EINSTEIN

MÍSTICO Y CIENTÍFICO

ALCORAC

SALVADOR NAVARRO ZAMORANO

      

 

 

Dirigida a la Escuela de:

                        Mallorca

                        Las Palmas

                                                                                 

                                                                                  Circular nº 12 , año XIV

                                                                                  Bunyola, 1º de Diciembre de 2.008.

A.   EINSTEIN – MÍSTICO Y CIENTÍFICO.-

Es visible el cambio de actitud e ideas que se operó en Einstein en la medida que su saber se iba clarificando y cristalizando.

En los últimos años rompió relaciones con su colega Ernst Mach, que intentaba construir todo el conocimiento humano en experiencias empírico-analíticas, cuando Einstein se convencía cada vez más de que la última certeza venía de una “divinización” que tal vez equivalía a intuición. “La mente avanza hasta el punto donde puede llegar; después pasa a una dimensión superior, sin saber cómo ha llegado. Todos los grandes descubrimientos realizaron este salto”.

Repetidas veces rompe desde el inconsciente profundo de ese hombre aparentemente profano, el alma mística de alguno de los antiguos profetas hebreos. Al doctor Douglas, hombre religioso, le confiesa: “Si no fuese judío sería un cuáquero”.

En un tiempo presidió en las paredes del gabinete de Einstein los retratos de Newton y Maxwell, pero en los últimos años allí figuraba también la fotografía de Gandhi, a quien llamaba “el mayor hombre de nuestro tiempo”. En un libro, Einstein completa este pensamiento, diciendo: “generaciones venideras difícilmente creerán que haya pasado por la faz de la Tierra, en carne y hueso, un hombre como Gandhi”.

¿Es posible que no hubiera una secreta afinidad entre el matemático y el místico? ¿No es que ambos convergen en la misma consciencia de la Realidad?

Imperceptiblemente, en sus últimos años, parece ser que Einstein se aproximó a la sabiduría del rey Salomón, que en el ocaso de su vida llena de gloria, escribió: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad y aflicción del espíritu, excepto amar y servir a Dios”.

En los últimos años de su vida, la revista Rearders Digest hizo entre sus lectores una encuesta sobre lo que pensaban de Einstein. La opinión unánime, sin ninguna discrepancia, fue esta: “Einstein es un sabio y un santo: un hombre bueno; un hombre lleno de humanidad; un hombre cósmico”.

El profesor Willy Hellpach hablando sobre Einstein se refirió al movimiento sionista de Israel, por el cual el matemático se entusiasmó, cuando en el decir del profesor, la misión de Israel no es nacionalista sino cosmopolita. Todo entusiasmo nacionalista acaba fatalmente en un fanatismo, sobre todo cuando la élite inicial de los fundadores y guías se transforma en la masa posterior del pueblo.

Lo que no dice el profesor es que Einstein fue invitado para ser el primer Presidente de Israel, invitación que el matemático declinó, declarando: “No entiendo nada de relaciones sociales, entiendo un poco de matemática”.

Del resto, ¿admira que Einstein y otros genios hayan vivido ajenos a la circunstancias de la vida social, que generalmente se llaman “realidades de la vida”? El genio vive totalmente en su sustancia real y solamente tolera los ficticios actos de la sociedad.

Inmensamente grande es la legión de los profanos.

Pequeña la élite de los genios y los místicos.

Raros son los hombres capaces de vivir simultáneamente en el mundo de la Realidad y en el de los hechos.

Cuando en 1933, Einstein llegó a Princeton, la Universidad lo invitó para ser Profesor de Matemática. El rector le preguntó qué cantidad mensual pretendía recibir y Einstein contestó diciendo que mandaría una carta.

Cuando la carta llegó el Consejo Universitario resolvió no aceptar la mensualidad solicitada, pero exigió que recibiera una mensualidad tres veces mayor que la pedida, porque la Universidad se desmoralizaría si pagase a un profesor aquella insignificancia.

En la magnífica Iglesia Baptista de River Side Drive, de Nueva Cork, figura en un medallón en lo alto de la pared interna, los grandes genios de la humanidad de todos los tiempos y países. La larga serie termina con el medallón de Einstein.

Cuando Einstein se vio en medio de los sabios y santos de la humanidad, hizo examen de conciencia y observó: “Esto me impone un gran responsabilidad. ¿Seré digno de figurar al lado de ellos?”.

Lo que impresiona es que una Iglesia cristiana colocara el retrato de un judío en medio de los grandes genios de la humanidad.

Es sabido que los grandes genios de la humanidad son, generalmente, muy “distraidos”.

Esa “distracción” es el auge de la concentración. Siendo que ellos viven más en la gran Realidad invisible, que en las pequeñas circunstancias visibles, poco se interesan por estas últimas.

 Einstein era uno de esos grandes distraidos-concentrados, porque vivía mentalmente más en el gran Allá que en el pequeño Aquí.

Un día, alguien se encontró con Einstein en uno de los caminos que del Campo de la Universidad de Princeton conduce, a través de bosques, hasta lo alto de la colina donde se halla el Instituto de Estudios Avanzados, Centro de Investigaciones Atómicas. Einstein se detuvo y dijo al otro: “¿El señor me puede decir si vine por el camino de la derecho o el de la izquierda?”

- “Por el camino de la derecha” – respondió el otro y preguntó: “¿Por qué desea saberlo?”

- “Entonces ya he comido. Es que antes de comer acostumbro subir por el camino de la izquierda”.

La residencia de Einstein era en ese tiempo, en Mercer Street, que atraviesa uno de los bosques del Campus. Alrededor de Princdeton se alargan vastas planicies, por las que acostumbraba dar largos paseos.

Un día, al principio de su estancia en Princeton, se perdió en una de esas planicies. Entró en una casa a lo largo de una calle y pidió permiso para llamar por teléfono. El dueño de la casa le preguntó a quien quería llamar. Einstein respondió: “A Albert Einstein”. “Ese nombre no está en la guía telefónica”, respondió el otro. Y el matemático dijo: “Pero….Albert Einstein soy yo mismo…”

Y llamó por teléfono a su casa, porque no recordaba el número de su residencia, tal vez en la misma calle.

De hecho, el nombre de Einstein no constaba en la guía telefónica por precaución. Es que en ese tiempo la policía secreta de Hitler había dado órdenes para traer a Einstein hasta Alemania, vivo o muerto. Cuando Einstein supo que el precio por su cabeza era de 5000 marcos, se admiró de que su cabeza valiese tanto.

Difícilmente se pudiera extraviar en el Cosmos, pero fácilmente en nuestra pequeña Tierra, donde vivía como un extraño.

Sigue en la Circular de Enero de 2009.

LA REALIDAD OCULTA.

Ciertos imperativos de la naturaleza humana limitan los esfuerzos del hombre por dar forma al entorno y a su vivienda. En los pueblos de cultura preindustrial, la forma de las viviendas y tejados está determinada por la temperatura, la insolación, la cantidad de lluvia, la clase de terreno y los materiales disponibles para la construcción. Los iglús, las tiendas indias, las soleadas casas de los indios pueblos y las chozas sin paredes de los yaguas del valle del Amazonas, constituyen soluciones  prácticas y económicas a los problemas ambientales de cada lugar concreto.

A pesar de la actual estandarización tecnológica, los factores ambientales siguen afectando profundamente a la configuración del paisaje y de la vivienda. En las prácticas agrícolas modernas, el peligro de erosión se combate mediante el surcado en contorno, como durante siglos se ha hecho en lugares tan dispares como Japón, Perú y la Europa meridional con los tradicionales bancales. Aun sirviéndose de los mismos materiales de construcción, los arquitectos y los constructores tratan nuevamente de adaptar los edificios a las condiciones climáticas locales con resultados comparables a los alcanzados en épocas anteriores, como puede observarse fácilmente si se viaja de norte a sur o de este a oeste en España, o desde el Norte al Sur de Europa.

Las inmensas proporciones de los accidentes naturales en muchos puntos del continente americano, influyen inevitablemente en la concepción y el tamaño de las construcciones. La anchura de los ríos y la longitud y altura de los puentes crean nuevas dimensiones para el paisaje humano. En Europa, la mayoría de los puentes se construyeron para ser utilizados por los seres humanos, mientras que los modernos puentes americanos fueron concebidos para el tráfico rodado. Las edificaciones de las ciudades antiguas están arracimadas en grupos compactos entre los que discurren callejuelas cortas y a menudo tortuosas; por el contrario, la disposición geométrica que desde el principio imperó en las ciudades de América, propició la creación de calles largas que más tarde se convirtieron progresivamente en autopistas. En cuanto pones el pie en una de ellas, ya no puedes parar. La consecuencia última de esta política sería la ciudad lineal.

Los accidentes históricos también intervienen en la configuración del paisaje. La ciudad de Washington fue proyectada por un francés, el mayor Pierre Charles L’Enfant, quien decidió construirla en los llanos que bordean ambos ríos, siguiendo los principios de la arquitectura renacentista francesa. Un arquitecto italiano, más familiarizado por tradición con la construcción en zonas elevadas, probablemente habría situado la ciudad en las laderas orientadas hacia el sureste que dominan el actual emplazamiento. San Francisco fue construida en el lugar que ocupa actualmente porque, cuando se fundó, el puerto era el lugar más accesible. Si la colonización de California tuviera lugar actualmente, es muy probable que San Francisco fuera un barrio periférico de una ciudad situada al otro lado de la bahía.

En ciertos casos, la extensión del país influye también en la actitud de sus pobladores respecto a la utilización de la tierra. En Inglaterra, por ejemplo, la necesidad de preservar los espacios abiertos en una isla muy poblada y de tamaño limitado ha hecho que la planificación urbana y rural se haya convertido en una de las principales preocupaciones. Por el contrario, pocos deben ser los americanos que actualmente caigan en la cuenta de que la tierra empezará pronto a escasear. Todavía creen que si un lugar deja de gustarles, pueden abandonarlo en busca de otro mejor tal como hacían sus predecesores. Según esta actitud, la tierra es un recurso a utilizar, e incluso a desaprovechar, sin pensar en el futuro.

Aspectos tales como el amor por el ambiente rural que sienten los ingleses, la preferencia por las perspectivas que muestran los franceses, la solidez y estabilidad de la vida que se observa en las sociedades conservadoras y la diversidad y fluidez de la actividad empresarial que se da en los Estados Unidos se reflejan en la configuración del territorio nacional y le imponen pautas evolutivas de las que es casi imposible escapar. En todas partes, la persistencia de las características del lugar es el resultado de una compleja interacción entre naturaleza y cultura. En ciertos casos especiales, es sin discusión la naturaleza quien aporta los rasgos más sobresalientes, como ocurre en el Gran Cañón del Colorado o en las cataratas del Niágara. En otros, como en las ciudades de París y Londres, la fuerza dominante es la actividad humana; pero incluso en los entornos más urbanizados, la naturaleza contribuye al espíritu del lugar. Los ríos de París y Londres, las colinas de Roma y el clima de estas ciudades han creado las condiciones favorables para una superestructura regional que, aunque evolucionando, conserva su inconfundible personalidad. La persistencia de las características de un lugar es la expresión de un espíritu cuyo poder es capaz de unificar a la población más heterogénea y también de adoctrinar y en ocasiones convertir a los visitantes e inmigrantes que llegan a él en busca de una experiencia y oportunidad.

Cierto que todas las zonas urbanas de los países industrializados se asemejan cada vez más en su aspecto superficial, pero éste no es un fenómeno nuevo. Los templos griegos y romanos de ciertos períodos muestran una gran uniformidad y lo mismo puede decirse de las catedrales góticas y de sus esculturas. También los palacios renacentistas con sus elaborados jardines, los suburbios de la revolución industrial, los edificios construidos en piedra arenisca y las opulentas mansiones burguesas construidas por todas partes pecan de uniformidad.

Por otro lado, la tendencia actual hacia una mayor uniformidad tal vez no sea tan profunda y persistente como se teme. Cuando el viajero se despierta en la habitación de un motel, no tiene forma de reconocer ni visual ni olfativamente rasgo alguno de ambiente local, pero los gestos de la camarera y la forma de andar de la gente en la calle no tarde en hacerle advertir donde se halla. Aunque los técnicos y banqueros de Nueva Cork, Madrid, Londres y Estocolmo se ocupan de los mismos problemas y hablan el mismo idioma, los barrios de gentes de sus respectivas ciudades siguen siendo diferentes como también lo son las afueras, las ciudades satélites y sus cinturones verdes; las nuevas comunidades y las nuevas ciudades europeas no tienen contrapartida en los Estados Unidos. Los metros de Nueva Cork, Londres, Barcelona, París y Moscú funcionan gracias a los mismos principios tecnológicos, pero sus pasajeros y empleados siguen el ritmo de tambores diferentes.

Es obvio que el estilo internacional de métodos y materiales facilita ciertas operaciones comunes a todo el planeta, pero los seres humanos no dejan de buscar en su entorno inmediato el carácter distintivo. Las características cósmicas, terrestres e históricas de cada lugar concreto otorgan al regionalismo justificación firme y perdurable. Por estar arraigada tanto en la naturaleza humana como en la física, la diversidad ambiental persiste  en el ecumenismo del mundo moderno. Las fuerzas naturales y culturales superarán los imperativos tecnológicos y políticos y continuarán alimentando a este genio local responsable de las características de cada lugar.

Sigue en la Circular de Enero de 2009.

¿QUÉ ES EL DIABLO?

Lo que son sólo meras figuras del lenguaje toman proporciones de realidad en esas mentes exaltadas y se creen con poder sobre estos seres fantásticos, víctimas de ellos, el Cristo según los Evangelios, fue transportado por el diablo a la cumbre de un monte y sobre lo alto del templo para tentarlo. En Palestina y en Alejandría, lo mismo que en Egipto y que en Caldea, todas las enfermedades son consideradas como posesiones demoníacas. Los exorcismos vienen a ser los únicos remedios para todos los males. Para hacer constar lo divino de sus doctrinas apelan todos a la facultad de ver los espíritus, de obrar sobre ellos, de combatir los adversos. Los demonios son los que dan fe de lo sagrado de la misión del personaje, abandonando la persona o lugar en que están alojados, tal como antes los magos de Babel. Y estas creencias no son exclusivas del cristianismo en esta época, sino comunes a todas las religiones y sectas del Imperio. De Apolunio de Tiana, dice Filostrato de Lemnos que expulsaba los demonios, lo mismo que los apóstoles del Cristo. Los Evangelios afirman que Jesús curaba los poseídos y que los doctores de la ley t los escribas lo acusaban por ello de estar entregados a Belcebú.

Los judíos helenistas confunden los demonios griegos, considerados ya en su mayor parte como genios maléficos y divinidades infernales por los paganos, con los “schedim” de los judíos palestinos, nombre que indica “los poderosos” y que aplicaban a los dioses de los gentiles; y todos creen que estos no son otros que los ángeles caídos de que habla el libro de Enoch, y que luego cuentan los Evangelios. El Satán judaico, que en el libro de Zacarías parece ya influido por el Arimán persa, en el libro de la Sabiduría, ha tomado ya uno de los caracteres del enemigo de Ahura: “Por la envidia del diablo, dice, entró la muerte en el mundo”. El hombre, según el Génesis, era mortal, sólo según los persas era el Espíritu de las tinieblas el autor de la muerte. El libro en cuestión le llama “diablos” en griego, calumniador, el que deshace, de donde le queda luego el de diablo. Y después asimilándolo a la serpiente, se crea que fue él quien tentó a Eva en forma de reptil para pervertir así el género humano desde su origen.

Consideran todos a Satán como caído del cielo junto con sus ángeles y habitando el abismo tenebroso. Dice el Génesis que los hijos de los dioses se enamoraron de las hijas de los hombres y de su unión con ellos nacieron los “gigantes”. Pero viene el libro de Enoch y tomando pie d este explica la caída de los ángeles de la siguiente manera: “Los hijos de los hombres se habían multiplicado y los “egregori” o sean los valientes, se enamoraron de ellas”. Eran doscientos, a cuya cabeza marchaba Azazel o Semjaza, con diecinueve más. Guiados por él bajaron a la Tierra, se unieron a ellas y de esta unión nacieron los gigantes. Luego enseñaron a las mujeres y a sus hijos a fabricar armas, a fundir metales para hacer monedas, a adornarse, a ponerse afeites, a emplear la fuerza, a conocer la virtud de los simples, la eficacia de los venenos, a producir fascinaciones y encantamientos con el medio de preservarse de ellos, las maravillas de la astronomía y la adivinación por los signos del aire, por los de la tierra y por los de la Luna. Los ángeles buenos, al darse cuenta de ello, se presentaron ante el Todopoderoso, mandados por Micael, Rafael, Gabriel y Uriel, y le enteraron de lo que pasaba. Entonces Dios ordenó a Uriel que avisara a Noé que se escondiera y mandó el Diluvio. Luego dijo a Rafael: “Ata a Azazel, cárgalo de cadenas y precipítalo a las tinieblas, allá en lo más profundo del desierto de Dudail, y luego lo taparás con un montón de piedras para que no vea más la luz; y el día del Juicio él será echado al fuego eterno”. Y dijo luego a Gabriel: “Marcha contra los gigantes y haz que se batan y se maten mutuamente, hasta que no quede uno sobre la Tierra”. Dijo a Micael: “A Semjaza y a sus secuaces átalos cuando hayan sido testigos de la muerte de sus hijos, con cadenas a los árboles de los bosques y que queden allí durante setenta generaciones hasta el día del Juicio. Entonces serán precipitados en el caos eterno, donde hay el fuego que jamás se extinguirá. Y los hombres que con ellos hayan estado o los hayan imitado serán también precipitados a estas prisiones tenebrosas”. Esto es lo que ordenó Dios para reparar el mal que los valientes habían causado en la Tierra, por el misterio de la iniquidad que habían enseñado a sus mujeres y a sus hijos.

Tal es la leyenda de la caída que adoptan luego los judeo-cristianos con algunas modificaciones. Lo principal consiste en considerar a Satán caído junto con sus huestes, por orgullo, por quererse hacer igual a Dios, y no por amor a las mujeres de la tierra. La primera relación y la más notable que de la caída de Satán encontramos en los escritos cristianos es la del Apocalipsis de Juan, escrito según la crítica moderna en el año 69, época de la muerte de Galba.

Su autor describe una visión: una mujer aparece en el cielo; va vestida de Sol; coronan su cabeza doce estrellas; a sus pies está la Luna, tiene los dolores del parto, el hijo que va a parir es el Mesías. Un enorme dragón rojo, con siete cabezas coronadas de diademas y diez cuerpos, se presenta en los espacios celestes. Aguardad el nacimiento del hijo de la Virgen para tragárselo. Tal es su fuerza que de un golpe de cola precipita a la tierra la tercera parte de las estrellas del firmamento. Este dragón es la antigua serpiente llamada “diablo”, es decir, Satanás. De la mujer nace un hijo varón que ha de regir a todos con vara de hierro, el cual sube radiante de gloria al trono del Eterno. Aparece enseguida el arcángel Miguel al frente de sus ángeles y presenta batalla al terrible adversario y sus secuaces, el cual es derrotado y precipitado del cielo a la tierra con todos los ángeles rebeldes. La victoria ha sido obtenida por la virtud de la sangre del cordero inmolado. Los seres celestiales entonan un canto de triunfo por la victoria del Cristo; porque el acusador de los hombres, el que los denigraba de día y de noche delante de Dios ha sido expulsado del cielo. Pero ¡ay de los moradores de la tierra y de la mar! que el diablo ha descendido y tiene gran ira sabiendo que sus días son contados. Su primer acto sobre la tierra es perseguir a la Iglesia del Cristo, y luego, impotente contra ella, se ensaña contra todos los de su raza.

Satán ya ha bajado del cielo a la tierra. De aquí en adelante no es admitido cerca del trono de Dios, pero tampoco será encadenado aguardando el Juicio, como en el libro de Enoch, sino que se bate contra los que tienen el testimonio de Jesucristo. Efectivamente, los cristianos de la época en que Juan escribió el Apocalipsis, veían arreciar cada día las persecuciones del Imperio. Cristo había triunfado en el cielo, pero no completamente en la tierra. El paganismo que no había podido tragarse al Cristo, atacaba con furor a su Iglesia. No cabía duda alguna; Satanás luchaba aún.

Otros documentos cristianos hablan de la caída de Satán. El Evangelio de Lucas hace decir a Jesús: “Yo vi a Satanás que como un rayo caía del cielo” La Epístola apócrifa titulada II de San Pedro, dice más de acuerdo con el libro de Enoch, que Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que despeñándolos al Infierno envueltos en cadenas de tinieblas, los entregó a él para ser allí retenidos hasta el día del Juicio. Y Judas afirma que los ángeles que no conservaron su origen y abandonaron su morada, Dios los tiene guardados debajo de la oscuridad, en prisiones eternas, para el Juicio de aquel gran día.

Pablo no da una gran importancia al Diablo; según él no es el único factor que al Mal concurre. La teoría que se desprende de sus escritos sobre el Mal y sobre esta personificación, es la siguiente: “Cristo es un ser privilegiado, un arquetipo del Hombre, un segundo Adán, antitético al primero. El primero engendró la raza, el cuerpo; el segundo el espíritu. El primer padre representa, según el apóstol de los gentiles, la parte carnal, animal, egoísta. Cristo, en contraposición, representa lo espiritual, lo divino. Cada hombre en sí reproduce a los dos, tiene parte de Adán y parte de Cristo. El cristianismo tiene la misión de anular la preponderancia del primero para dársela absolutamente al segundo. El Diablo se esfuerza para que el Adán no pueda ser aniquilado en nosotros, pero el Cristo cada día gana más terreno.

El concepto que del diablo tuvieron los cristianos de la segunda generación es que siendo el contradictor debía de ser todo lo contrario de lo que ellos defendían. Defendían lo divino, lo espiritual; Satán era lo humano, lo carnal. Defendían al Dios único, y el Cristo; los dioses del politeísmo eran los demonios de Satanás. Defendían la Naturaleza celeste; la Naturaleza terrenal pertenecía de derecho al Diablo. Creyendo en la realidad de los dioses de las religiones paganas y en la de sus milagros, como no los podrían considerar como a tales dioses, los creyeron demonios, es decir, genios maléficos. “Viendo el Diablo al Hombre propenso a la devoción, para atacar a Dios no se les presentó de frente, sino que con astucia mezcló varias partículas de verdad, que deslumbraron con sus errores y creó falsas filosofías, Para seducir más creó la Belleza. Imitó con formas materiales la perfección divina e inventó ídolos y religiones para sustraer a Dios a los creyentes, y obtuvo éxito, hasta que vino Cristo a desenmascararlo. Todos los dioses paganos fueron considerados diablos. Los judeo-cristianos, siguiendo la tradición de sus profetas, vieron en las divinidades de Babel: Astarté, Mirmilitta, Moloch, Belcebú, otros tantos servidores de Satán; y en sus cultos impúdicos en la prostitución sagrada, la obra tangible del adversario de Dios. La mujer, que fue la primera en dejarse seducir por la serpiente, debió de quedar virgen para sustraerse al imperio del “Dios de este mundo”. Y por comparación, Roma fue llamada por ellos Babel y personificada en una prostituta con la copa de las abominaciones en la mano, reclinada sobre la bestia demoníaca.

Sigue en la Circular de Enero de 2009.

LA CARA OCULTA DEL TIEMPO.-

Si el Sol inmutable representa la visibilidad, la comprensión, al Día que se manifiesta en su significado, la Noche simbolizada por la Luna, retrata el devenir. En la Noche se busca lo que subyuga en medio del cambio, el ritmo que persiste en el fluir.

Lo nocturno se subdivide en dominante y cíclico: el primero resume las técnicas del contenido y de lo que lo habita, los valores alimenticios y digestivos, la sociología matriarcal y nutricional; el segundo agrupa las técnicas del ciclo, del calendario agrícola, así como la industrial textil, los símbolos naturales o artificios del retorno, los mitos y los dramas astrobiológicos.

La Noche, nos remite a o negro, a las tinieblas, al Caos y, en este contexto, a la disolución: los ritos de sacrificio, la orgía. En cuanto como regreso al origen y búsqueda de la constancia en lo efímero, la Noche es la cuna del Mito, de la creación, retratada en pintura y poesía. Regida por la Luna que gobierna los ritmos, en su espiral despierta el oído para los sonidos, eclosiona en la música que repite la génesis. La Noche, imagen de lo femenino, de ciclo humano, vegetal, astronómico y agrario, contiene la melodía y la danza, la instauración del ritmo. Conteniendo Agua y Fuego, luces de mutación, retorna y amplía los elementos diurnos. Como ejemplo, citamos al Lenguaje que, como canto primordial (música) retiene en sí los principios diurnos. El elemento femenino por excelencia es la sangre. En cuanto el Día habla de instauración de la Vida, la Noche recupera la Muerte, su compañera en el camino de la temporalidad, mostrando al Hombre que está constituido por la ascensión solar y por la caída nocturna. La Noche nos coloca ante un elemento fundamental constitutivo de imaginación creadora: el eufemismo ante el peso de estar aquí, de ser temporal, para la Muerte. En su ámbito, la Memoria buscará, curvándose sobre sí misma, contenidos que polarizan memorias, recuerdos, válvulas de escape como sino de todo lo que está sucediendo.

Si el Sol representa el Día, la renovación de lo real, lo nocturno se instituye como mito del origen, se centra en las sensaciones, en la progresión y el retorno, en el círculo de la pluralidad divina en medio del cual el Hombre adviene a sí rítmicamente: en la sonoridad del pulir la piedra o la fricción en la madera, en el descubrimiento del Fuego de la espiritualidad y la Cultura. El elemento nocturno coloca al Hombre ante sus actos, que reside en el hecho de su dependencia del Tiempo. Ante él tiene dos actitudes: la primera reside en el hecho de poder controlarlo en su periodicidad, retornando a su inicio, a veces intemporal, nocturno y diurno, en la certeza de su proceso circular instaurado por la Divinidad. En un segundo momento, el Tiempo captado como irreversible, genera el miedo, proyectándose en la figura enigmática del Destino trazado e impuesto a cada ente. Esbozaré los elementos fundamentales para la comprensión del régimen nocturno.

Al régimen heroico de la antítesis sucede el régimen pleno del eufemismo. La noche no solamente sucede al día, sino también a las tinieblas. En el seno mismo de la noche, el espíritu busca su luz, la caída se toma el eufemismo de descenso, y el abismo se minimiza en sorpresa inesperada. La noche no es más que la necesaria promesa de la aurora.

Así que quien remonte las tinieblas caóticas, quiere que sean enfocadas en el prisma del alba; la Noche siempre engendra la Luz, la cual necesita para individualizarse.

En cuanto al Día, resume la superioridad del guerrero, retratando la fuerza de la inteligencia, el poder de las alas y la figura masculina del padre, representando la tranquilidad translúcida del blanco y del azul, que apaciguan en los contornos y formas, dulcemente delimitadas. La Noche traduce la tensión de la Vida. En ella se encuadra la lucha por la sobrevivencia del Homo erectus que camina buscando alimento y se esconde de los peligros que, con la falta de visibilidad, le asolan. Se refiere al lado emocional, la sensibilidad que le es imputada por la Luna, reflejándose en su digestión, o atrayendo la necesidad de copular, puesto que se anuncia el celo. Nacer y renacer, sentir el dolor de estar en el suelo, el peso de la existencia en quien se oculta, muriendo como la Luna; estas son algunas de las características nocturnas, dominadas por la figura materna, por la presencia embrionaria de lo femenino. Estos elementos anunciados en los mitos y testados por los ritos más arcaicos, contiene símbolos tan profundamente formadores del arquetipo humano y en él arraigados de tal manera, que la racionalidad no puede eliminarlos.

Sigue en la Circular de Enero de 2009.

I N T E R E S A N T E

 

 

 

Como cada año, la Circular de Diciembre felicita a sus lectores por el eterno retorno del nacimiento solar y la entrada de un nuevo ciclo o Nuevo Año.

Esta vez asistimos a una crisis global, que debería ser la antesala de una renovación planetaria en todos los niveles. ¿Será así? Lo deseamos por el bien de todos. Porque si lo que está aconteciendo terminara en una actitud conservadora de los viejos modelos, esta nueva oportunidad sería desaprovechada y volveríamos a los viejos y caducos sistemas que nos volverán a llevar de nuevo y en poco tiempo a una nueva crisis, esta vez de proporciones aterradoras. ¿Aprenderemos? Esperemos que sí por el bien de todos.

 

 

I N T E R E S A N T E

Si estás interesado en leer alguno de los libros, Circulares atrasadas o cualquiera de mis escritos, puedes hacerlo contactando con  las páginas web de Internet, siguientes:

OBRAS PUBLICADAS

Entre el silencio y los sueños (poemas)
Cuando aún es la noche (poemas)
Isla sonora (poemas)
Sexo. La energía básica  (ensayo)
El sermón de la montaña (espiritualismo)
Integración y evolución (didáctico)
33 meditaciones en Cristo  (mística)
Rumbo a la Eternidad  (esotérico)
La búsqueda del Ser (esotérico)
El cuerpo de Luz  (esotérico)
Los arcanos menores del Tarot  (cartomancia)
Eva. Desnudo de un mito (ensayo)
Tres estudios de mujer (psicológico)
Misterios revelados de la Kábala  (mística)
Los 32 Caminos del Árbol de la Vida (mística)
Reflexiones. La vida y los sueños   (ensayo)
Enseñanzas de un Maestro ignorado (ensayo)
Proceso a la espiritualidad (ensayo)
Manual del discípulo  (didáctico)
Seducción y otros ensayos (ensayos)
Experiencias de amor (místico)
Las estaciones del amor (filosófico)
Sobre la vida y la muerte (filosófico)
Prosas últimas   (pensamientos en prosa)
Aforismos místicos y literarios (aforismos)
Lecciones de una Escuela de Misterios (didáctico)
Monólogo de un hombre-dios (ensayo)
Cuentos de almas y amor (Cuentos) Isabel Navarro /Quintín
Desechos Humanos (Narración) Ruben Ávila/Isabel Navarro
Nueva Narrativa (Narraciones y poesía)Isabel Navarro/Q
Ensayo para una sola voz (Ensayo)
En el principio fue la Magia   (ensayo)
La puerta de los dioses   (ensayo)
La Memoria del tiempo Cuentos,Poesía Toni Coll/Isabel Nav.
El camino del Mago Ensayo Salvador&Quintín
Crónicas Ensayo Salvador&Quintín

  

Para consultas o pedidos, dirigirse a:

         Salvador Navarro Zamorano

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