MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

La inteligencia del sistema digestivo

 

 

 

 

 

LA INTELIGENCIA DEL SISTEMA DIGESTIVO

 

Recientes investigaciones científicas confirman lo que la sabiduría popular ya proclama desde hace milenios: el buen funcionamiento del aparato digestivo es fundamental para nuestro bienestar. El descubrimiento, todavía va más allá. Por extraño que pueda parecer, la producción de serotonina – substancia responsable de la alegría de vivir -  depende del sistema gastrointestinal.

Se ha divulgado más ampliamente un secreto conocido hace miles de años por una minoría de privilegiados: la flora intestinal es, en gran parte, la auténtica responsable del sentirse con bienestar.

El hecho de que la obtención de la felicidad depende del sistema digestivo puede parecer extraño a algunos, pero no es una novedad para la filosofía espiritual, ni para los místicos de distintas religiones. Ayunos y dietas especiales siempre fueron decisivos en la vida de los sabios de todos los tiempos. Entre ellos, Pitágoras Jesús, Buda y Lao-tsé.

Cada célula de nuestro organismo posee una inteligencia implícita y coopera activamente con las otras dentro de una plan general de preservación de la vida. Pero el aparato gastrointestinal va más allá. También influye decisivamente en nuestros estados de consciencia. Ayuda a determinar lo que pensamos, lo que hacemos y cuales son nuestras emociones básicas.

La ciencia moderna revela que el sistema digestivo posee un verdadero cerebro propio y toma decisiones durante las 24 horas del día para proteger nuestra salud, con plena autonomía e independencia con relación a los otros sectores de coordenación inteligente del cuerpo. Desgraciadamente, gran parte de la población toma decisiones equivocadas a la hora de comer, lo que no sólo dificulta el trabajo del sistema digestivo, sino que desperdicia energía vital y amenaza la salud general del cuerpo.

La ecología del sistema gastrointestinal tiene un complejo equilibrio. La flora intestinal incluye una cantidad fabulosa de bacterias, hongos y otros microorganismos invisibles. Alojados en el intestino grueso, también llamado cólon y que circunda todo el intestino delgado, los microorganismos forman parte del ecosistema humano y son fundamentales para nuestra sobrevivencia. Tenemos más bacterias dentro del intestino, que células en nuestro cuerpo. Un adulto puede poseer más de 50 billones de esos microorganismos.

La ciencia sabe hace mucho tiempo que la alegría de vivir no ocurre por acaso, sino que depende de la serotonina, una sustancia neurotransmisora presente en el cerebro. Recientemente, se ha descubierto que la producción de la serotonina depende del sistema gastrointestinal.

No es exageración afirmar que la infelicidad puede ocurrir a partir de un problema gastrointestinal. Y eso quedó más evidente hace algunos años, cuando algunos especialistas descubrieron que la seratonina no es fabricada sólo en el cerebro, sino también en el intestino. En verdad, cerca del 90% de la serotonina de nuestro organismo se produce en ese órgano.

El intestino es responsable del 80% de nuestro sistema inmunológico. El plexo nervioso que rodea el intestino cuenta con nada menos que cien millones de neuronas, mientras que apenas tres mil células unen el intestino al sistema nervioso central, que está formado por el cerebro y la médula espinal. Los cien millones de neuronas garantizan no sólo la inteligencia, sino también la independencia operaciones del intestino.

Como todo proceso ecológico, la bioquímica de la felicidad humana depende de varios factores y algunos de ellos son bien conocidos:

·      Practicar ejercicios físicos y convivir con la naturaleza.

·      Comer sólo tres veces al día.

·      Pequeños ayunos que ayuden a purificar el organismo.

·      Reducir el consumo de azúcares.

Este último apartado merece una atención aparte. El hábito de comer dulces transforma a las personas que son normalmente bastante orgullosas de su independencia personal en pobres esclavos inconscientes de un pequeño germen intestinal, muy hábil, cuyo nombre científico es Clostridium difficile.

El Clostridium es astuto. Interesado en alimentarse de azúcares, manda desde los intestinos a nuestros cerebro cierto tipo de toxinas que inhiben la producción de serotonina. Seguidamente, la falta de serotonina provoca en nosotros una sensación de falta de felicidad y nos induce al deseo de “compensar eso” comiendo dulces. El dulce es la comida preferida del Clostridium, que prolifera con esta alimentación y así es capaz de mandar toxinas en una cantidad mayor, para inhibir aún más la presencia de serotonina en nuestro cerebro.

La abstención de dulces rompe ese círculo vicioso y facilita la obtención de felicidad. Pero es necesario tener una buena dosis de fuerza de voluntad para dejar de lado el azúcar y probar a esta bacteria que somos más expertos que ella. Un poco de pereza es suficiente para hacernos caer en su manipulación emocional a favor del azúcar. En verdad, raramente es fácil cambiar los hábitos personales. Hasta costumbres aparentemente sin importancia resisten a ser cambiadas. Una historia cuenta que, cierta vez, conversaban dos amigas.

Me encuentro satisfecha. Después de 25 años intentándolo, conseguí que mi marido dejara de roerse las uñas”.

“¿Cómo?”

“Escondiéndole la dentadura postiza”.

Nuestra falta de consciencia corporal es otro factor que dificulta el trabajo inteligente de los intestinos, facilitando la vida de los “malos” del sistema digestivo. A pesar de las apariencias, el estímulo consumista al placer a corto plazo no nos coloca en sintonía con nuestro cuerpo, sino al contrario, nos distancia de él. No sabemos discernir nuestras verdaderas necesidades corporales.

El ritmo de la vida moderna, que nos hace comer apresuradamente y sustituir la comida por platos combinados, es una de las razones por las cuales evitamos el diálogo con nuestro cuerpo. Estamos sujetos a la publicidad masiva de productos alimentarios, que acaba interfiriendo en la escucha que deberíamos tener con nuestras necesidades nutricionales. La llamada a un buen bocadillo o un maravilloso helado, que aparecen en televisión, es mucho mayor que la auténtica reivindicación nutricia del organismo. Lo que podemos comprobar hoy es que el acto de comer dejó de ser el medio de restauración del organismo para transformarse en un instrumento de compensación de tristezas, ansiedad y frustraciones.

La prisa por comer produce adrenalina y otros elementos que bloquean la producción de serotonina. El camino de la felicidad pasa por recuperar el diálogo con nuestro organismo y volver a aprender el arte de lo que identificar lo que es bueno para él. No hay por qué esperar que surja una enfermedad para solo entonces dar valor a la salud. Actualmente, las prácticas de alimentación saludable se multiplican. El valor medicinal de los alimentos deja de ser una idea antigua para convertirse en una fuerte tendencia de mercado en materia de literatura.

¿Pero, cómo identificar los alimentos que previenen y curan ciertas enfermedades?

Vamos a intentar, como enseñaba Hipócrates, el padre de la medicina, hacer de los alimentos nuestro medicamento. Para muchos, puede ser un plan de salud. Comenzando por las restricciones veamos algunos que aumentan la paz del sistema digestivo y nuestra alegría de vivir.

·      Es bueno evitar las carnes. Es un factor cancerígeno, así como la grasa en los alimentos.

·      La elección es tuya: además de fumar, también las bebidas alcohólicas abren camino al cáncer.

·      El azúcar debe ser ingerido con moderación, porque es desmineralizante  y reduce las defensas del organismo, además de estar asociado a la depresión y la tristeza.

·      En compensación, el aguacate beneficia las arterias, reduce el colesterol y dilata los vasos sanguíneos. Es antioxidante, por lo que evita el envejecimiento y mejora el estado general de salud.

·      El ajo combate parásitos intestinales, es antibiótico, disminuye la presión arterial y limpia la sangre, evitando la formación de coágulos. Previene dolencias cardíacas, ayuda a curar la gripe y previene el cáncer, aumentando las defensas del organismo.

·      La avena reduce el colesterol, tiene efectos antidepresivos y es un fuerte estimulante de las funciones intelectuales.

·      El aceite de oliva protege las arterias y reduce el colesterol malo.

·      La berenjena reduce el colesterol.

·      El brócoli tiene una alta acción cancerígena, especialmente contra cáncer de pulmón, cólon y mama. Es mejor comerlo crudo o solamente cocido.

·      La cebolla es antioxidante, anticancerígena, antiinflamatoria y antibiótica. Combate la bronquitis y otros problemas pulmonares. Mejora la sangre, combate el colesterol malo y aumenta el bueno. Debe ser ingerida en estado crudo o casi crudo.

·      La zanahoria es un gran medicamento. Antioxidante y anticancerígena, protege las arterias. En ayunas, elimina parásitos intestinales. Combate el dolor del pecho (angina), mejora la visión, disminuye el colesterol malo y aumenta la inmunidad.

·      La col combate y previene el cáncer, es antioxidante y combate varias dolencias.

·      La espinaca, además de antioxidante, es uno de los vegetales que previene el cáncer con eficacia. Combate el colesterol malo. Debe ser comido cruda o levemente cocida.

·      El gengibre es antidepresivo, ayuda en las enfermedades nerviosas, combate el dolor de cabeza, la congestión del pecho y el reumatismo. Es antioxidante y anticancerígeno.

·      El yogur y los lactobacilos son benéficos para la vida del intestino.

·      Pero el queso, la leche, la manteca y toda grasa de origen animal, aumentan el peligro de cáncer y no hace ningún bien a las arterias.

·      Naranja, limón y lima purifican la sangre y protegen la salud.

·      La manzana reduce el colesterol y contiene agentes anticancerígenos.

·      La miel es un antibiótico y tranquilizante. Buena para el corazón.

·      Las nueces previenen el cáncer y protegen el corazón.

·      La pimienta evita coágulos de sangre y combate el dolor de cabeza. Es antiexpectorante y descongestionante.

·      La soja tiene efecto preventivo con relación al cáncer de mama y próstata. Disminuye el colesterol y ayuda a impedir y disolver los cálculos renales.

·      La uva roja tiene función anticancerígena y antioxidante, aumentando el colesterol bueno.

Así como todo lo que está en lo alto depende de lo que se encuentra en lo bajo, también cerebro y corazón de cada uno necesita el buen trabajo de la flora intestinal. Lo que es grande refleja lo que es pequeño y lo que es pequeño influencia lo que es grande, porque el Todo está contenido en cada una de sus partes.

Vivir es algo que se debe hacer con calma y los pequeños misterios bioquímicos  - como la silenciosa digestión de los alimentos  -  son casi siempre más importantes que los grandes actos espectaculares. Los pacifistas del siglo pasado gritaban: “Más pan y menos cañones”. Y no se equivocaban. El pan es preferible al cañón y podemos afirmar, que la naranja y el aguacate son preferibles a las centrales nucleares. La zanahoria y el brócoli, así como la cebolleta verde, son mejores que los misiles. El ajo, la col y la berenjena son preferibles a los submarinos.

Porque el renacimiento de la civilización del hombre sólo puede ocurrir a partir de las pequeñas cosas cotidianas. El milagro de la vida depende de la lluvia, del viento, del Sol y de las nubes. Y de las hojas verdes que crecen del suelo y las frutas que producen los árboles.

                                            Salvador Navarro Z.

                                            Especialista en Homeopatía.

 

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