MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

Las bebidas alcohólicas

 

 

 

 

                      LAS BEBIDAS ALCOHÓLICAS

Las primeras informaciones sobre el uso del alcohol son de 6.000 años a.C. Desde ese entonces la droga fue incorporada por la mayoría de las sociedades. Bajo la forma de vino, por ejemplo, está presente simbólicamente en la misa de la Iglesia católica y en algunos rituales religiosos judíos.

Por razones históricas y culturales, existe una cierta benevolencia con las bebidas alcohólicas, ignorándose que el etanol, substancia activa en cualquier bebida que contenga alcohol, es una droga de doble efecto: en dosis moderadas, deja a las personas eufóricas, relajadas y permisivas; en cantidades elevadas, ofrece riesgos potenciales a la salud. Ahí es donde se esconde su lado negativo.

El peligro del alcohol no se encuentra en el uso, sino en el abuso. Este hecho ha sido causa de investigaciones en todo el mundo. Tres explicaciones principales se han sugerido a lo largo del tiempo, pero una de ellas ha sido totalmente descartada desde el punto de vista científico; aquella que vincula el alcoholismo al vicio o defecto de carácter.

La segunda teoría de los Alcohólicos Anónimos supone que ciertas personas nacen con una predisposición orgánica, que determina el abuso en el consumo del alcohol y, por tanto, el alcoholismo.

Mayor número de defensores, tiene la tercera explicación, que sustenta no haber una causa aislada para beber en exceso, sino una combinación de factores, incluso biológicos.

Los factores biológicos interfieren en la medida que llevan a algunos a pasarlo mal después de beber un poco, mientras que otros sienten placer. Claro que la última circunstancia puede aumentar la probabilidad del alcoholismo.

El malestar de algunos tal vez se deba a la forma en cómo la bebida es metabolizada por el hígado. Todo alcohol, se beba poco o mucho, se transforma en el hígado en aldeído acético, substancia muy tóxica que rápidamente se convierte en acetato.

La velocidad de transformación, varía de una persona a otra, pues depende de una enzima, el aldeído acético-desidrogenase. Pues bien, en las personas que poseen la enzima en menor cantidad, los niveles de aldeído serán mayores, ocasionando dolor de cabeza y náuseas, aunque sea en dosis pequeñas. Pero los portadores de cantidades mayores de la enzima no sienten “malestar precoz”, lo que teóricamente aumentaría sus probabilidades de beber demasiado.

El alcoholismo no ocurre solamente porque el organismo es compatible con el alcohol. Es necesario que factores psicológicos y/o sociales creen condiciones para una persona que se excede en su consumo.

El análisis vale para todas las edades y no excluye la infancia ni la adolescencia, cuando, en general, ocurre el primer contacto directo o indirecto con las bebidas alcohólicas. A propósito: en las fases de pre-adolescencia un papel de autoafirmación, ante sí o ante el grupo. Entre los jóvenes, beber es interpretado como señal de masculinidad e independencia; un pasaporte para la vida adulta.

Hasta ahí no es demasiado. El problema es cuando los jóvenes pasan de los límites, con perjuicio del control sobre la capacidad de beber, lo que a veces acarrea consecuencias negativas para la propia vida.

Se han hecho cuestionarios entre estudiantes sobre el consumo de alcohol. De hecho, muchos de los bebedores regulares en el consumo excesivo,  han tenido problemas y/o han faltado a las clases o al trabajo a causa del alcohol. Y, al interpretar la tendencia, sugieren que el consumo exagerado de bebidas es “olvidar problemas” o era causado por “malas compañías”.

La causa del exceso en el consumo de alcohol depende de la clase social. En las capas más pobres, además de la auto-afirmación propia de la edad, se une también las dificultades de sobrevivencia, marginación social y otros problemas particulares. En niños y adolescentes de otras capas sociales, la exageración en beber tal vez esté más relacionados con causas de auto-afirmación.

Otros datos dicen que el problema afecta principalmente a los niños; por cada tres que beben en exceso, hay una niña. El dato viene a comprobar que en nuestra sociedad hay menor tolerancia para con las bebedoras; el modelo es incorporado muy pronto.

A medida que la criatura o adolescente comienza a beber demasiado, suma el vino y la cerveza a otras bebidas destiladas. La actitud tal vez ocurra más con niños y adolescentes de capas sociales bajas. El motivo probable: el dinero no basta para mucha bebida y entonces se opta por bebidas destiladas, que proporciona fuertes dosis en pequeña medida.

En gran parte de los bebedores regulares cerca de la mitad tienen madre o padre bebedor. El dato refuerza la idea de que el problema comienza en casa: un modelo familiar de hábitos alcohólicos no saludables, tiende a influenciar negativamente en niños y adolescentes.

Beber mucho es condición necesaria pero insuficiente para caracterizar el alcoholismo, problemas causados por el abuso del alcohol durante años seguidos. El alcoholismo solamente se configura cuando hay dependencia física y psíquica del individuo al alcohol.

Esos niños y adolescentes, por tanto, no serán necesariamente alcohólicos, hasta no pasado años. Pero, como ya se exceden, serán personas de alto riesgo para desarrollar el alcoholismo en un futuro próximo.

De ahí ña gran importancia de las investigaciones sociales. De un lado permitirán desarrollar técnicas específicas de prevención del alcoholismo en grupos de jóvenes. De otro, posibilitará el tratamiento en una fase precoz, cuando el exceso de alcohol no ha afectado gravemente a la salud física y mental; aún existen grandes ocasiones de reversibilidad que puede llegar hasta el 70%. El número es importante, pues se sabe que en una fase avanzada, en la vida adulta en general, la posibilidad de que el individuo deje de beber o vuelva a hacerlo dentro de patrones normales de conducta, es mucho menor: gira entre el 5% y el 20% en todo el mundo.

“A partir de hoy no entra más bebida alcohólicas en esta casa” debes estar decidiendo, como forma de evitar que en tu familia alguien se transforme en bebedor excesivo.

Prohibir a un niño o un adolescente la bebida, no resuelve nada, por dos razones: primera, todo lo que es prohibido despierta más curiosidad y parece mejor; segunda, en grupos culturales donde la bebida está prohibida, se ha comprobado que la medida no funciona. En esas circunstancias, como la persona no tiene cómo orientarse con un modelo de orientación, puede ser llevada a los extremos: o no bebe nada, pero cuando bebe lo hace hasta el extremo.

Lo opuesto, liberar totalmente la bebida alcohólica a niños y jóvenes sin ninguna clase de restricción, también es un error; al final, igualmente les dificultaría desarrollar un modelo de moderación. Además, está probado que en un ambiente donde las personas se embriagan continuamente, los pequeños tienden a comportamientos extremos: o pasan a beber excesivamente o no toman nada en cualquier circunstancia.

Por tanto, la cuestión no es poder o no poder, sino cómo beber. Ahí es donde está el gran secreto. Partiendo del principio que el alcohol – quiérase o no – seguramente estará presente en varios momentos de la vida de los hijos, lo mejor que hay que hacer es enseñarles a tratar esta droga desde pequeños.

¿Y eso qué significa? En primer lugar, no ofrecer bebidas a los niños, pero si la pidieran dársela a probar mojando un dedo en la copa para que la pruebe, diciéndole: “Sólo un poquito porque hace mucho daño”. Y adoptemos la misma conducta toda las veces que se repita el pedido.

Ahora, si el niño está en la adolescencia y quisiera beber, la respuesta ha de ser más profunda. He aquí algunos puntos que sería bueno aclarar:

-       No hay inconveniente en beber, siempre que sea dentro de un modelo de conducta saludable.

-       Aquella sensación de placer y relajamiento proporcionada por las bebidas alcohólicas, solamente se consigue en pequeñas dosis.

-       El alcohol rápidamente llega a la circulación sanguínea y alcanza todo el cuerpo, incluso al cerebro, donde actuará de tal manera que provoca una falsa euforia. Por tanto, no es un alucinógeno como muchos creen.

-       El alcohol disminuye el funcionamiento del cerebro. Primero, actúa sobre los centros responsables de la censura; por eso es un causante de la euforia en pequeñas dosis, dejando a la persona alegre y sin represiones. Después, con el aumento de la tasa alcohólica en la sangre, viene el aturdimiento; he aquí la señal de que la fase placentera ha sido traspasada y comienza la intoxicación en el organismo.

-       El exceso de alcohol puede llevar a la dependencia psicológica. La situación ocurre cuando la bebida ocupa un lugar central en los pensamientos, emociones y actividades de una persona, haciéndose difícil prescindir de ella.

-       El etanol, sustancia activa del alcohol, es una droga pesada, causando dependencia física después de años continuos de uso intensivo.

Además de estas indicaciones, podemos orientar al niño enseñándole las siguientes indicaciones:

-       Si bebe que sea con el estómago lleno, porque así se impide las altas concentraciones de alcohol, impidiendo llegue la sangre al cerebro.

-       Es de sabios beber lentamente, pues establece un equilibrio entre la ingestión y eliminación de alcohol; la actitud disminuye la ocasión de altas concentraciones en la corriente sanguínea y, consecuentemente, en el cerebro.

-       Bébase solamente en situaciones especiales y siempre durante las comidas.

-       Más que todos los consejos es válido el ejemplo. La orientación teórica es importante, pero un modelo saludable en casa vale más que mil discursos juntos.

Si a pesar de estos cuidados los hijos actúan libremente haciendo caso omiso, no por esto ha de cundir el pánico: también es normal. El adolescente tiene necesidad de descubrir hasta dónde puede ir con relación a todo, incluso con las bebidas alcohólicas.

Como los límites no son muy elásticos, sólo probando es cómo el joven descubre sus propios límites. Y eso es fundamental para que el joven cree un modelo propio de moderación.

Ahora una recomendación: si tu hijo o hija tiene coche, no debe ni puede conducir bajo los efectos del alcohol, bajo ningún concepto, para evitar accidentes. Puede tener otras opciones, como tomar un taxi, escoger un amigo sobrio para que lleve el coche, dormir en casa de un amigo, o llamar a casa para ser recogido. Ahora bien, si este estado de embriaguez se repite, conviene prestar atención a estos excesos que pasan de la normalidad. He aquí algunas indicaciones:

-       Faltar a las clases en el colegio sin motivo aparente.

-       Desaparición de bebidas alcohólicas de la despensa de la casa.

-       Problemas en el colegio.

-       Beber en solitario.

-       Dificultades en la relación doméstica; irritabilidad.

-       Aliento alcohólico.

-       Peticiones anormales de dinero.

En estos casos, los especialistas nos ponen en alerta: nada de discusiones, palizas o acusaciones verbales; tales conductas pueden agravar la situación. Lo mejor es procurar saber lo que está ocurriendo; una conversación amigable puede ayudar a superar dificultades. Y si esto fallara, acudir a la ayuda de un psicoterapeuta. Recordemos que cuanto antes, mayores serán las oportunidades de que el joven se recupere totalmente de la amenaza de alcoholismo y vuelva a disfrutar, con la necesaria moderación, del uso placentero del alcohol.

                                                    Salvador Navarro Z.

                                                    Especialista en Homeopatía.

 

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