MEDICINA NATURAL

Salvador Navarro Zamorano

MAYO 2002 (2)

LAS HIERBAS MILAGROSAS

          Unos a favor y otros en contra; esa es la división entre los científicos y algunos representantes de la industria farmacéutica, desde que a partir de los años 80 se dio señal verde para investigar en más de 20 especies de vegetales consagrados por la medicina popular.

          Felixmente, los que apostaron por el éxito de la propuesta acabaron por tener la primera victoria; testadas con el mismo rigor científico empleado en los medicamentos sintéticos, hay indicios de que tienen acción medicamentosa muchas plantas, tales como el ajo, rompepiedra, hierbabuena, espino blanco, etc.

          Tales resultados son aún preliminares, pero existen grandes esperanzas de que se confirmen efectivamente.

          Dos cosas importantes: no han sido evaluadas todas las propiedades atribuídas a las plantas por la medicina popular; se eligió el efecto terapéutico de mayor tradición, en uso en distintas regiones y países. Y, aunque existan varias especies de plantas con un mismo nombre popular, no más de una fue estudiada; en general, la de eficacia más difundida.

          En el caso del rompe-piedras para los riñones, la ausencia de efectos tóxicos a corto plazo, es también una de las conclusiones de las investigaciones de la hierba. Utilizada contra males de estómago, cistitis, problemas de próstata, cálculos renales y como diurético, el test se limitó a las dos últimas propiedades.

          Una de ellas no fue confirmada. Como diurético, pues se sabe que la infusión de rompe-piedra no lo es.

          De acuerdo con el médico, el test se hizo con la ingestión de dos a tres litros de agua por voluntario, que en nada aumentó la eliminación del líquido. La planta, por consiguiente, no ayuda a expulsar la sal,  ni a quitar la hinchazón, como proclama la medicina popular.

          Hay indicaciones de que la infusión de rompepiedra, atóxico para seres humanos y animales de laboratorio, es eficiente contra los cáculos renales. De momento, es imposible decir si los disuelve; pero, probablemente, mejora el problema. Para ellos, tres supuestos explican el alivio detectado en el paciente:

          El rompepiedra, tal vez contenga una substancia (principio activo) que estimula el riñón, haciendo que sea más propenso a trabajar.

          A largo plazo, ese u otro componente, posibilitaría una disminución del ácido úrico en la sangre.

          Explicación: el ácido úrico es la “basura” resultante del metabolismo de proteínas; en exceso, compone uno de los factores que inducen a la aparición de cálculos renales. Por tanto, al disminuir el nivel de ácido úrico, la infusión de rompepiedra estaría ayudando, de modo indirecto, a reducir el cálculo renal.

          La infusión fucionaría porque hace que la persona tome mucho líquido, algo imprescindible en el tratamiento de cálculos renales.

          Estas explicaciones no dejan de ser hipotéticas. Y, hasta es posible, que sea una combinación de todas las explicaciones.

          El ajo y la hierbabuena, han sido incluídas en Programas de Plantas Medicinales. Son condimentos apreciados y tienen una infinidad de aplicaciones medicinales, transferidas de generación en generación. El ajo, por ejemplo, es utilizado por la medicina popular contra la diabetes, resfríados, presión alta, bronquitis, verrugas, sarnas, lombrices, entre otras utilidades. La hierbabuena así como la menta es tenida como tónica, vermífuga y calmante de males de estómago. Ambos, están siendo evaluados en relación a la supuesta acción vermífuga.

          Tanto la infusión de hojas de hierbabuena como el diente de ajo funciona contra los gusanos intestinales. Sólo que, a ejemplo de otros vermífugos comerciales, no los eliminan totalmente.

          Probablemente atacan su multiplicación y disminuyen la posibilidad de que nuevos parásitos se instalen en el intestino. O sea: después de eliminar las lombrices con la medicina tradicional, bastaría que la persona tomara las infusiones para impedir que se instalen nuevos parásitos.

          Ese efecto hace que las infusiones de ajo y hierbabuena sean útiles en regiones contaminadas, endémicas, donde las personas necesitan tomar vermífugos cada 30 días, por infectarse continuamente. Y las perspectivas son optimistas. Primero, estudios de toxicologías ralizados, han concluído que el ajo y la hierbabuena no son tóxicos. Segundo, aunque la experiencia se haya limitado a animales, se sabe que el 90% de los vermífugos eficientes en ellos, funcionan también en el hombre.

          Toda planta es una verdadera fábrica de productos químicos, los llamados principios activos, substancias responsables por los efectos que causa en nuestro organismo. Dependiendo de la especie, ellos son benéficos, inocuos o tóxicos.

          Cuidado por tanto con las plantas medicinales, aun aquellas consagradas por la sabiduría popular. Está probado que uno de los problemas de la fitoterapia es la intoxicación.

          A esta altura, tal vez me pregunte: ¿podemos sustituir las medicinas tradicionales por las plantas cuyos efectos han sido comprobados?

          La respuesta de los investigadores es la misma: no. Se desaconseja, por el momento, la sustitución de los medicamentos por plantas. Lo ideal es aguardar al término de los estudios y estaremos en condicionesnde precisar los criterios de utilización, inclusive las dosis.

          El uso por cuenta propia de esas plantas está contraindicado. Aunque se administren en forma de infusiones o decocciones, ellas son medicinales. Lo ideal sería que todo tratamiento sea aconsejado por un médico o especialista.

          Los motivos son tres:

          Cada enfermedad tiene sus propias características y eventuales implicaciones sobre todo el organismo.

          A ejemplo de lo que ocurre con los demás medicamentos, algunas personas reaccionan a cada planta de forma diferente. Por ejemplo, ellas pueden ser tóxicas para alguien más sensible o no funcionar con otros pacientes.

          La fitoterapia es válida pero, semejante a otros recursos terapéuticos, tienen sus limitaciones; por eso, cada caso precisa ser analizado con criterio.

                                                                               Salvador Navarro Zamorano

                                                                               Especialista en Homeopatía.

 

 

 

 

 

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