AFORISMOS

Volumen XII

Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

 
 

 

 

 

336º.- La capacidad de moverte fuera de los esquemas que tenemos, es lo que necesitas para despertar. Pensar y no ser pensado.

         El inmovilismo es un pecado lunar, como la pereza. Despertar es indicativo de movimiento.

         La ausencia de patrones fijos en nuestra mente nos da la libertad que necesitamos para expresarnos como indivíduos.

         ¡Que nadie dirija tu capacidad de libre albedrío, para que tengas la oportunidad de decidir lo que harás con tu vida!

337º.- Buscamos alivio y no curación. El mal es fabricado por el hombre que no lo reconoce después.

         Sanar y no ser sanado. Crear y no ser manipulado. Vivir y no ser  condicionado.

         El no poder construir la intemporalidad o aquello que se le asemeja, parece ser la enfermedad de los últimos trescientos años.

         La vida es hoy el reinado de lo efímero. Las ideas, la creatividad, las cosas, aparecen y desaparecen como fuegos artificiales, no dejando apenas huellas en la existencia, sin historia.

         Buscamos alivio en la superficialidad y nos negamos a ser curados en profundidad. El trigo va muriendo y la cizaña es cada vez más abundante.

 

338º.- La raiz del sufrimiento son los apegos. La esencia de múltiples amores son los deseos.

         Los deseos engendran la multiplicidad, porque nunca nos contentamos con su satisfacción, sino que van formando una cadena cuyos eslabones se prolongan toda la vida.

         Deseamos riquezas, amor, respeto, fama y muchas otras cosas, pero todo lo buscamos en el exterior, permaneciendo el interior del hombre intocable.

         El deseo es hermano gemelo del dolor. Ambos nacen al mismo tiempo. Sufrimos de amor; lloramos nuestras frustraciones; nos enloquecen nuestras depresiones.

         La paz no es una palabra, sino un estado de ser. El amor no es una ilusión, sino un estado de vivir. La vida no es una suma de tiempo, sino una experiencia cíclica y rítmica de horas, días, meses y años, momento a momento.

 

 
 

 

339º.- Depender de otra persona para ser feliz, es contrario a la vida y a la realidad.

         La necesidad es el espejismo primigenio que nuestro ego reclama desde que llegamos al estado de vida material.

         Cuando accedemos a la inteligencia y no somos capaces de desprendernos del sentido de la necesidad, dependemos de los demás para satisfacerla y nos sentimos momentáneamente felices.

         La vida, la realidad, es un conjunto de intereses que necesitamos comprender para salir de este juego, donde derrochamos el tiempo y la vida.

         Cuando ya no necesitamos más que unas pocas cosas para nuestro camino, conseguimos además, la libertad y la independencia personal.

340º.- Despertar es la única experiencia que nos da la vida. La felicidad viene del deshacernos de ilusiones y fantasías, llamando las cosas por su nombre.

         Hay pocas cosas que tengan realidad para nosotros. Los nombres son tan repetidos que pierden su sentido original.

         Si despertamos a estas consideraciones tendríamos conciencia distinta del mundo que vivimos y desharíamos tantas fantasías creadas por el tiempo de desidia que hemos permitido se formara, mientras dormíamos inmersos en otros juegos recreativos.

         En la realidad somos reyes, como en la consciencia somos sabios. Hacemos un al-ma inmortal, mezclando prudentemente lo que viene de lo alto con la materia densa.

341º.- Un robot es un producto cultural. Todo se pega a nosotros como sellos que tomamos como realidades.

         Somos pensados e informados y respondemos a unos estímulos condicionados por los resortes que maneja las fuerzas de este mundo, y esos nos transforma en cosa, número, mecanismo, en robots.

         Para que no escapemos de esta programación, nos hacen creer que estas condiciones no han sido confecionadas, sino que son parte de la vida natural.

         Con esta creencia organizamos la vida basada en el lucro, la soberbia, la guerra lícita y el sexo como sentido lúdico necesario, convirtiéndolos en buenos, necesarios, en virtudes que cultivamos sin el menor asomo de responsabilidad.

342º.- Culpabilidad y crítica están en la mente cultural. Vivamos ahora y no nos importe el futuro.

         La transferencia de la culpa es la dejación de la responsabilidad. Y ella puede ser un arma de doble filo, culpando y criticando en los otros lo que nos negamos a ver en nosotros mismos.

         La vida que nos importa es la que vivimos en nuestro cuerpo y esa la hacemos a cada instante del tiempo. Pasado o futuro propio o de los demás no ha de ser el objeto de nuestra atención, porque condicionaría el presente que, por su fugacidad, es permeable a estas tensiones temporales, dando inestabilidad a lo que vivimos.

 

 

343º.- Preferimos el nido a volar porque conocemos el miedo y desconocemos la felicidad.

         Estamos seguros si nos sentimos bien atados. Las cadenas dan seguridad al preso y al carcelero, porque el primero deja de pensar en la huída y el segundo no se preocupa de la fuga.

         Somos el prisionero y el guardián y vendemos nuestro derecho a la libertad, nuestra primogenitura por un plato de lentejas. Buscamos ser felices y tenemos miedo de serlo, haciendo de la búsqueda un objetivo imposible.

344º.- No luchemos, intentemos comprender, observar, estar atentos.

         La lucha es la válvula de escape de la impotencia. Batallamos porque no comprendemos el proceso de las cosas. Y no comprendemos porque no damos atención. Perdimos el sentido de observar el mundo que nos rodea sin aprender sus lecciones y por no crecer en sabiduría rompemos de rabia el material didáctico que se nos ha dado para estudiar.

         Primero se creó el fuego, después el aire, el agua y la tierra, y con la combinación de todos estos elementos llegó la comida que necesitábamos, luego apareció la vida animal y aprendimos a servirnos de cada cosa. Pero, no saber el "para qué", hizo que lo utilizáramos todo como armas agresorass y estamos terminando de inutilizar el hogar que nos prestaron para que evolucionáramos.

345º.- Lo mejor del hombre es el amor. Lo peor son las comparaciones que nos miden.

         La palabra amor, hasta ahora, permanece sin significado real para la mayoría de los hombres.          Sigue siendo lo mejor que nos puede ocurrir, pero su uso pervertido ha ido desplazando el significado, hasta parecer una parodia.

         Vivimos comparándolo todo y nos servimos de esta medida. Preferimos el plástico al material noble y soñamos con la vida mientras fabricamos la muerte propia y la de los demás, pues hemos olvidado la justa medida de las cosas: el amor que no conocemos y rechazamos, porque no encaja en los modelos sociales, patriarcales o personales que nuestra civilización ha elaborado.

346º.- Somos felices cuando no nos exigimos, cuando no deseamos, cuando no tenemos miedo.

         El origen de la infelicidad son los deseos, y con ellos llega la necesidad, la competencia, el miedo a no-ser y el esfuerzo por ir más allá de nuestros límites naturales.

         Apaguemos los deseos y llegará la paz; dejemos de exigirnos y nos acercaremos a la serenidad; aceptemos la situación para potenciar su positividad y el temor se desvanecerá.

         Mientras antes lo pongamos en práctica, más pronto alcanzaremos la felicidad de vivir en plenitud.

 
 

 

 

347º.- El mar ES, no cambia, las olas sí. El cielo ES, no cambia, las nubes sí. Busquemos lo que no somos y surgirá nuestro ser.

         Las múltiples caras de la personalidad son los engañosos espejos donde nos contemplamos e identificamos con la falsedad que reflejan.

         Aquello que no cambia es nuestra auténtica cara y ella se oculta en las profundidades de nuestro ser, desde donde espera nuestra atención para emerger a la luz.

         Ser como el mar o ser como el cielo, es encontrar la razón de la existencia en nuestro corazón, dejando que la superficie refleje toda la inmensidad que nos alimenta y sostiene.

348º.- La justificación es lo que engaña.  El mal no merece          castigo sino  cura. Somos locos, enfermos o dormidos.

         Vivir bajo la ley es sufrir la dictadura de la letra impresa marcando los pasos de nuestra vida. Por la ley justificamos la falta de misericordia y nos defendemos con el código de la legalidad.

         Cuando estas leyes quedan obsoletas por el paso del tiempo, procedemos sin cordura cuando las cumplimos; enfermos, si creemos en su eficacia y dormidos si no las suprimimos.

         La ley impone silencio a las consciencias y es infantil justificar nuestra conducta por medio de un manual o un libro de ordenanzas. Recordemos las palabras del Maestro Jesús: "Misericordia os pido y no sacrificio".

349º.- El sabio no es violento, porque no siente el miedo.

         Violencia y miedo son inseparables. Ataca quien siente temor de ser atacado. La violencia genera más represión.

         La sabiduría, por ser pacífica, anula todo acto de agresividad y absorbiendo la ira que contiene, la transforma en bondad, en amor.

         Alquimista es quien dentro del atanor de su cuerpo transmuta los líquidos de la pasión en el vapor del espíritu que libera y dignifica.

         No hay redención sin paz interior, sin sabiduría de espíritu.

 

 

350º.- Nos mueven los prejuicios, los tópicos, los recuerdos, el pasado. Sólo hay vida en el presente.

         Vivimos en fugaces momentos y las gotas de felicidad se destilan a cada instante vivido conscientemente.

         El pasado con sus recuerdos y el futuro con sus ilusiones, hace presa en el hombre maniatándole de pies y manos, impidiéndole poder alcanzar su propia gloria.

         Vivir de la memoria de lo que fue y caminar dando la espalda a la vida; imaginar castillos en el aire, soñar fantasías sin sentido, es sacrificar el tesoro del presente vertical por un tiempo horizontal, incierto.

         Y ese absurdo es lo que nos mueve y por lo que vivimos nuestra locura de cada día.

351º.- El amor no es suave, ni dulce, ni tolerante. El amor es verdad y libertad, nunca debilidad.

         He dicho tanto del amor que temo repetirme. Pero he de insistir en que no es nada de lo que pensamos habitualmente.

         Los romances, las historias almibaradas, las canciones tristes donde añoramos al ser ausente o perdido, todo ese conjunto de sueños no es amor.

         La verdad y la libertad son el alma y el espíritu del amor. Donde no se encuentran, el amor no tiene existencia propia. Donde no hay libertad no hay vida, y sin vida no hay posibilidad para el amor.

352º.- Renuncia a exigir a los demás  y a tí mismo. No estamos aquí para arreglar el mundo, sino para amarlo y comprenderlo.

         La humanidad ha precisado de gente providencial para encausar sus problemas y su futuro, perturbada por sus propias enfermedades sociales y psicológicas.

         No necesitamos salvadores de la Patria, sino amarnos y comprendernos a nosotros mismos, para que la Tierra sea liberada de sus problemas colectivos.

         Por eso es la renuncia a exigirnos y exigir a los demás, aunque muy pocos la cumplan pues no está en la voluntad del inconsciente general rectificar estas conductas intolerantes.

 

 

 

353º.- Tu libertad es tu capacidad para decir si o no, en cualquier circunstancia.

         Afirmar o negar no han de ser criterios impuestos desde fuera ni tampoco obedecer a la educación social del medio o de la familia.

         Libertad es decidir en cualquiera de las dos posibilidades, sin que intervenga nada extraño a la conciencia o a la libertad de una elección independiente.

         Si poseemos esa capacidad, nuestro sí o el no, serán nacidos del alma de forma limpia, sin la impureza de intereses creados o de egoísmos conscientes o instintivos.

354º.- Disfruta de todo, pero si te agarras a una sola cosa, de ninguna gozarás.

         La muleta es atractiva cuando tenemos problemas para andar. Es un obstáculo cuando es usada de manera morbosa y constituye un impedimento para nuestro normal desarrollo.

         Disfrutar de todo lo que la vida contiene es un mandamiento no escrito ni sabido por el hombre, pero que implica en sí una profunda sabiduría.

         Gozar del aire que respiramos, del sol que nos calienta, del frío que estimula, del agua que da la vida, de la tierra que nos alimenta; gozar de la compañia de la gente, de la amistad de un ser amoroso, de la voz que canta y acaricia con su sonido, de la risa de un niño que juega, de una melodía que nos llega al corazón en el silencio de la noche, esa es la vida del hombre simple y natural.

355º.- En la violencia del sabio no hay nada personal. El sólo tiene amor y no emociones.

         La vida impersonal parece una utopía para el que vive en el mundo de las emociones, de las sensacione y los egoísmos.

         Si el hombre espiritual expresa enfado o irritación, ello es exterior, superficial, siendo el fondo profundo y estable y nunca se dirige a alguien en concreto sino que se manifiesta directamente contra la perturbación y no contra el sujeto que la expresa.

         En esa profundidad y estabilidad no hay más que amor, pero de calidad impersonal, un amor que no hace distinción de razas ni credos.

 

 
 

 

 

 

356º.- Limpiemos nuestro espejo para vernos mejor. Centrémonos en lo que nos ofende, no en el que nos ha ofendido.

         Nos expresamos como espejos con imágenes deformadas, porque nunca fueron limpiados y el paso del tiempo acumuló polvo sobre ellos, haciendo que, al mirarnos, nuestras caras alteradas nos parecieran reales.

         Vivimos con nuestras falsas imágenes, centrados en defendernos de toda clase de ataques a nuestra integridad.

         Ese es el mundo de ilusiones que hemos construído y dentro de este recinto permanecemos aislados hasta que la muerte nos alcanza y nos lleva.

357º.- Sólo los cambios auténticos no necesitan esfuerzo personal. El que tiene disciplina por miedo está domesticado.

         Hay una disciplina que funciona como un dique que detiene nuestros impulsos; esta crea tensión. Hay otra disciplina que nace de nuestra elección entre el bien y el mal y esa es la que nos transforma sin esfuerzos en consciencias liberadas.

         Un cambio para ser real no utiliza la fuerza, sino que  nace del libre albedrío, porque se ha llegado a un punto de madurez donde el esfuerzo no es necesario.

 

 
 

 

 

 

 

358º.- La gratitud es como un anzuelo que nos engancha a otro ser, y se transforma en obligación.

         Stefan Zweig decía que la piedad puede ser peligrosa cuando ella se hace un deber, una obligación o responsabilidad asumida en contra de nuestra voluntad.

         Sentir gratitud hacia otro ser es asumir cierto estado de esclavitud y ser sometido por ello a un grado muy sutil de servidumbre más o menos gravoso para la independencia personal.

         Nos vemos atados a compromisos que tomamos por agradecimiento y coartamos nuestra libertad sacrificando inútilmente parcelas de nuestra vida.

359º.- Si estamos controlados y dominados es porque no estamos satisfechos con nada.

         Los insatisfechos aceptan dócilmente la sujección a normas de control y son dominados por los absurdos de doctrinas y situaciones irrelevantes.

         Hay una clase de insatisfacción a la que llamo rebeldía, que no acepta las cosas tal como el mundo las ofrece, sino que trata de cambiarlas para poner en ellas un orden y una clasificación natural, modificándolas para adaptarlas al tiempo y el espacio.

         Los otros insatisfechos se contentan con que algunos los lideren y carguen sobre ellos su descontento, transfiriéndoles la carga de sus responsabilidades.

360º.- Cambio significa comprensión, consciencia, tolerancia, intuición y nunca violencia.

         El cambio es eterno y aquello que no está sujeto a mudanza, se enmohece y muere.

         Para que el cambio sea real necesitamos saber por qué y para qué lo hacemos, esto es: comprenderlo y conscienciarlo.

         Ello no ha de generar violencia sino tolerancia y aceptación de la situación real del momento de vida en el que nos encontremos.

 

 
 

 

 

361º.- La soledad nos es necesaria para comprendernos.

         Hay situaciones en la vida en las que no necesitamos a nadie junto a nosotros. Es el instante del encuentro consigo mismo, es el tiempo de la soledad.

         Sin ese espacio que nos concedemos no hay comprensión posible, ni un punto real desde donde iniciar la marcha de regreso a la Casa.

         La soledad es la fuente de la que brota el camino que va fluyendo como una marcha que unas veces es recta y otras sinuosas, pero que nos lleva inevitablemente a fundirnos con el Océano cósmico.

362º.- Nunca nos movemos en la realidad, sino en los conceptos mentales. La realidad es cambiante e inmensa.

         El mundo es mente. Las cosas son conceptos que nuestra imaginación transforma dándole uso y razón.

         La realidad está más allá de la mente, porque el pensamiento concreto, y frecuentemente estático, da nombres rígidos a los objetos, pero lo real es profundo y se mueve de un polo a otro creando distintas y múltiples formas irrepetibles: es una peremne creatividad.

         La realidad es la mano del Creador forjando mundos atómicos que estallan en millones de estrellas. Cuando somos reales no jugamos con las ilusiones; dejamos de soñar y entramos en el infinito de la Luz, la Unidad.

 

 

 

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