ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS 6

Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

 

 

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                                         E L    C O N S E J E R O   I N T E R I O R

          Personas con éxito en los más variados ramos de actividades, hacen a veces mención a una “voz interior” que les indica el mejor camino a tomar. Esa “voz” se anuncia durante el intercambio entre los dos hemisferios de nuestro cerebro. Vamos a señalar algunas pautas para evocar ese consejero interno y poder resolver nuestros problemas cotidianos.

          El “maestro interior” del que a veces oímos hablar es una manifestación interna expresándose sobre un conocimiento inconsciente. Podemos hablar de “médico interno”, “artista interior”, o sea, podemos definir un campo de conocimientos en relación a las artes en general o sobre la sanación. La voz interior puede especializarse, dependiendo de la persona. Ella ofrece la posibilidad  (no importa si la persona en cuestión es médico, artista, maestro, teólogo, empresario, trabajador manual, científico), de actuar intuitivamente y así resolver cualquier problema de manera correcta.

          La voz interior no da importancia al nivel social o cultural del indivíduo. Ella simplemente existe para cada uno, pero se esconde inmediatamente en un silencio total cuando abandonamos nuestra actitud positiva en relación con nosotros mismos o los demás. Ella une mundos enteros o no actúa. La “voz interna” exige que concentremos nuestra energía en la accíon, porque sin la voluntad, siempre presente para desarrollarla, ella no tiene fuerzas para manifestarse.

          Existen libros tratando este asunto, todos basados en las experiencias de sus autores. Y el tema es aún más conmplicado, porque la voz interior se manifiesta solamente cuando el indivíduo está en paz consigo mismo, porque ella habla en  nosotros con voz inaudible, sin palabras. Mantras y meditaciones son capaces de facilitar el camino hasta ella, caso de que se presente, caracterizada por vibraciones lentas y prolongadas; así, se activa el funcionamiento del hemisferio derecho, que regula el comportamiento intuitivo. La meditación es nada más que una preparación, usada cuando la gente necesita de ayuda para llegar a esta fuente de energía. Medidas muy concretas para despertar la intuición, las mencionaré más adelante.

          Debemos modificar nuestro comportamiento, de un modo radical, si queremos oír nuestra voz interior. Hombres y mujeres santos, tanto de Oriente como de Occidente, hablan de las condiciones para llegar a dicha fuente de poder. Resumiendo: todas aquellas condiciones, las tenemos en una sola palabra: ascetismo. Abstenciones y sacrificios dan, por encima de todo, la posibilidad de hacer observaciones interiores más fácilmente. También hoy existen personas que eligen como camino exterior para el silencio, la entrada en un monasterio, convento o comunidad religiosa: es una alternativa. Otra, es enfrentarse a la vida cotidiana, de modo meditativo y productivo. En otras palabras: se trata de ignorar intensamente el ego, siempre tan evidente en nuestras relaciones.

          Para quien escoge el camino interior rumbo al silencio (retiro espiritual) existen ayudas y métodos (las reglas de cada orden monástica). Para el camino que lleva al silencio en la vida diaria, no hay reglas definidas. Aun así, me gustaría resaltar algunas de ellas, tres de las que considero más importantes.

          1ª) Afirmarse a sí mismo.- Para iniciar el camino hacia la voz interna, necesitamos de una actitud positiva en relación a nosotros mismos, nuestras posibilidades físicas, emocionales y mentales. El hemisferio cerebral derecho afirma esa actitud, creando imágenes positivas y proyectándolas en la consciencia. El hemisferio cerebral izquierdo, es un campo de comportamiento analítico y lógico, que creará un método para concretizar los planos. El intercambio entre las dos partes posibilita los cambios positivos en la vida de la persona. El camino individual está determinado siempre por una idea principal.

          2ª) Lo más y lo menos importante.-  El camino hacia la voz interior pasa a través de las energías creadoras. Quien crea como artista, artesano, empresario o científico, trabajando de modo renovador y creativo, llega hasta la voz interna, así como llegan otros de profesión más humilde, caso de que trabajen con creatividad. Esas personas ordenan automáticamente sus actividades como más o menos importante. Las dos partes del cerebro deben tener la posibilidad de sintonizarse con el trabajo de la persona.

          3ª) Voluntad de mejorar.-   La persona debe tener voluntad de mejorar el propio comportamiento en relación consigo mismo y los demás. Esta tercera regla es esencial porque hace que el comportamiento creativo y la idea principal motivando la acción, lleven al éxito, a la innovación. Ella es, tal vez, la regla más difícil, porque quien quiere actuar de manera siempre nueva y creativa, debe estar permanentemente preparada para aprender. El comportamiento artístico, científico y práctico, forma parte de nuestra vida diaria y no de algunas profesiones determinadas.

          Así es como la visión interna, la voz interior, es un fenómeno de intercambio de información entre las partes izquierda y derecha del cerebro; la expresión de la comunicación entre los dos hemisferios. La parte izquierda trabaja con nombres, descripciones, conceptos o definiciones, funciones, fórmulas y sistemas; la parte derecha, por el contrario, trabaja con imágenes. Podemos decir: La parte izquierda habla y la derecha construye. La parte derecha suministra a la izquierda las imágenes necesarias y ésta la posibilita para orientarse, es decir, crear las imágenes de manera ordenada y no caótica. Las dos partes son mutuamente responsables una de la otra, a no ser que la armonía de la comunicación sea perturbada.

          El mayor desequilibrio ocurre cuando la persona deja de actuar de modo creativo o no tiene voluntad de crear. Cuando esto sucede, está claro que la persona está en desarmonía, es un estado que ella puede superar o por lo menos desearlo.

          Todo abuso nos muestra que no estamos armonizados, procurando sustitutos para lo que no conseguimos. Y cuando nuestra voz interior ha callado, dejamos de saber lo que es bueno para nosotros y lo que no lo es.

          Pero ¿qué hacer cuando no tenemos una actitud concreta con nuestra personalidad, ni somos creativos ni queremos aprender? ¿Cómo encontrar motivación para cambiar?

          Si esa pregunta se hace de modo consecuente, ya revela por sí misma que no estamos satisfechos con la situación, mostrando así que tomamos en serio la regla 3: queremos cambiar. Falta la idea principal y con voluntad de transformarla en realidad.  El principio del camino y el propio camino no pueden ser “construídos”, o sea, la parte izquierda de nuestro cerebro es aquí impotente. Esa laguna puede ser llenada solamente por el hemisferio derecho.

Sigue en el próximo artículo.

                                                                                Salvador Navarro Zamorano

                                                                                Profesor de Técnicas mentales.

 

 

 

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                                          E L    C O N S E J E R O   I N T E R I O R

          Personas con éxito en los más variados ramos de actividades, hacen a veces mención a una “voz interior” que les indica el mejor camino a tomar. Esa “voz” se anuncia durante el intercambio entre los dos hemisferios de nuestro cerebro. Vamos a señalar algunas pautas para evocar ese consejero interno y poder resolver nuestros problemas cotidianos.

          El “maestro interior” del que a veces oímos hablar es una manifestación interna expresándose sobre un conocimiento inconsciente. Podemos hablar de “médico interno”, “artista interior”, o sea, podemos definir un campo de conocimientos en relación a las artes en general o sobre la sanación. La voz interior puede especializarse, dependiendo de la persona. Ella ofrece la posibilidad  (no importa si la persona en cuestión es médico, artista, maestro, teólogo, empresario, trabajador manual, científico), de actuar intuitivamente y así resolver cualquier problema de manera correcta.

          La voz interior no da importancia al nivel social o cultural del indivíduo. Ella simplemente existe para cada uno, pero se esconde inmediatamente en un silencio total cuando abandonamos nuestra actitud positiva en relación con nosotros mismos o los demás. Ella une mundos enteros o no actúa. La “voz interna” exige que concentremos nuestra energía en la accíon, porque sin la voluntad, siempre presente para desarrollarla, ella no tiene fuerzas para manifestarse.

          Existen libros tratando este asunto, todos basados en las experiencias de sus autores. Y el tema es aún más conmplicado, porque la voz interior se manifiesta solamente cuando el indivíduo está en paz consigo mismo, porque ella habla en  nosotros con voz inaudible, sin palabras. Mantras y meditaciones son capaces de facilitar el camino hasta ella, caso de que se presente, caracterizada por vibraciones lentas y prolongadas; así, se activa el funcionamiento del hemisferio derecho, que regula el comportamiento intuitivo. La meditación es nada más que una preparación, usada cuando la gente necesita de ayuda para llegar a esta fuente de energía. Medidas muy concretas para despertar la intuición, las mencionaré más adelante.

          Debemos modificar nuestro comportamiento, de un modo radical, si queremos oír nuestra voz interior. Hombres y mujeres santos, tanto de Oriente como de Occidente, hablan de las condiciones para llegar a dicha fuente de poder. Resumiendo: todas aquellas condiciones, las tenemos en una sola palabra: ascetismo. Abstenciones y sacrificios dan, por encima de todo, la posibilidad de hacer observaciones interiores más fácilmente. También hoy existen personas que eligen como camino exterior para el silencio, la entrada en un monasterio, convento o comunidad religiosa: es una alternativa. Otra, es enfrentarse a la vida cotidiana, de modo meditativo y productivo. En otras palabras: se trata de ignorar intensamente el ego, siempre tan evidente en nuestras relaciones.

          Para quien escoge el camino interior rumbo al silencio (retiro espiritual) existen ayudas y métodos (las reglas de cada orden monástica). Para el camino que lleva al silencio en la vida diaria, no hay reglas definidas. Aun así, me gustaría resaltar algunas de ellas, tres de las que considero más importantes.

          1ª) Afirmarse a sí mismo.- Para iniciar el camino hacia la voz interna, necesitamos de una actitud positiva en relación a nosotros mismos, nuestras posibilidades físicas, emocionales y mentales. El hemisferio cerebral derecho afirma esa actitud, creando imágenes positivas y proyectándolas en la consciencia. El hemisferio cerebral izquierdo, es un campo de comportamiento analítico y lógico, que creará un método para concretizar los planos. El intercambio entre las dos partes posibilita los cambios positivos en la vida de la persona. El camino individual está determinado siempre por una idea principal.

          2ª) Lo más y lo menos importante.-  El camino hacia la voz interior pasa a través de las energías creadoras. Quien crea como artista, artesano, empresario o científico, trabajando de modo renovador y creativo, llega hasta la voz interna, así como llegan otros de profesión más humilde, caso de que trabajen con creatividad. Esas personas ordenan automáticamente sus actividades como más o menos importante. Las dos partes del cerebro deben tener la posibilidad de sintonizarse con el trabajo de la persona.

          3ª) Voluntad de mejorar.-   La persona debe tener voluntad de mejorar el propio comportamiento en relación consigo mismo y los demás. Esta tercera regla es esencial porque hace que el comportamiento creativo y la idea principal motivando la acción, lleven al éxito, a la innovación. Ella es, tal vez, la regla más difícil, porque quien quiere actuar de manera siempre nueva y creativa, debe estar permanentemente preparada para aprender. El comportamiento artístico, científico y práctico, forma parte de nuestra vida diaria y no de algunas profesiones determinadas.

          Así es como la visión interna, la voz interior, es un fenómeno de intercambio de información entre las partes izquierda y derecha del cerebro; la expresión de la comunicación entre los dos hemisferios. La parte izquierda trabaja con nombres, descripciones, conceptos o definiciones, funciones, fórmulas y sistemas; la parte derecha, por el contrario, trabaja con imágenes. Podemos decir: La parte izquierda habla y la derecha construye. La parte derecha suministra a la izquierda las imágenes necesarias y ésta la posibilita para orientarse, es decir, crear las imágenes de manera ordenada y no caótica. Las dos partes son mutuamente responsables una de la otra, a no ser que la armonía de la comunicación sea perturbada.

          El mayor desequilibrio ocurre cuando la persona deja de actuar de modo creativo o no tiene voluntad de crear. Cuando esto sucede, está claro que la persona está en desarmonía, es un estado que ella puede superar o por lo menos desearlo.

          Todo abuso nos muestra que no estamos armonizados, procurando sustitutos para lo que no conseguimos. Y cuando nuestra voz interior ha callado, dejamos de saber lo que es bueno para nosotros y lo que no lo es.

          Pero ¿qué hacer cuando no tenemos una actitud concreta con nuestra personalidad, ni somos creativos ni queremos aprender? ¿Cómo encontrar motivación para cambiar?

          Si esa pregunta se hace de modo consecuente, ya revela por sí misma que no estamos satisfechos con la situación, mostrando así que tomamos en serio la regla 3: queremos cambiar. Falta la idea principal y con voluntad de transformarla en realidad.  El principio del camino y el propio camino no pueden ser “construídos”, o sea, la parte izquierda de nuestro cerebro es aquí impotente. Esa laguna puede ser llenada solamente por el hemisferio derecho.

Sigue en el próximo artículo.

                                                                                Salvador Navarro Zamorano

                                                                                Profesor de Técnicas mentales.

 

 

 

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                                        E L    C O N S E J E R O    I N T E R I O R

Viene del artículo anterior.

          Quiero dejar claro que la comunicación entre las dos partes de nuestro cerebro falla principalmente por causa de dos carácterísticas propias del ser humano. Ambos son positivas en sí, porque tienen una misión importante: nuestra protección. Aun así, ellas pueden, durante determinadas situaciones vitales, impedir que nos aprovechemos de ocasiones que rara vez aparecen. Esas características fundamentales son: la inercia (rutina) y el deseo de seguridad (protección). Ellas resultan de nuestras necesidades esenciales y se fortalecen mutuamente. Cuando la necesidad de una persona joven de sentirse segura no está bastante satisfecha (la posibilidad de perder un empleo) se desarrolla un temor y se pierde auto-confianza.

          Esas dos características esenciales influencian nuestra actitud con respecto a todo lo que es nuevo. La inercia puede ser superada con la ayuda del concepto “mínimo esfuerzo y efecto máximo”. La falta de seguridad que se manifiesta cuando la persona quiere emprender alguna cosa nueva, diferente, puede ser superada por el concepto “mínimo riesgo – ganancia máxima”.

          Cuando no son estas dos características las que faltan para iniciar algo nuevo, pero sí la motivación principal, se impide un diálogo interior orientado hacia el futuro. En tal caso, determinadas reglas y métodos de comportamiento son capaces de restaurar el equilibrio entre las dos partes del cerebro. Esta comunicación se manifiesta como un diálogo interno con la intención de transformar las propias posibilidades creativas en ideas. Tal proceso es muy interesante: en este caso, la persona está procurando nuevos caminos de desarrollo o innovación.

          El diálogo interior se basa en la armonía entre las dos partes, el equilibrio entre la parte izquierda (masculina) y la derecha (femenina), sobre el fluir espontáneo y sin impedimento de la información. Y ya que la comunicación entre esas dos partes depende del equilibrio interior de cada persona, cada uno debe hacer que ambas sintonicen. El modo con que nos enfrentamos a la vida diaria, con sus innumerables relacionamientos, es muy inmportante y constituye uno de los métodos más eficaces para practicar la higiene psicológica.

          La división individual de las actividades diarias, tienen como consecuencia una preparación de nuestra consciencia sobre lo que debe ser hecho y, con ello, una pre-división de las propias energías sobre todas las actividades. Ya que la parte derecha reacciona ante la falta de determinadas cosas activándose de esa manera, la organización de nuestro tiempo cotidiano es un método bastante útil para la parte izquierda de nuestro cerebro posibilitando el diálogo interno.

          Intervalos creativos (tiempo para escuchar música meditativa) crean inevitablemente momentos sensibles en el ritmo diario. El intervalo creativo debe ser cubierto como ya dice su nombre: con actividades creativas.

          Quien tenga problemas de motivación debe comenzar a controlarse para descubrir por dónde “escapar”. Ese auto-control es tan simple como eficaz. Anotar en un diario mensual las horas de sueño, trabajo, ocio y alguna actividad que considere importante, mostrará donde nos esforzamos demasiado y cuánto tiempo “se pierde” diariamente. Las disonancias entre el reloj interno y la hora exterior son niveladas por la parte derecha del cerebro. Múltiples compases del planeamiento diario desaparecen de esta manera sin que sea registrado por nuestra consciencia. Con el paso del tiempo, no solamente podemos continuar con salud física, emocional y mental, sino que nuestro propio ritmo estará sintonizado con la naturaleza, o sea, estará determinado por las estaciones y cambios vitales. Como luz y sombra, calor y frío, así también lo siguen el despertar y el sueño, la disposición y el cansancio, el trabajo y el descanso, la producción y la reproducción.

          Existe una indicación verdaderamene confiable de la actividad de las dos partes del cerebro: el modo por el cual una persona se expresa. El texto que una persona prepara, muestra con nitidez cuál de las dos partes del cerebro dominaba durante su elaboración. Un lenguaje repleto de imágenes, ricas y concretas, es la expresión de una actividad del hemisferio izquierdo. El lirismo y la filosofía necesitan de la actividad intensa de la parte derecha; la programación y las matemáticas exigen una gran actividad del lado izquierdo cerebral. Así podemos entrenar las dos partes de nuestro cerebro, provocando un diálogo entre ellas y estimulando la mutua comunicación.

          Como “manual de ejercicios” para el campo lógico, podemos usar juegos de símbolos. Para el campo intuitivo, la parte derecha, debemos escoger algo distinto, como un libro que trate de amor y ternura entre los hombres.

          El ser humano es capaz de crear varios niveles de consciencia. A través de algunos ejercicios podemos descubrir hasta dónde conseguiremos ese objetivo:

1)   Tomar con la mano un objeto y observarlo.

2)   Describir, durante la observación, la sensación que transmite.

3)   Pensar, mientras lo palpamos, cómo puede ser el olor.

4)   Observando y palpando, ser consciente de la sensación que nos despierta.

5)   Considerar esta observación, intentando adivinar cuál sería el aroma que emite.

Ahora estamos conscientes de cinco operaciones: tres sensoriales (observar, palpar y auto-observarse) y dos mentales (ponderar y considerar). Debemos repetir este pequeño ejercicio en nuestra mente, mientras cerramos los ojos durante dos o tres minutos y, seguidamente, comparar ese ejercicio mental con el real. Durante el segundo ejercicio, percibiremos una especie de conflicto en nuestra consciencia. El hemisferio izquierdo queda sobrecargado y, por eso, intenta transferir una parte de la tarea a la parte derecha. Lo que es esencial en esos dos ejercicios es el hecho de que las dos partes del cerebro se comunican sin quererlo durante el segundo ejercicio, pues caso contrario no hubiéramos tenido la oportunidad de observar este conflicto interior.

Concluye en el próximo artículo.

                                                                      Salvador Navarro Zamorano

                                                                      Profesor de Técnicas mentales.

 

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                                        E L    C O N S E J E R O    I N T E R I O R

Conclusión.

          En un juego de interpretación de símbolos, los dos hemisferios trabajan alternativamente con las mismas informaciones: el izquierdo, de manera lógica y el derecho, lleno de fantasías. En el caso de intercambio de informaciones, las dos partes trabajan conjuntamente. La información fluye de la parte izquierda a la derecha de manera organizada; de la parte derecha a la izquierda fluye modificada, para nuevamente ser puesta en orden por la parte izquierda, hasta llegar a un equilibrio.

          En síntesis: hay tres condiciones para llegar a este movimiento fluyente:

1)   Una cuestión principal que exige respuesta.

2)   Un camino prometiendo la respuesta, la solución del problema.

3)   La determinación del éxito que se espera siguiendo este camino.

   La formulación de preguntas o cuestión principal se relaciona con la parte izquierda bajo varios puntos de vista. Estos son fijados de un modo dual, conforme espacio y tiempo (“dónde” y “cuándo”), causa y efecto (“¿por qué?” y “¿para qué?”), cualidad y cantidad (¿”como qué? y “¿cuánto?”) y el camino y los medios necesarios (“¿cómo?” y “¿de qué modo?”).

          Esto, transferido a la comunicación entre las dos partes del cerebro, significa lo siguiente: necesitamos de algo (causa) y el deseo de satisfacernos (efecto). Esta necesidad se desarrolla en una determinada situación (espacio) y genera la esperanza de poder modificarla rápidamente (tiempo). Estamos procurando posibilidades (medios y caminos). Aquí falla la parte izquierda. La parte derecha desarrolla una intuición formulada por la parte izquierda, como pensamiento (cualidad). En cuanto a eso, la parte derecha calcula la posibilidad de realización (éxito), proyectando, después de una valorización positiva, las primeras imágenes (pasos en el camino) en la consciencia. Así nace, en general, una lista de propuestas capaces de solucionar problemas.

          En la base de esa estructura se forja toda comunicación entre las dos partes del cerebro. Como ejercicio para reforzar la intuición podemos, por ejemplo, organizar la comunicación entre los hemiferios, del siguiente modo:

          “Imagina que estás en un campo. Es verano. Hace un calor agradable, oyes el canto de los pájaros, ves las flores y sus colores y sientes el perfume. Una leve brisa agita tus cabellos. Te sientes bien. Ahora camina por un sendero, despacio, con calma. A lo lejos ves que viene una figura. No consigues reconocerla, pero sientes que ella irradia bienestar y calor. Confías en ella, te gusta este encuentro. Tú y ella se encuentran y la reconoces como alguien que despierta tu amor y afecto. Tal vez sea una persona que conoces, tal vez un hombre mayor o una mujer sabia. No importa. Debes dar a esta figura una apariencia capaz de despertar toda confianza en ti.

          Ahora sigue tu paseo con esta figura. Llegan a una pequeña capilla. Dentro de ella te sientes muy bien. Está adornada de la manera que a ti te gustaría que fuese: oro, cuadros, estatuas de la Virgen María, de Jesús, de Buda, etc.

          Comienza a conversar con tu acompañante y le preguntas todo lo que quieras saber: tu destino, determinados conflictos y problemas, tu salud, etc.

          Aquella figura eres tú mismo y sabe todo sobre ti. Queda en calma y recibirás muchas respuestas a tus preguntas.

          Habla contigo mismo todo el tiempo que quieras. Cuando tengas la sensación de que no hay más preguntas, despídela dándole las gracias. Sigues caminando por los campos de flores, consciente de que ahora todo va bien”.

          Ejercicios como este demuestran la fuerza productiva del diálogo interior. Muchos místicos consideran que, siguiendo este camino, han conseguido escuchar la voz de Dios. Todos los santos están de acuerdo con esto.

          Finalizo con las palabras de un místico: “Por eso digo: escucha la voz interior; si te esfuerzas en escuchar la voz de Dios dentro de ti escucharás la voz de los hombres que viene de fuera. Aquella voz transmite gracia y fuerza, acaba con el desierto de la soledad, penetra en las profundidades misteriosas, sacudiendo el alma en su inercia e ignorancia, despertándola. No necesitamos esforzarnos mucho para poder oir Su Voz. Al contrario, es más difícil “no” escucharla, cerrando los oídos. Escucha dentro de ti, centra los ojos de tu espíritu en tu interior y aprenderás. Porque no existe nadie que sepa lo que hay dentro del hombre, sólo el Dios que vive dentro de él”.

                                                                      Salvador Navarro Zamorano

                                                                      Profesor de Técnicas mentales.   

 

 

 

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...........................................¡CUIDADO CON LA ILUSION!

 

          Alrededor de los años 60 del pasado siglo, llegó a España un libro que había sido un éxito y fuente de discusiones, cuando fue editado en Inglaterra años antes. El tercer ojo, escrito por un supuesto monje tibetano Lobsang Rampa.

          El fenómeno del éxito y los debates en torno al libro se repitieron en España, no sólo por la identidad del autor, teóricamente fruto de una cultura exótica para los occidentales como es la del Tibet, sino también porque el autor narraba en simples términos y en un libro, todo el proceso iniciático de un joven lama tibetano.

          Ese proceso, lento y doloroso, culminaba en la adquisición de la clarividencia, del tercer ojo, ese sentido que todo iniciado (creemos nosotros, hombres comunes) debe tener.

          Como usualmente suele ocurrir, El tercer ojo despertó una serie de inquietudes. Todo lo que en él se narraba pasó a ser tema de discusión: la identidad de Rampa, los hechos que narraba, tal como la vida en los monasterios, viajes astrales y el posible interés en una propaganda anticomunista latente en el texto.

          Ahora bien, los medios de comunicación solamente se interesan por aquello que puede despertar la atención a un grupo razonable de lectores y oyentes. Si yo publicara un libro que contiene mi viaje real a otro planeta de este sistema solar y mi narración fuera leída por tres docenas de lectores, no tendría ninguna importancia para los medios informativos. Pero si mi viaje falso a Venus, fuese leído por tres millones de personas, pasa automáticamente a ser noticia y los medios de información intentarían rápidamente probar todo mi ridículo.

          Con su éxito, Rampa fue perseguido, acusado de charlatán y tachado de impostor. El hecho incontestable, a pesar de todas las críticas, es que Rampa popularizó el tema de la clarividencia o tercer ojo, conocido y aceptado por los ocultistas de todos los tiempos y latitudes, desde Egipto hasta China.

          A través de un libro escrito para ser entendido por cualquier lector común, Rampa o sea cual fuere su nombre real, mezcló un poco de religión, mitología y cultura tibetana, además de raras tradiciones, olvidando que sus lectores serían los consumidores de novelas de aventuras del Far-West, de hazañas bélicas, de novelas románticas y de evasión.

          Sin duda, Rampa consiguió lo que quería: las continuas ediciones de su libro en todo el mundo. Aunque podamos torcer la nariz para la casi totalidad de los episodios narrados, El tercer ojo retrata el mismo Tibet que nos fue mostrado por Alexandra David-Neel, en libros que poca gente conocen. Mientras tanto, sabemos que ella fue una de las primeras occidentales que conoció y convivió con aquel pueblo misterioso, lejano y aislado geográfica y politicamente. Fue ella quien primero nos contó sobre el conocimiento mágico de los lamas, sus monasterios, su silencio.

          Pero, podemos preguntar, ¿de qué nos sirve todas las décadas de profunda vivencia de David-Neel entre los tibetanos, si apenas unos pocos iniciados y lectores conocen su trabajo? Esta no es una cuestión de retórica: si alguien se decide a usar un medio de comunicación, y el libro lo es, debe usarlo de la mejor forma posible. Este también puede ser visto como prueba de clarividencia.

          Existen varias cuestiones interesantes a partir del libro de Lobsang y su éxito mundial. Por ejemplo: cabe la pregunta sobre la posibilidad o no de su seriedad sobre magia, ocultismo, iniciación, en libros o cualquier otro medio de comunicación actual. Pero . . . ¿cómo saber si el autor de libros de ese género, que afirma haber pasado por experiencias iniciáticas, dice realmente la verdad?

          En el caso de Rampa, él afirmaba ser un monje tibetano exilado, lo que ya es difícil de comprobar. Hay más: dice haber vivido la infancia en las montañas del Himalaya, donde pasó por un proceso de iniciación y adquirió clarividencia. Y, para completar su misión, fonesó haber tomado el cuerpo de un personaje inglés, a través de un viaje astral.

          Vamos a convenir en algo: no hay nada de inesperado o absurdo, si hablamos con lectores acostumbrados a literatura ocultista. Pero Rampa, escribe para el gran público, para que su obra fuese vendida y leída en forma de relato de ficción.

          Expliquemos: el Conocimiento no es algo que pueda ser enseñado. O, por lo menos, no se puede iniciar a nadie en los secretos de lo oculto a través de la Televisión, de un periódico o de libros. Es imposible creer, por ejemplo, que un verdadero iluminado, pueda ser entrevistado por la prensa, o que un mago tenga una columna en la página de un diario, o que un santo de conferencia en salas de asociaciones comerciales, dentro y fuera de su país.

          Hay siempre algo de incognoscible en el Conocimiento, algo que las palabras y más aún aquellas que son usadas por los medios de comunicación, no alcanzan ni pueden alcanzar. Decía Lao-Tsé: “El verdadero Tao no puede ser dicho”. Por eso, tal vez, Buda, Sócrates y Jesús el Cristo y tantos otros hombres del Conocimiento, evitaron escribir sobre lo que pensaban, lo que sabían: las palabras cotidianas son pobres, fallan en su propósito y falsean la Realidad.

          Existe otro punto más complejo: En el momento que un Maestro acepta escribir, grabar o aparecen en una pantalla de televisión, su ego será la primera cosa que se pondrá en relieve, su vanidad el primer punto a ser notado y, finalmente, ¿no es el ego y la vanidad que los Maestros combaten?

          Entonces, ¿cuál sería la salida? ¿Llegar al Conocimiento, conocer los Misterios y aislarse en la soledad sin importarles en absoluto el resto de la humanidad? ¿Fingir que no estamos en el siglo XXI, entrando en el portal del Tercer Milenio y que no existen periódicos, radios, cine o televisión?

          Está claro que la respuesta no es fácil y, tal vez por eso, el número de Maestros haya disminuído a medida que los medios de comunicación se hacían más poderosos. No hay hombre santo que resista mucho tiempo a las luces de un estudio de T.V. o a la preguntas de periodistas y señoras preocupadas en saber si el Maestro tiene o no una vida sexual normal.

          Hasta donde sabemos, el único Maestro del siglo pasado se llamó Krishnamurti, que no fue exactamente alguien a quien le gustase la propaganda ni la auto-promoción. Aún así, hacía viajes anuales a Suiza para encontrarse con unos pocos oyentes a quien les explicaba su pensamiento. Además, una asociación internacional usa su nombre para editar libros y cintas que repiten sus palabras.

          Es importante recordar estos hechos, porque Krishnamurti desaconsejaba a aquellos que quieren respuestas a través de terceras personas y no creían en la letra impresa, cuando se trataba del Conocimiento. Quien sabe no cree en nada impreso que tenga relación con su propia evolución espiritual.

          Pero otra vez, el callejón sin salida: ¿debería un Maestro restringirse a unos pocos hombres que consiguiese llegar hasta su santuario? ¿Debería prohibir la publicación de sus palabras, en libros y cintas cinematográficas? ¿Debería guardar para sí su Conocimiento?

          Esta claro que no: llevar el Conocimiento a los ciegos, los sordos, los mudos, los insensibles, es el punto final del proceso de todo Maestro. Llevar la Palabra, no la salvación (esto debe ser entendido), sería como el lado social del proceso iniciático..

          Así, hoy como ayer, todo Maestro necesita enfrentarse al mundo y sus ilusiones, incluso a los medios de comunicación. Cualquier hombre de Conocimiento, si relamente lo fuere, debe saber usar los medios que estén a su disposición y no ser usado por ellos.

          Pero no es tan simple. Cuando los libros de Carlos Castañeda comenzaron a tener éxito en los Estados Unidos, fue buscado por los reporteros para fotografías y entrevistas. Castañeda habló muy poco de sí mismo, su vida y su origen y no permitió ser fotografiado. Eso, según él, era una forma de destruir el ego, la vanidad, algo incompatible con un hombre de Conocimiento.

          El problema es que ni aún así fue posible destruir la atención que surge sobre quien trabaja con la palabra. En el momento que alguien dice ciertas frases que nos tocan, sean bellas o terribles, nuestro primer impulso es descubrir quien las creó. De ese modo, las palabras en sí mismas, la verdad contenida en aquel pensamiento, dejan de tener importancia: su autor es ahora el importante, mencionarlo es importante, leerlo es importante, conocerlo es importante. Y más que todo: seguirlo es importante. Y ya tenemos, una vez más, instalada la ilusión en nuestro ser.

          Comprensiblemente, Castañeda intentó luchar contra todo eso. Pero sólo consiguió ser perseguido por los fotógrafos como si fuese una estrella de cine.

          La ilusión se instaló: las palabras de Don Juan, la iniciación de Castañeda, dejaron de tener importancia. Lo importante era aquel misterioso hombre sin pasado, que se negaba a hablar para la prensa. Con eso, Castañeda, generó unas acciones que teóricamente trataba de evitar. Y digo “teóricamente”, porque existe la posibilidad de haber sido todo una gran y bien montada estructura publicitaria. En ese caso, Catañeda y su Don Juan sería, un caso más de falsedad en la literatura ocultista.

          El ocultismo y la mixtificación siempre anduvieron juntos. Blavatsky fue considerada una charlatana, Gurdjieff igualmente, así como Crowley, Jung y Reich y probablemente para muchos, Buda y Lao-Tsé y muchos otros. Varios de ellos siguen siendo considerados como farsantes, visionarios, locos.

          Para aquellos que no han creído en ellos, Blavatsky sería una de tantas aprovechadas que huyeron de la Revolución Bolchevique. Gurdjieff, no sería muy diferente. Crowley, un loco sensacionalista, sexista. ¿Reich? Un fantasioso, ideólogo que se aprovechó de la credulidad de los demás. ¿Acaso no murió en la cárcel? ¿Jung? No fue preso porque las asociaciones médicas perdieron el tiempo, pero debieron haberlo encarcelado o recluído. Ese hombre hablaba de arquetipos, simbolismo, cosas absurdas para buena parte de los psiquiatras.

          Nosotros, los que creemos en esos hombres, no pedimos pruebas de lo que afirman. Actuamos exactamente como aquellos creyentes que, en el fondo, despreciamos por su fanatismo y su fe ciega.

          A nosotros, interesados en temas de misterio, sobrenaturales, fenómenos inexplicables, nos basta la tradición que afirma ser un investigador serio o un iniciado, mientras que otros son charlatanes y aprovechados. O sea: no tenemos pruebas definitivas para creer en esta o aquella versión y nada donde basarnos, a no ser nuestra intuición.

          Es obvio que nos falta un Discurso del Método Oculto. Descartes o alguien semejante necesitaría reencarnar y dejarnos un libro que uniese el racionalismo y lo que nos interesa en este caso, el mundo del Misterio.

          Sí, porque no hay cómo descubrir, a priori, si un fenómeno narrado por un libro es real. No hay cómo saber, por las palabras de un hombre, si es un santo o un fanático, si busca promocionarse o es un psicópata. No hay cómo probar, rápidamente, si alguien es un mago o un ilusionista, un santo o un demagogo. Es fácil creer a un idiota y reirnos de un hombre íntegro.

          Con un Discurso del Método oculto  tal vez tuviésemos dónde basarnos en casos como el de Rampa, Castañeda y de tantos auto-titulados hombres del Conocimiento. O lo que tal vez sea más sencillo, en casos de hombres que afirman haber pasado por alguna experiencia sobrenatural.

          Pero hay, como siempre, el otro lado de la moneda: ¿sería realmente importante conocer la historia personal de quien alega haber pasado por experiencias sobrenaturales?  ¿Importa saber si Castañeda, por ejemplo, conoció a Don Juan o si el mago indio es creación de la fantasía del autor de La hierba del diablo?

          El interés de Castañeda al escribir sus libros era dar publicidad a un conocimiento, hablar de su iniciación. Si, para eso, creyó que la mejor forma sería imaginando un determinado lugar en el desierto mejicano y la convivencia con un brujo, entonces ¿por qué no debería hacerlo?

          Si todo es fantasía en sus libros, entonces ¿por qué la preocupación en conocer la identidad de Castañeda, su vida personal, descubrir si Don Juan existe o no? ¿No sería eso, otra vez, ilusión?

          En cuanto a Rampa si fue un periodista inglés o canadiense, que leyó algo sobre el Tibet o plagió a David-Neel, creando el personaje de un lama exilado, eso sería prueba de que conocía al hombre occidental. Es obvio: si escribiese su libro El tercer ojo,  con su nombre real, ¿lo habría leído alguno de nosotros?

          Solución: cambiar el nombre y decir que es Lobsang Rampa, un lama exilado. Fue bastante para captar al lector occidental y pasar el mensaje que realmente interesaba: la cultura tibetana y la existencia de la clarividencia. Porque así somos nosotros, por encima de nuestra lógica, críticos, racionalistas, realistas. Una buena fantasía, si está bien documentada, nos sirve mejor que la verdad sin abogados.

                                                                      Salvador Navarro Zamorano

                                                                      Escritor.


                                                                

 

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                                                NATURALEZA Y LIBERTAD

          “La Naturaleza es la suma de las transformaciones efectivas de las cosas que existen y que se producirán incesantemente dentro de su seno.”  (Bakunin)  El procura pensar en la Causalidad Universal, la Vida, la Solidaridad . . . “Llámenlo como quieran, Dios o el Absoluto; realmente no importa, siempre que no atribuyamos a la palabra Dios

un significado diferente de lo que acabo de establecer: la combinación universal, natural, necesaria y real, pero de modo alguno predeterminada o concebida de antemano, de la infinidad de reacciones y acciones particulares ejercidas, recíproca e incesantemente, por todas las cosas que poseen una existencia real”.

          Y prosigue Bakunin: “Cuando el hombre comienza a observar, con atención firme y prolongada, la parte de la naturaleza que lo rodea y que descubre dentro de sí, acaba percibiendo que todas las cosas están gobernadas por “leyes inmanentes” constituídas por su propia naturaleza; que cada cosa posee su propia forma peculiar de transformación y acción; que en esta transformación y acción hay una sucesión de actos y fenómenos que se repiten invariablemente bajo las mismas condiciones. Esta constante repetición de los mismos hechos a través de la acción de las mismas causas, constituye precisamente el método legislativo de la Naturaleza: orden en la infinita diversidad de hechos y fenómenos”.

          Seguidamente alerta contra la divinización de los conceptos que se teje sobre la naturaleza y los seres: “Es razonable pensar que en el universo así concebido no tiene cabida ideas a priorir ni leyes preconcebidas o pre-ordenadas. Las ideas, incluyendo la de Dios, sólo existen sobre la Tierra en cuanto son producidas por la mente humana. Por tanto, es claro que surgieron mucho después de los fenómenos naturales y mucho después de las leyes que gobiernan tales actos. Si son verdaderas, corresponden a esas leyes; sin son falsas, las contradicen”.

          Apunta, entonces, la pequeña autenticidad de los pseudos-representantes de la palabra divina y la arrogancia de estos, que cometen aberraciones como la de los tiempos de las Cruzadas y en la actualidad con Jomeini en Irán y los estudiantes coránicos en Argelia, Afganistan y otros países.

          Aclara aún más sus afirmaciones sobre la Naturaleza: “Con la palabra “creación” no quiero designar una creación teológica o metafísica, ni tampoco una forma artística, científica, industrial o de cualquier otro tipo, que presuponga un creador individual. Con este término indico simplemente el proyecto infinitamente complejo de un número ilimitado de causas ampliamente diversas, grandes, pequeñas, conocidas algunas, pero desconocidas en su mayor parte que, habiéndose combinado en un momento preciso, produjeron este hecho. Se supone, no sin causa y sin alguna premeditación, sin planos trazados de antemano”.

          Mientras tanto, si nos dijeran que las cosas son así, la historia y los destinos de las sociedades humanas serían un puro caos; se tratarían de meros juegos de azar, cuando lo cierto es, exactamente, lo contrario. Sólo cuando la historia se emancipa de la arbitrariedad divina y humana, se presenta con toda su imponente y racional grandeza, de una evolución necesaria, como la Naturaleza orgánica y física, de la cual es continuación directa. A pesar de la inalcanzable riqueza y variedad de seres que la constituye, la Naturaleza no presenta un caos de ninguno de los modos, sino un universo prodigiosamente organizado, donde cada parte está vinculada lógicamente a todas las demás.

          Bakunin cree que la magnanimidad de las leyes naturales engendra teologías, que no son más que intepretaciones, y rechaza también tipos de organización que rompan los equilibrios originales de los hombres y del ambiente natural. Si en el universo reina la armonía y el acuerdo con la ley, no es porque esté gobernado según un sistema preconcebido y ordenado de antemano por la Voluntad Suprema. La hipótesis teológica de una legislación divina nos lleva a un absurdo y a la negación. no sólo de cualquier orden, sino de la propia Naturaleza. Las leyes solamente son reales cuando son inseparables de las propias cosa, o sea: cuando no están ordenadas por un poder extraño.

          En la naturaleza todo está estrechamente ligado, mucho más de lo que se pueda pensar y quizá desear los pedantes de la ciencia, interesados en una mayor exactitud en sus trabajos clasificatorios.

          El hombre jamás podrá conocer más que una parte infinitamente pequeña del mundo exterior. Nuestro cielo colmado de estrellas con su multitud de formas y de soles, constituye solamente una partícula imperceptible en la inmensidad del espacio y, aunque nuestros ojos lo observe, no sabemos casi nada de él; tenemos que contentarnos con una minúscula porción de conocimiento sobre nuestro sistema solar, que suponemos en perfecta armonía con el resto del universo.

          El lazo del hombre con la naturaleza es la condición fundamental de la vida. Si el hombre no quiere renunciar a su humanidad, “tiene que saber” , penetrar con su espíritu en todo el mundo visible y, si mantiene la esperanza de comprender alguna vez su esencia, nutrirse en un estudio cada vez más profundo de sus leyes: porque nuestra humanidad sólo se adquiere a ese precio. El hombre debe conseguir un conocimiento de todos los niveles inferiores, de los que lo preceden y de los que les son contemporáneos a su existencia; de todas las evoluciones mecánicas, físicas, químicas, geológicas, vegetales y animales, es decir: de todas las causas y condiciones de su propio nacimiento y existencia, para ser así capaz de comprender su propia naturaleza y su misión sobre esta Tierra, su único lugar y  campo de acción, para conscienciarse de que en este mundo de ciega fatalidad puede inaugurarse el reino de la libertad.

          Tal es la tarea del hombre: inagotable, infinita, suficiente de sobra para satisfacer el corazón y el espíritu de los más ambiciosos. Un ser pasajero e imperceptible, perdido en medio de un océano vasto de cambio universal, teniendo una eternidad desconocida tras de él y una eternidad igualmente desconocida ante sí. El hombre pensante y activo, consciente de su misión humana, permanece orgulloso y sereno en la consciencia de su libertad conquistada, liberándose a sí mismo mediante el trabajo y la ciencia, mediante la rebelión de los demás hombres, sus hermanos e iguales a él. Este es su consuelo, su recompensa, su único paraíso.

                                                                                Salvador Navarro

                                                                                Escritor.


 

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                                                            LA AYUDA POR EL PENSAMIENTO

          Solamente ahora el mundo despierta para la realidad existente más allá del universo material y visible, descubriendo lentamente que somos seres holísticos, que integran cuerpo y mente. Esa idea, hace mucho tiempo conocida entre los orientales, ha sido muy estudiada.

          Lo más valioso de todo lo que consigue quien trabaja con el poder mental  es su facultad para ayudar a los otros, los débiles que no han aprendido a utilizar sus propios poderes. Con la mente y el corazón en paz, se puede ayudar a la gente.

          Consideremos el caso de un hombre que está dominado por una mala costumbre, tal como la bebida, y que deseamos ayudar. En primer lugar se ha de certificar, si fuera posible, a qué hora es probable que tenga su mente desocupada como, por ejemplo, la hora que acostumbra ir a dormir. Si el sujeto duerme, tanto mejor. En tal momento y con tal objetivo, debemos retirarnos a un lugar apartado y representar la imagen mental del indivíduo de la manera más vívida posible, como si se encontrase sentado ante nosotros, claramente, con todos los detalles. Esta claridad no es esencial, aunque haga mucho más eficaz el proceso. Después de fijar la atención en la imagen, con la mayor concentración posible, hay que dirigirle uno a uno y con la mayor lentitud posible, los pensamientos que deseamos imprimir en la mente de la persona que tratamos. Las imágenes mentales han de ser claras, como si le estuviésemos exponiendo una serie de argumentos con palabras.

          En el caso que hemos escogido, podemos describir la enfermedad y las desgracias que acarrea la costumbre de beber alcohol, el agotamiento nervioso y el triste final. Si el paciente duerme, el éxito depende de la concentración y firmeza del pensamiento dirigido y su efecto proporcional al desarrollo del poder del pensamiento.

          Se ha de tener cuidado de no tratar de dominar, de ningún modo, la voluntad del alcohólico. El esfuerzo debe ser completamente dirigido a presentar en su mente las ideas que, influyendo sobre inteligencia y sentimientos, puedan ser estimuladas para formar un juicio correcto y hacer un esfuerzo para ponerlo en práctica. Si se intentara y consiguiese imponerle una determinada línea de conducta, muy poco se habría conseguido. La tendencia mental para los vicios no se cambiará oponiéndole un obstáculo para satisfacerlos, pues en tal caso buscará otra dirección, o un nuevo vicio sustituirá al antiguo. Un hombre a quien se obligase a la fuerza ser abstemio por el sometimiento de su voluntad estará tan curado de su vicio como si hubiese sido encarcelado. . Además, ningún hombre debe intentar imponer su voluntad a otro, ni aun para hacerle un bien. Con semejante coacción no se ayuda a evolucionar; la inteligencia debe ser convencida, los sentimientos despertados y purificados; de otro modo, nada se conseguiría de positivo.

          Si alguno de mis lectores desea prestar una especie de auxilio con su pensamiento, debe proceder de igual modo, formando la imagen de su amigo y presentándole las ideas que desea comunicarle. Un fuerte deseo para su bienestar, enviado como un agente protector, permanecerá a su lado por algún tiempo, como una forma de pensamiento proporcional a la fuerza y voluntad que hemos enviado, y le servirá de escudo contra el mal, actuando como una barrera contra los pensamientos hostiles y hasta defendiéndole de peligros físicos. Un pensamiento de paz y consuelo, transmitido del mismo modo, consolará y tranquilizará su mente, rodeándola de una atmósfera de calma.

          La ayuda que a menudo se presta a otro por medio de la oración es, en gran parte, de la naturaleza descrita anteriormente; el frecuente éxito de la oración es debido a la mayor concentración e intensidad que en ella pone el creyente. Una concentración e intensidad semejante acarreará también resultados similares sin el empleo de la oración.

          Hay otra manera de demostrar la eficacia de la oración: llamar la atención de una inteligencia espiritual, o humana desencarnada, para la persona por quien se ruega. Entonces puede venir una ayuda directa enviada por un poder que está más allá de la comprensión de quien haya hecho la invocación.

          Tal vez sea conveniente presentar aquí la observación de que el espiritualista bien instruído no se debe alarmar ni abstenerse de prestar el auxilio del pensamiento que sea capaz, por temor de “intervenir en el karma”. El karma debe cuidar de sí mismo, y no temamos intervenir en él, ni más ni menos que si se tratase de la ley de la gravitación. Si es posible ayudar a un amigo, hagámoslo sin temor, confiando en que, si se encontrara tal posibilidad, es porque la ayuda estaba en el karma de él, y que nosotros somos el feliz agente de esta ley.

          Todo lo que podamos hacer a los seres vivos por medio del pensamiento, también lo podemos realizar, y más fácilmente, con respecto a los que nos precedieron en el paso por las puertas de la muerte. Para ellos no existen ninguna materia física grosera, y pueden poner antes en vibración el pensamiento que pueda llegar a sus consciencias despiertas.

          En el mundo para el cual pasaron los que se liberaron del cuerpo físico, un pensamiento amoroso es tan palpable a los sentidos como aquí pueden serlo las palabras de amor y los tiernos cuidados. Así pues, todos los que marchan deben ser seguidos por pensamientos de paz y amor, con el deseo de que pasen pronto por los valles de la muerte hacia brillantes regiones superiores.

          Como es sabido, tanto por ocultistas como por los que saben algo de la ciencia más profunda de la mente, por la unión de varias personas se puede obtener más fuerza para ayudar al mundo. Por lo menos, en algunos sectores del cristianismo, hay la costumbre de que el envío de alguna misión envangélica a determinado distrito sea precedido de un pensamiento constante y definido. De este modo se crea un atmósfera de pensamientos muy favorable a las enseñanzas de Jesús. El trabajo del pensamiento será ayudado por la mayor intensidad que se le comunica por medio de la fervorosa oración, que es otra forma de trabajo del pensamiento que proviene de la fe religiosa.

                                                                      Salvador Navarro Zamorano

                                                                      Escritor.


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                                   LA NEBULOSA SEXUALIDAD MINORITARIA

          Dentro de un sistema binario, aparentemente tan bien definido como el sexual, no deja de sorprender un comportamiento que no sea heterosexual. Mientras tanto, los homosexuales siempre han existido, incluso frente a la intolerancia y represión social. ¿Qué los lleva a esa opción sexual?

          Nadie discute el hecho de que las desviaciones sexuales existen y siempre han existido, subsistiendo frente a las sanciones religiosas, sociales, persecuciones legales y al ostracismo impuesto por una humanidad que jamás aceptó que seres humanos, por motivos inexplicables, practiquen el sexo de forma diversa de aquellas definidas por la naturaleza.

          A pesar de ser nebulosos los límites que separan los diferentes desvíos sexuales, ellos podrían ser diferenciados en tres clases: homosexuales, trasvestis y transexuales. Trataremos cada tipo separadamente.

          Homosexuales.- La homosexualidad es la atracción que un ser siente por otro del mismo sexo y su práctica es tachada de pecado o enfermedad. Los sexólogos modernos piensan que podría ser atribuída a un componente genético, porque la propensión sexual se encuentra no solamente en los humanos sino también entre los animales. Otros dicen que la culpa es de las hormonas, diciendo que las femeninas predomina en los homosexuales, aunque también se piensa que esta no es la respuesta. Si fuese el caso, el homosexual que presentara un físico atlético, no odría serlo.

          Debería ser posible contrabalancear los impulsos femeninos de los homosexuales con la aplicación de dosis masivas de hormonas masculinas, pero no sucede así. Los que han recibido grandes dosis de testosterona se volvieron más activos.

          De otro lado, la aplicación de hormonas sexuales femeninas, los estrógenos, hicieron que algunos hombres normales fueran impotentes y calvos. Los homosexuales, pasaron por las mismas pruebas, que además le desarrollaron los senos. Parece, por tanto, que la homosexualidad masculina y femenina no está provocada solamente por la falta o exceso de ciertas hormonas.

          Los psicólogos encuentran que la homosexualidad es adquirida como resultado de causas psicológicas, como la influencia de los padres, inmadurez, narcisismo, complejo de inferioridad, inseguridad provocada por la destrucción del hogar, etc. Para ellos, la homosexualidad podría ser tratada con cierto éxito si los pacientes se sometiesen a psicoterapia en los primeros años de su vida.

          Algunos científicos dicen que la homosexualidad no deja de ser un desvío de la naturaleza y que la verdadera causa se encontraría en los cromosomas o genes del indivíduo. Así, nada puede hacerse para modificar la estructura fundamental del ser y, por consiguiente, el comportamiento no podría ser alterado.

          Hay otra hipótesis. La homosexualidad podría ser un comportamiento variable que se adapta cuando hay peligro de un crecimiento exagerado de la especie, sea hominal o animal.  ¿No será unos de los muchos mecanismos biológicos para el control de la superpoblación? Y, caso de serlo ¿cómo juzgarlo antinatural? Lanzan la hipótesis, ya que el comportamiento homosexual puede ser una modalidad endógena de regularización demográfica, pues a pesar de los métodos anticonceptivos, aún no se ha encontrado un medio eficaz para conscienciarse totalmente del problema. Hacer el amor y no la guerra es un programa válido en ciertas condiciones, porque los amores fecundos acaban generando la guerra y la agresividad humana.

          La homosexualidad puede presentarse en cualquier edad y se encuentra en todas las clases y profesiones sociales. Los que llegan a posiciones elevadas tratan de ocultar sus sentimientos. Hasta 1.967, la ley inglesa prohibía los actos sexuales practicados entre personas del mismo sexo. El famoso poeta Oscar Wilde fue una de la víctimas de la severidad de esta ley, que lo condenó a dos años de prisión y trabajos forzados. Durante los años que estuvo encarcelado escribió De Profundis, una amarga recriminación dirigida a la persona responsable por el escándalo que provocó el proceso.

          En Estados Unidos la ley varía según cada Estado y en Europa existen pocas prohibicionesb legales, en tanto que las personas sean adultas. Las más intransigentes critican a los homosexuales por ser promiscuos y volubles; pero, viviendo en un clima de inseguridad social y familiar, no es de admirar que no sufran mayores complejos y frustraciones y que aun así consigan vivir juntos de una forma equilibrada.

          Los espiritualistas, que son también reencarcionistas, explican que los desvíos sexuales no son fortuítos. Serían deliberadamente provocados por fuerzas kármicas destinadas a reequilibrar al indivíduo que, en encarnaciones pasadas practicó ciertos actos que exigen ese correctivo, ocurriendo todo como obediencia a la ley de causa y efecto.

          Para otros, el espíritu, que en sí no tiene sexo, necesita adquirir ciertos conocimientos que no conseguirían si permaneciesen, durante todas sus vidas físicas, siempre con el mismo sexo. Como ejemplo, citan el hecho de que algunos indivíduos de elevadas cualidades morales, manifiestan tendencias y maneras que divergen de su sexo genérico.

          Algunos pueden hasta estar dando ejemplo de un modo de vida o partipando de un elevado plano espiritual que exige un cuerpo masculino para el uso de un espíritu tan delicado que aparenta feminidad. Es el modo de proceder de cada persona que muestra si ella está pasando por una experiencia correctiva, adquiriendo conocimientos.

Continuará

                                                                      Salvador Navarro Zamorano

                                                                      Escritor.

 

 

                            LA NEBULOSA SEXUALIDAD MINORITARIA

          Trasvestis.- El trasvestis (en su mayoría del género masculino) sabe que es hombre, heterosexual, no necesita una pareja del mismo sexo, puede ser casado, tener hijos, pero gusta de las ropas femeninas. Muchos piensan que sufre de un desvío sexual, pero no es una afirmación exacta. Ocurre que el trasvesti es víctima de un profundo desasosiego mental y solamente obtiene alivio emocional cuando se viste con prendas femeninas.

          Se interpreta este comportamiento explicando que el sexo psicológico está situado encima de la cintura. El sexo legal del ser humano es el que queda bajo la cintura y es visible. Por este motivo, es de suma importancia, tanto para los amigos como para la familia del trasvesti, que esto sea comprendido y aceptado. Solamente así serán suavizados los problemas emocionales que ocurren en el grupo.

          Los trasvestis pueden clasificarse en tres grupos: 1) los que solamente usan ropas femeninas porque quieren pasar por un miembro del sexo opuesto; 2) los que no solamente usan ropas femeninas sino que procuran dar a su cuerpo una apariencia de mujer, y para eso toman hormonas; así, no se someten ni sienten la necesidad de someterse a cirugía correctoras, como los transexuales; 3) hombres que destestan su cuerpo y sueñan con tener una apariencia femenina, no solamente física sino legal. Son en muchos aspectos (mentales) parecidos a los transexuales.

          Según algunos místicos y espiritualistas, el trasvesti por haber sido mujer en vidas pasadas, aún no se acostumbra a su condición masculina. No tienen una aversión tan profunda a su sexo, pero no están integrados como hombres. Eso explica el alivio emocional que sienten cuando se visten de mujeres. Es interesante observar que la indumentaria preferida, tanto por hombres jóvenes como adultos, es la ropa íntima; las camisas de dormir, medias largas y zapatos de tacón alto. Muchos usan bragas bajo sus ropas masculinas.

          Los sexólogos dicen que cuando el trasvesti es forzado durante largo tiempo a vestirse como hombre, queda frustrado y puede volverse alcohólico o drogadicto.

          Transexuales.- Según algunos místicos, la transexualidad es el primer paso que el espíritu da cuando asume un sexo diferente del que tuvo en su anterior encarnación. De los tres tipos es el que menos acepta la situación sexual en que se encuentra.

          El transexual mentalmente femenino, pero con órganos sexuales masculinos, da la impresión de que sufre más que su opuesto. Se siente preso en un cuerpo extraño, con órganos que le parecen deformes. La disonancia es a veces tan grande que a habido quien se ha mutilado. Otros han llegado al suicidio por su incorfomidad con el estado de cosas. Otros buscan un cirujano para extirpar su miembro masculino.

          Los transexuales con mentalidad masculina y órganos femeninos que, según la ley, son mujeres, comienzan practicando sexo con jovencitas o mujeres mayores. Se visten con ropas masculinas y cortan sus cabellos muy cortos. Asumen actitudes parecidas a los muchachos, pero evitan hacer el acto sexual con ellos, pues podrían traicionarse.

          Dicen los sexólogos que, generalmente, han tenido padres fríos, alcohólicos, que dejaron la responsabilidad de la familia a cargo de la madre. Eso les obligó a asumir el papel de cabeza de familia.

          La historia habla de transexuales famosos, como el Papa Juan VII, cuyo secreto fue descubierto cuando dio a luz una criatura, muriendo seguidamente. El emperador romano Heliogábalo, ofreció la mitad de su reino al cirujano que amputase su órgano sexual, etc.

          A pesar del progreso que la medicina ha mostrado en las cirugías para el cambio de sexo, las noticias al respecto informan que muchos sexólogos rechazan la práctica de operaciones que modifican el sexo de las personas. Esta decisión es tomada porque, según las estadísticas, la amputación y la plástica no dan resultados piscológicos enteramente satisfactorios. Muchas personas que se han sometido a métodos quirúrgicos se han arrepentido más tarde. Quisieron regresar a lo que eran, pero el hecho es irreversible. Esas mismas personas siguen teniendo dificultades con la parte legal de su documentación.

                                                                                          Salvador Navarro Zamorano

                                                                                          Escritor.

 

 

 

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