ALCORAC

SALVADOR NAVARRO  

 

 

                                              

Dirigida a las Escuelas de:

                    Barcelona

                    Mallorca

                    Menorca

                                                                                   

                                                                                    Circular nº 2  , año VI I

                                                                                    Llubí, 1º Febrero de 2.001

 

            Todos los neoplatónicos parten de la premisa inicial y básica de que existe, y puede existir, una sola realidad, y que esa realidad es dinámica, viva, consciente, espiritual, y al mismo tiempo trascendente e inmanente en todos los seres del Universo.

          Esa inmanencia universal de la Realidad eterna no es sino la consecuencia lógica e indeclinable del hecho de ser esa realidad la causa intrínseca de todas las cosas. Es importante acentuar ese intrínseco. También los filósofos y teólogos dualistas admiten que Dios es la causa del Universo, pero entienden con esto una causa externa. San Agustín, educado en la mentalidad neo-platónica, abandonó, después de su conversión al cristianismo, la idea de la inmanencia esencial de Dios en todas las cosas, popularizando el concepto de que el mundo habría sido creado por Dios de la nada, mientras que los neoplatónicos entienden que el mundo fue creado, no solamente por Dios, sino también de Dios, esto es, de la sustancia divina; que el mundo emanó, irradió de la íntima naturaleza y esencia de la Divinidad, más o menos como las aguas emanan de una fuente, como los rayos de luz son proyectados por el Sol, o como los pensamientos fluyen de la mente del pensador. Esta última comparación ilustra mejor que cualquier otra, la relación que existe entre Dios y el mundo, en el sentido neoplatónico, por cuanto el pensamiento, aunque sea producido por la mente, no está fuera de ella, separado de la misma, pero sigue inmanente a su causa productora. La mente, de hecho es la causa intrínseca del pensamiento. El pensamiento emana o fluye o irradia de la mente, sin que esté separado de ella por un solo instante; separación es equivalente a aniquilación.

          Para el defensor de la creación del mundo de la nada, el mundo no es divino y, como la nada es equivalente al mal (ausencia de realidad, vacío, irrealidad), se sigue lógicamente que el mundo fue creado del mal, esto es, de algo (aunque ese algo sea negativo), por cuanto la nada es necesariamente la antítesis del Todo. Siendo Dios el Todo o el Sumo Bien, el mundo es la nada o el Sumo Mal. El mundo, por tanto, es malo por naturaleza, porque nació del mal (nada). Por esto, el amigo de Dios no puede ser amigo del mundo, y tanto más espiritual es el hombre cuanto menos contacto tiene con el mundo, y viceversa.

          Dios y mundo son dos polos opuestos, como el bien y el mal, luz y tinieblas, como el Todo y la nada, como el sí y el no.

          Todo el ascetismo de los eremitas, cenobitas, monjes, penitentes, etc., está basado en la idea metafísica de la creación del mundo de la nada, aunque la mayor parte de los ascetas no tengan consciencia nítida de ese dualismo latente.

          Siendo que también el hombre, según el cuerpo, la mente y el alma es, consecuente con la teología eclesiástica, una creación de la nada (por cuanto el alma es creada de la nada en el momento de su incorporación al cuerpo, también inexistente antes de ese instante),  se sigue que el hombre es esencialmente malo, como el resto que emergió de ese tenebroso abismo de la nada. Dios puede hacer al hombre bueno, pero el hombre no lo puede hacer consigo mismo, porque esta posibilidad supondría un vestigio de bondad dentro de él.

          El dualismo de la creación, como se ve, es visceralmente pesimista, mientras que la unidad que emana de sí, es esencialmente positiva y optimista, o mejor dicho, realista.

                                                  *   *   *   *   *  *   *

          Ammonio Saccas, de Alejandría, es generalmente admitido como el fundador del movimiento neo-platónico, más tarde continuado por su gran amigo y discípulo Plotino; el genial “cargador de sacos” (Saccas), quizá un humilde operario o estibador en los muelles de Alejandría, acabó por ser eclipsado por el brillo de Plotino, cuyas grandes ideas fueron transmitidas a la posteridad por su discípulo y biógrafo Porfirio.

          Más tarde, después de haber en vano intentado alcanzar el Extremo Oriente con una expedición del emperador romano Gordiano III, Plotino se estableció definitivamente en Roma, donde no tardó en ver entre sus discípulos y amigos la élite de la capital del Imperio, entre ellos al propio Emperador y la Emperatriz Salonina. Hombres de vasto prestigio y poder se sentaban a los pies del gran maestro de la espiritualidad, el cual todavía continuaba siendo hasta su muerte, un hombre simple, humilde y sin pretensiones. Acumuló no sólo honores sino grandes riquezas materiales que distribuía entre los necesitados, porque su ascetismo y filosofía mística eran incompatibles con el apego a cualquier bien material. Refiere su biógrafo, Porfirio, que Plotino lo gastaba todo en la educación de niños y jóvenes, huérfanos y pobres, rescatando gran número de esclavos.

          El gran místico alejandrino era amigo del deporte, complaciéndose en entretenerse con sus amigos y discípulos en variados ejercicios físicos.

          Contrariamente a otros filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles, Plotino nunca se casó. Ni abogó por la teoría del celibato; su estado de soltero perpetuo parece haber sido el resultado de la excesiva dedicación a los problemas trascendentales y por una profunda aversión al mundo material. A tal extremo llegó su espiritualismo, que nunca reveló a los interesados su edad ni fecha de nacimiento, porque según su concepto de las cosas, era una fecha vergonzosa en la que su alma divina fue encarcelada en la prisión del cuerpo material, de  la cual no conseguía liberarse.

          Plotino es el Buda de Occidente. No logró jamás establecer la verdadera síntesis entre lo espiritual y lo material, entre lo eterno y lo temporal, entre Dios y el mundo. Mientras tanto, elevó el factor espíritu al más alto grado de Realidad Única. Ese énfasis sobre la suprema Realidad del Mundo espiritual, ejerció una poderosa influencia en el seno de la humanidad, predominantemente materialista y siempre inclinada a considerar los fenómenos sensitivos-intelectuales como las únicas, o por lo menos decisivas, realidades del Universo. Plotino y la escuela neo-platónica señalan las facultades intuitivas del hombre como fuente de seguridad última y definitiva.

          Esa facultad intuitiva, aunque exista en todo ser humano, se encuentra en la mayor parte de los hombres en estado latente, o en un grado de evolución extremadamente primitivo, no ejerciendo por esto, decisiva influencia sobre la vida ética y social del hombre, dominado generalmente por valores sensitivos-intelectuales. Desarrollar en el hombre la intuición espiritual es, según los neo-platónicos, la más importante tarea del ser humano, una vez que por la intuición percibe la verdadera naturaleza y esencia del Universo, que es Dios.

          Sólo el hombre así liberado de la ilusión y poseedor de la verdad, ingresa en el reino de la bondad real y de una paz y felicidad inalterable.

                                                  *    *    *    *    *    *     *

          Según la doctrina de Plotino, Dios no es propiamente un Ser, sino un Super-Ser, porque no posee una existencia comparable con los fenómenos individuales, que pueden ser o no ser. Dios sólo puede ser. Aunque intensificásemos al más alto grado el ser de los fenómenos individuales, nunca alcanzaríamos al ser de Dios, una vez que el modo que Dios es no es sólo cuantitativamente, sino cualitativamente diferente del modo de ser de las criaturas. Comparados con el modo de ser de Dios, los hombres no tienen ser; ellos no son, sino que parecen ser, como una sombra no posee un ser real sino la negación de una realidad, como es la luz; así las criaturas poseen un pseudo ser, que es la negación del ser real, que es Dios; o como la muerte, que no es un ser positivo, sino la ausencia o negación de una realidad llamada vida.

          Sirviéndonos de un símil matemático, podríamos comparar a Dios con un número positivo, por ejemplo el 1, y todos los fenómenos del Universo con ceros pequeños y grandes: o, o, o  0, 0, 0. Ahora, cualquier cero, pequeño o grande, es por sí mismo una pura nada, una vacuidad una irrealidad absoluta. La adición o multiplicación de ceros, por grande que sea, nunca dará un valor positivo, por ejemplo 1, porque un algo no es el resultado de las nadas, por numerosas que estas sean. Para llegar al plano de algo (aunque ese algo no fuese un algo infinito, como en el caso de Dios que es el Todo), tenemos que abandonar el plano de la nada; quiero decir que, para llegar a Dios, tenemos que abandonar el mundo de las criaturas, una vez que estas comparadas con el Creador, representan el plano diametralmente opuesto a aquél, como la nada es opuesta a algo o al todo. La nada no es sólo diferente de algo, sino la radical negación del mismo. Dios no es sólo cuantitativamente diferente de los hombres, sino cualitativamente opuesto a ellos, no pudiendo por tanto las criaturas servir de medios para alcanzar a Dios, así como los ceros no son medios para llegar al 1. El único modo de servirnos de las criaturas para alcanzar a Dios es abandonarlas completamente, como hacen los renunciadores, los ascetas, los desertores del mundo. La distancia que me separa del mundo, dice el asceta y el neo-platónico, es la medida que me aproxima a Dios, y viceversa.

          Si el cero o la nada, poseyese al menos una fracción mínima e infinitesimal del valor positivo 1, podríamos por la suma de enormes cantidades de esas fracciones de ceros o nadas, llegar al valor 1; podríamos construir el edificio de algo con las piedras de la nada. Pero esto es ilusorio, como nos hacen ver los neo-platónicos. Siendo que Dios no es la suma total de las criaturas, está claro que, por medio de ellas nadie puede llegar al Creador, pero sí por la completa renuncia al hombre.

          La percepción de Dios o del mundo divino no es, por tanto, una continuación de aquello que los sentidos y el intelecto nos ofrecen; sino que es un nuevo inicio, algo enteramente diferente, nuevo, original e inédito.

          Intuir no es el seguimiento ni la culminación de la inteligencia o del sentir; es un acto tan diferente como el sí es opuesto al no, como la luz es opuesta a las tinieblas, como la vida es opuesta a la muerte.

          Sentir e inteligencia es, por así decir, algo que el hombre hace; mientras que intuir es algo que Dios hace por medio del hombre, o que es hecho dentro del hombre, pero no por el hombre. El hombre no es la causa y fuente del intuir, así como es del sentir  o de la inteligencia. La intuición es antes el resultado de una extrema pasividad del hombre que el fruto de una actividad. El hombre no percibe a Dios por los sentidos, ni lo concibe por el intelecto; Dios es el que se revela al hombre a través de la intuición debidamente preparada.

          Dios se revela a todo hombre idóneo para recibir esta revelación. Pero no todos los hombres son suficientemente idóneos para recibir la revelación de Dios; por esto, no todos saben lo que es Dios.

          Para que Dios se revele al hombre, debe este disponer de ciertas condiciones preliminares, indispensables para la llegada y actuación de ese mensaje del Más Allá. (Ese Más Allá no debe ser entendido en sentido local, sino de no-percepción).

          Esa preparación consiste, según los neoplatónicos, esencialmente en la victoria definitiva sobre la ilusión milenaria de que los fenómenos concretos e individuales del universo sean realidades. Pues, en cuanto el hombre atribuye realidad objetiva a cualquier fenómeno individual, es lógico que también lo haga con su cuerpo y su mente y al producto de ellos mismos. Pero el hombre que atribuye realidad a esos fenómenos concretos acaba necesariamente en materialismo o dualismo, porque para él el mundo de los sentidos y del intelecto o es el único mundo real (materialismo), o este mundo físico-mental coexiste con el mundo espiritual como realidad coordenada (dualismo). Ahora, tanto el materialista como el dualista, son implícitamente o explícitamente, ateos. Teísta, en verdad, es sólo quien afirma una única Realidad (Dios), y niega la realidad a los fenómenos del mundo.

          El verdadero monoteísmo culmina lógicamente en monismo absoluto.

          La Lógica, o Racionalidad, lleva al hombre en línea recta al Logos o Razón.

          En el vértice de la pirámide evolutiva se abrazan en íntima armonía la absoluta Racionalidad y la suprema Mística, esas hermanas gemelas que, al pie de la pirámide, parecían antagonistas irreconciliables.

          Dios, el eterno Logos, es la infinita Lógica.

          En terminología oriental, diríamos que el neo-platónico considera el mundo como maya, esto es, ilusión. O mejor, maya, no es propiamente el mundo objetivamente considerado, sino la falsa concepción subjetiva que el hombre tiene del mundo. La ilusión no es parte del mundo (que no pretende ser realidad autónoma), sino del hombre ignorante que atribuye algo a la nada, que interpreta como autonomía la heteronomía del Universo.

          Conviene saber que el neo-platónico no es idealista en el sentido de otros filósofos del idealismo metafísico, que considera el mundo externo como simple proyección de la mente humana, como un espejismo subjetivo del hombre sin ninguna objetividad. No. El neoplatónico entiende que el mundo es el anverso de lo Real (Dios), pero ese irreal tenido como real no es un proceso de la mente humana; el mundo es, por así decirlo, una irrealidad objetiva, así como Dios es la única Realidad objetiva.

                                        *    *    *    *    *    *    *

          La consecuencia inmediata y lógica de esa concepción neo-platónica de Dios y del mundo, para la vida ética del hombre, es como ya dije, ascetismo absoluto, extremo. Si las cosas del mundo y, por tanto, el propio individuo, no poseen realidad objetiva, siendo objetivamente irreales, una pura nada, no debe el hombre con sabiduría correr tras esos espejismos, sino tomar frente al mundo una actitud de absoluta indiferencia o de positiva hostilidad.

          Ese nihilismo ético no es sino el corolario inmediato del otro nihilismo metafísico.

          El objetivo de la vida humana es la consecución de la Verdad, que es el contacto con la Realidad; pero, si no hay realidad en el mundo fenomenal, sino pura irrealidad tenida como real, es lógico y justo que el amante de la Realidad o Verdad, se aparte persistentemente de toda la irrealidad y mentira, interesándose únicamente por la Realidad y Verdad única, que es Dios.

          La busca de Dios implica necesariamente la fuga del mundo.

          El culto del Dios del mundo es incompatible con el culto del mundo de Dios.

          El racionalismo neo-platónico, como se ve, cuando es incompleto, culmina en la mística (o mejor, en misticismo, en una mística ascética, inmadura e imperfecta). El neo-platonismo completo, sin embargo, sería el consorcio del racionalismo y de la mística en la más alta potencia.

          En suma: Plotino y los neo-platónicos de su tiempo, no pudieron realizar una síntesis perfecta y definitiva entre Dios y el mundo, entre la Causa y sus efectos, entre el Eterno y los fenómenos temporales, entre el Ser absoluto y el existir relativo, entre el Infinito y los finitos.

          El mérito del movimiento neo-platónico no consiste en haber realizado una síntesis cabal entre esas (aparentes) antítesis del Universo (síntesis que era reservada al Cristianismo genuino e integral), pero que consiste en haber acentuado poderosamente la realidad de Dios y del mundo ultra sensible e inteligible. Ese vehemente énfasis sobre la realidad única de Dios y del mundo divino era, y sigue siendo, de suprema importancia para una humanidad en evolución que, en su inmensa mayoría, considera el mundo físico-mental como el único mundo real. La conversión de un materialista a la verdad integral sólo puede ser hecha por etapas, paso a paso; y el primer paso consiste en convencerse de la realidad del mundo espiritual y de lo irreal del mundo material. Sólo más tarde, mucho más tarde, cuando el materialista o ex – materialista, estuviere plenamente identificado con esa primera etapa evolutiva, es cuando puede arriesgar un paso más; puede saber que el mundo material no es una pura nada y una irrealidad absoluta, como le hace creer el asceta, sino que este mundo material posee una realidad relativa, derivada, prestada.

                                        *    *    *    *    *    *    *

          Pero . . . ¿ éste no es un procedimiento desleal, no sincero? ¿No equivale esto a adoptar el principio de que el fin (bueno) justifica los medios (malos)? . . .

          ¡De ninguna manera!

          ¿Por qué no?

          Porque la Voluntad Cósmica (Dios) se sirve de los seres individuales para realizar sus designios; esos individuos, no dejan de ser meros vehículos e instrumentos de la Voluntad Universal, cuyas órdenes cumplen dentro de una estrecha línea que supone la misión peculiar de cada persona.

          Ahora, para que haya un progreso real, evolución positiva, es necesario que el agente de esa evolución afirme con gran intensidad el (aparente) opuesto de aquello que hasta ese momento fue afirmado. Si nunca nadie dijese otra cosa sino lo que los demás dicen, no es raro que la evolución no sea posible. Contra una extrema izquierda(materialismo), surge una extrema derecha (espiritualismo), no para que este último suplante al primero y se afirme con exclusividad y permanencia unilateral, sino para que los excesos del primero sean equilibrados por los excesos del segundo, y así prevalezca, finalmente, una especie de centralismo dinámico, un equilibrio estable, síntesis de dos antítesis, la identidad de los opuestos. Para que esa identificación sea dinámica y no estática; activa y no pasiva, para que haya armonía y no simple monotonía, es necesaria esa polaridad de los opuestos, cuya integración (y no eliminación) resulte en síntesis dinámica.

          El vehículo, abarcando una parte del Todo, actúa necesariamente de un modo unilateral dentro de ese vasto plan, y toda unilateralidad es extremista, fanática, como un estrecho túnel limitado por fuertes paredes; toda acción unilateral es lineal, ignorando la amplitud panorámica de las vastas extensiones cósmicas a su alrededor.

          Por esto puede un vehículo individual actuar con toda la sinceridad, afirmando una verdad parcial e unilateral, sin atender al conjunto orgánico de la Verdad Universal; puede, con intenso entusiasmo, promover los intereses de la causa que abrazó y que forma parte del gran Todo Cósmico.

          La única cosa que ese vehículo debe hacer es excluir de sus motivos de actuar toda y cualquier especie de egoísmo consciente; debe siempre promover los intereses del Todo, aunque sea incapaz de percibirlo en su universalidad y amplitud absoluta; el Todo es, para él, aquél Todo relativo que concibe como el Todo absoluto, y dentro de cuyos límites puede actuar con toda la sinceridad y rectitud.

          Pero, preguntará alguien, ¿no es esto reducir el ser consciente y libre a un autómata inconsciente y pseudo libre? Si un hombre piensa actuar libremente y, de hecho, actúa bajo el impulso de una potencia superior que de él se sirve, como de un medio para realizar ciertos fines, ¿ no es esto un engaño?

          Conviene no olvidar que, fuera del Todo (Dios, Voluntad Cósmica), no existe un único ser absolutamente libre, porque no existe un ser omniconsciente; todo y cualquier ser individual sólo puede ser parcialmente consciente y libre; sólo Dios es total e integralmente consciente y libre, una vez que nada existe en el Universo que le pueda impedir la acción.

          Ahora, no es contra la semi – libertad del hombre servir como vehículo o agente de la Voluntad Cósmica, ayudándola a realizar lo que la voluntad individual no percibe ni puede concebir.

          Ni Pelagio, defendiendo la libertad integral del hombre: ni San Agustín, abogando por la dependencia humana, representan la Verdad completa; digamos que cada uno de esos famosos hombres del cristianismo simbolizan el 50% de la Verdad total.

          El hombre no es integralmente libre, ni es totalmente esclavo; es bastante libre para ser responsable de sus actos, y suficientemente esclavo para poder servir como agente de un Poder Superior de cuya acción y orientación no siempre tiene una noción clara y nítida.

          La Voluntad cósmica no falla, en hipótesis, ni parcial ni totalmente. Dios no puede ser derrotado por criatura alguna. Los planes del Eterno nunca fueron ni serán jamás frustrados, por más que esto parezca a la miopía de quien los contempla desde aquí abajo. Dios es siempre plenamente victorioso; si así no fuese, no sería Dios.

          Ahora, Dios puede crear en torno al hombre una atmósfera tal y condiciones tan propicias, que el hombre libre y espontáneamente, haga lo que está en armonía con los planes cósmicos, aunque los ignore. El hombre, u otro ser consciente, puede hasta subjetivamente, querer frustrar los planes de Dios, a fin de realizar los planes del ego; pero, en el orden objetivo, ninguna criatura puede, en definitiva, derrotar la Voluntad Cósmica Por encima de las estrechas fronteras de la voluntad individual se extienden los vastos dominios de la Voluntad universal, a la cual están subordinados todos los deseos y no deseo particulares. Quiera o no la voluntad individual cumplir la Voluntad universal, la cumplirá en cualquier hipótesis. No tenemos la elección de cumplir o no la Voluntad de Dios, sólo tenemos la elección entre este o aquel modo de cumplirla, entre un cumplimiento gozoso u otro doloroso. El ignorante sufre la voluntad de Dios, mientras que el sabio la goza.

          Es un error pensar, como San Agustín, que la libertad humana sea compatible con la soberanía de la Voluntad (gracia) de Dios; como también lo es pensar, con Pelagio, que la soberanía de voluntad divina anula la voluntad humana.

          Hay pues, un destino objetivo, independiente del hombre; y hay un destino subjetivo, dependiente de él.

                                        *    *    *    *    *    *     *

          La misión peculiar del neo-platonismo fue, y sigue siendo, la de afirmar la esencia inmaterial del Universo, contra los profanos que afirman la naturaleza material de todas las cosas. Muchos de esos avanzados pensadores, en verdad, no llegaron al final de su jornada, ni mostraron la eterna armonía que existe entre el espíritu y la materia, entre el Dios del mundo y el mundo de Dios, entre lo Absoluto y lo relativo, entre lo Infinito y lo finito, entre lo Eterno y lo temporal, entre el Todo y sus manifestaciones parciales.

          Prevalece en el neo-platonismo el concepto de divino Logos (Verbo), como entre sus adversarios predomina, en general, la idea de la carne o materia; ni estos ni aquellos presencian la encarnación del Logos, el “Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros, lleno de gracia y verdad”.

          De su plenitud todos nosotros recibimos gracia sobre gracia . . .

Sigue en la Circular de Marzo de 2.001.

LOS POEMAS DE KABIR

                              No hay nada más que agua en los santos lugares

                              de baño; y yo sé que no sirven de nada pues

                              yo me he bañado en ellos.

                              Las imágenes no tienen vida, no pueden hablar;

                              lo sé, pues les he gritado.

                              El Purana y el Corán son meras palabras;

                              levantando la cortina he visto.

                              Kabir habla con palabras de experiencia;

                              Y muy bien sabe que todas las demás

                              cosas son falsas.

                              Me río al oír que el pez tiene sed

                              en el agua.

                              ¡No ves que lo Real está en tu hogar,

                              y vagas de bosque en bosque

                              lánguidamente!

                              ¡Aquí está la Verdad! Ve donde quieras,

                              a Benarés o a Mathura; si no

                              encuentras tu alma, el mundo será

                              irreal para ti.

          La búsqueda del hombre por la Verdad es eterna. Es una larga peregrinación sin principio ni fin. Aunque llegue a un final, no tiene comienzo. Nosotros hemos buscado y buscado, y esto sigue a través de los siglos, de muchas y diferentes formas. Incluso aquellos que no parecen estar buscando la verdad conscientemente, también la buscan. El propio ser del hombre es una busca de la verdad.

          Esta es la agonía del hombre y su gloria también. Ningún animal está buscando algo, todos están contentos de ser como son. No hay peregrinación ni futuro. Y este es el caso con todos los animales.

          El hombre es un animal extraño, muy raro, y es porque nunca está satisfecho, su propia alma está descontenta. Él se está moviendo, es dinámico. Es un flujo, un río fluyendo hacia el mar. Está en el propio ser del hombre ser un buscador, un investigador; el hombre no puede ser de otra forma.

          Nietzsche dice que el hombre es una cuerda amarrada en dos eternidades: la eternidad de la Naturaleza y la eternidad de Dios. El hombre es un puente. Tú no puedes descansar mientras seas un hombre, tienes que andar. Descansar no puede ser tu vida, tienes que andar, porque el hombre no es un ser, sino un proceso.

          Un abismo constante rodea la humanidad, y el hombre está siempre cara a cara con el abismo sin fondo, siempre con miedo de no ser, porque aun no es. El hombre es una promesa; entonces existe la esperanza y el miedo, hay posibilidad y aprensión. Puede ocurrir, puede que nunca ocurra, no hay seguridad.

          Todo este camino buscando la Verdad, puede ser dividido en cuatro estadios. Me gustaría que los estudiaras, porque estarás en algún lugar en estas cuatro situaciones, o pasando de uno a otro.

          El primero es “la selva”; el segundo “el bosque”; el tercero es “el jardín”; y el cuarto, el “hogar”.

          “La selva”, es el estado de profunda inconsciencia, cuando no buscamos conscientemente. La mayoría de nosotros vivimos en ese estado. Tanteando en la oscuridad, pero sin saber por qué, ni siquiera conscientes de que estamos tanteando. A veces, puedes pasar por una ventana y tener una visión, pero luego desaparece. No se pueden mantener estas visiones, porque no se tiene consciencia de lo que hacemos. Otras, en el amor o en los sueños, una puerta se abre y se cierra, pero nunca sabes por qué se abrió ni cómo se cerró nuevamente. Alguna vez, mirando una puesta de Sol maravillosa, algo tremendamente hermoso te rodea y otro mundo penetra en ti, o por lo menos te toca, pero luego se va. Y no podrás creer en lo que has visto o sentido, porque no estabas buscando conscientemente. Muchas veces te cruzas con Dios, lo encuentras en muchos puntos de tu vida, pero no puedes reconocerlo, porque en primer lugar, no Lo estabas buscando conscientemente.

          Recuerda: a menos que busques una cosa, no podrás verla. Ella puede pasar a tu lado, pero si no la estás buscando, no la verás. Para ver alguna cosa, tienes que estar con la necesidad de ella.

          La primera situación es como una selva profunda, oscura, densa, primitiva. No existe ningún camino, ni un sendero, el hombre camina sin rumbo, golpeándose de una esquina sombría a otra. La mayoría de la humanidad vive en la selva, en estado mental inconsciente. Son como sonámbulos.

          Esta es la enseñanza de Buda, Jesús, Kabir; la mayoría de la gente no vive, solamente existe, vegeta. Existen en una densa niebla, cubierta de nubes. Sí, las cosas ocurren, pero como si fueran un mecanismo: aprietas el botón y la luz se enciende; exactamente así, aprietas el botón y el mecanismo comienza a funcionar. Alguien aprieta un botón en ti y aparece la risa; otra persona aprieta otro botón y el miedo se hace presente. Es mecánico. No eres un maestro, sino un esclavo.

          El hombre es como un carruaje; el conductor está borracho, el dueño dormido profundamente dentro del carro, y los caballos descontrolados y yendo para donde quieren, cada uno en una dirección distinta. Cualquier transeúnte puede saltar hacia el carruaje, tomar las riendas y dirigirlo.

          Este es el estado de tu vida; tu núcleo más profundo duerme y tu consciencia está alcoholizada. Tu cuerpo es un vehículo y cualquier capricho, cualquier deseo entra en tu interior y te dirige durante cierto tiempo, llevándote a algún lugar, dejándote, hasta que otro capricho, otro deseo, tome cuenta de ti . . . Y, de esta manera, continúas en zig – zag, golpeando esta piedra, chocando contra este árbol. En la oscuridad, sigues haciéndote daño. Toda tu vida no es más que una profunda pesadilla.

          Intenta entender otras características de este estado. Primero, corresponde al “inconsciente colectivo”. Es el más bajo estado de consciencia. En esta situación, ninguna búsqueda es posible. Estás a merced de cualquier acontecimiento, porque tu vida no está en tus manos.

          Cada deseo, cuando se apodera de ti, se transforma en tu maestro. Cuando estás odiando, el odio se vuelve tu maestro, toma posesión de ti. Y en tu odio, harás alguna cosa de la que más tarde te arrepentirás. Esta es la ironía: tu “yo” se arrepentirá del acto del otro “yo”. El odio hizo alguna cosa, golpeó a alguien, y se fue; ahora tú sabes que te has equivocado. Este es otro “yo”, otro deseo, otro estado, otro humor. Ahora sufrirás y te gustaría pedir que te perdonasen. Este es alguien más: no es la misma persona. ¿Dónde están aquellos ojos rojos, la cara violenta, aquella rapidez para matar? Todos ellos han marchado.

          En el estado de “selva” el hombre es una multitud. Muchas personas viven en ti, desconectadas, fragmentadas. No tienes un alma. El hombre no nace con un alma. El hombre nace con muchos egos. Cuando todos ellos se integran en uno y se transforman en una unidad, entonces el alma nace. Cuando todos estos egos llegan al océano y las separaciones desaparecen, surge la unidad y con ella el alma. No se tiene un alma por el nacimiento.

          En ese estadio, las personas están más interesadas en las respuestas que en las cuestiones. Ellas se satisfacen con cualquier respuesta que le sea dada. Estamos todos apegados a las respuestas. Cuando dices “yo soy cristiano”, ¿qué quieres decir? Sin hacer la pregunta, crees en Cristo. Esto es algo estúpido. ¿Cómo tienes una respuesta cuando no has hecho la pregunta?

          En el estado de “selva” el cuestionamiento es difícil. Sólo creemos en las respuestas prestadas y confortables, convenientes. Para preguntar hay que sufrir, viajar, ir dentro de uno mismo. Nosotros solamente tomamos la respuesta prestada.

          En este estado las personas son muy eruditas. Vivimos en la selva oscura y lideramos a otros hacia selvas más densas. En esta selva somos muy mundanos, aunque finjamos ser religiosos. Vamos a las iglesias, a los templos, pero todo son formalidades, no sabemos ni lo que esto significa. Tenemos a Dios en la boca, pero no sabemos lo que decimos. Es más una medida de seguridad; tal vez Dios exista; es un “tal vez”, una formalidad social. Es bueno parecer religioso.

          La religión de los domingos es buena, porque nos da cierta respetabilidad. Esas personas no son buscadoras, sino ortodoxas, porque están con miedo. Saben que su conocimiento es falso, prestado, barato, y por eso sienten miedo. Si alguien dice una cosa en contra de ellas, inmediatamente los atacan. No quieren preguntas, ni dudas, quieren apegarse a las creencias confortables que sus padres le dieron, o la sociedad o el Estado. Viven en un falso mundo de palabras, de ideologías.

          Este es el tipo de persona que llamamos “honrada”; el cuadrado, el tradicional, el conformista. Están orientados por el pasado, nunca miran el futuro ni el presente. Para ellos el pasado era dorado, fueron días de verdad; Jesús caminaba sobre la Tierra. Esta Era dorada está siempre en el pasado, la utopía perdida. Encuentran que ahora no hay que mirar para el futuro y por ello se apegan a las tradiciones, a las creencias muertas. Su religión no es un movimiento, ni un dinamismo; todo está codificado, organizado, muerto. Es una religión para cadáveres.

          Este tipo de personas cree en los sacerdotes, en los obispos. Estas personas nunca irán a buscar nada más.

Concluye en el próximo número.

 

I N T E R E S A N T E

Si estás interesado en leer alguno de los libros, Circulares atrasadas o cualquiera de mis escritos, puedes hacerlo contactando con  las páginas web de Internet, siguientes:

Para consultas o pedidos, dirigirse a:

         Salvador Navarro Zamorano

         Madre de Dios de la Nieve nº 8

BUNYOLA  (Mallorca).

         Teléfono y Fax: 971: 61 33 92

         E-mail: snz2111@yahoo.es

           Página web: Salvador Navarro Zamorano

 

www.revistaalcorac.es

 

 

 

 

 

 

 

LIBROS ON LINE

Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

Integración y Evolución

Enseñanza de Jesús de Nazareth y Grandes Religiones

Aforismos

Reflexiones

Segundo Nacimiento

Kábala

PROSAS LIBRES

Aforismos (LIBRO COMPLETO)

El Templo de la Luz

Rumbo a la Eternidad

La Busqueda del Ser

Una Escuela de Misterios

 

 

 

Enlaces de Interés

 

 

Revista Alcorac

Fuego Cósmico

Entrevista con las hadas

La Cueva de los Cuentos

Diccionario Esotérico

Filosofia del Arte

Como ser Don Quijote en el siglo XXI

CUENTOS DE ALMAS Y AMOR

NUEVA NARRATIVA

MONÓLOGO DE UN HOMBRE DIOS

DESECHOS URBANOS

EL CAMINO DEL MAGO

CRÓNICAS

REFLEXIONES_LIBRO

MANUAL DEL MAESTRO

HOMBRES Y DIOSES

LOS BUSCADORS DE LA VERDAD

NUEVA NARRATIVA 2

ORBISALBUM

 

 

 

 

 

 

OBRA LITERARIA DE D. SALVADOR NAVARRO ZAMORANO

 

Entre el silencio y los sueños

(poemas)

Cuando aún es la noche

(poemas)

Isla sonora

(poemas)

Sexo. La energía básica 

(ensayo)

El sermón de la montaña

(espiritualismo)

Integración y evolución

(didáctico)

33 meditaciones en Cristo 

(mística)

Rumbo a la Eternidad 

(esotérico)

La búsqueda del Ser

(esotérico)

El cuerpo de Luz 

(esotérico)

Los arcanos menores del Tarot 

(cartomancia)

Eva. Desnudo de un mito

(ensayo)

Tres estudios de mujer

(psicológico)

Misterios revelados de la Kábala 

(mística)

Los 32 Caminos del Árbol de la Vida

(mística)

Reflexiones. La vida y los sueños  

(ensayo)

Enseñanzas de un Maestro ignorado

(ensayo)

Proceso a la espiritualidad

(ensayo)

Manual del discípulo 

(didáctico)

Seducción y otros ensayos

(ensayos)

Experiencias de amor

(místico)

Las estaciones del amor

(filosófico)

Sobre la vida y la muerte

(filosófico)

Prosas últimas  

(pensamientos en prosa)

Aforismos místicos y literarios

(aforismos)

Lecciones de una Escuela de Misterios

(didáctico)

Monólogo de un hombre-dios

(ensayo)

Cuentos de almas y amor

(cuentos)

Nueva Narrativa (Narraciones y poemas)
Desechos Urbanos (Narraciones )
Ensayo para una sola voz VOL 1 (Ensayo )
En el principio fue la magia VOL 2 (Ensayo )
La puerta de los dioses VOL3 (Ensayo )
La memoria del tiempo (Narraciones )
El camino del Mago (Ensayo )
Crónicas (Ensayo )
Hombres y Dioses Egipto (Ensayo)
Hombres y Dioses Mediterráneo (Ensayo)
El libro del Maestro (Ensayo)
Los Buscadores de la Verdad (Ensayo)
Nueva Narrativa Vol. 2 (Narraciones)
Lecciones de cosas (Ensayo)
   

 

 

www.revistaalcorac.es

 

 

 

 

 

MAESTRO TIBETANO

 

Orbisalbum

 

 

 

 

 

La Cueva de los Cuentos