ALCORAC

SALVADOR NAVARRO ZAMORANO

 

 

Dirigida a la Escuela de:

                        Mallorca

                        Las Palmas

                                                                                 

Circular nº 2 , año XV

Bunyola, 1º de Febrero  de 2.009.

A.EINSTEIN – MÍSTICO Y CIENTÍFICO.-

La más alta conquista de la ciencia atómica recuerda las avanzadas intuiciones filosóficas de los antiguos pensadores griegos, sobretodo a Demócrito, Aristóteles, Heráclito y Arquímedes.

Para Demócrito de Abdera, autor de la primera teoría atómica que la humanidad conoce, el átomo no es cantidad, sino pura cualidad. Toda cantidad es divisible, no atómica; indivisible, atómica, es la pura cualidad. Por esto, Demócrito identifica el átomo con el Infinito.

Actualmente, algunos hombres de ciencia considerar al átomo como una función cualitativa del Universo, y no como una partícula cuantitativa. Este concepto del átomo funcional o cualitativo, estaba contenido implícitamente en la teoría atómica de Demócrito, el filósofo matemático de Grecia.

Aristóteles de Stágira, escribió que Dios es “acto puro”, pura actividad sin ninguna pasividad. Pura actividad es solamente el Infinito, el Absoluto, el Uno, mientras que todos los finitos, los relativos al Verbo a la Palabra, son una mezcla de actividad y pasividad.

Para nuestra moderna ciencia atómica, algo es más real cuanto menos material. La materia - según Einstein – es energía congelada (pasiva). La energía es luz condensada (pasiva). La más alta realidad en el mundo relativo del Verbo es la luz cósmica, que representa la más alta actividad con un mínimo de pasividad.

Por esto, los grandes videntes metafísicos y místicos, comparan a Dios con la Luz. La Luz es el más perfecto símbolo del Infinito, del Absoluto, del Acto Puro, del Uno. Los científicos atómicos que afirman ser el átomo una actividad o función del Universo, y no una partícula material pasiva, entraron en la dimensión de la intuición de Demócrito y Aristóteles.

Heráclito de Éfeso, no admite una realidad estática o pasiva, solamente una realidad dinámica, activa. Para él, lo Real es la Acción. Pero esa Acción no representa movimiento, sino una actividad interna. Un acumulador eléctrico de alta potencia es energía, pero no es movimiento. Aristóteles hizo la maravillosa comparación entre la periferia de una rueda en movimiento y su centro; en la superficie hay mucho movimiento y poca fuerza, mientras que en el centro del eje hay solamente fuerza, sin movimiento.

Arquímedes de Siracusa, el gran filósofo y matemático, hizo numerosos descubrimientos de utilidad pública, incluso la ley de fluctuación de los cuerpos en el agua. Se dice que descubrió la ley mecánica cuando tomaba un baño en una piscina de la ciudad, Descubrió la relación entre peso y volumen y tuvo una chispa de intuición y, corriendo por las calles de Siracusa gritando ¡Eureka! ¡Eureka! O “Lo encontré”.

Son conocidas las enigmáticas palabras de Arquímedes: “Dad un punto fijo en el Universo y moveré el mundo de sus ejes”.

Estas palabras juzgan el concepto de que en el Universo todo es relativo y se mueve; quien se afirma en lo relativo al Verbo no tiene poder sobre éste; pero, si alguien se afirmase en el absoluto del Uno, tendría poder sobre todo el Verbo. Es el sentido metafísico y místico de las palabras de Arquímedes.

Estas palabras son una ampliación o paráfrasis del todo fluye de Heráclito.

Es como una indicación de que los grandes pensadores de la antigüedad vislumbraron el Uno del Absoluto y el Verbo de los Relativos, preludiando la intuición de Einstein y adivinando los cimientos de nuestra Filosofía Universal.

Einstein entendía por raciocinio puro la intuición que identificaba con la imaginación o la deducción en oposición la inducción.

Toda la herramienta del sabio eran pluma y papel. El pensamiento intuitivo o el puro raciocinio, funciona por sí mismo.

Einstein decía: “”al feliz evento del descubrimiento de leyes por intuición, precedieron años de un torturante tantear en medio de tinieblas, ansiedad sin fin, alternativas de esperanzas y desánimos, y por fín surgió la luz. Esto solamente puede comprender quien lo experimenta. Lo intentas 99 veces y a la centésima aciertas”. Pero esta centésima no es analítico-inductiva, sino intuición-deductiva.

Una vez en Zurich, Einstein desapareció durante dos días y al tercero reapareció, hambriento, desfigurado, mostrando en sus vestiduras que había dormido en medio de la hierba.

Más tarde en Berlin y luego en Princeton, a veces se encerraba en su habitación, prohibiendo severamente que nadie lo molestare, bajo ningún pretexto.

Los genios, cuando se haya al fin de una gestación mental o en vísperas de algún parto intuitivo, se separan imperiosamente de todas las circunstancias, aislándose en completa soledad donde esperar dar a luz sus hijos mentales. Los críticos consideran a esos hombres como anormales, raros y hasta egoístas, cuando en realidad son precisamente lo contrario; con hombres que van como impelidos por una sustancia central que fluye a través de los canales periféricos de las circunstancias, en el supuesto de que tales vías se hallen debidamente abiertas por el silencio y la soledad.

Einstein recurría frecuentemente a la música – piano o violín – tal vez para lanzar un puente sobre el abismo entre la concentración mental y la intuición cósmica. Matemáticas, Metafísica, Mística, son en el fondo la misma cosa, y parece que estas tres M necesiten de una cuarta, la Música. No de la música moderna que es dispersa, sino de ciertas melodías fuertemente concentradoras. Prefería a Bach, Mozart y Beethoven, entre otros.

El silencio es una especie de música cósmica que, en muchos casos, sustituye la música audible. Además, los grandes genios musicales, como Beethoven, escuchaban nítidamente la música cósmica antes de que la materializaran en el papel pautado. Parece que entre la música del espacio y la música aérea vigorosa, existe la misma relación que hay entre las ondas electrónicas que una estación emisora lanza al espacio y las ondas aéreas que el receptor de radio ofrece a nuestra audición.

Einstein afirma que no existe ningún experimento empírico ni un análisis meramente mental capaz de descubrir las leyes fundamentales del cosmos, pero que estas nos son reveladas por medio de la intuición, que él también llama imaginación o deducción. Encuentra que la facultad intuitiva solamente funciona después de agotar todos los recur4sos del análisis inductivo, el cual es necesario como preliminar, pero no suficiente como para calificarlo de definitivo. Parece que así justifica las conocidas expresiones:

Cuando  el discípulo está preparado, el maestro aparece.

Quien hace lo que puede, recibirá la gracia de Dios.

Ayúdate que Dios te ayudará.

El hombre es salvo por la gracia a través de la fe.

Ciertos profanos encuentran que basta ser un ego pensador y nunca ser un Yo cósmico, y es por esto que no escapan de la mediocridad, de la rutina horizontal del talento, ignorando los misterios cósmicos del genio y del místico.

Otros, unilateralmente místicos, confían en la Providencia de Dios, pero no hacen nada en el plano de las providencias humanas.

El hombre cósmico, sea matemático, metafísico o místico, opera totalmente con sus providencias del Yo consciente, y luego se entrega a la Providencia Divina. Así son los hijos cósmicamente concebidos y mentalmente gestados y elaborados, siendo dados a luz, y su nacimiento menos perfecto que su concepción, revela mucha belleza cósmica, concebida en alegría, gestada en labores y dada a luz entre una mezcla de dolores y delicias. Esta es la extraña odisea de los grandes genios que unos admiran y otros ridiculizan.

El análisis inductivo es necesario como condición, pero no es suficiente como causa.

Quien quiere luz solar en su casa, debe abrir una ventana; esa apertura es condición necesaria, pero solamente el sol es causa suficiente para la iluminación de la sala. La condición externa es necesaria para que la causa interna pueda funcionar.

El análisis mental es condición necesaria para que la intuición cósmica funcione como causa.

Continúa en la Circular de Marzo de 2009.

LA REALIDAD OCULTA.-

Este interés por la Naturaleza degeneró rápidamente, llegando a adoptar posturas artificiosas e incluso ridículas. En el Pequeño Trianon, María Antonieta y su corte usaban cayados dorados para cuidar de un rebaño de ovejas perfectamente aseadas y acicaladas. Asimismo, los amantes de la Naturaleza colocaron arcos en ruinas en determinados rincones para acentuar el carácter romántico del paisaje y admiraban un árbol muerto como si fuera una reliquia arquitectónica. Este falso sentido de la estética no dista mucho del que demostró tener quien decidió trasladar el Puente de Londres al desierto de Arizona para encarecer el valor monetario de cierto complejo urbanístico.

Al parecer, muchos de los visitantes que en el siglo XIX acudieron al Lejano Oeste lo hicieron movidos tanto por evocaciones históricas como por el auténtico esplendor del paisaje; las formaciones estratificadas de roca volcánica y sedimentaria les recordaban los castillos, templos y demás monumentos de las antiguas civilizaciones. Estas peculiaridades de falsa arquitectura siguen contribuyendo a la enorme popularidad del Parque Yellowstone y el del Jardín de los Dioses de Colorado Springs. De hecho, fue el valor del paisaje como entretenimiento más que su carácter primitivo lo que llevó al Congreso de EE.UU. a calificar al primer parque nacional de “un lugar de esparcimiento para uso y disfrute del pueblo”. La propia palabra “parque” indica que la intención del Congreso no era tanto la de conservar un paisaje natural como la de proporcionar a la gente un espacio alejado del ámbito urbano donde podía acceder a ciertas experiencias  tan interesantes como placenteras.

En aquella época como en la actual, pocos eran los espíritus dispuestos a sustraerse al placer de la compañía de sus semejantes y a las comodidades de la civilización. El aumento de mejoras civiles hará utilizable la soledad de los parques y la engalanará con todas las atracciones del refinamiento y buen gusto. Por desgracia, esta clase de “mejoras civiles” pueden degenerar con suma facilidad en las sórdidas instalaciones que actualmente desgracian algunos de los parques nacionales esparcidos por el planeta.

En cualquier caso, la mayoría no tiene otra oportunidad de entrar en contacto y disfrutar de la Naturaleza más que en sus aspectos más humanizados, como son las tierras de cultivo, los parques, los jardines y demás manifestaciones de la acción humana. En consecuencia, no basta con salvar los bosques, de secuoyas en California, los pantanos en Florida y el Gran Cañón, es igualmente importante tener en cuenta la calidad estética del entorno urbano y rural.

En la antigüedad, los historiadores acompañaban a la relación de los hechos la descripción del lugar donde habían ocurrido, de tal manera que la geografía física y la historia humana se hallaban siempre entremezcladas. Dado que el hombre es a la vez creador y criatura de su entorno, este procedimiento está plenamente justificado; la vida humana, dondequiera que se dé, está indivisiblemente vinculada a la Naturaleza.

La individualidad de cada lugar de la Tierra está determinada por el sistema de relaciones dinámicas que se dan entre él y la vida que alberga, sobre todo la vida humana. Excepto en el caso de aquellos territorios que se hallan en estado verdaderamente salvaje, la tierra sólo puede ser comprendida cuando se la considera en relación con el hombre. La presencia humana en un oasis del Sahara o en un río tropical cambia el carácter de la región. Alaska nunca volverá a ser la misma tras la construcción del oleoducto, ni tampoco la sabana africana tras la invasión de cazadores y turistas. Por regla general, cada localidad ha contado con la presencia sucesiva de pueblos distintos que han utilizado o explotado sus recursos, poblando la tierra como mejor conviniera a sus necesidades y transformándola mediante actividades que expresaban su manera de vivir.

Incluso la decisión de conservar ciertos territorios en calidad de zonas naturales protegidas implica unos juicios de valor que son de carácter puramente humano. Así, los pueblos primitivos protegían aquellos lugares que consideraban morada de sus dioses, los reyes asirios poseían reservas para cazar leones, Yellowstone se convirtió en parque nacional por sus paisajes pintorescos, etc.

Al mismo tiempo, existen zonas inmensas de lo que generalmente se conoce como “naturaleza” que en realidad han sufrido alteraciones muy profundas. En muchos casos, las consecuencias han sido nefastas, como el empobrecimiento del suelo y la desertización provocados hace miles de años por el exceso de apacentamiento o la erosión de ciertas zonas de la cuenca mediterránea, que data por lo menos de la época grecorromana.  Por otra parte, algunos de los lugares más bellos del mundo han adquirido sus actuales características gracias a la labor sistemática de gente humilde a lo largo de muchas generaciones. En gran parte de Europa, la personalidad de las diversas regiones geográficas y de sus poblaciones refleja la economía agrícola local; por ejemplo, los campesinos italianos han redondeado las colinas y escalonado sus laderas para poder cultivas en las terrazas resultantes; igualmente en las Islas Canarias se cultiva en muchas zonas con el mismo método de terrazas ascendentes.

El moldeado inconsciente de la Naturaleza, es decir, el que se deriva de las labores destinadas a satisfacer las necesidades humanas, acaba siendo complementado por esfuerzos estéticos conscientes. Mientras que gran parte del paisaje rural italiano ha sido esculpido por la labor anónima de los campesinos, el jardín renacentista italiano es producto de un proyecto geométrico consciente inspirado en el paisaje. En Francia, los paisajes relativamente llanos han propiciado la creación de extensas granjas e inspirado a la vez el modelo de parque clásico; las grandes perspectivas han sido durante varios siglos parte esencial del paisaje francés. La economía rural inglesa, basada principalmente en el ganado vacuno, ovino y caballar,  originó un tipo distinto de paisaje, con extensos prados, ríos que serpenteaban entre ellos, lagos que reflejan la luz difusa de los valles y pequeños bosques que coronan las colinas circundantes.

Con frecuencia, las transformaciones de la tierra por obra del hombre han revelado y avivado posibilidades potenciales que no se hubieran manifestado por sí solas.

Así pues, la palabra “naturaleza” puede aplicarse con toda propiedad no sólo a las tierras salvajes, sino también a aquellos paisajes en los que la presencia y la actividad humana han puesto de manifiesto ciertas características inherentes que permanecían ocultas.

Hay en el mundo muchas regiones cuyo paisaje revela la presencia secular del hombre. No es éste el caso del continente americano, pues los efectos de las fuerzas sociales sobre él son muy recientes. Mientras que las tierras europeas comenzaron a evolucionar orgánicamente bajo la influencia de gente humilde que se regía por sus sentidos y sus necesidades biológicas, gran parte del continente americano fue transformada con la mayor celeridad por inmigrantes cuyas motivaciones se derivaban a veces de sus ideales utópicos, pero habitualmente de sus sueños de riqueza, y que, por tanto, obedecían más a sus mentes que a su corazón o a sus sentidos. La propiedad que ha de legarse a un hijo suele mantenerse en buenas condiciones. Por el contrario, cuando ésta se explota para satisfacer intereses puramente individuales o sin otro criterio que la rentabilidad económica o la productividad, tiende a deteriorarse.

Sigue en la Circular de Marzo de 2009.

¿POR QUÉ EL DIABLO?

No creemos fundado lo que opinan algunos autores que la Gnosis es sólo lo orientan en el cristianismo. Si tuviéramos que separar lo oriental de lo cristiano, difícilmente nos quedaría por residuo, más que algo de la constitución política de la Iglesia, y algo de filosofía griega. En la Gnosis tenía más parte el helenismo que en la Iglesia, tanto, que podríamos decir que forma el tránsito entre ésta y la escuela de Alejandría. El mismo espíritu cristiano de sumisión y mansedumbre, era semita, y por lo tanto oriental por excelencia.

Pronto la lucha se hizo patente entre los observadores fieles del cristianismo judaico, y los innovadores. Triunfaron los primeros menos explicativos, más duros, más divorciados de la razón. ¿Por qué? Veamos los motivos. Lo que se piensa se modifica, y el continuo pensar sobre un tema, produciendo la modificación continua del mismo, conduce directamente a su completa transformación. Y como convenía formar un dogma positivo universal e inmutable, para que se constituyera una Iglesia y no una Escuela, lo gnósticos fueron eliminados de la ortodoxia.

Luego había otra razón para que no triunfaran, que estaba en el movimiento de la época. Desde que la filosofía había ido alejándose de la ciencia y acercándose más a la religión, desde que la razón de ser de todo, se apartaba de lo natural y se buscaba en un Dios único, el pensar, el calcular, no era ya necesario. La ciencia era inútil. Nunca la sabiduría adquirida por el hombre, podría llegar a compararse con la que de Dios emanaba. Los mismos gnósticos tenían que admitir partículas divinas en su alma para legitimar lo que pensaban.

San Pablo había proclamado ya la nulidad de la razón ante la fe divina. La Gnosis, pues, a pesar de ser una tendencia natural de la mente humana, debía de ser eliminada como la Escuela de Alejandría, pues marchaba contra la corriente. Si e3s profana, de nada sirve. Si investiga a Dios es un sacrilegio. Buscar la ciencia en lo absoluto, es una quimera. Todos los sistemas que han partido de esta base, sólo han producido elucubraciones estériles.

El principal problema que preocupaba a los gnósticos era el del mal sobre la Tierra. Casi ninguno de ellos al resolver este problema, admite como Dios al Yavé judío. El cálculo les lleva a ello. Su espíritu de justicia les impide el considerarle como Ser Supremo. Un Dios infinito, sabio, eterno y justo, ¿cómo puede ignorar lo que harán los seres finitos que Él puso sobre la Tierra? ¿Por qué se irrita cuando pecan? ¿Por qué no previó que podrían pecar? ¿Qué Dios es este, que se admira de lo que ha hecho como si le hubiera salido bien tan sólo casualmente? ¿Por qué es cruel, injusto, irascible y vengativo? Yavé, no puede ser Dios de ningún modo. . Si acaso, será un dios secundario, una emanación divina de segundo orden, un Demiurgos en delirio. Y le colocan en la categoría de los seres salidos de la sustancia de Dios mismo que habían degenerado fatalmente al apartarse del foco del que se habían desprendido. Y de aquí el que muchos consideren el mal, efecto del dios de Israel a la par que del diablo.

Pero la eliminación de la Gnosis de la Iglesia no fue completa, ni se verificó de una manera súbita. En la lucha, se la halla tan mezclada con la ortodoxia que casi es imposible distinguirla de ella en muchos casos. Aun después de haberla expulsado de su seno, le queda a la Iglesia restos de ella. San Panteno, San Clemente, San Teognoste, San Eulogio, San Metodio y San Ireneo, ¿qué son, sino gnósticos en el verdadero sentido de la palabra, a pesar de sus ataques a los partidarios de una Gnosis más radical que la suya? ¿Es otra cosa el Evangelio atribuido a San Juan Evangelista, que una Gnosis moderada? ¿Por qué se admitió al definir a Dios tres personas distintas en Él? ¿Las divergencias de los padres de la Iglesia sobre la Naturaleza del Verbo y la de Cristo, son otra cosa que una disputa gnóstica?

En los primeros siglos del cristianismo, antes de que llegara a ser la religión del Imperio, como no estaba aún fijado el dogma, era harto difícil el saber lo que era y lo que no era ortodoxo. De aquí la gran confusión en las definiciones que se dieron del alma y su destino, del origen del mal sobre la Tierra, de las personalidades de que se componía la divinidad, etc. Del propio Cristo no se fijó lo que había sido hasta el Concilio de Nicea. Se sostenía que había sido una pura emanación del Dios bueno; que era el hijo de Dios que viene al mundo a salvar la vida, para lo cual muere y resucita, preside la generación de los seres, y celebra su fiesta cuando se unen el varón con la hembra, dios hermafrodita, cuyo signo de resurrección es como en Egipto, la cruz, símbolo de los dos sexos reunidos; que era hombre y nada más; que era Dios sin mezcla humana; que era Dios y hombre a un mismo tiempo; que era un hombre especial a quien le cupo la mayor cantidad de Verbo posible, Verbo que en mayor o menor cantidad todos los hombres llevan en sí; que era un hombre justo llamado Jesús a quien se unió por el bautismo el Xristos espíritu de Dios; y por fin, no pocos afirmaban que era una ilusión, un mero reflejo sobre la Tierra de un Cristo, que preexistía en el seno de la divinidad.

Pasa la Gnosis por anterior al cristianismo; como no nos proponemos hacer un estudio de sus orígenes, ni lo afirmamos ni lo negamos. Se halla atravesada en el camino, unida al cristianismo, al seguir la filiación de la idea del mal. Por esto sólo al tratar de él nos ocupamos de ella.

Del mismo tiempo de los apóstoles era Simón el Mago que, según los padres de la Iglesia, fuel primero que predicó la Gnosis. Dice la leyenda que recibió el bautismo; pero un día encontró a Pedro en un camino y le dijo: “Toma ese oro y concédeme el don de hacer milagros” y Pedro le negó lo que pedía; y Simón se puso a estudiar la ciencia de hacer tales prodigios.

Pronto empezó a propalar una doctrina que divergía de la cristiana. Le acompañaba una mujer de gran hermosura, cuyos ojos tenían una penetración fascinadora. Se llamaba Helena y él decía formar con ella una pareja sagrada. Helena, según él, era la Inteligencia Divina que los espíritus inferiores, en un arrebato de celos habían encerrado por sorpresa en un cuerpo formado por materia, de esa sustancia del pecado. La Inteligencia, esclava de la carne, se mostraba tal cual era sólo cuando se remontaba a la especulación pura; se revelaba entonces de tal manera, que encantaba a todos, pues era toda Ciencia, toda Filosofía. Pero en cambio Helena, cuando se relacionaba con los hombres, no podía producir ni la felicidad ni la vida. Se consumía impotente en una lucha que sostenía para apartarse del mal a que le arrastraba forzosamente la sustancia impura de su cuerpo a impulsos de los sentidos. Amaba apasionadamente, pero apenas erigía un ídolo, que ya lo derribaba. Se había prostituido varias veces; de entre los hombres, se había entregado a los peores, y a causa de su dualismo, como impulsada por una extraña fatalidad, la poseían los que ella no amaba, y a los que adoró su espíritu, no les perteneció nunca. Se había tendido en el lecho de los lupanares y en el césped de los jardines; había tenido todos los vicios; no hay sensación que ella no hubiera experimentado. Había sido idólatra, mentirosa, degradada; se había revolcado en el fango de todas las prostituciones

Fue Helena en Grecia, la que hizo arder Troya; En Roma, Lucrecia, la que produjo la caída de la monarquía; la hija prostituida en Israel; Dalila en Siria. Era la Luna bajada a la Tierra, y cuando querían prenderla se remontaba al cielo; era, en fin, el Cristo hembra, que para rescatar las mujeres había sufrido lo peor que en la Tierra ellas pueden sufrir, la prostitución, como Jesús sufrió lo que más afrenta al hombre, el suplicio.

Simón el Mago decía que él era el Salvador, y que había venido a redimirla; que él encerraba en sí la primera manifestación de Dios. La persona del Cristo sólo había revelado al Dios Hijo, la suya revelaba al Dios Padre, su amiga el Espíritu Santo. Afirmaba saber el secreto de lo divino y de lo humano, de la creación del mal sobre la Tierra. Decía de Dios que era todo luz y todo fuego; que se dividió en varios seres espirituales; que lo contrario de Dios era el mal, el cual estaba contenido en la materia tenebrosa, oscura; que uno de los seres emanados de Dios, el Demiurgos, hizo con ella la Creación; pero que al llegar el hombre se encontró con que no podía acabarlo; entonces la Divinidad superior intervino para infundirle el espíritu. Por esto hay en el hombre una lucha continua entre la materia, sustrato del mal, y el espíritu, de origen divino. El principio de la luz lucha contra las tinieblas, no sólo en el hombre, sino en toda la Naturaleza; en ella todas las existencias se debaten continuamente.

“Para terminar esta lucha  -decía-  Dios envió a los hebreos el Cristo, a los griegos el Espíritu Santo y a mí a los Samaritanos. Yo poseo la ciencia del bien y del mal; yo lavo la sangre y la infamia, y para probarlo puedo obrar milagros. Nerón me quiso decapitar y cayó la cabeza de un carnero. Cuando me persiguen ando sobre las aguas, si estoy en la costa; y si en el interior, me remonto a las nubes y luego bajo con el rayo que del cielo cae, emanación del fuego de que este Dios está formado. Cambio de figura; me convierto en insecto o en pájaro, según me place. Una vez que me enterraron vivo, resucité radiante al tercer día”.

Como puede verse, la gnosis de Simón, que no es aún la gnosis cristiana aunque tienda a contener en ella al cristianismo, viene saturada de tendencias mazdeístas, si la tal gnosis y el tal Simón no son más que producto de una leyenda bajo la cual se encubre la personalidad del Apóstol de los gentiles.

Se dice que la leyenda de Simón el Mago en su forma primitiva debe exclusivamente su origen a la rabia que los judíos cristianos tenían al Apóstol Pablo. Atribuían los progresos de las predicaciones de Pablo a artes maléficos. Si se analiza se verá que la mujer que le acompaña es un mito, personificación del paganismo. Es Helena, es decir Grecia; es Roma; es la Luna, deidad del Asia Menor. El mismo nombre de Simón, no es más que una variación de Saulón o Pablo. La vida de Simón es una parodia de la vida de San Pablo.

Sigue en la Circular de Marzo de 2009.

LA CARA OCULTA DEL TIEMPO.

La memoria tiene un poder mágico, que es la Música: canto que repite el origen para retenerlo, conservándola intacta en su esencia. Este carácter intacto significa una inalterabilidad en relación del devenir: conservar, evocar, procurar activamente; ser del Tiempo, no dejándose diluir por él. Buscando ir más allá de sus propios límites, el hombre retiene lo fugitivo, trae al presente algo que ya no le pertenece y todo esto significa una cosa: crear.

La audición de un canto permite el reconocimiento de su sonido, de aquello que lo representa en un estadio anterior al de la Memoria, en cuanto tiene de voluntad que selecciona y escoge sus recuerdos.

En la Música evocativa permanece vivo aquello que personifica una comunidad en su potencial de tocar la totalidad de lo real, de los entes que comparte el existir humano: cuna de sabiduría, de la articulación de significados y ordenación del Cosmos.

La Música, principio que engendra el Cosmos, privilegio divino concedido y revelado a los mortales, les libera en los sonidos la armonía de lo real, vivificando los lazos que los atan al acorde de la esencia. La Música de la Memoria concentra en sí la Vida, desvela la Belleza al hombre total, que no solamente la escucha, sino que participa del ritmo en el cual siente lo que le circunda, explicando en el lenguaje musical todo lo cotidiano, levantándolo artísticamente.

La memoria, lejos de ser intuición del tiempo, escapa a éste último en un tiempo re-encontrado y, por tanto, negado. Pero si la memoria tiene el carácter fundamental de lo imaginario, que es ser eufemismo, por eso mismo es anti-destino y se levanta contra el tiempo.

La memoria es el poder de organización de un todo a partir de un fragmento vivido. Ese poder reflejo sería el poder general de la vida; la vida no es un devenir ciego, sino que es poder de reacción, de retorno. La organización de la que forma parte, se vuelve dominante en relación a un todo, es la negación del poder de equivalencia irreversible, que es el tiempo. La memoria como la imagen, es esa magia suplementaria por la cual un fragmento existencial puede resumir y simbolizar la totalidad del tiempo recuperado.

No solamente en el canto, sobre todo en el Arte, que se retrata en las pinturas rupestres de las cavernas  donde están impresas el paso del hombre por el mundo, la Memoria se instaura como la busca de lo Sagrado, de integración y unidad. Es trascendencia temporal, cohesión, desvelamiento y misterio, legado por el pasado a los pueblos de la época que se distancian cada vez de lo divino. La pintura contiene la memoria del animal diseñado, como también la existencia de un pueblo: al contemplarla estamos ante los símbolos, de sensaciones que miden la relación de los hombres del pasado frente a aquello que fue, es y será. Es el medio conveniente y el momento oportuno para el rescate de la unidad con lo real, continuamente a nuestra espera, para ser evocada en la vida que pulsa en cada uno en este ahora.

Continúa en la Circular de Marzo de 2.009.

 

 

 

 

  

 

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