ALCORAC

 

SALVADOR NAVARRO

 

 

 

 

Circular 12/96     - [1]

 

                                              

ALCORAC

SALVADOR NAVARRO                         h

 

 

 

 

 

 

Dirigida a las Escuelas de :                         CIRCULAR nº 12                           Barcelona (2)                                                   

            Mallorca                     

            Menorca

            Las Palmas                         Llubí, 1º de Diciembre de 1.996

 

 

EL CENTRO DEL HOMBRE

 

El hombre nace con un centro, pero permanece completamente ajeno a él. El hombre puede vivir sin conocer este centro, pero no puede vivir sin él. El centro es el eje entre el hombre y la Vida. Son sus raíces. Podemos no conocerlo, porque el conocimiento no es esencial para que el centro exista. Pero, si no llegamos a conocerlo, nuestra vida estará sin raíces. Estaremos viviendo sin base, y nunca nos sentiríamos en nuestra casa dentro del Universo. Seríamos los eternos errantes durante todas las existencias.

 

Está claro que el centro está presente, pero al desconocerlo, nuestra vida no tiene significado, estaremos vacíos, sin rumbo, viviendo sin vivir, esperando por la muerte. Podemos continuar aplazando este momento del conocimiento, pero sabemos muy bien que esta espera no nos va a llevar a ningún lugar. Estamos dejando pasar el tiempo, y ese sentimiento de frustración profundo nos seguirá como una sombra. El hombre nace con un centro, pero ese conocimiento ha de ser conquistado.

 

¿Cómo podemos vivir sin un puente entre nosotros y Dios? Tenemos nuestras raíces en El. Y esas raíces son nuestro centro. Cuando digo que el hombre nace con ellas, esto significa que existe una posibilidad de ser conscientes de este centro y si lo alcanzamos nuestra vida se volverá real; caso contrario, será nada más que un sueño profundo .

 

Lo que Maslow llamó "auto-realización",  no es otra cosa que ser consciente de nuestro ser interno, por donde estamos unidos al universo total, siendo conscientes de nuestras raíces, de que no estamos solos, de que formamos parte de este Todo Cósmico, de que no somos extranjeros: este Universo es nuestro hogar. Pero, a menos que encontremos nuestras raíces, este Universo será como algo extraño.

 

Sartre dijo que el hombre vive como si hubiese sido arrojado al mundo. Está claro, que si no tenemos conocimiento de nuestro ser, nos sentiremos así. Entonces, el miedo, la ansiedad, la angustía, acabará siendo el resultado. Un hombre que se siente extranjero en el Universo está condenado a una profunda ansiedad, pavor. Su vida entera será un combate, una lucha destinada a ser un fracaso. El hombre no puede triunfar porque la parte nunca puede triunfar sobre el todo.

 

Podemos triunfar con la Vida, pero nunca contra ella. Y esa es la diferencia entre un hombre espiritual y otro materialista. Un hombre espiritual se siente en casa, siente que crece en el mundo. Y recordemos la diferencia que existe entre ser "arrojado" y haber "crecido".

 

Cuando Sartre dice que hemos sido arrojados a este mundo, la propia palabra dice que no pertenecemos a este mundo, que fuimos forzados sin nuestro consentimiento. Así, el mundo parece nuestro enemigo. Y la angustia es el resultado.

 

Solo puede ser diferente si crecemos en este mundo, como una parte orgánica de él. Sería mejor decir que nosotros y este Universo crecemos en una dimensión particular, que llamamos humana. El Universo crece en multidimensiones: árboles, montañas, soles, planetas. El hombre también es una dimensión del crecimiento. El Universo se está realizando a través de muchas dimensiones. El hombre también es una dimensión junto a lo más alto. Ningún árbol puede ser consciente de sus raíces, tampoco ningún animal. Por eso es que no hay ansiedad en ellos.

 

Si no somos conscientes de nuestra base, de nuestro centro, nunca seremos conscientes de la muerte. La muerte existe solo para el hombre, porque podemos estar conscientes de nuestra totalidad y nuestras raíces en el Universo. Es como si la Vida fuese consciente en nosotros, como si hubiera adquirido consciencia en nuestro interior y eso sería una bienaventuranza.

 

La bienaventuranza es el resultado de la unidad con la Existencia y la angustia sería el resultado de un desconocimiento. Este centro que está siempre presente, aunque no seamos conscientes de él, es el asunto que voy a tratar en esta última Circular del año 1.996 que termina

 

Imaginemos círculos de cinco colores como nuestros cinco sentidos en un espacio ilimitado. Dejemos que los colores entren en nuestro interior al mismo tiempo que los vemos en un punto del espacio o en una pared, hasta que ellos se disuelvan. Entonces, nuestro deseo se hace realidad.

 

Coloquemos nuestra atención en el nervio, delicado como un hilo, que sube por el centro de nuestra columa dorsal. En ella seremos transformados.

 

Antes de entrar en el sentido de estas claves de una antigua Escuela Secreta, veamos dos o tres cosas.

 

Una: cuando el hombre hace, está enraízado en un punto particular, un centro, que es el ombligo. Es el punto "hara". Destruir el centro es el significado de la palabra japonesa "hara-kiri". En cierto modo, todos nosotros lo cometemos; no es que matemos el centro, pero nos olvidamos, o nunca nos acordamos de él. Está ahí, esperando, pero nos apartamos cada vez más de él.

 

Si miramos para un niño respirando, vemos como el ombligo se levanta y cae. Respira con su barriga, vive con la barriga, no con la cabeza ni con el corazón. Pero, poco a poco se irá separando.

 

Primero, desarrolla otro centro, que es el corazón, el centro de la emoción. Aprende a amar, será amado, y otro centro se desarrolla. No es un centro real, sino una división. Por eso, los psicólogos dicen que si un niño no fuera amado, nunca será capaz de amar.

 

Si un niño es criado en un ambiente sin amor, frío, sin calor, jamás será capaz de amar, porque su centro no se desarrolló. El amor de los padres, de la familia, de la sociedad, ayudan a desarrollar este centro. Muchas personas viven sin el centro del amor. Hablan sobre el amor, creen que aman, pero les falta el centro y, siendo así ¿cómo pueden amar? Es difícil tener una madre amorosa, más raro tener un padre amoroso, porque el amor es un crecimiento difícil.

 

Es por eso que la humanidad vive sin amor. Continuamos produciendo hijos, pero no sabemos como darle un centro de amor. O, por el contrario, cuanto más civilizada es la sociedad, más forzamos un tercer centro, que es el intelecto. El ombligo es el centro original. Sin él la vida es imposible y es por eso que se nos dá. El segundo es una división. Si el niño recibe amor, él corresponde. En esa correspondencia desarrolla un centro: el del corazón. El tercer centro es la razón, el intelecto, la cabeza. La educación, la lógica y el entrenamiento crea un cierto centro, que también es una división.

 

Pero nosotros vivimos en el tercer centro. El segundo está casi ausente y, aún cuando esté presente, no funciona; pero, aunque funcione algunas veces, lo hace irregularmente. Pero el tercer centro, la cabeza, se ha hecho básico en la vida, porque todo depende de él. Lo necesitamos para tener razón, lógica, pensamientos. Así, todos se vuelven más tarde o temprano, orientados por la cabeza. Vivimos en la cabeza.

 

Estos son los tres centros: cabeza, corazón y ombligo. Pero, el original, es el ombligo. El corazón puede ser desarrollado, y es bueno que lo sea, por muchos motivos. La razón también necesita evolucionar, pero no a costa del corazón, porque perderíamos el eje y no podríamos regresar al centro del ombligo. La evolución viene de la razón para la vida, para el ser: voy a hacer lo posible para que esto sea entendido.

 

El centro del ombligo está en el ser; el centro del corazón está en el sentir; el centro de la cabeza está en el conocimiento. Y este es el punto más distante del ser, el sentimiento está más cerca. Si perdemos el centro del conocimiento, entonces será difícil crear un puente entre la razón y el ser. Es por eso que una persona amorosa puede sentirse en casa, en el mundo, con más facilidad que una persona que vive a través del intelecto.

 

La cultura occidental señala básicamente el centro de la cabeza. Es por eso que hay una profunda preocupación con la falta de hogar, de vacío, por la falta de raíces. El hombre occidental se siente desenraizado. La razón es que la cabeza se ha vuelto el centro. El corazón, sin ser entrenado, no está presente.

 

Los latidos del corazón no son el corazón, sino una función biológica. Así, cuando sentimos el latido, no interpretemos mal y pensemos que tenemos corazón. Corazón es otra cosa. Significa capacidad de sentir y "cabeza", capacidad de conocer. "Ser" es la capacidad para se alguien, uno con algo.

 

La espiritualidad está relacionada con el "ser"; la poesía está relacionada con el corazón; la filosofía y la ciencia están relacionadas con la cabeza. Estos dos centros: corazón y cabeza, son centros periféricos, no son centros reales. El centro real está en el ombligo, el "hara". ¿Cómo llegar hasta él otra vez?

 

De un modo general, esto ocurre raras veces. Es un momento muy profundo. Por ejemplo: en el sexo algunas veces se llega muy cerca, porque en el acto sexual algunas veces nuestra consciencia va hacia abajo. Hay que dejar la cabeza y descender. En un orgasmo sexual profundo, algunas veces quedamos cerca del punto "hara". Por eso hay tanta fascinación con el sexo. En realidad, no es el sexo que nos dá experiencia de beatitud, es el "hara".

 

Al descender en dirección al sexo, pasamos a través del "hara", lo tocamos. Pero, para el hombre moderno, hasta eso se ha vuelto imposible, porque el sexo se ha vuelto cerebral, mental. Por eso hay tanto cine, novelas, pornografía y cosas afines. El hombre piensa sobre el sexo, pero eso es absurdo. El sexo es una experiencia y no se puede pensar sobre ello. Y, si comenzamos a pensar sobre ello, será cada vez más difícil vivenciarlo, porque no está relacionado con la cabeza. La razón aquí no es necesaria.

 

Y cuanto más incapaces de profundizar en el sexo somos, más pensamos sobre él. Es un círculo vicioso. Cuanto más pensamos, más cerebral es el sexo. Y, finalmente, nos sentimos frustrados. ¿Por qué? Porque la consciencia no está descendiendo, volviendo al centro. Un guerrero en una batalla, algunas veces pasa por el "hara", se siente feliz; pero no los guerreros modernos, ellos no son absolutamente guerreros. Una persona que arroja una bomba sobre una ciudad, está durmiendo. No es un guerrero, un luchador.

 

Algunas veces, en el límite de la muerte, nos catapultamos al punto "hara". Para quien lucha con su espada, la muerte es posible en cualquier momento. Y, cuando se lucha asi, no se puede pensar. Si pensáramos, seríamos muertos. Hay que actuar sin pensar, porque el pensamiento necesita de tiempo. Y por no haber tiempo para pensar, pues pensar significaría la muerte, es que la consciencia cae de cabeza, va hacia el punto "hara". Y el guerrero tiene una experiencia de beatitud. Por eso la guerra tiene tanto atractivo. El sexo y la guerra han sido dos fascinaciones y la razón es esta: que pasamos por el punto "hara". Pasamos a través de él en cualquier momento de peligro.

 

Nietzche dice: "vive peligrosamente". ¿Por qué? Porque en el peligro somos arrojados y devueltos al punto "hara". No podemos pensar; no podemos inventar nada  con la mente. Hay que actuar, inmediatamente.

 

Pasa una serpiente ante nosotros. Súbitamente la vemos y damos un salto. No hay un pensamiento, nadie que diga: "Hay una serpiente". No discutimos con la mente. No hay una racionalización. Si lo hacemos, podríamos morir. Hay que actuar espontáneamente. La acción viene primero, y el pensamiento después. Luego de haber dado el salto, entonces pensaríamos.

 

En la vida común, cuando no existe peligro, primero pensamos y después actuamos. En el peligro, todo el proceso es invertido y esa acción que viene primero, sin pensar, alcanza nuestro centro original, el "hara". De ahí viene la atracción por el peligro.

 

Llevamos un automóvil muy deprisa, cada vez más y repentinamente, llega un momento en que cada instante es muy peligroso. Un segundo y la muerte puede llegar. En ese momento de suspense, cuando la muerte y la vida están tan cerca una de otra, los dos puntos muy cerca y nosotros en medio, la mente se para y somos arrojados hacia el punto "hara". Por eso hay fascinación por los coches, por conducirlos, guiar deprisa, velozmente, locamente.

 

Los peligros tienen sus atractivos, porque en ellos nuestra consciencia común, cotidiana, no puede funcionar.El peligro va más profundo. La mente no es necesaria y llegamos a la no-mente. Estamos conscientes, pero no pensamos. Es un momento meditativo. En lo profundo, un jugador está buscando un estado meditativo. En el peligro, en la lucha, en las guerras, el hombre siempre estuvo buscando peligros, estados meditativos.

 

Una felicidad súbita brota en nosotros. Es como una ducha interior. Pero esto es muy occidental. Una cosa es cierta: siempre que nos sentimos felices, estamos siempre cerca del punto "hara". Es cierto, no importa la causa. Cuando pasamos cerca del centro original, quedamos plenos de felicidad.

 

Las instrucciones de las Escuelas están destinadas a crear un raíz en el "hara", en el centro, de manera planeada, cientificamente, no accidentalmente, sino permanentemente. Podemos permanecer continuamente en el "hara". Ese puede ser nuestro enraizamiento. Como hacer y crear esto, es el motivo de esta Circular y sus enunciados.

 

Tomemos las primeras palabras: "Imagina círculos de cinco colores como tus cinco sentidos en un espacio ilimitado. Ahora, deja que la belleza de ellos se encuentren en tu interior. Al mismo tiempo. en cualquier punto del espacio, o de una pared, deja que la visualización se disuelva. Entonces, tu deseo se tornará realidad".

 

Todas estas palabras nos dicen como alcanzar el centro interno. El mecanismo básico,es crear un centro fuera, en cualquier lugar: en la mente, en el corazón, o en una pared; si nos concentramos totalmente en ello y nos aislamos del mundo, si nos olvidamos del entorno y solo este punto permanece en nuestra consciencia, somos proyectados hacia el centro interno.

 

¿Cómo funciona? Primero, entendamos. Nuestra mente es errática, vagabunda. Nunca está en un solo sitio. Se mueve, anda, pero nunca se fija. Va de un pensamiento para otro, pero no tiene un centro. Se mueve siempre. Recordemos esto: la mente está siempre en movimiento, esperando llegar a algún lugar, pero nunca llega. No puede llegar. Su propia estructura es el movimiento. Solo puede moverse. El propio proceso es el movimiento.

 

Si la detenemos, ella luchará contra nosotros. La mente dirá: ¡muévete!, porque si paramos ella moriría inmediatamente. Ella solo puede vivir en movimiento. Mente significa proceso.

 

La consciencia es nuestra naturaleza; la mente es su actividad. Es como el andar. Esto es difícil, porque pensamos que la mente es algo substancial. No lo es. La mente es una actividad. Por eso es mejor decir "mentalización" que mente. Andar es un proceso- Si nos paramos, el andar no existe. Tenemos piernas, pero no el andar. Las piernas pueden andar. Pero, si paramos, las piernas están presentes, pero el andar no.

 

La consciencia es como las piernas, nuestra naturaleza. La mente es como el andar, un proceso. Cuando la consciencia se mueve de un lugar para otro, este proceso es la mente. Andar es una actividad; la mente también lo es.

 

Si dejamos de pensar, la mente luchará. Dirá: "¡Continúa!" La mente intentará de todos los modos empujarnos hacia adelante, hacia atrás o a cualquier otro lugar. Cualquier sitio le sirve, pero nunca detenerse o quedar en un solo punto.

 

Si insistimos y no obedecemos a la mente, será difícil, porque siempre hemos obedecido. Nunca hemos dado órdenes a ella; nunca fuimos su señor. No lo podemos ser, porque siempre nos hemos identificados con ella. Pensamos que somos la mente. Y esa ilusión de que "nosotros somos la mente" le dá a ella total libertad, porque no existe nadie que ordene en la mente para controlarla. La propia mente es su dueño. Ella puede ser "señora", pero ese dominio es aparente. Intentemos romper ese "dominio". Él es falso.

 

La mente es un esclavo fingiendo ser el señor, pero ha fingido tanto tiempo, por tantas vidas, que hasta el señor cree que el esclavo es el señor. Es nada más que una creencia. Hagamos lo contrario y sabremos que esa creencia está infundada.

 

Pensemos que nuestros cinco sentidos son cinco colores, y que esos colores están llenando todo el espacio. Entonces, vamos a movernos dentro de esos cinco colores, profundicemos en ellos y sintamos un centro donde todos se encuentran, dentro de nosotros. Esto es imaginación, pero ayuda. Solo imaginar estos cinco colores penetrándonos y encontrándose en un punto.

 

Naturalmente, estos cinco colores se encontrarán en un punto; y el mundo se disolverá. En la imaginación, hay cinco colores esparcidos por el espacio, pero margullando dentro de ellos encontramos un eje, donde se juntan. Cualquier punto de encuentro servirá, pero el punto "hara" es el mejor. Pensemos que los cinco colores se juntan en nuestro ombligo, que todo el mundo se transforma en colores. Vamos a concentrarnos hasta que ese punto se disuelva en nuestra imaginación. Recordemos: cualquier cosa que hagamos será imaginación. Y cuando ese punto se disuelva, estaremos en el centro.

 

El mundo se ha disuelto. No hay mundo para nosotros. En esta meditación no hay más que color. Olvidamos el mundo y los objetos. Sólamente cinco colores. Escojamos un color cualquiera. Esto es, particularmente, para los que tienen la vista muy aguda, una profunda sensación del color. A menos que tengamos ojos de artista, de pintura, una consciencia de color no será fácil, a menos que podamos imaginar colores.

 

¿Hemos comprobado si nuestros sueños tienen color? Apenas una persona entre cien es capaz de tener sueños de color. Los vemos en blanco y negro. ¿Por qué? El mundo es de color y los sueños no. Si alguno recuerda que sus sueños son de color, esta meditación será extraordinaria para él.

 

Si decimos a una persona que es insensible al color: "imagina el espacio lleno de colores!, no sería capaz de imaginar. Y, aunque intente imaginarlo, si piensa: "¡Rojo!", verá la palabra "rojo", pero no verá el color.

 

Así que este método es muy especial para las personas que visualizan colores. En algún lugar de nuestro centro se encuentran estos colores. Vamos a concentrarnos en cinco colores, sin salir de ese punto, permaneciendo ahí. No demos permiso a la mente, no pensemos sobre nada, ni aún sobre los colores. Si pensamos, la mente se moverá. Sólamente prendido a los colores. Y ellos se disolverán, porque es imaginación. Si forzamos la concentración, la imaginación no podrá permanecer mucho tiempo presente. Ella se disolverá.

 

El mundo se ha disuelto antes; había solo colores. Estos colores eran imaginación nuestra. Ellos se estaban encontrando en un punto. Ese punto era imaginario, y ahora, con la concentración, ese punto se disolverá. ¿Dónde estaremos entonces nosotros? Seremos lanzados hacia el centro.

 

Los objetos se disolverán a través de la imaginación. La imaginación se disolverá por la concentración. El mundo objetivo se habrá disuelto y también el mundo mental. Y estaremos presentes como consciencia pura.

 

Es por eso que las Escuelas Secretas dicen: " En cualquier parte del espacio o de una pared ...." Eso ayudará. Si conseguimos imaginar colores, cualquier punto de proyección ayudará. Tomemos cualquier cosa como objeto de concentración. Si ella fuere interior, será mucho mejor, pero existen dos tipos de personalidades. Para aquellos que son introvertidos, será fácil visualizar los colores en sí mismo. Pero los extrovertidos, los que no conciben nada interior, podrán imaginar fuera, porque sus mentes se mueven hacia el exterior.

 

Decía un filósofo,David Hume: "Siempre que voy hacia dentro de mi, nunca encuentro ningún Yo. Todo lo que encuentro son reflejos del mundo exterior: un pensamiento, una emoción, algún sentimiento. Nunca encuentro la interioridad: solo encuentro el mundo exterior, reflejándose dentro". Esta es la mente extrovertida.

 

Si no podemos sentir ninguna cosa dentro, entonces, intentemos cualquier otro punto en la pared. Hay personas que me preguntan cómo ir hacia dentro. Es un problema, porque si solo conocen ir hacia fuera, es difícil imaginar como ir hacia dentro.

 

Si somos extrovertidos, no intentemos buscar un punto interior: intentemos hacerlo fuera. El resultado será el mismo. Forzemos un punto en una pared. Entonces, hasta podríamos hacerlo con los ojos abiertos. Si estamos intentando crear un centro interior, un punto dentro, entonces hay que concentrarse con los ojos cerrados.

 

Focalicemos un punto en la pared y nos concentramos en él. Todo va a suceder a causa de la concentración, no por el punto. Continuamos hasta que el punto se disuelva. No parpadeemos, porque eso daría un espacio para que la mente se mueva y comencemos a pensar.

 

Cuando el punto se disuelva, si estamos concentrados en el punto y había sólamente ese punto en el mundo para nosotros, la consciencia no podrá ir a ningún lugar. Todas las dimensiones se cierran. La mente fue arrojada fuera de sí misma, la consciencia fue empujada hacia dentro de sí, y entramos en nuestro centro.

 

Así, dentro o fuera, interna o externamente, nos concentramos hasta que el punto se disuelva. Y lo hará por dos razones: si es interno, es imaginario, y se disolverá. Si es externo, no es imaginario, es real. Focalizamos un punto en la pared y nos concentramos. Entonces, ¿por qué ese punto se disuelve también? Se puede entender por qué se disuelve dentro: no estaba allí, solo era imaginación. Pero, en la pared estaba presente y, entonces ¿por qué se disolvió?

 

Se disuelve por una cierta razón. Cuando nos concentramos en un punto, en verdad, el punto no se disuelve realmente; es la mente quien se disuelve. Si estamos concentrado en un punto externo, la mente no puede moverse. Sin movimiento, ella no puede vivir. Y, cuando la mente se detiene, nosotros no podemos estar relacionado con nada exterior. Súbitamente todos los ejes se rompen, se quiebran los puentes, porque el puente es la mente. Cuando estamos concentrados en un punto en la pared, la mente está constantemente saltando de un punto para otro, de nosotros al punto, del punto a nosotros. Hay un proceso.

 

Cuando la mente se disuelve, no podemos ver el punto, porque nunca vemos a través de los ojos, sino por medio de la mente. Cuando la mente no está presente y activa, los ojos no pueden funcionar. Podemos estar mirando hacia la pared, pero el punto no será visto. Cuando la mente regrese, lo veremos nuevamente.

 

Esta centralización nos volverá conscientes de nuestras raíces existenciales. Sabremos por donde estamos unidos a la Existencia. Hay en nosotros un punto que está relacionado con la Existencia, que es uno con ella. Una vez conocido este centro, sabremos que estamos en casa. Este mundo no será extraño. No seremos extranjeros. No habrá necesidad de luchar. No hay enemistad entre nosotros y la Vida. La Existencia se revelará como nuestra Madre.

 

Fue la Vida que vino hacia dentro de nosotros y nos hizo conscientes. Fue la Existencia que floreció en nosotros. Esa sensación, esa realización, ese acontecimiento acaba con la angustia.

 

Entonces la felicidad no será un fenómeno, algo que sucede y después se va. La felicidad será nuestra propia naturaleza. Cuando alguien está enraízado en su propio centro, la felicidad es algo natural para él.Será consciente de ser feliz y, al poco tiempo, será inconsciente de ser feliz, porque la consciencia necesita del contraste. Si somos infelices, podemos sentir cuando somos felices. Cuando no hay más miserias, al poco tiempo nos olvidamos de ella completamente. Y nos olvidamos también de la felicidad. Y, cuando las personas olvidan que son felices, es cuando realmente lo son. Entonces la felicidad es natural. Las estrellas brillan, la lluvia cae y nosotros somos felices. Nuestro propio ser es feliz. No es algo que nos haya pasado: SOMOS NOSOTROS.

 

Con la segunda frase, el mecanismo es el mismo, la base es la misma: "Coloca toda tu atención en el nervio, delicado como un hilo de loto, en el centro de la columna dorsal. En ella serás transformado".

 

Para esta técnica, el estudiante tiene que cerrar los ojos y visualizar su columna. Es bueno mirar en un libro de anatomía. Entonces, cerramos los ojos y vemos la espina dorsal. Dejemos que ella quede recta. Visualicemos en medio de ella un nervio, delicado como un hilo, pasando por el centro de la columna.

 

Si podemos concentrarnos en la columna y después en el hilo que está en su interior, un nervio tan delicado como el hilo de una flor de loto, la propia concentración nos llevará para nuestro centro. ¿Por qué?

 

La columna vertebral es la base de toda la estructura del cuerpo. Todo está unido a ella. En verdad, el cerebro no es más que un polo de la columna. Dicen algunos fisiólogos que la cabeza no es otra cosa que la extensión de la columna.

 

La espina dorsal está conectada con todo el cuerpo. Por eso es llamado espina, base. En esa espina existe realmente algo así como un hilo, pero la fisiología no dice nada sobre este asunto, porque ella no es nada material. Es como un cordón de plata, un nervio muy delicado. No es un nervio en sentido fisiológico.

 

Pero, él es visto en meditación profunda. Es energía, no es materia. Ese cordón de energía es nuestra vida. A través de él nos relacionamos con la Existencia invisible y con todo lo visible. Es el puente entre lo visible y lo invisible. A través de ese cordón, nos relacionamos con el cuerpo y con el alma.

 

Primero visualizamos la espina, y sentiremos algo extraño. Si continuamos visualizándola, ella no será nada imaginario. El hombre puede ver su propia estructura corporal interior. Nosotros no lo intentamos porque ese mundo asusta, cuando vemos nuestros huesos, la sangre, las venas, quedamos con aprensión. Bloqueamos nuestras mentes para no vernos por dentro. Vemos el cuerpo por fuera, como si otro persona estuviese mirando para él. Vemos las paredes externas. Entremos en la casa y podemos ver las paredes internas.

 

Hay una manera de mirar para el interior de nuestro cuerpo. Si podemos concentrarnos en nuestro interior, comenzaremos a verlo. Si nos sentimos materialistas, si sentimos que no hay nada más que el cuerpo, esa técnica será útil.

 

En las antiguas Escuelas, las personas usaban mucho los huesos. Hasta no hace muchos años, los eremitas usaban en sus cuevas o monasterios cráneos de hombres. Eso ayuda mucho a la concentración interior. Primero, nos concentramos en el cráneo, después cerramos los ojos e intentamos visualizar el nuestro propio. Continuemos intentando ver la parte de fuera del cráneo y poco a poco sentiremos el nuestro. La consciencia comienza a concentrarse. Ese cráneo externo, la concentración en él y la visualización son sólo ayudas. Una vez centrada la imagen dentro, podemos dirigirnos desde los pies a la cabeza. Nos podemos mover dentro de ese gran universo. El pequeño cuerpo es un universo.

 

Este ejercicio usa la columna vertebral porque dentro de ella está el hilo de la vida. De ahí viene la insistencia en la columna recta, porque si no lo estuviera, no seríamos capaces de ver el hilo interior. Es muy delicado y diminuto. Es un fluir de energía.

 

Pero nuestras columnas no son rectas. Los orientales lo intentaron de muchas maneras, desde la infancia. El modo de sentarse, la manera de dormir, de andar, los ejercicios de yoga, todo está basado en la columna recta. Si no lo fuera, será difícil ver el núcleo interno. Es una fuerza.

 

"...... En ella serás transformado": y, una vez que podamos sentirlo, concentrarnos y percibir ese hilo, seremos tomado por una nueva luz. Esa luz estará viniendo de la columna vertebral. Se esparcirá por todo el cuerpo y hasta podrá ir más allá de él. Cuando es así, las áuras son vistas.

 

Todo el mundo tiene un áura, pero generalmente, ellas son sombras, sin ninguna luz. Esas áuras reflejan cada estado de nuestro espíritu. Cuando estamos enfadados, ella parece tener el color de la sangre. Cuando estamos tristes, débiles, deprimidos, ella queda llena de hilos oscuros, como si estuviéramos próximos a la muerte.

 

Este ejercicio será más útil para las mujeres que para los hombres. Ellas se orientan mejor con el cuerpo. Viven más el cuerpo, lo sienten más. Pueden visualizar mejor el cuerpo. Son más físicas que los hombres. Pero, para cualquier persona que puede sentir el cuerpo, que puede cerrar los ojos y sentir su cuerpo interiormente, esta técnica será útil.

 

Visualicemos la columna y, en el centro, veremos el cordón de plata que pasa a través de ella. Primero parecerá imaginación, pero al poco tiempo sentiremos que la imaginación desapareció y que la mente está centrada en la columna vertebral. Veremos nuestra propia columna. Y, en el momento en que viéramos el núcleo central, sentiremos una explosión de luz dentro de nosotros.

 

A veces esto pasa sin hacer ningún esfuerzo. En un acto sexual profundo, puede suceder, porque toda la energía se concentra alrededor de la espina dorsal y comienza a descargar corrientes eléctricas. Y si la relación es muy profunda, amorosa y dilatada, en un abrazo profundo, sin movimiento, solo llenos el uno del otro, en un abrazo total: esto sucederá. Muchas veces ocurre en una habitación oscura, que de repente se llena de luz y los cuerpos son envueltos por un áura azul. A veces, en el mismo dormitorio donde la relación se mueve, las cosas caen al suelo sin causa alguna. Esa electricidad tiene muchos efectos, como cosas que se mueven o fotografías que caen.

 

Pero estas relaciones no son realizadas para alcanzar algún tipo de alivio, ni para ser terminada con prisas, ni es un acto físico. Es una profunda comunión espiritual. A través de dos cuerpos hay el encuentro de dos interioridades, dos subjetividades que se interpenetran.

 

Así, yo les sugiero que lo intenten en un acto de amor profundo. Será fácil. Olviden el sexo. Cuando estén en un profundo abrazo, olviden a la otra persona. Interioricen y visualicen la columna. Será más fácil porque habrá más energía fluyendo cerca de la columna. El hilo es más visible, porque estamos silenciosos, porque el cuerpo descansa. El amor es el más profundo relajamiento, pero nosotros hemos hecho del amor una gran tensión. Hicimos de él una ansiedad, una carga.

 

En el calor del amor, plenos, relajados, cerremos los ojos. Amamos mejor con los ojos cerrados, porque sentimos el cuerpo más interiormente. Cerremos los ojos y sintamos el cuerpo. Relajémonos. Concentrémonos en la columna. Y el ejercicio de los Maestros dice: "En ella, serás transformado". Y seremos transformados a través de ella.

 

Ya es bastante por hoy.

 

 

                        * * * * * * *

 

 

     

      Hay hombres que luchan un día y son buenos.

      Hay otros que luchan muchos días y son mejores.

      Hay los que luchan durante años y son excelentes.

      Pero ....... están los que luchan toda la vida

      y estos son imprescindibles.

 

 

Cada mañana en la tierra es una página en blanco de que se dispone en el libro de la vida, para hacer los mejores ejercicios de elevación y bondad.

 

 

Comienza la lucha de cada día, con el deslumbramiento de quien observa la belleza terrestre por primera vez, y guarda la paz de la noche como quien se despide del mundo para cambiar de residencia.

 

Todo lo que hay de bueno y bello nace y vive del trabajo constante.

 

Cada hombre debe ser útil, conforme sus facultades; observa lo que haces con el tesoro de las horas, por cuanto el tiempo llamado "hoy" es un recurso a tu favor en la contabilidad de la vida,  abonando en tus cuentas para el mañana.

 

 

 

Estimados amigos y simpatizantes de la Escuela "Ave Fénix":

 

Con esta Circular nº 12 del mes de Diciembre de 1.996, se cumplen dos años de publicaciones continuas, y que cada mes llega puntualmente a tus manos.

 

Otras publicaciones hermanas no han tenido tanta suerte, aunque ninguna está abandonada, sino diferida, porque el tiempo es incapaz de dilatarse como quisiera, pero el esfuerzo sigue siendo continuo y poco a poco iremos llenando los espacios que parecen faltar. Pronto saldrá publicado el Cuaderno de Aforismos "Ave Fénix" nº 10 y se reiniciará la publicación de la Revista trimestral de la Escuela.

 

El año 1.997, se presenta como un desafío y una invitación a redoblar nuestros esfuerzos para seguir perseverando en el camino hacia la superación personal. La Circular Alcorac, seguirá desvelando secretos de las Escuelas que nos antecedieron, para que no quede velado más que lo estrictamente necesario para la seguridad de los estudiantes tibios que no buscan más que psiquismo, notoriedad y satisfacciones intelectuales.

 

En nombre de las publicaciones de la Escuela y en el mío propio os deseo que el próximo año sea de ventura y prosperidad personal en todos los campos de vuestras actividades y, en especial, de la felicidad de todos y cada uno de vosotros.

 

Fraternalmente,

 

                                               Salvador Navarro Z.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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El sermón de la montaña

(espiritualismo)

Integración y evolución

(didáctico)

33 meditaciones en Cristo 

(mística)

Rumbo a la Eternidad 

(esotérico)

La búsqueda del Ser

(esotérico)

El cuerpo de Luz 

(esotérico)

Los arcanos menores del Tarot 

(cartomancia)

Eva. Desnudo de un mito

(ensayo)

Tres estudios de mujer

(psicológico)

Misterios revelados de la Kábala 

(mística)

Los 32 Caminos del Árbol de la Vida

(mística)

Reflexiones. La vida y los sueños  

(ensayo)

Enseñanzas de un Maestro ignorado

(ensayo)

Proceso a la espiritualidad

(ensayo)

Manual del discípulo 

(didáctico)

Seducción y otros ensayos

(ensayos)

Experiencias de amor

(místico)

Las estaciones del amor

(filosófico)

Sobre la vida y la muerte

(filosófico)

Prosas últimas  

(pensamientos en prosa)

Aforismos místicos y literarios

(aforismos)

Lecciones de una Escuela de Misterios

(didáctico)

Monólogo de un hombre-dios

(ensayo)

Cuentos de almas y amor

(cuentos)

Nueva Narrativa (Narraciones y poemas)
Desechos Urbanos (Narraciones )
Ensayo para una sola voz VOL 1 (Ensayo )
En el principio fue la magia VOL 2 (Ensayo )
La puerta de los dioses VOL3 (Ensayo )
La memoria del tiempo (Narraciones )
El camino del Mago (Ensayo )
Crónicas (Ensayo )
Hombres y Dioses Egipto (Ensayo)
Hombres y Dioses Mediterráneo (Ensayo)
El libro del Maestro (Ensayo)
Los Buscadores de la Verdad (Ensayo)
Nueva Narrativa Vol. 2 (Narraciones)
Lecciones de cosas (Ensayo)
   

 

 

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MAESTRO TIBETANO

 

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