ALCORAC

SALVADOR NAVARRO ZAMORANO

Dirigida a la Escuela de:

                        Mallorca

                        Las Palmas

Circular nº 3 , año XV

Bunyola, 1º de Marzo  de 2.009.

A.EINSTEIN – MÍSTICO Y CIENTÍFICO.-

Para que el cosmos pueda hacer la parte que le corresponde, debemos hacer la nuestra y todo funcionará en permanente bipolaridad.

No hay camino en el mundo de los hechos que conduzca al mundo de la Realidad, como causa rumbo a sus efectos; pero desde el mundo de los hechos empíricos-analíticos puede y debe ser abierto una senda que, como mucho, invite al contenido de la realidad cósmica para que fluya a través de la abertura de ese canal.

El canal va de un lado para el otro, pero las aguas de la fuente fluyen desde allá para este lado. “Facienti quod in se est Deus nos denegat gratiam” ; está máxima de la teología medieval corresponde exactamente al proverbio de la filosofía oriental: “Cuando el discípulo está preparado el maestro aparece”. Esto es aplicable tanto a las matemáticas, como a la metafísica y a la mística. ¿Qué son, además, esas tres M, sino la armonía entre mis pensamientos y la Realidad, también llamada Verdad o Lógica?

La matemática no es una ciencia a posteriori como la física, pero sí una sapiencia a priori. Las inducciones empírico-analíticas son procesos a posteriori, pero la deducción intuitiva lo es a priori.

Por más extraño que parezca por parte de un científico, que no trataba profesionalmente de la metafísica o de la mística, Einstein afirma categóricamente que la intuición o deducción a priori es el único camino seguro para descubrir las leyes fundamentales del cosmos. La Realidad del raciocinio rigurosamente lógico es un camino infalible para descubrir las actuaciones del mundo concreto. No hay un camino de hechos para la Realidad, pero hay uno desde esta para aquellos. Si los hombre supiesen raciocinar lógicamente, descubrirían por la sapiencia intuitiva lo que los adeptos de la ciencia analítica no descubren: las aguas que los canales no pueden suministrar, son dadas por la fuente, y los canales las reciben a posteriori, porque ya existen a priori en la fuente.

Todo el proceso empírico-analítico es una obra de ingeniería de construcción de canales, un proceso activo; mientras que el proceso intuitivo es un influjo del contenido de la fuente, un proceso receptivo, un movimiento de la Realidad cósmica hacia dentro de la actuación humana.

Quien se torna receptivo recibe.

Lo recibido está en el receptor según el modo del recipiente.

El recipiente no causa lo recibido, pero condiciona el recibimiento de lo que se recibe. La Realidad Cósmica es infinita, pero los hechos de los humanos reciben algo de esa Realidad de acuerdo y proporcionalmente a la capacidad y al modo peculiar del recipiente.

La tarea humana es, pues, un problema de capacidad y modalidad receptiva.

Quien va a coger agua al mar toma el volumen correspondiente a la capacidad de su recipiente. Y si éste es redondo o cuadrado, el agua recibida aparecerá en forma esférica o cuadrangular, aunque el agua en sí no tenga forma alguna. Si, además, el recipiente tuviera color, el agua incolora del mar aparecería como el color del envase.

Ningún finito ve la Realidad Infinita, así como ella es, sino tal como él es. La Infinita Realidad aparece limitada en cualquier finito.

Mi finitud o limitación da forma y color al Infinito, que no tiene ni la una ni el otro. No percibo la Infinita Realidad tal como ella es, sino tal como yo soy.

En su libro “Libros que revolucionaron el mundo”, dice Robert Down:

“Einstein nos invita a que aceptemos:

         Que el espacio es curvo,

         Que la menor distancia entre dos puntos es la línea recta,

         Que el Universo no es infinito, sino ilimitado,

Que el tiempo es relativo y non puede ser medido exactamente, del mismo modo y por todas partes,

Que las medidas de tamaño varían con la velocidad,

         Que el Universo tiene forma cilíndrica y no esférica,

Que un cuerpo en movimiento disminuye de volumen pero aumenta de masa,

Que una 4ª dimensión, el Tiempo, aumenta las tres dimensiones conocidas,

A la luz de ciencia analítica, estas afirmaciones son incomprensibles, pero a la luz de las matemáticas intuitivas, ellas son geniales.

Paradoja, en griego y absurdo, en latín, quiere decir algo que está más allá de la mente, como todas las grandes verdades. Lo que no es paradojal no es integralmente verdadero.

Los 81 aforismos del libro Tao Te King, de Lao-Tsé, priman por una maravillosa paradoja.

El filósofo inglés, Bertrand Ruseell, decía: “Todos saben que Einstein descubrió algo de asombroso, pero pocos saben lo que él hizo”.

El científico George W.Gray escribe: “Una vez que la Teoría de la Relatividad es presentado por su autor en lenguaje matemático, y en rigor no puede ser presentado de ninguna otra manera, hay cierta presunción en cualquier tentativa de traducirla en lenguaje popular. Sería lo mismo que interpretar la Quinta Sinfornía de Beethoven en saxofón”.

El propio Einstein nunca explicó la Teoría de la Relatividad. Lo que es explicable no es integralmente verdadero. El talento explica, implica y complica, pero el genio sabe intuitivamente e inexplicablemente.

Una intuición matemática no puede ser analizada por la ciencia. La Realidad no es explicable por los hechos.

Igualmente sucede en la mística que es esencialmente idéntica a la matemática, pues ambas son consciencia de la Realidad.

Los maestros místicos exigen:

         Que el hombre muera voluntariamente a fin de vivir gloriosamente,

         Que lo pierda todo para poseerlo todo,

         Que se vacíe para su plenitud,

         Que renuncie al tener a fin de ser..

Todo esto es incomprensible, por ser genialmente verdadero.

La razón de tal absurdo es obvia para quien comprende la infinita distancia que hay entre la intuición cósmica del genio y el análisis mental del talento.

Hay escritores ilustrados que pretenden someter las experiencias místicas a un análisis científico para saber si son verdaderas. De modo análogo podría alguien preguntar cuantos metros tiene la verdad, cual es su peso, forma y color.

El talento es una expresión de nuestro ego humano, pero el genio es una invasión del alma del Universo en el hombre.

La matemática y la mística repetimos, son la consciencia de la Realidad, mientras que la Física es la ciencia de los hechos demostrables.

Sigue en la Circular del mes de Abril de 2009.

LA REALIDAD OCULTA.-

En gran parte de la América del Norte el hombre abandonaba sus tierras en cuanto había agotado los recursos de obtención inmediata, tal como madera, carbón y minerales, sin dejar más que pueblos fantasmas, campamentos abandonados y laderas erosionadas como testigos de su paso. En otros lugares, los monocultivos han transformado la tierra en una sucesión de gigantescas fábricas al aire libre, especializadas en la producción de unas pocas variedades rentables. El monocultivo puede ser muy productivo, pero tal como suele practicarse destruye el mantillo y empobrece el suelo. Tiene la magnificencia de la tecnología moderna a gran escala, pero impide que la naturaleza exprese su variedad. Aunque esos inmensos campos de algodón, maíz o alcachofas tienen también su belleza, nunca igualarán el encanto de un paseo por una campiña diversificada.

Los primeros colonizadores de América dispusieron sus pueblos, viviendas y granjas según las pautas sociales que conocían de Europa. Por ejemplo, el tribunal de la colonia de la bahía de Massachussets, decretó que no debía construirse casa alguna a una distancia mayor de media milla de la iglesia. Sin embargo, las condiciones del lugar no tardaron en fomentar modelos de planificación distintos de los europeos; el temor a los ataques de los indios y la proximidad del bosque fueron las primeras causas que dictaron diversas modificaciones menores. Con el tiempo, las oportunidades económicas locales crearon modelos regionales. Las plantaciones del sur, establecidas en los estuarios del Estado, disponían de sus propios muelles. Dado que los barcos podían atracar, descargar y cargar en la propia plantación, prácticamente se podía prescindir del clásico pueblo y ciudad comercial. A resultas de ello, sus habitantes son poco aficionados a la vida urbana y se inclinan más por el idea de sociedad rural.

Las actividades agrícolas e industriales del hombre han llegado a transformar una gran parte del globo. Más del doce por ciento de la superficie terrestre total está dedicada a la agricultura, el diez por ciento a la ganadería y el veinte por ciento a la explotación forestal. De lo restante, la mayor parte está casi constantemente helada, o bien demasiado fría o demasiado montañosa para que el ser humano la habite o la utilice en condiciones normales. El resto está constituido por franjas marginales y especialmente por zonas arboladas sin explotar, algunas de las cuales podrán utilizarse en un futuro próximo. Si a este inventario se le añade la usurpación creciente que resulta de la industria, la vivienda, las redes viales de comunicaciones y demás necesidades de la vida moderna, puede calcularse que en la mayor parte del mundo la expansión en el uso de la tierra llegará a su fin hacia el año 2100. Para entonces se habrá poblado prácticamente toda la superficie terrestre compatible con la vida humana.

De hecho, nadie puede dudar seriamente de que, si no tomamos medidas inmediatas para corregir el desorden causado por la actual manera de vivir y la ciega expansión tecnológica, destruiremos en una centuria las condiciones que hacen posible la vida humana.

Cuando el hombre entre realmente en la era de la ciencia, abandonará sus desatinados y destructivos esfuerzos por conquistar la naturaleza y aprenderá a adaptarse al ambiente de forma que su manera de vivir y su tecnología le hagan sentirse de nuevo en armonía con ella.

Aunque estas palabras siguen reflejando mis convicciones, han dejado de satisfacerme por entero porque parecen implicar un punto de vista estático sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, como si la manipulación de la una por el otro no fuera un hecho histórico.

Dado que el hombre ocupa actualmente una gran parte de la superficie total de la tierra, el carácter distintivo de muchos lugares no sólo está determinado por sus características físicas y por los animales, plantas y vida microbiana que albergan, sino también, y de forma creciente, por las actividades humanas.

El clima, le geología y la topografía determinan qué formas de vida pueden prosperar en una zona dada, y estas formas de vida, a su vez, alteran la superficie y el cariz de la tierra. Cada lugar concreto es la expresión de un conjunto sumamente complejo de fuerzas vivas e inanimadas que se integran en un todo orgánico. El hombre es una de esas fuerzas, probablemente la más influyente; sus intervenciones pueden ser productivas y acertadas si los cambios que introduce son compatibles con los atributos intrínsecos del sistema natural sobre el que se actúa. La profanación a la que sometemos a la naturaleza no se debe a que la utilicemos para nuestros propios fines, sino a que la manipulamos sin respetar el espíritu de cada lugar. El propio vocablo “profanación”, que utilizamos para lamentar el daño que el hombre causa a la Tierra, implica la creencia en la santidad de la naturaleza, en el carácter sagrado de su relación con la vida humana.

Algunos afirman que para que la geografía sea una disciplina verdaderamente científica debe estudiar en detalle los mecanismos mediante los cuales el medio ambiente natural determina las actividades humanas. Pero el medio ambiente natural no determina la conducta; lo que hace es ofrecer opciones que el ser humana seleccionará según su cultura, sus aptitudes y sus preferencias personales. Al manipular la naturaleza para satisfacer sus deseos el hombre crea su entorno. Los grandes bosques pueden ser transformados en granjas menonitas o en campos de golf. El desierto puede ser convertido en una colonia mormona o en una ciudad. Los tuareg siguen llevando una vida nómada en el Sahara, mientras que los israelitas hacen florecer la arena de Negeb.

Naturalmente, los imperativos económicos influyen profundamente en la conquista de la naturaleza, pero los valores estéticos también juegan su papel. Los gustos sobre la configuración del paisaje proceden de los pintores holandeses e ingleses del siglo XVII y de sus contemporáneos meridionales. Estos pintores se sirvieron del paisaje italiano para crear escenas pastoriles, que acabaron por inspirar los parques y jardines de toda Europa. En Inglaterra, los expertos en jardinería ornamental adaptaron a sus proyectos esta nueva visión de las colinas italianas y la influencia de sus logros se extendió rápidamente por todo el país.

Así pues, muchos paisajes han sido reformados por hombres que estructuraron el terreno, el agua y la vegetación según modelos propios de su cultura y de sus gustos personales. Además, los paisajes adquieren un nuevo carácter gracias a los mitos que sobre ellos crean los pintores, los escritores y los músicos, y a los acontecimientos de la historia real con que están asociados.

El aborigen australiano o el indio navajo ve su tierra a través de los filtros que constituyen las leyendas de su tribu, mientras que el occidental civilizado contempla los diversos lugares del mundo a través de las pinturas, las novelas, los poemas, las melodías y los hechos históricos que se agolpan en su mente.

El carácter espiritual de un lugar simboliza la relación ecológica viva que existe entre ese lugar y las personas que de él provienen y que, a su vez, aportan los diversos aspectos de su humanidad. No hay pasaje, por grandioso o fértil que sea, que pueda expresar toda su riqueza potencial mientras no reciba el mito que le otorgan el amor, las obras y las artes del hombre.

Sigue en la Circular de Abril de 2009.

¿POR QUÉ EL DIABLO?

Vino luego Cerinto, cristiano que disputó con los apóstoles y predicó otra gnosis diferente. Fue el enemigo de Juan como Simón había sido el adversario de Pedro. Dijo que Dios había creado unos genios para gobernar el Universo; que uno de ellos era el que se había manifestado al pueblo hebreo en el desierto; que los hijos de estos genios fueron los demonios, espíritus degenerados, cuyo poder para destruir vino el Hijo de Dios sobre la Tierra, el único en quien se había manifestado el espíritu del gran Dios hasta allí desconocido del mundo. Al ser bautizado Jesús, descendió sobre él el Espíritu profético, elevándole a una dignidad que hasta allí no había tenido. Antes era sólo un hombre, el más justo; pero con el bautismo el Espíritu de Dios vino a alojarse en su cuerpo, y así llegó a ser el Cristo. Al ser crucificado, como el espíritu de Dios es impasible, se separó el Cristo del hombre Jesús; así, sólo este último sufrió la pasión y muerte.

Eran muchos en esa época los que no querían admitir que Jesucristo hubiera sido crucificado y enterrado en el sepulcro, pues decían que Dios no podía haber sufrido. Esta era la idea predominante de la época. Entre ellos San Ireneo.

Luego aparece Saturnino y pronuncia la Gnosis en un sentido místico: “A fin de castigar Dios a los ángeles rebeldes, les entregó la materia tenebrosa para que con ella crearan el mundo, y se reservó para sí el enviar al hombre un alma inmortal. El creador de la Tierra es uno de esos ángeles malvados. Ved las injusticias que comete con el pueblo de Israel. El cuerpo humano que Jehová hizo con la sustancia tenebrosa, es criminal por naturaleza; la carne sólo tiene inclinaciones perversas. Es precios ayunar, no comer carnes, abstenerse de mujer, proscribir el matrimonio, que sólo es una prostitución legitimada. Esto es lo que ha venido a enseñarnos el Cristo para destruir la obra del dios de los judíos”. Y Taciano añade: “Repeled la mujer; ella es el árbol del mal, las atracciones que ella ejerce producen la concupiscencia, que es nuestra perdición eterna”.

Hasta aquí todas estas Gnosis no pasaban de ser aspiraciones vagas; pero viene Bardesanes, que había sido la gloria de la Iglesia, y funda una que es ya un verdadero sistema: “Hay un Dios Padre desconocido que vive en el seno de la luz”, dice, “En oposición a Él está la materia eterna, masa inmensa, inerte, informe y tenebrosa, que es a la vez madre y morada de Satán”.

Bardesanes creía que Dios era el centro de la luz, el foco, y Satán el de la materia; con la diferencia de que Dios había creado la luz que era su medio ambiente, en oposición a Satán que había sido el engendro de la materia que le rodeaba, aunque recibiendo de Dios el primer impulso.

“El Dios descocido se desplegó en varias eternidades. Él mismo, habiendo concebido la idea de revelarse por un ser que fuera su imagen, se creó una compañera y ambos produjeron el Cristo; luego engendró a “Pneuma”, el aliento, y se la dio por esposa. Una entidad está encargada desde lo alto de los planetas, de conservar la armonía en el Universo; el bienestar o la desgracia, el crimen o la virtud; en una palabra, el destino del hombre depende de su voluntad; el mismo Satán le está subordinado. Cada constelación está presidida por un “genio”. Cada una de las treinta estrellas de que consta, lo está por otro, reunidas en décadas que gobierna un “decano”. A medida que las emanaciones de la divinidad se alejan de ella, degeneran. Una de ellas produjo al hombre; éste violó la ley que Dios le diera, y en castigo entró en un cuerpo material que está sujeto a Satán y a las influencias siderales. El Cristo bajó a enseñar al hombre su alto origen, que antes ignoraba, y a decirle que sólo su alma se salvaría; y, revestido de un cuerpo celeste, sufrió tan sólo la muerte y pasión en apariencia”.

Bardesanes no considera a Satán principio del mal, sino un ser hijo de la materia, subordinado a influencias siderales, que es impotente contra el espíritu, sobre todo depende de la venida de Cristo. Como se puede ver la influencia griega y alejandrina es aquí manifiesta, así como la caldea.

Cerdón, viendo la corrupción de la sociedad en que vivía, viendo que el hombre casi siempre tendía al mal a impulsos de la naturaleza, dio por sentado que el mundo había sido creado por el diablo, padre del mal, quien estaba en eterna contraposición con el Dios desconocido, padre del bien y de Jesucristo. Éste no se encarnó, pues no podía ponerse en contacto con la carne, que era sustancia demoníaca. Si nació fue sólo en apariencia, y pasó por el mundo proyectado como una sombra, reflejado como un rayo de luz sobre la tierra. Jehová era, según él, un diablo, y el Antiguo Testamento, un código infernal. Satanás sólo se declaró su enemigo, porque en el mal le hacía la competencia.

El persa Basilides explicó una Gnosis que era un panteísmo numeral, una mezcla de teorías mazdeístas y de la Cábala que se asemejaba algo al sistema pitagórico. “El Dios Padre es desconocido, inefable, inaccesible y se llama “bracax”, cuyas letras en griego dan el número 365 correspondientes a los días del año. Trescientas sesenta y cinco emanaciones de Dios presiden 365 mundos intelectuales. Las emanaciones del Dios Padre son: la Razón, el Verbo, la Inteligencia; las cuales engendran a su vez  la Sabiduría, la Fuerza, la Justicia y la Paz. Estas juntan forman el Pleroma, el cual a su vez engendra a las “potencias secundarias”, como son: ángeles, arcángeles, genios, etc. El Pleroma es el Dios completo, el Dios organizado y desarrollado, por así decirlo; su conocimiento es la Gnosis la cual se obtiene por la fe. La fe es un don que Dios envía sólo a las almas que tienen algo de análogo al Pleroma”.

“A medida que las emanaciones divinas van descendiendo, se hunden en la sombra. Estos últimos grados de emanaciones son el origen del Mal, son los ángeles que crearon el mundo. La materia es un conjunto de fuerzas vivientes, pero ciegas. Estas fuerzas están personificadas y militan a las órdenes de Satanás”.

“Estos seres maléficos, última degeneración de las emanaciones, invadieron el domicilio del Bien, es decir, de las primeras emanaciones, y desde entonces luchan las buenas organizando el mundo y las malas produciendo el caos. La armonía del mundo queda perturbada con esa incursión violenta. El Salvador bajó a unirse con el hombre Jesús, que era el más puro de su tiempo, para salvar todo lo que el mundo tenía de divino, es decir, el alma. El Salvador era el “nous”, la primera emanación del “Dios ignoto”. Para castigar el mal, la divinidad envía desgracias a los injustos y también a los justos, pues su cuerpo es sustancia de pecado, y así lo abandona más pronto el alma, volando libre a sumergirse en Dios. Hay ciertas fórmulas y figuras que, grabadas sobre una calcedonia, dan la fuerza de “Kaulakau” (nombre que daban al Salvador), que produce la fe en el alma y la vuelve refractaria al mal. Entonces uno es transportado al “Ser desconocido”, entra en posesión del Pleroma, vive en él, y superior a la ley, nada odia ni desea; lo desprecia todo, hasta la virtud”.

Las teorías de Basilides sobre el Mal se inclinan del lado de la predestinación, pues admite almas que tienen algo de Dios, o sea, una constitución análoga a sus primeras emanaciones. Estas eran, según él, las que vino a rescatar al Salvador.

Al desarrollar su teoría Basilides niega la existencia del mal en sí, dice es sólo la ausencia o la degeneración del bien. Satán y los seres maléficos que militan a sus órdenes no son más que las emanaciones más lejanas, los últimos efluvios, las ondas más diluidas de la propia divinidad, y si son oscuras, perturbadoras y destructoras, es porque se apartaron del centro, que es la luz, orden y creación. Así, en esta vida, ve en el mal sólo una menor cantidad de bien y la busca siempre por comparación.

Este método podía haber dado grandes resultados al haber prescindido de lo absoluto; pero no fue así. Esto lo inutilizó, pues partiendo de ello no podía contentarse con relatividades; así es que Basilides concluyó por tener una completa indiferencia para la virtud y el vicio, y por desear un aniquilamiento moral a fin de llegar a confundirse con la Divinidad misma.

Su hijo Isidoro modificó algo su sistema.

Jefe de los “docetas”, dijo que Jesús fue sólo un divino fantasma bienhechor, cuyo cuerpo no tenía más realidad que la apariencia. Se fundaban los docetas en que el Cristo al tercer día había resucitado y subido al cielo en cuerpo y alma; al haber sido su cuerpo material no habría podido volver a entrar en el seno de Dios, de donde procedía, pues la materia no se puede confundir ni mezclar con aquel espíritu purísimo. De aquí el que dedujeran que el cuerpo de Cristo fue sólo una sombra vana. Su muerte fue sólo un engaño para los que le sentenciaron, pues fueron víctimas de una farsa divina. La consecuencia en la práctica era la apostasía para evitar la persecución, pues decía que Dios se lo enseñó al tomar su cuerpo ilusorio para evadir el sacrificio. “Los perfectos no están sujetos a ley alguna – añadía; su alma demasiada elevada sobre el mundo de la materia, no puede ser alcanzada por Satán. ¿Para qué evitar la voluptuosidad cuando se ha alcanzado ya el Pleroma? Si entonces cae uno en ella, es sólo el cuerpo el que se degrada, no el alma, que ésta es impecable”. Y otros docetas de origen judío lo confirman diciendo que el Espíritu Santo es femenino y que se unió al Cristo por la cópula.

Sigue en la Circular de Abril de 2009.

LA CARA OCULTA DEL TIEMPO.

Antes de todo, el mito que forma la armadura de los conocimientos religiosos, y que se degrada en leyendas, cuentos y fábulas, invoca el funcionamiento de un orden del cual excluido la muerte y, desde que aparece el desorden de la muerte, el mito ya no es más que la exposición del método seguido por los hombres para restablecer la ley en la medida de lo público y limitar los efectos de la muerte. Trae en sí un principio de defensa y conservación que comunica al rito. Siendo la máscara y la danza representaciones figurativas, el ritmo es la pintura rupestre en el umbral del signo. Lucha contra la podredumbre, el exorcismo de la muerte y de la descomposición temporal: esto en su conjunto nos parece la función eufemística de la imaginación.

Concluyendo estas consideraciones, hay que resaltar la inseparabilidad en la cual Día y Noche, Memoria y Olvido, en su proceso circular, nos insertan: en el movimiento del darse y rechazarse, de velarse y desvelarse, donde se inscribe el Ser, rubricando nuestra historia en un decir sin palabras, que nos da acceso al modo de convocatoria. La memoria del pasado trae la tradición, la identidad de las comunidades o individuos que interviniendo en el mundo, construyen una historia. Legal el mensaje del movimiento vital de un cosmos por ellos retratado, que a su vez, en los gestos, sonido e imágenes registradas, recurre a nosotros para que cada uno busque, en medio del devenir, el orden y las simbolizaciones contenidas en los rincones más secretos y que, de repente, surgen. Están ante nosotros, desvelándose en su misterio para que, cuando notemos su ausencia, tengan señalado lo esencial en cada memoria.

La temática de la transición del Caos al Cosmos aparece retratada en las épocas míticas y pre-socráticas, en los personajes Cronos-Zeus, Noche y Día. Para enfocar las máscaras del Tiempo recurrimos al simbolismo animal, señalando a Cronos como devorador del individuo, recurriendo a pasajes de Homero y Hesíodo.  Ampliaremos las reflexiones esbozadas, en lo tocante a los hijos de Cronos: Noche, Destino, Muerte, Sueño, Olvido, Discordia como también la Memoria que, generando las Musas, inspira al poeta, se casa con Zeus, pero se vincula esencialmente con Apolo, el dios de la Luz, retornando por este último al héroe solar.

El hombre siempre se aterrorizó ante aquello que se anima con facilidad, con el movimiento violento que nos remite al Caos que lo hace proyectarse hacia figuras animales, su recelo ante lo inusitado y del Tiempo. Cuando la imaginación une intencionalidad conteniendo imágenes, la armonía del significado deviene en forma de símbolo. Mito y ritos se encaminan así en dirección a la más universal y compleja de las imágenes: el animal que, en el acto de moverse, encanta a los hombres que lo veneran como divinidades protectoras, o se apartan de ellas. Pero el animal que alimenta y cuya piel lo abriga no aparece en las representaciones míticas solo como tal, pues que se vincula a lo existencial colectivo propiamente dicho.

Por ejemplo, la serpiente y el pájaro, no son, por así decir, animales; lo que en ellos prima son las cualidades que no son propiamente animales: el enterramiento y el cambio de piel que la serpiente comparte con la semilla, la ascensión y el vuelo que el pájaro comparte con la flecha.

Sigue en la Circular de Abril de 2009.

 

 

 

 

 

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