragmentos que se conservaron en los escritos de algunos de los eruditos residentes.

Y es así como sabemos que el segundo rey Tolomeo comisionó, hacia el 270 a.C. a un sacerdote egipcio, al que los griegos llamaron Manetón, para que recopilara la historia y la prehistoria de Egipto. Al principio, escribió sobre los dioses que reinaron allí; luego los semidioses y, finalmente, hacia 3.100 años a.C. comenzaron las dinastías faraónicas. Escribió que los reinados divinos comenzaron 10000 años antes del Diluvio y que se prolongaron durante miles de años, presenciándose en el último período batallas y guerras entre los dioses.

En los dominios asiáticos de Alejandro, donde el poder cayó en manos del general Seleucos y sus sucesores, tuvo lugar un empelo similar por proporcionar los sabios griegos un registro de lo sucedido en el pasado. Una sacerdote del dios babilónico Marduk, llamado Beroso, con acceso a las bibliotecas de tablillas de arcilla, cuyo centro era la biblioteca del templo de Jaran (en el sudeste de Turquía) escribió una historia de dios y hombres en tres volúmenes que comenzaba 432000 años antes del Diluvio, cuando los dioses llegaron a la Tierra desde los cielos. Beroso decía que el primer líder, cuyo cuerpo era mitad hombre y mitad pez, llegó a la costa desde el mar. Era el que daría la civilización a la Humanidad y su nombre, en griego, era Oannes.

Encajando muchos detalles, Beroso hace entrega de relatos de dioses del cielo que habían venido a la Tierra; de un tiempo en que tan sólo los dioses reinaban eb la Tierra y del catastrófico Diluvio. Da cuenta de la existencia de escritos anteriores a la Gran Inundación, escrita en tablillas de piedra que se ocultaron en una antigua ciudad llamada Sippar.

Aunque Sippar fue arrasada por el Diluvio, igual que todas las ciudades antidiluvianas de los dioses, hay una referencia en los anales del rey asirio Assurbanipal (668-633 a.C.). Cuando a mediados del siglo XIX, los arqueólogos descubrieron la antigua capital asiria de Nívive (hasta entonces, conocida sólo por el Antiguo Testamento), hallaron en las ruinas del palacio una biblioteca con los restos de alrededor 25000 tablillas de arcilla escritas. Dice una de ellas: “El dios de los escribas me ha concedido el don del conocimiento de su arte; he sido iniciado en los secretos de la escritura; incluso puedo leer las tablillas en sumerio; entiendo las palabras enigmáticas cinceladas en la piedra de los días anteriores a la Inundación”.

Sabemos que la civilización sumeria floreció en lo ahora es Irak, casi un milenio antes de los inicios de la época faraónica de Egipto. También sabemos que los sumerios fueron los primeros en escribir los anales y relatos de dioses y hombres. Entre los hallazgos afortunados realizados en las ruinas de las ciudades y sus bibliotecas, se encuentran unos prismas de arcilla donde aparece información de los diez soberanos antediluvianos. Conocida como la lista de los reyes sumerios y exhibida en el Museo Ashmolean de Oxford, Inglaterra, sus distintas versiones no dejan lugar a duda de que los historiadores sumerios tuvieron acceso a material canónico de textos primitivos. Junto con otros antiquísimos, estos textos sugieren que el cronista oficial de la Llegada, así como de los acontecimientos que la precedieron y la siguieron, había sido una de aquellos líderes, un participante clave, un testigo presencial.

Ese testigo presencial de los acontecimientos y participante clave. Era el líder que había amerizado, su nombre – apodo era E.A. (Aquél cuyo hogar es el agua) y que sufrió una humillación de que el mando de su misión en la Tierra fuese dado a su hermano En-lil (Señor del mandato). Humillación que no fue suficientemente mitigada con la concesión del título de En-ki “Señor de la Tierra”. Relegado de las ciudades de los dioses y de su espacio-puerto en el E.Din (Edén) fue, además de un gran científico, el que descubrió a los hominidos que habitaban aquellas zonas. Y, de este modo, cuando se rebelaron los Anunnaki que trabajan en las minas, fue él quién pensó que la mano de obra que se necesitaban se podía conseguir adelantándose a la evolución mediante la ingienería genética; y así apareció el Adán que no podía procrear El de la Tierra, el Terrestre). Como híbrido que era, el Adán no podía tener hijos, pero hubo una segunda manipulación genética que añadió los genes cromosómicos necesarios para la procreación. Y, cuando la humanidad, al proliferar, resultó no adecuarse a lo que tenían previsto, fue Enki el que desobedeció el plan de su hermano, de dejar que la humanidad pereciera en el Diluvio, unos acontecimientos en el que el héroe recibió el nombre de Noé, en la Biblia y Ziusudra en el texto sumerio original.

Enki era el primogénito de Anu, y estaba versado en el pasado de su planeta original (Nibiru). Científico competente, legó sus conocimientos más avanzados a sus dos hijos: Marduk y Ning-gishzidda (que como dioses egipcios fueron conocidos como Ra y Thot respectivamente). Igualmente, enseñó a individuos seleccionados los secretos de los dioses. En al menos dos ocasiones, estos iniciados escribieron aquellas enseñanzas como legado de la humanidad. Uno de ellos, llamado Adapa, probablemente hijo de Enki con una hembra humana, es conocido por haber escrito un libro titulado “Escritos referentes al Tiempo”, uno de los libros perdidos más antiguo. El otro, Enmeduranki, fue el prototipo del Enoc bíblico, quien fue elevado al cielo después de confiar a sus hijos el libro de los secretos divinos, y del cual existe una versión no bíblica titulada “Libro de Enoch”.

El conflicto siguió entre los hermanastros e incluso entre sus nietos; y el hecho de que los nacidos en la Tierra se enfrentaran a la pérdida de longevidad, incrementó las angustias personales y agudizó las ambiciones. Todo esto culminó en el último siglo del tercer milenio, cuando Marduk, primogénito de Enki con su esposa oficial, proclamó que él y no el primogénito de En-lil, Ninurta, debía heredar la Tierra. Este conflicto terminó con el empleo de armas nucleares y el resultado fue el hundimiento de las civilizaciones sumerias, Nínive, Sodoma y Gomorra fueron claros ejemplos de esta guerra milenaria.

La iniciación de individuos escogidos en los secretos de los dioses marcó el principio del Sacerdocio, linaje de mediadores entre los dioses y el pueblo, transmisores de la Palabra Divina a los mortales. Los oráculos se mezclaron con la observación de los cielos en busca de mensajes. A medida que la humanidad se vio arrastrada a tomar parte en los conflictos de los dioses, la Profecía comenzó a jugar su papel. De hecho, la palabra para designar a estos portavoces de los dioses que anunciaba lo que iba a pasar, era la de Pitón y Nabih o Nabu, que intentó convencer a la humanidad de que los signos celestes indicaban la inminente supremacía de Marduk.

Este estado de cosas llevó a la necesidad de diferencia entre Suerte y Destino. Las profecías de Enil y de Anu, que habían sido incuestionables, se veían ahora sujetas al examen de la diferente entre NM (Destino, como las órbitas planetarias cuyo curso está determinado y no se pueden cambiar) y Nam-Tar, literalmente, el destino que puede ser torcido, roto, cambiado (que era la Suerte o el Hado).

Enki y En-lil comenzaron a ponderar filosóficamente lo que, ciertamente estaba destinado y no se podía evitar, y el hado que venía como consecuencia de decisiones acertadas o equivocadas y del libre albedrío. Estas no se podían predecir, mientras que las primeras se podían anticipar (especialmente si eran cíclicas, como las órbitas planetarias; si lo que fue volvería a ser, si lo Primero también sería lo Último).

Las consecuencias climáticas de la desolación nuclear, agudizaron el examen de conciencia entre los líderes y llevaron a la necesidad de explicar a las masas humanas por qué había ocurrido aquello. “Castigo del cielo”, decían. ¿Había algún responsable, alguien que tuviera que rendir cuenta?

Enki fue el único que se opuso a la utilización de las armas prohibidas. De ahí la importancia que tuvo para explicar a los supervivientes qué había sucedido entre ellos, los extraterrestres, que a pesar de sus buenas intenciones, habían terminado siendo los destructores.

En esas 12 tablillas, se extiende el mensaje de Enki.

1.- Cuando llegó a la Tierra, estaba casi toda ella inundada por las aguas.

2.- Cuando llegó a la Tierra, praderas, montículos y cerros se levantaron a sus órdenes.

3.- En un lugar puro construyó su casa y le dio un nombre adecuado.

Este largo texto sigue diciendo que Enki y Ea-lil asignaron tareas a sus lugartenientes, poniendo en marcha su misión en la Tierra.

Luego sigue explicando las promiscuas relaciones con diosas y con Hijas de los Hombres y las consecuencias que se derivaron. Las divisiones del dominio de la Tierra. Los debates del Consejo de los dioses, sobre la suerte de la Humanidad y el subterfugio de Enki, conocido como el relato de Noé y el arca, cuyo texto se encuentra solamente en la Biblia hasta que se encontró una copia en la Epopeya de Gilgamesh.

Las tablillas de arcilla sumerias y acadias, las bibliotecas de los templos babilónicos y asirios, los mitos egipcios, hititas y cananeos y las narraciones védicas y bíblicas forman el cuerpo principal de estas memorias, material disperso y fragmentado.

Así fue escrita la historia antigua y me trae a la mente la instrucciones de Yahvé al profeta Isaías (siglo VII antes de Cristo) Isaías 30-8.

“Ve, pues, y escribe en una tablilla ante ellos y consígnalo en un libro para que sea en los tiempos venideros perpetuo y eterno testimonio”.

NOTAS: El dios que tiene forma de pez.

Dice la Biblia que el Espíritu de Dios se cernía (o flotaba) sobre las aguas.

Jesús dice viene a cumplir con las Escrituras.

Nace de las aguas, de María (mar). Reúne a sus primeros discípulos entre los pescadores. Dibuja la forma de un pez. Paga sus impuestos sacando monedas del vientre de un pez. Aquieta las aguas. Navega y predica en barca. Realiza pescas milagrosas antes y después de muerto. Anuncia a sus discípulos que serán pescadores de hombres.

Jonás está 3 días en el vientre de una ballena.

Oro.-

El oro no tiene valor práctico, simplemente respalda la moneda que se emite y se le da un valor ficticio, convenido.

Los aztecas guardaban el oro y hacían con él objetos cotidianos para entregar a sus dioses cuando vuelvan. No le dan valor comercial.

Eso pasaba tanto en Méjico como en Perú, sin que hubiera contactos culturales conocidos.

Todas las religiones conservan la mayor cantidad de oro en objetos. Originalmente se procede siguiendo una costumbre muy antigua de guardar el oro para los dioses que lo necesitan.

Las leyendas del regreso de los dioses se conservaron en todas las religiones antiguas y modernas.

Muchos cosas consideradas como milagrosas, comienzan a explicarse a la luz de los modernos descubrimientos de ingienería genética y física nuclear y cuántica.

                                       LOS CONTACTADOS

Sabido es  que cuando se investiga el contacto como fenómeno operante en nuestro tiempo y como realidad de una conciencia evolutiva superior que nos visita, se nos olvidan también otros momentos históricos y otros personajes decisivos, para potenciar la idea de que, efectivamente, somos en todo momento y circunstancias visitados por civilizaciones desconocidas.

Investigando libros épicos y sagrados, tales como: El Ramayana, Mahabharatta, Popol Vuh, la Biblia, etc., vemos como en ellos aparecen los Señores, los Dioses, los Elohim, los Ángeles, viajando en sus vimanas, nubes resplandecientes y en carros de fuego.

Estos Señores vinieron del espacio exterior. Manipularon nuestra especie. Contactaron con nuestros antiguos Padres, Patriarcas y Profetas. Y su presencia, ha sido una constante en las antiguas culturas y civilizaciones.

Estudiando la Revelación y Tradición bíblica, vemos que personajes como Enoch, Elías, Moisés, Abraham, Lot, Jonás, etc., viven unas experiencias claramente de contactos extraterrestres. El estudio de estas experiencias, me han llevado a deducir que los ángeles, Señores y Dioses del ayer, son los extraterrestres que hoy nos visitan.

Veamos a continuación a algunos personajes de la antigüedad y comentar las experiencias sufridas por ellos.

Enoch.- El relato bíblico sobre el personaje de Enoch es muy corto. Pero lo suficiente explícito para intuir las vivencias que se dan en este personaje. Veamos: Génesis 5: 21 – 24. Enoch, a la edad de 65 años, engendró a Matusalén y, después anduvo en la presencia de Dios 300 años y engendró hijos e hijas. Enoch vivió 365 años. Después no fue visto porque Dios se lo llevó.

Podemos deducir lo siguiente:

Enoch, después de engendrar a Matusalén, mantiene una serie de contactos con Yahvé. Todo esto durante 300 años. Estos contactos se efectúan cara a cara. Pues el texto es explícito: anduvo en la presencia de Dios. El contacto entre ambos personajes no dura 300 años seguidos, sino que durante ese tiempo Enoc sale de la Tierra varias veces. Así se explica que pudiera seguir engendrando hijos e hijas.

A los 365 años ya no regresa a la Tierra. Después, no fue visto más porque Dios se lo llevó. ¿Vivo? Está claro que así fue. Porque si observamos a los personajes anteriores y posteriores a Enoch, veremos como la Biblia nos confirma la muerte de cada uno.

Génesis 5:8 . . . . Set vivió 912 años y murió. Enos vivió en total 905 años y murió; Cainán vivió 910 años y murió; Malaleel vivió 895 años y murió.

Génesis 5:20 . . . . Pared, padre de Enoc, vivió 962 años y murió.

Génesis 5:27 . . . Matusalén, hijo de Enoc, vivió 969 y murió, etc., etc.

Como vemos se confirma la muerte de los Patriarcas. No ocurre así en el caso de Enoch, donde a la edad de 365 años no fue visto más, porque Dios se lo llevó. ¿Cómo? ¿A dónde? ¿Por qué?

Existe un libro de Enoch, posiblemente un libro iniciático, misterioso, profético o incluso sagrado, que contiene visiones y experiencias de Enoch, con claras connotaciones extraterrestres.

Capítulo XX – 3.- “En ese tiempo un torbellino de viento me arrancó de la faz de la Tierra y me depositó en la extremidad de los cielos”.

Concreto y sencillo, trasladar este texto antiguo a la lógica de nuestro tiempo. En ese momento, una nave lo sacó de la superficie de la Tierra y lo llevó a otro lugar del espacio.

Capítulo XL – 2.- “Los cuatro arcángeles: Miguel, Rafael, Gabriel y ¿ . . . Después miré, contemplé a los cuatro lados del Señor, 4 rostros diferentes de los que no duermen y aprendí sus nombres que me dio a conocer el ángel que andaba conmigo y me hacía conocer todos los secretos”.

Aquí podemos observar como Enoch es llevado por un personaje a la presencia del Señor de los Espíritus y ve de una forma real a los cuatro Arcángeles: Miguel, Rafael, Gabriel y ¿. Curiosamente la religión cristiana hace referencia de esos Arcángeles. Pero es digno de reseñar como miles de años antes, Enoch es llevado a la propia morada de la Jerarquía celestial.

Hermes Trimegisto.-  Para hablar de Hermes tenemos que entrar en el terreno de las posibilidades históricas, pues cada cultura y tradición, así como cada escuela esotérica le han sus connotaciones filosóficas y religiosas.

Para comenzar correctamente podemos citar la legendaria Atlántida, un pequeño continente, como lo es hoy Australia, situado en el Océano Atlántico.

Decía Plinio, Platón y otros sabios de la Antigüedad, que poseían los atlantes una cultura inmensa, que la casta sacerdotal era la depositaria del poder y tenían la precaución de lo transmitir lo que tan celosamente se les había entregado sus hermanos superiores del espacio. Eran diversas las culturas que habían conectado con la élite espiritual y cultural de aquella raza.

Fueron miles de años donde la sabiduría se fue archivando en los sagrados templos de aquel pueblo. En mayor medida en el de Poseídón, una gran construcción concebida de acuerdo a las medidas cósmicas y que contenía una pirámide como la de Keops en Egipto, cubierta de oro puro que multiplicaba la luz del Sol por todo el entorno.

Pero, como era de esperar en la lógica de crecimiento y decrecimiento de los fenómenos, no podía durar mucho, puesto que como siempre, una cultura debe parir a otra y un tiempo debe dar pie al nacimiento de otro más fecundo. Y así, la cultura atlántica debía desaparecer para comenzar otro tiempo que tenía como punto de arranque el antiguo Egipto.

El poder y riqueza de aquella sociedad fue pronto codiciada por los pueblos bárbaros y a medida que el tiempo pasaba eran más frecuentes las incursiones de ladrones y piratas, insaciables en su deseo de conquista de las tierras y bienes de la Atlántida.

Poco a poco el pueblo comenzó a degenerarse. Caudillos y caciques imponían costumbres licenciosas y la degeneración sexual y moral se hacía código de comportamiento en aquellos atlantes. Mientras eso ocurría la geografía del planeta estaba cambiando. La actual Groenlandia (la antigua Hiperbórea) comenzó a hacer fisuras por donde entraba las frías aguas del Norte, cambiando el clima y cosechas. Y pronto la Atlántida, al ser más baja que la tierra del Norte se vio inundada por las aguas y lo que antes había sido un continente en miniatura, se repartió en pequeñas islas por todo el Atlántico.

Sacerdotes y sabios hacían llamamientos al pueblo que ahora padecía las consecuencias de su degeneración, pero ellos sólo atendían a los apetitos de sus sentidos.

Parte de los iniciados de cada una de las siete órdenes esotéricas marcharon a la entonces colonia comercial llamada Egipto para volver a comenzar el proceso de reconstrucción espiritual. El resto de los Maestros debían de introducirse en ciudades subterráneas, en el subsuelo de Sudamérica y del Tibet, estableciendo un Gobierno oculto de la Tierra y se designo a un iniciado, Hermes, que acompañado por otros maestros marchó a Egipto para comenzar la etapa de educación e información más fecunda conocida en la historia del planeta.

Los pueblos hasta entonces alejados de la cultura atlántica como Egipto e India, entre otros, viajaron hasta Egipto por medio de Profetas y sabios para recibir el Conocimiento sagrado. Allí aprendieron todo el saber alquímico, astrológico, cosmogónico, moral e histórico, que la mente humana era capaz de concebir y se preparó a otros Iniciados que, a su vez, prepararon a otros y que fueron los que pusieron en marcha las principales religiones que aún todavía funcionan en el mundo.

Fue la obra de Hermes llamado el Trimegisto el Tres veces grandes y que fue adorado como un el Dios Thot en esa cultura y como Hermes en la griega.

La mayoría de sus tratados y escritos se perdieron en los incendios de la Biblioteca de Alejandría, aunque se dice que tan sólo se quemaron las copias, puesto que los originales se siguen conservando en los Templos de las Gran Fraternidad.

Escasos fragmentos de la filosofía de Hermes han llegado a nuestros días. Incluso las traducciones son dudosas. Quizá la mas estudiada sea la Tabla de Esmeralda, por cuya comprensión el hombre puede escalar el conocimiento del Dios Cósmico.

Y nos queda el estudio de hombres como Noé, Abraham, Moisés, Elías, etc. Pero, todo esto para una charla tan simple de una hora y treinta minutos, es demasiado, aunque podría ser origen de otras que haríamos en semanas sucesivas.  

 

 

 

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