ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

 

                               

Dirigida a las Escuelas de:                     Llubí, 1º  de Mayo de 1.995

                  Barcelona (2)

                  Mallorca                                CIRCULAR nº 5

                  Menorca

                  Las Palmas      

 

                            

EL CÍRCULO HORIZONTAL

El incognoscible, la primera persona divina, el Padre, el Creador de todas las cosas, tiene sólo la consciencia como expresión que nos puede alcanzar, además del formidable impulso creativo, ya que Él crea todo justo y perfecto. El creador tiene algo que puede ser audible y perceptible en el pecho de cada uno, es decir, que siendo la voz de Dios, y estando la consciencia en el corazón de cada hombre, cada uno oye su propia e individual consciencia, razón por la cual el humano tiene la posibilidad de comunicación con el distante y, al mismo tiempo, próximo mundo.

En el segundo aspecto, el infinito, en el depósito universal, se comprueba que el hijo camina hacia la perfección y que jamás la alcanzaría si no tuviese sabiduría; por tanto, el infinito es la zona de la sabiduría. Y en el tercer aspecto de la persona divina, el de la Madre y del Espíritu Santo, es conocido como el horizonte, siendo el círculo su más perfecta figura geométrica.

La humanidad, que ya vive dentro del círculo, posee por tanto un horizonte, y ahí comienza exactamente el nacimiento, el inicio de todas las teorías y las agitaciones del hombre en el mundo. Por esto se puede entender con gran simplicidad la razón por la cual todas las cosas elevadas, justas y perfectas, son sobre todo sencillas, tanto que pueden ser comprendidas por la mente del más simple de los hombres, como dejar también al más docto en una profunda reverencia. Porque es éste algo incognoscible que existe lo que dirige y ordena todo.

En la simplicidad de ese concepto el individuo puede comprender algo profundo, pero siempre dentro del horizonte. Hasta ahora tenemos una idea de la grandeza del círculo en el sentido del movimiento del Sol que nace en el este y se pone en el poniente.


LA GRAN DIFICULTAD ES ENTENDER EL UNIVERSO

Cuando se habla de círculos o de horizontes el hombre siempre ve el cielo, la parte alta, que es muy interesante, pero sólo para los astronautas y para los que se satisfacen únicamente en beber del conocimiento intelectual. Entretanto, aquellos que quieren beber en la copa de la sabiduría no le interesa demasiado aquello que está en la tierra, siéndole necesario entender el horizonte en su exacto y justo sentido, el círculo horizontal, donde no hay nada de altos, nada de alturas, lo que es posible cuando él incorpora una nueva manera de ver las cosas, diferente de aquella que utiliza la ciencia común.

Como se sabe, el círculo plano posee una faja de 30 grados norte y 30 grados sur, conocidos como trópicos. La gran dificultad es entender el universo, porque la ciencia sólo lo entiende a partir de esos 60 grados. En realidad, se trata de una cuestión de esfera, o segunda dimensión, cuando se va a verificar que, efectivamente el hombre no vive dentro de una esfera, porque él no posee una consciencia esférica sino una consciencia lineal.

Mientras, la humanidad ha crecido lo suficiente para tener una protección en torno de su horizonte, 30 grados hacia arriba y 30 grados hacia abajo, justamente la banda dentro de la cual se mueve. Hacia arriba, la disposición para subir y, para abajo, esta tierra que lo alberga y en la cual todos nos podemos sentar y sustentar.

TRANSFORMANDO EL CONOCIMIENTO EN SABIDURIA

El ser humano no puede ir hacia abajo porque la tierra no lo permite, más puede subir porque el cielo está a su disposición. Para los sabios, la cuestión está en el círculo horizontal, ya que el hombre está obligado, a pesar de ser tridimensional, a vivir la segunda dimensión, la de la superficie. Solamente así podrá hacer que la tierra pueda tener efectivamente la idea de superficie, campo maravilloso para que él pueda, por la transformación de sus conceptos, transformar el conocimiento en sabiduría.

Esta es la razón por la cual de aquí en adelante, los estudiantes de las Escuelas comiencen a distinguirse de los eruditos, de los que se consideran como dueños del conocimiento. Entonces, como primera idea de ese horizonte, es necesario entender la ley de la dualidad.

Fuera del círculo existe el infinito, que es uno y siempre igual donde quiera que fueres, y lo más interesante y maravilloso es que el infinito no cede su lugar a quien quiera que sea porque él, siendo uno, no tiene espacio ni lugar. Él es dueño de su espacio y llena todos los espacios, sin permitir que hayan otros que no tengan su esencia, porque todos están basados en la sabiduría del mundo.

Desde la vida mineral hasta la de los más elevados seres, todo obedece a una determinada ley que proviene de la sabiduría, del infinito.

Por una de aquellas cosas que es llamada de un "mal sueño" y que todos dicen es la vida, pero que no es más que el ser que no está en la evolución y que se limita y coloca dentro de un horizonte, para unos el horizonte es muy estrecho y ancho para otros, pero ni unos ni otros están en lo cierto, porque solamente los sabios alcanzan el verdadero tamaño del horizonte y cuando lo conocen y traspasan, se pueden colocar al otro lado, pueden sacar del infinito más substancias, tomar esa sabiduría y hacer que pueda vivir dentro de él.

LOS TORMENTOS DE LA HUMANIDAD

Es ahí que nace una gran complicación que atormenta la vida del hombre; la dualidad, la noche y el día, el bien y el mal. Pero, ¿de que manera? Dentro del horizonte existe la dualidad, mientras que fuera del horizonte, en el infinito, existe la vida una. Los más elevados seres dentro del horizonte no escapan a la dualidad.

La explicación para el surgimiento de esa cuestión puede ser comprendida de la siguiente manera. Admitiendo al hombre sentado en la línea del horizonte y que ha alcanzado el grado de poder para no trabajar por su personalidad, aprende que no debe forzar ningún lado del horizonte, porque si lo hiciera él va a sufrir con toda seguridad. ¿Por qué? Porque si él consiguiera, por uno de esos impulsos devocionales, empujar un rayo de tal forma que violente el límite del horizonte hacia afuera, en el mismo instante, en el lado opuesto, se daría exactamente lo contrario. Es porque existe la ley de la dualidad.

Millones de palabras han sido escritas para explicar la dualidad, pero ella es la cosa más simple y sencilla de comprender. Es el horizonte o el infinito, que enlazando el horizonte no permite que él entre en su zona. Si el horizonte entra en la zona del infinito, el infinito entra en el lado opuesto.

Muchos estudiantes de Ciencia Espiritual imaginan que al alcanzar ese punto les ha sido dado un exceso de responsabilidad, pero no es eso, sino que quiero decir que al avanzar en el camino les da un peso de responsabilidad sólo bajo cierto aspecto. En realidad, y efectivamente, lo que él dio fue responsabilidad a su Individualidad, una vez que en ese punto no se trata más de Personalidad.

Es la Individualidad que se mueve desde el centro hacia la periferia, en círculos, y jamás la Individualidad forzaría al horizonte, porque ella conoce muy bien estas leyes y no irá a querer el mal para ninguno. Es por ahí que se combaten todas las devociones, los movimientos emocionales de manera férrea y autoritaria, traspasando a veces hasta los límites del amor y la comprensión, porque el camino no desea el mal a quien quiera que sea. La Individualidad nunca presionaría el horizonte en determinado sentido. Para la evolución de la Personalidad, del bien y del mal, para el desarrollo de la acción que no existe sin reacción en sentido contrario, se debe llevar en cuenta que no es en sentido contrario, como si alguien nadase contra corriente, es que el individuo forzando hacia ese lado también fuerza al infinito. Y crea un problema enorme, terrible, porque hace exactamente lo contrario de lo que quería. La expansión debe ser circular, rotunda, y nunca en una sola dirección. Esa es la ley del bien y del mal.

EL INFINITO ES FRUTO DE LA SABIDURIA

Mientras tanto, no es como el rayo que la Personalidad vive, sino como el diámetro. Toda acción es como un rayo que partiría del centro y por tanto presiona los bordes del horizonte, pero en sentido contrario. Fuera, el infinito es siempre el mismo, y no cede sus cantidades y su espacio porque en realidad todo es infinito.

El infinito por ser fruto de la sabiduría es nacido de la perfección y cede para los no perfectos aparentemente ese rincón del horizonte, en el cual el Ser se circunscribe; y no es Dios que lo coloca allá, ni nadie, sino él mismo quien se coloca. En la hora de abrirse, el hombre clama contra Dios, como si a Dios le importara, pero en realidad su problema es el diámetro. Dia y metro - medida.

Conviene reparar que ahí, a pesar de los dictámenes de la ciencia oficial, existe la indicación de que el hombre efectivamente debe trabajar las 24 horas del día. Esa es la sencillez de la ley del bien y del mal,  de la dualidad, y es el por qué de la vida y de dónde se nace. Si un individuo quiere presionar de un lado e hiciera que se produzca un movimiento contrario, es claro que aquí él va a crear un movimiento análogo, y tendrá que pagar por eso.

Por tanto, no es sabio clamar por la justicia, nosotros que somos autores, los dueños y los jueces de nosotros mismos, y esto porque el Padre permitió que así fuese en virtud de la posibilidad de que cada ser humano pueda algún día traspasar el horizonte. Cuando hubiere aprendido eso y sentir de tal forma que, al presionar al horizonte por igual en todas direcciones, no provoque más el mal y nada que pueda agredir o atacar, cuando estuviere en el centro, deberá hacer las ondulaciones en todas las direcciones.

                                            *********

 

LOS DOS BUDAS

Toda la sabiduría de la literatura espiritualista del antiguo Egipto puede ser sintetizada en dos preguntas capitales formuladas por uno de sus mayores maestros I-em-hotep: "Toda la ambición de un discípulo debe consistir en como puedo servir y no en como puedo progresar.

Tal cuestión permanece tan válida en los días actuales como lo fue antiguamente, porque toca las ansias de cada persona. Ahora, las dos preguntas llaman la atención del observador hacia una de las más antiguas polémicas cuestiones de la tradición oriental, por lo menos en el modo de ver las cosas de nuestra civilización occidental, del camino a seguir en la vida espiritual, traducida por los dos budas, el fraterno y el egoísta.

Según la tradición, en cierto punto del camino, al individuo, ya habiendo conquistado por merecimiento propio todos los galardones necesarios para pasar a un estado superior o de ascensión, le es ofrecida la posibilidad de seguir adelante, dejando todo atrás, o quedar junto a los reprobados, hasta la victoria final de todos.

Las dos alternativas son válidas y naturales y la decisión pertenece sólo y únicamente al que ya recorrió el camino. Mientras, el estadio de entendimiento en que nos encontramos y la necesidad de rotular todas las cosas parece haber tomado partido en cuanto a una u otra alternativa y, más aún, por el hecho de estar a distancia de esa decisión. !Quien sabe, cuando llegue nuestra hora, sea una tarea así de fácil!

A primera vista, quien abandona la lucha de la Humanidad para evolucionar es egoísta y quien queda es fraternal. Pero, la verdad es que al alcanzar el verdadero centro de todo, los conceptos quedan atrás, la mente está en una nueva realidad. Sólo después será la hora de la decisión, porque, hasta ese momento, la verdadera misión del estudiante hasta alcanzar ser un Iniciado, es servir.

No basta, por tanto, optar sólo por el camino del progreso individual, preguntando "¿cómo puedo progresar?", sino que será necesario tomar partido por el camino árido de dar de sí para otros, preguntando "¿cómo puedo servir?".

Entonces, los dos budas son estadios de una misma y única realidad: !son importantes los dos¡ Todos los individuos son de alguna forma budas egoístas y están insertos en el estado de venir a ser, una escala a ser recorrida por todos hasta alcanzar el grado posterior de buda fraterno o de servir. No esperemos para realizar después, lo que debe ser hecho ahora, por cuanto servir es el verdadero espíritu del progreso individual.

Un día, ¡quien sabe! Habrán otros Budas que no estarán sujetos a conceptos adjetivados de egoístas o fraternos. Por ahora, el primer paso es acentuar los conceptos de fraternidad o de servicio.

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