ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

 

                                                                          

Dirigida a las Escuelas de:

                        Barcelona

                        Mallorca                                             CIRCULAR nº   3. AÑO III

                        Menorca

                        Las Palmas                                          Llubí,  1º de Marzo de 1.9977

1.- Con la atención puesta en el entrecejo, dejemos que la mente anteceda al pensamiento. Permitamos que la forma sea captada por la esencia de la respiración hasta lo alto de la cabeza y desde ahí derramarla como luz.

2.-  Cuando estemos en actividad mundana, hemos de estar atentos entre las dos respiraciones y, haciendo esto, en pocos días naceremos transformados.

3.- Con la respiración muy suave en el centro de la cabeza, cuando esta alcance al corazón en el momento del sueño, asumamos la dirección de los sueños y el de la propia muerte.

4.- Con la máxima atención, vamos a centrarnos en los dos momentos de la respiración y conoceremos al conocedor.

5.- Vamos a tendernos en un lecho, como si estuviéramos muertos. Si estamos con rabia o enfadados, permanezcamos así. O fijemos la mirada sin mover un solo párpado. O aspiremos alguna cosa y seamos el propio aspirar.

Cuando uno de los grandes filósofos griegos, Pitágoras, llegó a Egipto para entrar en una Escuela secreta esotérica de misticismo, fue rechazado. Y Pitágoras fue una de las mayores mentes que hayan habido en el mundo. El no lo podía entender. Intentó ser admitido muchas veces, pero le decían que, a menos que pasara por cierto entrenamiento de ayuno y respiración, no podría ser aceptado.

Se cuenta que Pitágoras dijo: "Yo vine para conocer, no para hacer cualquier clase de disciplina". Pero las autoriades de la Escuela respondieron: "No podemos darle el conocimiento a menos que usted sea diferente. Y, en verdad, no estamos absolutamente interesados en el conocimiento. Estamos interesados en la experiencia real. Y ningún conocimiento lo es, a menos que sea vivido y experimentado. Por eso usted tendrá que hacer un ayuno de 40 días, respirando continuamente de cierta manera, con cierta consciencia en determinados puntos".

No había otra salida, así que Pitágoras tuvo que pasar por ese entrenamiento. Después de ayunar y respirar por 40 días, conscientemente, atento, le fue permitada la entrada en la Escuela. Se cuenta que Pitágoras dijo: "Ustedes no le están dando permiso a Pitágoras. Soy un hombre diferente. He nacido de nuevo. Y ustedes estaban en lo cierto y yo equivocado, porque ante todo, mi punto de vista era intelectual. A través de esta purificación, el centro de mi ser fue modificado. Del intelecto él ha descendido a mi corazón. Ahora puedo sentir las cosas. Antes de este entrenamiento yo sólo podía entender a través del intelecto, de la cabeza. Ahora puedo sentir. Ahora la Verdad no es más un concepto para mí, sino una vida. No va a ser una filosofía, sino una experiencia existencial".

¿Cuál fue el entrenamiento por el cual pasó? Esta técnica es la que fue dada a Pitágoras. Le fue dada en Egipto, pero la técnica es hindú.

Esta técnica fue dada a Pitágoras. Y Pitágoras fue con ella a Grecia. Y ella fue la fuente primera, el origen de todo el misticismo en Occidente. Pitágoras fue el padre del misticismo para los orientales.

Esta técnica es uno de los métodos más profundos. Intentemos entender esto: "Con la atención puesta en el entrecejo ..... " La fisiología moderna, científica, dice que entre las dos cejas, hay una glándula que es la parte más misteriosa del cuerpo humano. Esa glándula llamada pineal es el tercer ojo de los tibetanos, el ojo de Shiva del tantra. Entre los dos ojos existe un tercero, pero no está en funcionamiento. Pero puede funcionar en cualquier momento. De forma natural no funciona. Hemos de hacer alguna cosa para abrirlo. No es un ojo ciego. Está simplemente cerrado. Esta técnica es para abrir el tercer ojo.

Cerremos los ojos, después centremos los dos ojos exactamente en medio de las dos cejas, Exactamente en el centro, con los ojos cerrados, como si estuviéramos mirando con uno, los dos ojos. Demos atención total a esto.

Este es un método muy simple para estar atento. Vosotros no podéis estar atento tan fácilmente con ninguna otra parte del cuerpo. Esta glándula absorbe la atención más que ninguna otra. Si colocamos nuestra atención en ella, ambos ojos quedan como hipnotizados por el tercer ojo. Se volverán fijos y no podrán moverse. Si intentamos quedar atentos con cualquier otra parte de nuestro cuerpo sería inútil. El tercer ojo atrae y fuerza la atención. Por eso todos los métodos del mundo entero lo han usado de alguna manera. Es el más simple para entrenar la atención, porque no somos sólo nosotros los que estamos intentando quedar atentos: la propia glándula nos auxilia; ella es magnética. Nuestra atención es forzosamente atraída por ella. Es absorbida.

Dicen en las antiguas escrituras tántricas que la atención es el alimento del tercer ojo. El está hambriento; padece de hambre desde muchas vidas anteriores. Si le prestamos atención, él comienza a tener vida. Y una vez sepamos que la atención es el alimento, una vez sintamos que nuestra atención es magneticamente perforada, atraída, empujada por la propia glándula, el estar atento se hace muy fácil. La persona tiene apenas que saber el punto preciso. Por tanto, cerremos los ojos, dejemos que los dos ojos se dirijan hacia el centro y sintamos ese punto. Cuando estemos cercanos al punto, de repente, los ojos quedan fijos. Cuando sea difícil moverlos, sepamos que hemos llegado al punto real.

"Con la atención entre las cejas, dejemos que la mente anteceda al pensamiento ..." Si esa atención está presente, por primera vez experimentamos un fenómeno extraño. Por primera vez sentiremos los pensamientos pasando ante nosotros; nos volveremos un testigo. Es exactamente como un telón cinematográfico, los pensamientos están pasando y nosotros somos testigos del hecho. Una vez la atención está centrada en el centro del tercer ojo, nos volvemos inmediatamente el testigo de los pensamientos.

Por regla general nosotros no somos testigos: estamos identificados con los pensamientos. Si la rabia está en nosotros, somos la misma rabia. Si un pensamiento se mueve, no somos el testigo de ello: nos unificamos al pensamiento. Nos volvemos el mismo pensamiento, somos la forma del pensamiento. Cuando el sexo está presente, nos volvemos sexuales, cuando lo presente es la rabia, nosotros somos la rabia, cuando es la ambición, nos volvemos la ambición. Cualquier pensamiento que se mueve se identifica con nosotros. No tenemos intervalo alguno entre nosotros mismos y el pensamiento.

Pero si estamos focalizados en el tercer ojo, súbitamente nos tornamos un testigo. A través del tercer ojo, somos un testimonio. A través del tercer ojo podemos ver los pensamientos pasando como nubes en el cielo o gente andando por la calle.

Cuando estamos sentados cerca de una ventana mirando al cielo o para las persona que pasan por la calle, no estamos identificados. Estamos aparte, somos observadores indiferentes. Ahora, si la cólera está presente, podemos mirar para ella como si fuera un objeto. Pero no sentimos que somos la cólera. Nos sentimos rodeados por ella, como envueltos en una nube de cólera. Pero nosotros no somos la rabia, y siendo así, ella es impotente. No nos puede afectar; somos intocables. La rabia llegará y saldrá y estaremos centrados en nosotros mismos.

Esta técnica es la del encuentro con el testigo interior. "Con la atención entre las cejas, dejemos que la mente anteceda el pensamiento. Ahora miremos para nuestros pensamientos, para encontrarnos con ellos. Permitamos que la forma sea tomada por la esencia de la respiración hasta lo alto de la cabeza y desde ahí se derrame como luz".  Cuando la atención está focalizada en el centro del tercer ojo, entre las cejas, dos cosas van a suceder. Una es que de pronto nos volvemos como testigos. Eso puede ocurrir de dos maneras. Ser un testigo y quedar centrado en el tercer ojo.

Probemos ser un testigo. Lo que quiera sea que esté aconteciendo, probemos ser un testigo. Estamos enfermos, con el cuerpo dolorido, sufrimos; seamos testigo de eso. Lo que quiera que nos pase, seamos testigo de eso. Seamos un observador. Entonces, si testimoniar es posible, estamos focalizados en el tercer ojo.

En segundo lugar, también puede ocurrir lo inverso. Si estamos focalizados en el tercer ojo, también nos convertimos en testigos. Estas dos cosas son parte de una cosa sola. Por eso, la primera: por estar centralizados en el tercer ojo, sucederá el despertar del Yo. Esta será la primera cosa. Y la segunda será que ahora podemos sentir la vibración sutil, delicada, de la respiración. Podemos sentir la forma de la respiración, la propia esencia del respirar.

Primero, vamos a entender lo que quiero decir con "la forma" y "esencia de la respiración". Cuando estamos respirando, no estamos respirando sólo aire. La ciencia dice que respiramos aire, oxígeno, hidrógeno y otros gases combinados del aire. Pero la Ciencia Secreta dice que el aire es nada más que el vehículo, no es real. Estamos respirando "prana" vitalidad. El aire es el medio, y el prana es el contenido. Respiramos prana, no sólo aire.

La ciencia moderna aún no ha sido capaz de descubrir si existe algo que pueda llamarse prana. Pero algunos investigadores han experimentado algo misterioso. Wilhelm Reich, un psicólogo alemán, lo llamó "energía orgónica". Es lo mismo que prana. El dijo que en cuanto respiramos, el aire es el continente y que existe un contenido misterioso que puede ser llamado "orgón" o prana. Pero eso es muy sutil. No es material. El aire es una cosa material: el continente es material. Pero alguna cosa sutil, no-material, está actuando a través de él.

Los efectos de eso pueden ser sentidos. Cuando estamos con una persona muy vital, sentiremos cierta vitalidad surgiendo dentro de nosotros. Si estamos con alguien muy enfermo, nos sentiremos descargados, como si alguien nos hubiese quitado algo vital. Cuando salimos de ver a un enfermo, ¿no nos sentimos cansados? La atmósfera de un hospital es enfermiza, y todos los que están dentro necesitan de prana vital. Por eso, si estamos en un lugar así, el prana comienza a salir de nosotros. ¿Por qué, a veces, nos sentimos sofocados cuando estamos en medio de una multitud? Porque nuestro prana está siendo absorbido. Cuando estamos solos, bajo el cielo, en la mañana, bajo los árboles, sentimos que nos llenamos de vitalidad: es el prana. Cada persona necesita de un espacio particular. Si ese espacio no es concedido, el prana es absorbido.

Wilhelm Reich hizo muchas experiencias, pero pensaron que estaba loco. La ciencia tiene sus propias supersticiones, porque es muy ortodoxa. La ciencia aún no puede sentir que existe algo más que el aire, pero en la India se ha hecho esto desde hace siglos.

Vosotros ya habeís oído hablar de personas que entran en la Consciencia Cósmica o Samadhi, durante días, sin entrada de aire. Se cuenta un caso extraordinario de un hombre que en estado de Samadhi entró  en un subterráneo en Egipto, en el año 1.880, donde permaneció durante 40 años, saliendo en 1.920. Salió completamente pálido pero vivo.

Fue interpelado por los médicos: "¿Cuál es el secreto de esto? El respondió: "No lo sé. Sólo se que el prana puede entrar y fluir en cualquier lugar". El aire puede no entrar, pero el prana sí que puede. Una vez sabemos que podemos respirar prana directamente, sin el continente, entonces podemos entrar en Samadhi.

Estando centrados en el tercer ojo, súbitamente podemos observar la propia esencia de la respiración; no la respiración, sino la propia esencia de la respiración, el prana. Y, si podemos observar la esencia de la respiración, el prana estará en el punto donde el salto se hace posible.

El secreto dice: "Permite que la forma sea tomada por la esencia de la respiración hasta lo alto de la cabeza ..." Y, cuando llegamos a sentir la esencia de la respiración, el prana, imaginemos solo que nuestras cabezas son tomadas por él. Sólo imaginarlo. No es necesario ningún esfuerzo. Os explicaré como funciona la imaginación. Cuando estamos focalizados en el centro del tercer ojo, basta imaginar que eso está sucediendo, simplemente eso.

En este momento, nuestra imaginación es importante. Continuamos imaginando y nada pasa. Pero algunas veces, sin saber, en la vida común, también las cosas ocurren. Estamos pensando en un amigo, y de repente toca en nuestra puerta. Decimos que es una coincidencia el que nuestro amigo haya venido. Algunas veces nuestra imaginación funciona exactamente como una coincidencia. Pero siempre que eso ocurra ahora, intentemos  analizar todo el caso. Siempre que sintamos que nuestra imaginación piensa algo real, vamos a concentrarnos observando. En algún momento, nuestra atención ha estado cerca del tercer ojo. Siempre que ocurra esa coincidencia, no es una coincidencia. Nos parece que lo es porque no conocemos la Ciencia Secreta. Nuestra mente debe haberse dirigido, sin darnos cuenta de ello, cerca del centro del tercer ojo. Si nuestra atención está en el tercer ojo, sólo la imaginación, es suficiente para crear cualquier fenómeno.

Este secreto dice que, cuando estamos focalizado en ese punto que está entre las dos cejas y podemos sentir la propia esencia de la respiración "permite que la forma sea tomada". Ahora imaginemos esta esencia tomando toda nuestra cabeza, especialmente la coronilla, el centro psíquico más alto. En el momento que lo imaginemos, será tomado. Y desde lo alto de la cabeza se derrama como luz". Esa esencia del prana se está esparciendo como la luz a partir de lo alto de la cabeza. Ella comenzará a derramarse y, bajo esa lluvia de luz, quedaremos restaurados, renacidos, completamente nuevos. Eso es lo que significa renacimiento interno.

Así, dos cosas: primero, estando focalizada en el tercer ojo, la imaginación se torna potente, poderosa. Por eso es que ha habido tanta insistencia en cuanto a la pureza: antes de iniciar estas prácticas hemos de estar puros. Para el tantra la pureza no es un concepto moral. La pureza es significativa, porque si estamos focalizados en el tercer ojo y la mente estuviese impura, la imaginación podría ser peligrosa: peligrosa para nosotros, peligrosa para los demás. Si estamos pensando en matar a alguien, si esa idea estuviera en nuestra mente, bastará que la imaginación matara al hombre. De ahí la insistencia en la pureza antes de entrar en el ejercicio.

Le dijeron a Pitágoras que ayunara y respirara de una manera determinada, porque ahí la persona está viajando por una tierra muy peligrosa: pues donde quiera que hay poder, hay peligro. Y si la mente estuviera impura cuando se adquiere los poderes, estos poderes negativos tomarán cuenta de ella inmediatamente.

Muchas veces nos hemos imaginado matando, pero felizmente la imaginación no puede funcionar. Si pudiese, si fuese materializado inmediatamente, eso sería peligroso, no sólamente para los otros sino también para nosotros, porque muchas veces pensamos en nuestra muerte. Si la mente estuviera centrada en el tercer ojo, bastará pensar en el suicidio y eso nos volverá suicidas. No tendríamos tiempo para cambiar. Ocurrirá inmediatamente.

Ya hemos visto cuando alguien es hipnotizado. Cuando lo está, el hipnotizador puede decir cualquier cosa y la persona hipnotizada lo obedece inmediatamente. Por absurda que sea la orden, por irracional o imposible, la persona hipnotizada obedece. ¿Qué está ocurriendo? Esta técnica está en la base de todo el hipnotismo. Cuando alguien está siendo hipnotizado, se le ordena que él concentre sus ojos en un punto determinado, en alguna luz, algún punto en la pared o en los ojos del hipnotizador.

Cuando centramos los ojos en un punto especial, en unos tres minutos la atención interna comienza a fluir en dirección al tercer ojo. Y, en el momento en que la atención interna comienza a fluir en esa dirección, el rostro comienza a cambiar. Y el hipnotizador sabe cuando lo hace. De repente el rostro pierde vitalidad. Está como muerto, adormecido. Inmediatamente el hipnotizador sabe cuando el rostro pierde brillo, vivacidad. Eso significa que ahora la atención está siendo atraída hacia el centro del tercer ojo. Toda la energía va en esa dirección.

Luego el hipnotizador dice: "Usted va a dormir profundamente" e inmediatamente él se duerme. Se puede hacer cualquier cosa. Si el hipnotizador dice: "Ahora usted es Napoleón" él se comportará tal como lo recuerda. Se comportará y hablará como lo que supone fue Napoleón. Su insconsciente escucha la orden y crea la situación. Si sufre de algún dolor, se le puede ordenar que el dolor desaparezca y desaparecerá. O se pueda crear un nuevo dolor.

Colocando una piedra cualquiera en su mano, el hipnotizador podrá decir: "Lo que tiene en su mano es fuego". El sujeto sentirá un calor inmenso, y la mano puede quedar quemada, no sólo en la mente sino concretamente también. Tendrá la sensación de una quemadura. ¿Qué está ocurriendo? No hay ningún fuego. Hay una piedra fría. ¿Por qué una quemadura? La mente está focalizada en el centro del tercer ojo, la imaginación está sufriendo sugestiones y ellas se están realizando. Si se llegara a decir: "Usted se está muriendo" el corazón se dispondrá a pararse para ejecutar la orden dada.

Eso es a causa del tercer ojo. Ahí, la imaginación y la concretización no son dos cosas. La imaginación es el hecho. Imaginemos y será tal como lo imaginamos. No hay un espacio entre el sueño y la realidad. NO existe separación entre el sueño y la realidad. Soñemos, y el sueño será real. Por eso dicen los Maestros que este mundo no es más que el sueño de Dios. Eso es porque lo Divino está centralizado en el tercer ojo, siempre, eternamente. Así, cualquier cosa que Dios sueñe se torna real. Si nosotros estamos centrados en el tercer ojo, cualquier cosa que soñemos será realidad.

Para quien está centrado en el tercer ojo, los sueños se tornan reales y toda la realidad es como un sueño, porque, cuando nuestro sueño puede ser real, sabemos que no existe ninguna diferencia básica entre sueño y realidad. Así, cuando un Maestro dice que este mundo entero es ilusión, un  sueño de Dios, no es una teoría, ni una declaración filosófica. En verdad, es una experiencia íntima de alguien que está centrado en el tercero ojo.

Cuando estemos centrados en ese punto, imaginemos que la esencia del prana se está derramando a partir de lo alto de la cabeza, como si estuviésemos debajo de un árbol y las flores cayesen, o como si estuviéramos bajo el cielo y, de repente, una nube comenzara a llover, o como si estuviéramos sentado, en la mañana, y el sol naciente derramara sus rayos. Imaginemos e inmediatamente sucederá un derramar, una lluvia de luz viniendo desde lo alto de la cabeza. Esta lluvia nos dá un nuevo nacimiento. Nosotros renacemos.

                                        LA GRANDEZA DE DIOS

En mi concepción de Dios, Lo veo en una gota de agua, en el susurro del viento, en una pequeña flor silvestre, en el canto de un ruiseñor, en la pureza de las aguas que nacen de una fuente .......

Muchas citas a este respecto pueden ser hechas en relación a la creación entre el Cielo y la Tierra. Pero esto no es necesario. Basta que procuremos en los detalles citados y encontraremos a Dios.

Hagamos una experiencia: observemos la creación de Dios en las pequeñas cosas y descubriremos detalles que antes pasaban desapercibidos ante nuestros ojos.

Para aclarar este punto citaré una vieja leyenda extraída de la sabiduría griega.

"En una pequeña comunidad de peces que vivían en un lago en el interior de un bello jardín de un apartado rey, habían varias especies de peces. Uno de ellos era diferente y se destacaba entre los de su especie. Debido a esta particularidad era siempre maltratado, inclusive su comida le era negada muchas veces. Ante estas constantes humillaciones, el pececito tomó una decisión: partir en busca de una nueva comunidad, pues si existe este pequeño estanque destinado a los peces, deberá existir un Señor poseedor de comunidades mayores y más ricas donde podría sobrevivir en un ambiente de paz. Y, así, partió el pececito en busca de una nueva vida. Encontró una pequeña corriente; seguidamente, un riachuelo; después un río y finalmente el mar. Allí quedó contrastada su visión de que existían grandes comunidades para los peces y no sólo donde él vivía "de migaja en migaja" y desesperado.

Después de recorrer toda la grandeza de las aguas, el pececito, por ser de buen corazón, retornó con euforia a su primer lago, a fin de comunicar a sus amigos la existencia de otras aguas y peces que vivían en abundancia y sin rivalidades. Entretanto, sus informaciones no fueron bien comprendidas por sus compañeros que lo agredieron, lo expulsaron como un impostor y llegaron al punto de afirmar que su retorno al lago era una trama para que ellos abandonasen el lago para pasar a apoderarse de él. Ante ese impacto, el pececito desistió de su intento de convencer a sus compañeros y procuró disfrutar de las grandezas y delicias de sus descubrimientos juntamente con otros peces ya habituados a vivir confortablemente y sin competiciones mezquinas".

Esa leyenda concuerda con la visión espiritual de la realidad actual, porque el 99% de las personas no creen en los poderes espirituales ni aún si un "pececito diferente" les contase sobre las grandezas de Dios.

Si supiesen del gran poder que se oculta en su íntimo; la miseria, los sentimientos mezquinos tendrían un fin. Veamos como el simple cambio de la actitud mental, la simple fe, nos puede revelar el éxito de inmediato. Muchas veces nuestra riqueza, nuestro éxito, está al otro lado de la puerta. Es sólamente abrirla. Pero, para eso es preciso decisión, coraje, confianza en sí mismo y mucha fe en Dios.

Si estamos en la situación en que estaba el pececito, sufriendo humillaciones y viviendo de migajas, tomemos una actitud diferente, tomemos una decisión. Creamos: Dios es rico y tenemos el derecho de alcanzar nuestro ideal y vivir bien.

Poseemos y disfrutamos el confort de la electricidad, simplemente porque Edison creyó y descubrió. Así fue con el pececito. El creyó que más allá de su pequeña comunidad podrían existir otras mejores. Y lo descubrió.

Me gustaría que tú sintieses y creyeses, y no fueses como otros pececitos que no creyeron en las grandes e inmensas riquezas de Dios, cuando él volvió para comunicar su hallazgo y fue corrido de la comunidad.

Lo que él descubrió no era una visión, por el contrario era y es la gran realidad. Yo lo descubrí también. Coloqué mis planes en acción y me volví un ser humano feliz sobre la tierra. Desarrollé, confié, sintetizé el pensamiento en las riquezas de la vida. Cristalizé el deseo sano, superé barreras, dominé circunstancias adversas. Enfrenté con firmeza sin pensar un segundo en fracasar, las posibilidades que la vida me daba. Concentré mis fuerzas, dí todo lo que había en mi, y vencí. Yo afirmo que cualquier persona puede hacer millones de veces más.

¿Sabéis por qué todos podrán hacer mucho más que yo? Porque hice igual que el pececito. Conseguí descubrir las riquezas de la vida y volví para comunicarlas a vosotros. Y, aunque sea espantado, insistiré hasta sacarlos a todos de la comunidad falsa, viviendo de migajas.

Para mi la perseverancia es un hábito. Supero las críticas. No espero oportunidades, sino que las creo. Mi hábito constante es triunfar. Mis deseos son persistentes y conscientes. Mis planes son elaborados y organizados, protegidos por el optimismo que produce y multiplica en mis células una fuerza que me lleva a grandes realizaciones, sin temblar, pensando en que la recompensa será porporcionada al esfuerzo empleado.

Somos un poder inconmensurable y por eso podemos vencer. Y Dios quiere eso del Hombre.

                                                  I M P U L S O S

                              La generosidad es el impulso que ayuda.

                              La cólera es impulso que envenena.

                              La fé es el impulso que santifica.

                              La sensualidad es impulso que degrada.

                              El egoísmo es el impulso que aniquila.

                              La caridad es el impulso que sublima.

                              La pereza es impulso que inutiliza.

                              La compasión es el impulso que renueva.

                              El miedo es el impulso que inhibe.

                              La bondad es el impulso que vitaliza.

                              La ira es impulso que entenebrece.

                              El amor es el impulso que nos libera.

                  

 

 

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