AFORISMOS VOLUMEN VII

Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

 

 

 

 
 

 

183º.- Quien lucha contra la propia naturaleza  por un  ideal es santo. Quien sacrifica ese ideal por realizar la verdad es Maestro.

         La conquista de sí mismo es para los hombres el ideal que señala su capacidad de evolución, y lo llamamos santidad.

         Pero, la busqueda de la verdad, sacrificando lo que llamamos valores, es demostrar la maestría del Iniciado.

         Lo primero, es cómo obtener una ganancia lícita o un premio por la victoria alcanzada.

         Lo segundo, es la renuncia a cualquier recompensa, dejando que la verdad brille por sí misma sin la sombra del que ha llegado a ella.

184º.- Para el alma el amor significa gloria.  Para el alma humana, afecto. Para el materialista, pasión.

         Los grados del amor son como las mil caras de Dios, expresadas en este sentimiento.

         La pasión es como la génesis de la luz o el fuego devorador.

         El afecto es el corazón con su dulzura tibia y suave.

         La gloria es el cuerpo, el corazón y la consciencia, vibrando al compás de una melodía desconocida.

185º.- Haz tu corazón moldeable como la cera para que pueda simpatizar con otro. Pero duro como el acero para registrar los golpes.

         La amistad necesita de la flexibilidad, la comprensión  y el afecto, para albergar en nuestro corazón a la criatura humana y construir un lazo de hermandad en el amor.

         Pero hemos de ser fuertes, resistentes y corajosos para resistir los golpes que nos llegan desde la discordia, la envidia y el recelo, hijos del rencor y la ignorancia.

186º.- Del amor material viene la reciprocidad. Del amor espiritual, la benevolencia.  Pero de la esencia del amor nace la renuncia.

         Los hombres aman y exigen amor.

         Algunos aman sin pedir más que aquello que de buen grado les dan.

         Pocos aman sin esperar recibir nada a cambio.

         Muchos comparten el amor.

         Pocos esperan.

         El amor esencial nunca ha sido moneda de cambio.

 
 

 

 
 
 
 
 

 

 
 

 

 

187º.- Quien desconoce la verdad es un inconsciente. Quien la busca es consciente.  Pero quien la encontró es un alma experimentada.

         El inconsciente es autómata y  no encuentra la superación de la realidad.

         El consciente es sabio y amigo de la Verdad.

         Cuando la inteligencia experimenta el sabor de lo Real, como la abeja liba la miel en la flor, la Sabiduría se entrega al hombre.

188º.- Quien gastó, aprovechó.  Quien coleccionó, perdió.  Pero quien dió acumuló su tesoro para siempre.

         El espíritu de ganancia utiliza la vida como un negocio de beneficio calculado.

         Otros dejan de especular y atesoran en sus almacenes lo conseguido, lejos de la polilla y la herrumbre.

         El que siembra y recoge su cosecha, cumple con la Ley.

189º.- La pasión es el humo y la emoción el combustible de la llama del amor. El desprendimiento es la chispa divina que ilumina el camino.

         Conocemos el amor que es llama y su combustible lo agotamos con el paso del tiempo. Pasión y emoción se devoran mutuamente.

         La renuncia y la generosidad, son como faros alumbrando el camino de las naves que flotan en el mar de los sentimientos, buscando la ruta segura.

190º.- Ser sutil e inteligente es natural. Pero ser sabio y simple es un misterio.

         La inteligencia es natural en el hombre, así como la sutilidad está en la sabiduría de vivir plenamente la experiencia de la existencia.

         La simplicidad, lo natural, es señal de sabiduría y no se tiene con el nacimiento, sino que se necesita nacer dos veces para su tenencia y disfrute.

         Ello es un misterio, porque pertenecemos a la clase de hombres del primer grupo y difícilmente alcanzamos realizar la segunda definición que, sin embargo, es la que nos pertenece por derecho divino.

 
 

 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

191º.- Luchar contra otro es hacer la guerra.  Luchar consigo mismo es traer la paz a la propia alma.

         Pedimos en el exterior lo que  negamos ver en nuestro ser. Esa es nuestra lucha y nuestro fracaso.

         Cuando volvemos derrotados, cansados de que nuestra mano derecha luche inútilmente contra la izquierda, encontramos que toda conquista es hacia el interior.

         Y el Ser se encuentra frente al No-Ser, en un abrazo amoroso para fundirse en la Luz  y en una re-conciliación al fin encontrada.

192º.- El hombre es la causa de su propia muerte. Su alma fue creada para vivir eternamente.

         La materia está destinada a morir y el ser humano es causante de que su muerte se precipite en el tiempo, debido a la enfermedad y la ignorancia de sus  fuentes energéticas.

         El alma y otros vehículos del cuerpo fueron creados para vivir un espacio más dilatado del tiempo, incluso más allá de la muerte física.

         Cuando obtenemos el conocimiento de nuestras existencias, somos maestros de la vida y tenemos la primera visión del significado de la Eternidad.

193º.- El insensato come más de lo que puede digerir, junta mayor peso de lo que puede cargar, corta la rama del árbol en que está sentado y esparce espinas en su propio camino.

         La ignorancia es el origen del pecado. La llamamos egoísmo, codicia, insensatez y otros calificativos más, pero básicamente es ignorancia.

         Nos llamamos desgraciados cuando no conocemos, porque la vida no nos dá lo que de ella exigimos. Fracasamos y culpamos de ello a los otros, que no reconocen nuestros pretendidos méritos. Sembramos la confusión o el desamor y esperamos respeto o gratitud.

         A las circunstancias accidentales respondemos que no las merecemos y actuamos sin consciencia ni sentido alguno del equilibrio.

194º.- Si quieres te obedezcan, aprende a obedecer. Si quieres crean en ti, es necesario aprender a creer en ti mismo. Si quieres te respeten, aprende a respetarte. Si quieres confien en ti, debes aprender a confiar  en ti mismo.

         Nadie puede esperar aquello que no merece, y menos aún si no ha hecho méritos suficientes para ello.

         Tenemos que ser autores y actores de nuestra propia vida sin esperar que nuestros actos provoquen forzosamente reacciones favorables a nuestros intereses cuando actuamos con malicia y  cálculo egoístico. 

195º.- El amor del cielo es comprensión.  El de la tierra devoción.

         Si Dios fuese un ente tangible y sujeto a razón, sería la máxima comprensión ante la estupidez humana. No es así, porque está más allá de cualquier juicio ú opinión humana. Aún así, desde cualquier dimensión que esté por encima de la humana, la comprensión sería lógica y razonable.

         Como contrapartida y con un efecto que va desde abajo hacia arriba, la devoción humana actúa como reacción natural, por la necesidad de una gratitud hacia ese don que recibimos.

 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

196º.- La conquista de la espiritualidad es volverse consciente del ser perfecto que habita en nuestro corazón. 

         Volver a la realidad,  ser consciente, realizar el nacimiento del Ser en nuestro corazón, es lo que llamamos Iniciación.

         Despertar a este conocimiento es tener la certeza de que, tomando el gobierno de nuestro Destino, vamos sin vacilar a nuestra morada estelar.

197º.- La bendición es para todas las almas. Porque cualquier alma, sea cual sea su fe o creencia, pertenece a Dios.

         El fanatismo divide a los hombres haciendo distinciones entre dogmas y dioses, como si fuesen monedas de cambio y competencia.

         Dios es el Señor de todas las cosas y no hace diferencias entre colores, culturas, ritos, creencias y otras inexplicables confesiones que "fabricamos" para ser diferentes.

         Todos, sin excepción, desde el santo al criminal, estamos sujetos a la Ley de la Evolución y sean cuales sean las circunstancias, hemos de progresar de buen grado o por obligación forzosa.

198º.- Cada uno de nosotros crea su propio Dios,  imaginando la forma, y no la esencia, creando así muchos dioses en vez de un único Ser.

         Cada cultura, dependiendo de la evolución propia y sus Maestros espirituales, crea su Dios, hecho a imagen y semejanza de sus necesidades materiales y espirituales.

         Los panteones están llenos de dioses menores y santos para atender nuestras variadas miserias y carencias. Pero, vana es la llamada suplicante del devoto si lo que pide son bienes materiales, con olvido de su esencia divina que ignora o tiene en menosprecio.

199º.- El amor no me enaltece ni el odio me deprime, pues todo me parece natural.  La vida es un sueño que cambia eternamente.

         Amor y odio son pasiones que, de alguna manera, tratamos de controlar o minimizar, para no perder el control o gobierno de nuestras mediocres pasiones.

         Decimos que la vida es sueño, pero opino que es una ensoñación inconscientemente medida y pesada, con sus pensamientos y emociones particulares, pues llega hasta el límite del despertar, pero cuidando de no hacerlo, para que las ilusiones y espejismos sigan sosteniendo y soportando nuestras apariencias de vida.

 

 

 

200º.- Perder en la vida es igual que deshacerse de ropas viejas y ser sustituidas por otras nuevas. Lo nuevo es mejor que lo muy gastado.

         Si vemos la vida desde un plano superior, las cosas cambian su polaridad y lo que ganamos lo vemos como perdido, mientras que lo que perdemos es contemplado como la oportunidad de mudar hacia una situación más cómoda.

         El cambio desde la positividad, es la constante renovación de nuestro estado de inercia, hacia una actividad rítimica que tenga como finalidad la ampliación de un estado de consciencia que haga al hombre menos vulgar y mediocre.

201º.- Al dejar el mundo no será el número de los que me acompañen  lo que me orgullecerá,  sino la idea de haber dado el conocimiento de la  Divinidad a algunas almas y la seguridad de haberlos ayudado a través de la vida.

         Servir, es la clave mágica que hemos de poseer si queremos dar luz a quienes la buscan y ayudar desinteresadamente a los que saben luchar por su elevación espiritual.

         El conocimiento de Dios es el diamante que, cuando encontrado, podemos ofrecer a los auténticos héroes que tienen la Sabiduría como objetivo a alcanzar, y por ello trabajan hasta más allá de sus fuerzas para someterse a su Justicia y Perfección.

202º.- La lente refleja el interior del sol. El corazón contemplativo refleja  las cualidades divinas.

         Somos como un espejo que refleja la luz que llevamos dentro.

         Si somos luminosos o brillantes, es porque nuestro espíritu está en ese estado y lo proyecta desde los pensamientos y sentimientos personales.

         Si estamos tristes o deprimidos, es porque nuestro espíritu está oculto y las nubes negras del corazón y la mente, órganos de expresión vital, no dejan pasar la luz que llevan dentro.

         Evolucionar es comenzar a limpiar la polución mental y la negatividad que corroe nuestras vidas; abrir puertas y ventanas para que la luz y el aire entren sin medida que los disminuya ni debilite.

         Escoger lo mejor de la vida, es dar preferencia a la calidad sobre lo vulgar, el gris y lo que no tiene valor en el tiempo.

203º.- La verdad evidencia a Dios.  Dios hace evidente la verdad.

         Verdad es aquello que el tiempo no altera ni cambia. Es la evidencia de su naturaleza inmortal o su Realidad.

         La verdad es real e incambiable y lo contrario es ilusorio y movible, por lo que buscamos en todo la verdad que nos da fe y seguridad interna, pues ello comporta el nivel de creencias, tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno.

         El tiempo trabaja a favor de la Verdad y ella se revela para hacer real lo Divino.

 

 

 

 

 

 

204º.- El desarrollo espiritual de cada uno depende del ritmo de su vida.

         Si conocemos la Ley del Ritmo, hemos de convenir que dependemos de su conocimiento para que se mueva al compás de unos ideales que desarrollen los primeros brotes de la primavera espiritual y lleven al hombre al pleno sol de la Iniciación espiritual.

         Si nuestros ritmos personales son sordos o de baja calidad, el desarrollo queda estancado o bajo mínimos, sin evidenciar ningún nivel que comporte altura y objetividad.

205º.- Todo lo que buscas en Dios como luz, vida, fuerza, alegría y paz, se puede encontrar en la Verdad.

         Procurar a Dios sin la debida sabiduría, es como conducir un automóvil sin ruedas.

         Hemos de limpiar primero nuestras vestiduras, tal como: pensamientos, sentimientos y actitudes y con este primer paso se inicia el encuentro hacia la verdad, que encontraremos cuando estemos poseídos por la pureza de intenciones.

         Y si la verdad es hallada, como es natural, entramos en posesión de la Luz, la Vida y disfrutaremos de sus dones, que son: energía, armonía y equilibrio.

206º.- Verdad y mentira parecen como el hombre y su sombra. La diferencia es la vida y la muerte.

         Verdad es vida. Mentira es muerte. Ambas son extremos entre los que la existencia se desarrolla y evoluciona.

         Para el hombre materialista, verdad es todo aquello que le conviene y protege sus intereses en la Tierra. Mentira es cuanto se enfrenta a sus ambiciones y motivaciones para el goce y disfrute de su paso por la vida.

         Como vemos, ambos conceptos son manipulados por la mente humana que hace opaca toda luz que toca, pues no se siente bien con la claridad y armoniza con las sombras y las penumbras, porque ellas le dan sentido de existencia, aunque esta sea grosera. La luz motivaría su desaparición y muerte súbita.

207º.- Si te elevas sobre la materia, el mundo estará a tus pies. Si te apegas a las cosas el mundo te dominará.

         Escoger donde estar es responsabilidad de cada uno. Riqueza y miseria son escogidas por nosotros, porque la capacidad de optar por lo positivo o negativo, es siempre elección personal.

         Cuando nos ofrecen el poder, es siempre a costa de nuestra conciencia y el resultado es encontrar nuestra voluntad encadenada a vicios, antiguos unos y adquiridos otros.

         Vivir apegados a las personas o los objetos o ambos a la vez, es condenarse al dolor y el llanto, porque el cuerpo y el deseo obligarán a la mente para que acepte el papel de menesterosa, implorando eternamente migajas de efímero placer.

 

 

 

 

 

 

208º.-Puedo envidiar al que ama sin esperar ser retribuído.

         Cada vez que sentimos algo tan digno del calificativo de maravilloso, como es el amor, quedamos esperando algún tipo de reconocimiento por parte de la otra persona.

         Nuestra ceguera y egoísmo es tal, que nos comportamos como personajes inmaduros, pretendiendo que todo marche en órbitas que giren a nuestro alrededor.

         La evolución da la madurez necesaria para no esperar ni carecer de amor.

209º.- La vida es lucha, y triunfa el que se vence a sí mismo.

         La lucha por la vida se concibe hacia el exterior: el hombre contra la naturaleza y la sociedad.

         Y es ilusorio pensar así, pues el mundo de los efectos nos llevaría constantemente al fracaso, porque naturaleza y sociedad son más fuerte y poderosas que una sola persona.

         La autenticidad es un nombre para la batalla que entabla el hombre para vencerse a sí mismo . Forjarse un carácter, crear un deseo para uncirlo a la voluntad, unir mente y corazón, compartir personalidad e individualidad y coordinarlo todo hacia un alto ideal de armonía y belleza.

Entonces y sólo entonces, nos descubrimos en nuestra realidad y por el descubrimiento de sí mismo, la vida se revela y entrega con todos sus misterios y secretos.

210º.- El lenguaje espiritual habla la verdad y no el lenguaje de la carne.

         Llamamos lenguaje de la carne al modo de expresión del ego que lo hace a través de la lógica y la retórica.

         Decimos lenguaje del espíritu al que se revela con síntesis y simple naturalidad.

         Cada día y momento, hemos de elegir entre ambos lenguajes, cuando en nuestra cotidianeidad nos relacionamos con el prójimo.

         Y cada opción retrata nuestra evolución, momento a momento.

211º.- ¡Bendito mi exilio desde el Jardín del Edén a la Tierra!  Si no hubiese pecado no tendría la oportunidad de conocer los abismos de la vida.

         La experiencia es la riqueza que lleva el alma cuando se desprende del cuerpo que la contenía y cubriendo al espíritu va de regreso a su patria original, a la Casa del Padre; ella, en su luminosidad, es como una luz que guía al viajero en medio de la oscura noche de los tiempos.

         El conocimiento de la dualidad material del mundo es análogo al Árbol de la Vida y de la Ciencia, donde el Iluminado avanza desde la Puerta de los Hombres hacia más allá del Sol, hacia la Puerta de los Dioses, donde es recibida en su auténtico estado de Pureza, Justicia y Perfección, pues ha sido previamente Limpia en la Tierra.

212º.- Una vida improductiva es una vida inútil.

         La vida comienza por un "venir a ser" para concluir en un "servir". Si no se da cualquiera de los dos supuestos, decimos que la vida a nivel material no ha sido útil o que,  a un nivel superior, no ha progresado en su misión de prueba.

         La existencia es demasiado valiosa para que nos sea indiferente o la malgastemos en frivolidades. Cada uno es responsable de la vida que ha recibido y esa obligación hemos de realizarla con el mayor respeto, hasta que nuestros días en la tierra se hayan cumplido.

 

 

 

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