MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

SEXO DESPUES DE LOS 40

 

 

                                                                  SEXO DESPUÉS DE LOS 40

          Algunas personas, cuando cumplen sus 40 años, comienzan a creer que es el principio del fin. Otras tienen reacciones, como la idea de: “Ahora sólo que me queda ser abuelo”. ¿Son los 40 años una marca fatal en la vida?

          Los momentos de transformación por los cuales, inevitablemente, pasamos todos, vienen cargados de expectativas y una cierta angustia. ¿Quién no ha estado nervioso al llegar el primer día a un colegio o, años más tarde, con el cambio de voz o los primeros pelos en el pubis?  ¿Y el día de la boda o el primer hijo?

          Esos temores, generalmente, aumentan cuando las personas se aproximan a la madurez. En tal caso, el centro de las preocupaciones es la actividad sexual, fantasma temible en la cabeza de mucha gente, la famosa “crisis de los 40”. Sepamos, no obstante, que los 40 años no son señal de cosa alguna y, más que eso, que cualquier tentativa de establecer una determinada edad como inicio de vejez es siempre arbitraria.

          En primer lugar, porque las personas simplemente no somos iguales y es impresionante cómo acostumbramos olvidar un dato tan obvio. Además, las características de la vida cambian bastante en diferentes épocas y culturas. Actualmente, con el mayor número de años de vida, principalmente en regiones desarrolladas, lo que acostumbramos llamar inicio de la vejez ocurre mucho después de los 40 años.

          Ya en la década de los años 60 del pasado siglo los investigadores norteamericanos Master y Johnson, señalaban los 50 años como el comienzo del declínio físico, lo que en la peor de las hipótesis ya significa una década de beneficio para los pesimistas con tendencia a sentirse viejos antes de hora.

          Entrentanto, los estudiosos del asunto reconocen que hay una serie de explicaciones para esos temores anticipados. Pero, casi siempre se trata de razones de orden mucho más cultural que propiamente biológicas. Antes de considerar la cuestión sexual en relación con la edad es preciso definir el envejecimiento. Esa es una definición difícil, pues juventud y vejez son, ante todo, estados de espíritu y no situaciones cronológicas.

          Entre los 45 y los 50 años, la mujer entra en el llamado climaterio, período en que comienza a declinar la actividad de los ovarios, órganos responsables de la producción hormonal y que regulan muchos aspectos del organismo femenino, además del área específicamente genital. Hay tres grupos de síntomas a observar en el climaterio, correspondiendo a las zonas más afectadas por las alteraciones hormonales. Vamos a ellas:

          Sistema nervioso.- Cambios de humor y de emotividad, con tendencia a la hipersensibilidad, irritaciones y crisis de llanto.

          Organismo en general.- Ocurren alteraciones del metabolismo, principalmente de los lípidos, que pueden provocar tanto delgadez  como aumento de peso y formaciones de depósitos de grasa. Es común comprobar la existencia de osteoporosis (proceso de desmineralización que afecta a los huesos). Pueden surgir también alteraciones en las uñas y cabellos así como resecamiento de piel. Puede haber, incluso, sensación de calor generalizado, llamados popularmente “flatos”.

          Órganos genitales.- La circulación periférica disminuye causando palidez. Se reduce el tamaño de los órganos internos, el moco vaginal se produce en menor cantidad y hay disminución en la elasticidad de la vagina. Generalmente, los tejidos de la región genital pierden fuerza. En esa estapa de la vida se detiene la menstruación y viene la menopausia.

          Los síntomas no ocurren necesariamente en todas las mujeres y cuando surgen, tampoco se manifiestan al mismo tiempo. El tratamiento de estos síntomas debe ser hechos de acuerdo con una evaluación médica en cada caso. Los recursos son muchos, desde fisioterapia y psicoterapia al tratamiento con hormonas y vitaminas. La mujer debe conscienciar que sus síntomas son una condición fisiológica y no patológica. Esa condición no impide la continuidad de la actividad sexual, que puede incluso quedar con mayor deseo, sea por razones fisiológicas (mayor actividad de las glándulas suprarenales, con producción de hormonas andrógenas, lo que aumenta el deseo) o por razones psicológicas, como el fin del temor al embarazo, mayor experiencia sexual, liberación de cargas domésticas y otros, que permiten relaciones sexuales plenas de satisfacción hasta más de los 70 años.

          Aunque esas alteraciones orgánicas sean enteramente normales, frecuentemente vienen acompañadas por estados emocionales no siempre saludables. Sentir la disminución de dificultades físicas, la perspectiva de la jubilación o la soledad (hijos mayores que han tomado un rumbo en la vida), la pérdida de la pareja o una relación insatisfactoria con ella, son factores que afectan el estado emocional de las mujeres en esa fase. La menstruación, un reloj biológico que ha funcionado durante tantos años, tiene un gran peso en la psicología femenina. El final del ciclo de reproducción biológica no debería asociarse a la imposibilidad de otras formas de actividad productiva, intelectual, artística o profesional. Como la menstruación constituye un fenómeno natural específico de la mujer, su ausencia trae una serie de tensiones e inseguridad con relación a la sexualidad.

          Entre los hombres no llega a ocurrir una alteración fisiológica tan brusca, como es el caso de la mujer. Los cambios debidos a la edad son más lentos y se manifiestan de manera sutil. ¿Por qué, entonces, hablar de andropausia (el correspondiente masculino al climaterio femenino) y los hombres temen perder potencia sexual a partir de la madurez?

          Esto se debe a una analogía con lo que ocurre a la mujer. Además, las personas no aceptan el envejecimiento, lo que no es difícil de entender en una sociedad donde el culto a la juventud es tan acentuado.

          Tengan o no algún fundamento, esos factores afectan la vida de las personas. La preocupación excesiva con el ejercicio sexual, acaba generando una ansiedad que tiende a perjudicarlo; es uno de los caminos para la impotencia sexual.

          Vamos a seguir lo que pasa con el hombre en esa etapa de la vida y cuáles los factores que pueden afectar negativamente su vida sexual.

          La arterioesclerosis consiste en un depósito de materiales del propio organismo (especialmente colesterol) en las paredes de los vasos sanguíneos. Con eso queda limitado el paso de la sangre por las arterias. La incidencia del problema tiende a acentuarse a partir de los 40 años. Puede afectar cualquier parte del cuerpo y, cuando ocurre en las coronarias, es causa frecuente de infarto. Pero si se manifestara en algún punto de las arterias que irrigan el pene, el resultado es una erección incompleta; el miembro queda algo entumecido, sin alcanzar plena rigidez. El pene cuenta con dos cilindros o cuerpos cavernosos, cada uno irrigado interiormente por una arteria. Alrededor de ella hay un tejido llamado sinusóide, que son como pequeños “lagos” responsables directamente de la erección: necesitan estar llenos de sangre para provocarla. La erección completa se manifiesta cuando ocurren simultáneamente dos cosas: una orden cerebral capaz de determinar la dilatación de esos lagos y el aumento del flujo sanguíneo en la zona, lo que hace que ellos queden consistentes.

          ¿Y la placa de colesterol, dónde entra en este proceso? En el camino de la sangre, o sea: si el diámetro de los canales de irrigación del pene disminuye, éste no recibirá la cantidad de sangre necesaria para una erección completa.

          El obstáculo circulatorio, inicialmente, debe ser diagnosticado con exámenes específicos; medida de las presiones penianas, arteriografía y pruebas de erección inducida con papaverina. La solución para el problema es la cirugía: revascularización de la arteria del pene por una microcirugía semejante al puente de safena y revascularización de arterias que irrigan los miembros inferiores y el pene, cuando se trata de una obstrucción más alta. En el primer caso, la hospitalización es de 48 horas y en el segundo, siendo cirugía mayor, el tiempo medio es de una semana.

          Diabetes.- El tipo de diabetes que suele manifestarse en la madurez, es otro factor importante en los problemas de erección, además de estar frecuentemente asociado a la arterioesclerosis. Al provocar alteraciones en los procesos metabólicos , la dolencia acostumbra generar deficiencias neurológicas (neuritis) que pueden manifestarse en diversas regiones del cuerpo. Cuando alcanzan las ramificaciones nerviosas del área genital la erección se torna imposible. No se trata, como se puede suponer de insensibilidad: lo que queda tocado es el mando del sistema nervioso responsable de la erección.

          El problema puede ser resuelto por el control de la diabetes o la implantación de una prótesis de silicona en el pene.

          Medicamentos.- Con la edad, naturalmente, se queda más expuesto a determinadas enfermedades y, por tanto, a los efectos de los medicamentos usados contra ellas. Un ejemplo es la hipertensión, bastante frecuente a partir de los 40 años. Como ya vimos, la circulación sanguínea desempeña un papel fundamental en el mecanismo de la erección. Por tanto, medicamentos como los hipotensores, que disminuye la tensión de la sangre en las arterias, tiende a disminuir el flujo que llega al pene. Además, en el tratamiento de la hipertensión son utilizadas medicinas que deprimen el sistema nervioso central y puede también perjudicar el desempeño sexual, así como los beta-bloqueadores (empleados en problemas cardíacos) y algunos medicamentos indicados en el tratamiento de úlceras gástricas.

          En los casos que no se manifiesta ninguna anormalidad fisiológica, el médico reconoce que el problema es emocional. A los 40 años, bien o mal, los proyectos de vida están encaminados, los hijos han crecido y es más difícil tomar nuevos planes de futuro. Muchas veces, en ese momento, queda más nítida la vivencia de una relación afectiva insatisfactoria. En fin, es un período de confrontación del hombre consigo mismo, cuando tiene una noción más exacta de sus expectativas y limitaciones. El resultado de este balance en relación a la vida amorosa no siempre es positivo.

          Pero, si el simple hecho de cumplir los 40 años trae un perjuicio a la vida sexual, cuál es la razón de tantas vueltas sobre el asunto? Creo que, si alguien comienza a tener problemas en esa época, es principalmente por inmadurez emocional, capaz de generar ciertas situaciones de ansiedad injustificada. Una preocupación excesiva con el acto sexual en sí, o la disminución del número de relaciones sexuales, etc. El hombre más maduro no está preocupado meramente en tener una erección rápida y un gozo fácil, sino con una sensualidad más rica. No se siente tan inclinado hacia la cuestión de la actividad y función propia. Puede reducir la frecuencia del acto sexual, pero siendo capaz de vivirlo de manera más intensa.

          En verdad, de acuerdo con los especialistas, la madurez nos puede reservar más satisfacciones sexuales que las etapas anteriores de la vida, o sea, se trata de sexo más provechoso. Es un momento en qué, gracias a la experiencia adquirida, las personas tienen más valor ante las cosas, más claridad y discernimiento. Pero, es una fase también, que permite algunas actitudes tipicamente inmaduras desde el punto de vista psicológico. Hay hombres que, en la tentativa de compensar una vida sexual considerada insatisfactoria, imaginan recuperar el vigor de la adolescencia, pasando a practicar un deporte inadecuado a sus condiciones físicas. Otros, simplemente, se entregan a aventuras amorosas, intentando vivir la adolescencia idealizada, en las que conquista y pasión se confunden. Probablemente esos hombres no vivieron la experiencia de la pasión en sus vidas y, cuando la hacen en esta fase, no siempre son correspondidos.

                                                                                         Salvador Navarro Zamorano

                                                                                         Especialista en homeopatía.

 

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