ALCORAC

SALVADOR NAVARRO 

 

 

                                                                                                     

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                                                                     Circular nº  7. Año IV

                                                                     Llubí, 1º de Julio  de 1.998

 

 

La primera parte de esta Circular está especialmente escrita para mis amigos de Ferrerías, en la Isla de Menorca, intentando contestar sus agudas preguntas sobre el Camino de la Vida.

He aquí una pregunta que todos hacen: "¿Debemos seguir todo lo que un Maestro dice, al pie de la letra, o existen momentos en que debemos usar nuestro propio discernimiento?"

Hemos de seguirlo absolutamente o no seguir de ningún modo. No asumas ningún compromiso, porque cualquier cosa por la mitad, no sólo es inútil sino peligrosa. Cualquier cosa partida te divide y eso no es bueno. Hemos de permanecer en una unidad indivisible.

Por tanto, o te rindes totalmente, y entonces no habrá nada que hacer o pensar, pues estarás siguiendo ciegamente, y enfatizo la palabra "ciegamente", como si no tuvieses ojos y alguien los tuviera para guiarte. Entonces permanecerás en unidad indivisible e integrado, puedes crecer.

O, si sientes que esto es imposible y que no puede ser hecho, entonces no sigas de ninguna manera. En este caso, síguete a ti mismo y, de la misma manera, estarás sin dividir.

La meta, el objetivo, es permanecer integrado. Y los dos caminos funcionan, y el resultado final será el mismo. Si puedes estar solo, sin Maestro, si puedes seguir tu propia consciencia, donde quiera que ella te lleve, será la misma cosa, el mismo resultado. Por tanto, depende de ti.

Pero la mente siempre dice: "Haz las dos cosas. Sigue al Maestro, pero no dejes de pensar, sigue aquello que tú encuentras real. Así, ¿a quién estarás siguiendo? ¿Dónde está la rendición?

Si el juez eres tú y tú eres quién decide a quién debes o lo que no debes seguir, ¿dónde está la rendición? ¿Dónde está la confianza? En este caso, es mejor seguir tu consciencia. Pero no te engañes, por lo menos, no permitas que haya algún engaño. De lo contrario continuarás siguiéndote a ti mismo y pensarás que estás siguiendo a un Maestro.

Si el factor de decisión eres tú, si tú eres quién escoges, si aceptas unas cosas y rechazas otras, entonces te estarás siguiendo a ti mismo. Pero puedes crear la impresión de que sigues a un Maestro. Eso no llegará a ninguna parte. Tú no crecerás, porque no puede haber crecimiento a través de la mentira.

Acabarás quedando cada vez más confuso, pues si tú decides lo que debe o no ser hecho, y además tienes que escoger dentro de la orientación de tu Maestro, crearás un caos. Sea donde fuere que el Maestro te guíe, sus orientaciones son una unidad orgánica. Cada orientación está relacionada con otra. Son todas un compacto. No puedes rechazar unas y seguir otras, porque eso sería una ruina, un desastre. Aunque sólo una cosa sea negada, todo el resto quedaría dañado. Tú no sabes cuán ligadas están las cosas.

Por tanto, mi sugestión es esta: Permanece en una unidad, sin divisiones. Decídete. Si eres tú quién decide, entonces hazlo ya: síguete a ti mismo y no te rindas. No hay necesidad.

Es lo que Krishnamurti decía continuamente: No sigas. Las personas pueden llegar sin tener que seguir a nadie, pero el camino es largo y tiene mucho trabajo, porque no estás preparado para aceptar cualquier ayuda que te pueda ser dada; ninguna orientación, lo cual es posible, y que puede evitar muchas dificultades innecesarias en el camino.

Eso decía Krisnamurti, pero que nadie ha hecho, porque es un problema de la mente. Ella puede aceptar esto: "No sigas, no porque hayas entendido, sino porque satisfaces mucho a tu ego no seguir a nadie". Nadie quiere seguir a otro. En el fondo, esa es la resistencia del ego.

Por eso, todos los egoístas se reunían en torno a Krishnamurti. Estaban nuevamente engañándose. Piensan que no están siguiendo a nadie, porque entendieron lo engañoso que es seguir a una persona; entendieron que el camino debe ser andado en solitario; entendieron que ningún auxilio es posible, que nadie puede ayudarte ni guiarte. Tienes que seguir solo. Ellos piensan que eso fue lo que entendieron, y por eso no siguen a nadie. Pero la verdad no es esa. No siguen a nadie porque sus egos no se lo permiten.

Pero aún siguen escuchando a Krishnamurti. Se han juntado y siguen haciéndolo desde hace años. Si ninguna ayuda es posible, ¿por qué siguen escuchando a Krishnamurti? Si nadie los puede guíar, ¿por qué siguen oyendo lo que él dijo? Eso no tiene sentido.

Y hasta esa actitud de caminar en solitario, no es un descubrimiento hecho por ellos; eso les fue revelado por Krishnamurti. En el fondo, él se tornó su Maestro, y ellos siguen diciendo que no siguen a nadie. Eso es engaño.

El mismo engaño puede ocurrir a la inversa. Tú vienes a mi y piensas que me vas a seguir. Pero sigues escogiendo. Si digo algo que te sirve, esto es, que sirve a tu ego, tú me sigues. Si digo algo que no gusta a tu ego, comienzas a racionalizar. Esto que dice Salvador no es para mi.

Las personas que están con un Maestro piensan que no siguen a nadie, pero lo hacen. Tú que me estás leyendo piensas que me sigues, pero no es cierto. La mente es siempre mentirosa. Donde quiera que vayas, ella puede mentirte, por tanto, debes estar alerta.

Yo te digo: "Puedes llegar sin seguir, pero el camino será solitario, muy solitario y muy largo". Tiene que serlo. Pero puedes llegar. No es imposible. Algunos llegaron. Pero recuerda, que no seguir a nadie no debe ser una satisfacción para el ego, porque entonces no llegarás nunca.

Tener un Maestro o no tenerlo, no es la base. El punto básico es el ego, tu ego. Sin ego, y sin un Maestro, tú puedes llegar. Con ego, ni el mismo Jesús te puede conducir. O sigues con tu totalidad o no sigas de ninguna de las maneras. Eres tú quién decide.

No te dejes engañar por la mente y mira hondo dentro de ti. Ten consciencia de lo que estás haciendo.

Recuerdo que una vez ocurrió algo parecido con un grupo que trabajaba con Gurdjieff. El trabajaba con algunos discípulos y los entrenaba para una rendición absoluta. El los ayudaba a practicar con un determinado ejercicio, al que llamaba el ejercicio de "la parada". Siempre que decía "¡paren!", los alumnos tenían que detenerse al instante en lo que estaban haciendo.

Si estaba alguien andando, con el pie levantado en lo alto y él decía de parar, el alumno tenía que detenerse ahí. Si hablaban y tenían la boca abierta y escuchaban la orden de parar, tenían que detenerse con la boca abierta. Nadie podía cambiar nada, ni buscar una postura más conveniente, porque eso sería falsear el ejercicio. Y nadie estaría engañando a nadie más que a sí mismo.

Un día, por la mañana, cuando realizaban este ejercicio en el campo, algunos atravesaban un canal, cuando de repente escucharon: "¡Paren!". Eran cuatro personas. El canal estaba seco, no había agua corriendo. Pero, de repente, alguien abrió las compuertas y el agua comenzó a llegar.

Los cuatro discípulos comenzaron a pensar: "¿Qué hacer?". Gurdjieff estaba dentro de una barraca y no sabía que ellos estaban en medio del canal que ahora estaba comenzando a llenarse de agua. Pero esperaron, porque la mente puede esperar un poco.

Cuando el agua les llegó al cuello, uno de ellos salió fuera. Dijo: "¡Esto es demasiado!". El canal se llenó más. Dos discípulos más salieron del agua, cuando les llegaba por la nariz, pues tuvieron miedo de ahogarse. La racionalización era simple. Tú habrías hecho lo mismo. ¿Por qué iban  ellos a morir y el Maestro continuaba dentro de la barraca sin saber lo que estaba ocurriendo?

Sólo quedó uno de los discípulos. El agua corría sobre su cabeza y él continuaba parado. Entonces Gurdjieff salió corriendo de la barraca y se arrojó al canal para sacar a su alumno. Tuvieron que sacarle el agua que había tragado. Estuvo a punto de morir ahogado. Pero cuando abrió los ojos era otro hombre. El hombre viejo habia muerto realmente. Había ocurrido una transformación.

¿Qué aconteción en aquél momento de muerte? El discípulo aceptó al Maestro. Rechazó su propia mente y sus racionalizaciones. Rechazó su amor a la vida. Rechazó su más profunda necesidad biológica de vivir. Lo rechazó todo. El dijo: "Cuando el Maestro dijo: ¡Paren!, yo paré. No podía moverme".

Debe haber sido muy difícil, casi imposible. Pero cuando tú haces lo imposible eres transformado. A punto de morir, no permitió que la mente interfiriese. La muerte había llegado y él la aceptó, al revés de aceptar su propia mente y sus juicios.

El nunca más volvió a ser el mismo. Nadie encontró al hombre-viejo. Y, entonces, los otros comprendieron que habían perdido una gran oportunidad. Los otros tres que estaban juntos en el canal lo perdieron todo.

Esto es la rendición total. No es una cuestión de ser atrayente o no a tu mente, de que ella lo acepte o la rechaze. Cuando tú te rindes, rechazas todas las posibilidad de decir no. Sea cual sea la situación, tú no dices que no. Rendición es un sí total. ¡Es difícil! Es por eso que la transmutación es tan difícil. No es fácil. El nacimiento espiritual no lo es.

Pero no digo que no puedas llegar solo. Puedes hacerlo, puedes llegar con un Maestro, puedes llegar con un grupo, o llegar individualmente. Todas las posibilidades están abiertas. Yo no estoy a favor de esto o de aquello. Eres tú quién tiene que decidirlo, pero tienes que hacerlo sin engañarte.

Recuérdalo: no se trata de tener mente occidental o mente oriental. En el fondo, la mente es la misma y todas las diferencias son superficiales. Este y Oeste son superficies, impresiones culturales y raciales. Ríndete o permanece absolutamente solo. Los dos caminos deben ser andados por personas que sean totales. Solo, Buda alcanzó la iluminación y, siguiendo a Buda, muchas personas alcanzaron la luz.

Yo no soy sectario. No digo como Krishnamurti: "Este es el único camino". Se muy bien por qué lo dice. Es para ayudarte, porque cuando tú te das cuenta de que el camino también puede ser otro, comienzas a confundirte. Oscilas.

Es por eso que los Maestros dicen: "Este es el único camino". Es para evitar la confusión mental. Porque, caso contrario, la opuesto también te atraerá y estarás siempre cambiando tu punto de vista. Para hacerte total, es que lo Maestros hacen insistencia en esta afirmación.

Pero yo te digo que los dos son caminos. ?Por qué? Porque esta afirmación ya está anticuada y tú has escuchado demasiado: "Este es el único camino". Esta es una llave muy vieja y no funcionará para ti. Acostumbraba funcionar en el pasado, pero ahora ha dejado de hacerlo, porque el mundo está tan unificado, que la Tierra es una aldea global y cada religión es conocida por todas las demás; todos los caminos son conocidos. Ahora la humanidad está familiarizada con todos los caminos, con todas las posibilidades, con todas las alternativas.

En el pasado, las personas sólo conocían un camino: aquél en el cual habían nacido. Era bueno enfatizar que ese era el único camino, para que sus mentes quedasen confiadas. Pero ahora la situación no es la misma. Un cristiano viene a la India en busca de orientación. Un musulmán conoce los Vedas. Un hindú estudia el Corán.

Todos los caminos son conocidos. Existe mucha confusión y quién dice que el camino es único no va a ayudar a nadie, porque todos sabemos que existen otros. Sabemos que también por otros caminos muchas personas han llegado a la luz. Por eso no me afirmo en una sola dirección.

Tú puedes recibir mi ayuda y entregarte a ella; también puedes recibirla y no entregarte, pero esto tiene que quedar claro para ti. Si escoges el camino de la entrega, me tendrás que seguir totalmente. Si escoges el camino de la no rendición, entonces tienes que decidirte. Yo puedo ser tu amigo durante un tiempo. No tienes necesidad de hacer de mi un Maestro. Puedo ser nada más que un amigo, o ni aún eso.

Tú estás buscando y encuentras a alguien desconocido, una persona extraña, a quién preguntas: "¿Dónde está el río? ¿Qué camino lleva a él?" Y cuando te responde, tú quedas agradecido y te apartas. Puede ser un extraño. No es necesario que sea un amigo, porque con una amistad te puedes enredar también. Puedes recibir mi auxilio porque es incondicional.

Yo no te digo: "Haz esto y yo te ayudaré". No te digo: "Ríndete y tendrás mi auxilio". Pero si te digo esto: "Haz lo que prefieras, pero hazlo totalmente". Si estás siendo total, la transformación estará cerca. Si estás dividido, será casi imposible.

Dice una leyenda que un día un monje zen contempló una figura de un Maestro barbudo y preguntó: "¿Por qué no tiene barba?"

La tradición Zen es muy hermosa. La figura del Maestro tenía barba y el monje preguntó: "Por qué este sujeto no tiene barba?"

Es una pregunta que sólo un discípulo del Zen puede hacer, pues la barba pertenece al cuerpo, no al Maestro. El cuerpo es solamente la morada del hombre.

Aparentemente, la pregunta es absurda, pero muy significativa. Y preguntas así se han hecho muchas veces.

Buda hablaba sin parar, de una aldea a otra, hablando siempre; habló sin parar durante cuarenta años. Un día le preguntaron: "¿Por qué permaneces en silencio? ¿Por qué no hablas con nosotros?" Aparentemente absurdo. Buda se rió y dijo: "Estás en lo cierto".

Y el hombre estaba hablando. Pero el discípulo estaba en lo cierto, porque el hablar es de la superficie y Buda permanecía en silencio.

Había un hombre que decía: "Este hombre, Buda, nunca nació, nunca caminó sobre la tierra, nunca murió, él es sólo un sueño". Pero él iba diariamente al templo y se arrodillaba delante de la estatua de Buda.

Entonces alguien le dijo: "¡Tú estás loco! Diariamente insistes que ese hombre nunca nació, nunca murió y nunca anduvo sobre la tierra, y aún así vienes al templo y te arrodillas ante su estatua".

Y dijo este hombre: "Porque él nunca ha nacido, nunca andado sobre la tierra y nunca murió, es por lo que me arrodillo".

La otra persona insistió: "Yo no puedo seguirte. O tú estás loco o lo estamos todos, porque no puedo entenderte, ¿qué es lo que quieres decir?".

Y el primer hombre dijo: "El nacimiento de ese hombre fue apenas un sueño para él. Andar sobre la tierra fue un sueño para él. Morir no fue real para él, sino que fue el fin de un largo sueño. Y ese hombre, el centro de su ser, permaneció más allá del nacimiento y de la muerte".

Dice la leyenda que Buda siempre permaneció en el séptimo cielo, que nunca descendió de él, sólo su reflejo estuvo en la Tierra. Y esto es verdad. Y también es verdad con relación a nosotros. Nunca hemos nacido, solamente somos nuestro propio reflejo que ya hemos olvidado. Pensamos que hemos descendido, pero nadie puede descender, no hay posibilidad de caer de nuestro ser.

Cuando miramos la superficie de un río, vemos su reflejo y nos identificamos de tal manera con él que somos capaces de pensar que estamos dentro del agua y sufrir por eso, sentirnos ahogados, sentir que podemos morir si caemos en sus aguas. Pero nunca hemos salido de la orilla del río, nunca hemos entrado en el agua.

Por eso yo digo: no solamente Buda, nadie ha descendido del séptimo cielo. Pero las personas han quedado obcecadas, se han identificado con sus reflejos. A esto los orientales le llaman el mundo de Maya, el mundo de los reflejos. Nosotros permanecemos en Dios, en la suprema realidad, estamos eternamente con nuestras raíces en el cielo. Jamás nadie desciende. Pero podemos identificarnos con el reflejo, con el sueño.

Por eso tanta gente me hacen preguntas. Si me estuvieran mirando como realmente soy, entonces entenderían.

La barba no puede crecer por sí misma. Ella sólo puede crecer en el cuerpo. Y esta barba es realmente simbólica: el alma está viva, el cuerpo está medio vivo y medio muerto, y la barba pertenece a lo que está casi muerto. Los cabellos son la parte casi muerta del cuerpo. Es por eso que se pueden cortar sin sentir dolor. Son como las células muertas del cuerpo.

A veces ocurre en los cementerios . . . Si vamos a una tumba y desenterramos un cadáver, comprobaremos que aunque el hombre haya muerto sin barba, ahora le ha crecido. Las barbas crecen hasta en los cuerpos muertos, son como células muertas.

Es bueno dejar que la barba crezca; cuando estás ante un espejo podrás ver sus tres niveles: lo que está completamente muerto, lo medio muerto y lo medio vivo  y lo absolutamente vivo.

La barba es material, es materia. El cuerpo  es el encuentro de la materia con el espíritu. El encuentro es siempre difícil, y el cuerpo es el punto donde ambos se encuentran. Cuando ellos se apartan, el equilibrio desaparece, estamos muertos, la materia es reabsorbida por la materia y el espíritu es reabsorbido por el espíritu.

No se le puede preguntar a un sacerdote cristiano: "Por qué Jesús no tiene barba?" Sería una pregunta profana. No se puede tener tanta intimidad con Jesús. Pero entre los practicantes del Zen, ellos dicen: "Si amas a tu Maestro, puedes reir de él; si lo amas, no debe haber temor, el miedo desaparece si hay amor".

Por eso, cuando por primera vez, los teólogos cristianos tomaron conocimiento del Zen, no podían creer que una religión así pudiese existir. Ellos pueden decir de Buda que es estúpido. Y si le preguntas el por qué, ellos te dirán: "Es un estúpido porque intentaba decir algo que no puede ser dicho, intentaba transformarnos, lo que es imposible. Era estúpido porque intentaba lo imposible".

¿Qué hay que temer cuando se ama realmente? Puedes jugar, reir; y cualquier Maestro iluminado reirá junto contigo, no tendrá ningún problema. No se sentirá herido. Porque si se sintiera humillado no sería absolutamente un Maestro de Luz. El lenguaje en sí es profano. Sólo el silencio es sagrado. Por eso cualquier cosa que digamos dá exactamente lo mismo.

 

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