AFORISMOS (Volumen 5)  
 

Salvador Navarro Zamorano

 

 

 

 

     

 

 

 

122º Si quieres seguir el camino de los santos, aprende antes a perdonar.

          Aprender a perdonar es significativo, porque supone que la mente ha de ser tan inofensiva que el supuesto “ataque” no tiene respuesta en el sistema nervioso.

          La santidad no es más que el silencio total del cuerpo mental y emocional, donde el ruido de la vida material no llega y las ofensas o agravios se transmutan en la gracia de las bendiciones.

 

 

 

 

 

 

123º Así como la flor anuncia el fruto, así también la infancia del hombre es la promesa de su vida.

          Los siete primeros años de la vida infantil traza en la mente humana rasgos inalterables que la marcan para siempre.

          Después de ese tiempo, las líneas señaladas no hacen más que definir y profundizar en los orígenes, pero lo básico ya está impreso.

          No es extraño que sistemas sociales y religiosos acaparen la educación del niño durante sus primeros años de vida a causa de la receptividad y capacidad plástica de estas mentes con las páginas completamente en blanco.

 

 

 

124º La indiferencia y la independencia son dos alas que permiten al alma volar para alcanzar sus objetivos.

          Indiferencia e independencia. La primera es ir más allá del cambio y está por encima de la desigualdad. La segunda no depende de nada.

          Ambos conceptos deben ser internos para poder convertirnos en alas de libertad. El alma que por su trabajo y saber alcance la virtud de ser indiferente a la negatividad y rompa las cadenas que la hacen depender del placer efímero de su condición animal, donde los instintos tienen un lugar de previlegio, logra su objetivo: alas para volar hacia su destino divino, el Infinito, y más allá la Eternidad.

 

 

125º La divinidad es la perfección humana y la humanidad, la limitación divina.

          “Sed perfectos como vuestro Padre lo es.” Esta frase evangélica alumbra el error humano de un hombre pecador sin redención posible. La perfección es legítima cuando se orienta hacia lo Divino y factible la santidad para la persona que venció su Personalidad uniéndola a la Individualidad para la consecución del nacimiento del Ser inmortal.

          Es evidente que vivir en un cuerpo es una limitación para el espíritu, pero la experiencia adquirida se transforma en sabiduría y, por consiguiente, en una liberación aún mayor en los campos de la Luz Eterna.

 

 

126º No aceptes aquello que no puedas retribuir, porque el equilibrio de la vida consiste en la reciprocidad.

          Esta es una ley muy sutil, que corresponde a las enseñanzas de los Augustos Misterios de la Naturaleza.

          El hombre se considera merecedor de todo tipo de honores y gratificaciones, sean materiales o espirituales, pero no está a la altura del bien que recibe.

          Cuando aceptamos una cosa que ignoramos cómo devolverla o por cualquier circunstancia no sabemos colocarnos en la debida posición para responsabilizarnos de la devolución de lo prestado, nos encadenamos y somos deudores y servidores, a veces durante toda la vida.

          Aprendamos a tomar aquella cantidad de beneficio que podamos compensar y recuperemos la paz perdida por la ambición, la codicia o la ignorancia.

 

 

 

127º Seguir el camino de la desarmonía equivale a entrar en las fauces del lobo.

          La desarmonía obedece a una precaria educación infantil, que luego nos lleva a la violencia y al odio.

          En los hogares donde los progenitores son fuente de discordias, desavenencias, mentiras e indiferencias mutuas, donde no hay amor expresado directamente y cariño, con ternura y afecto, se produce el caldo de cultivo para nutrir y marcar al niño con el desamor y la agresividad del frustrado.

          Sirva de advertencia, para rectificar a tiempo la conducta de padres sin vocación de serlo, manipuladores de sus hijos, sádicos o indiferentes a las vidas que crean.

 

 

 

 

 

128º Un único espíritu y una sola vida nos acompañan a todos; ¿cómo podemos, entonces, ser felices si nuestro prójimo está triste?

          Ningún hombre es una isla.

          Podemos vivir en soledad interior, pero nunca sordos al llanto de un hermano. La vida es Una en millones de formas. El espíritu es uno en millones de chispas, pero nadie vive aislado.

          Desde la soledad, si vives en lo alto, tiende la mano al que viene sufriendo y al que busca perdido sin ver ninguna salida, incluso aunque no sepa que hay puertas o sendas por donde escapar de la alienación.

          Nadie será completamente feliz hasta no ver a esa familia que llamamos humanidad, a salvo de la noche, del miedo a las tinieblas de la oscuridad.

 

 

 

129º El corazón humano es la morada del alma y de esa morada dependen su bienestar y el poder.

          Hasta que no descubramos el corazón, no habrá poder que nos libere de los grilletes de esta prisión terrenal.

          En el corazón está el templo donde el alma inmortal hace su morada y habita en ella; en ese Santuario descubre y se alía con el poder de los elementos naturales que dominan la Tierra.

          Hagamos un corazón limpio para que el templo brille con luz propia y sea refugio donde el dolor, la sangre, el llanto y la desilusión encuentren la paz que necesitan.

          Descubre el corazón, y entonces el alma celebrará en él sus bodas con el Espíritu, fundiéndose en un amor eterno que los llevará a disolverse en Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

130º La resignación no tiene valor, sino cuando se hace una cosa que no se puede deshacer.

          Tomamos las palabras por su valor literal y olvidamos que ellas fueron hechas para, en su contenido, expresar ideas.

          No hay resignación más que ante hechos consumados, incambiables. El hombre es luchador por naturaleza propia y la resignación no es un vocabulario propio de guerreros.

          Vivimos en lucha permanente buscando la paz. La nación, la sociedad, el pueblo, la familia, la persona, desean la paz para descansar de la lucha.

          Resignación no es valor, ni combate; es pasividad y eso sólo es posible cuando lo que está hecho no podemos modificarlo, porque está más allá de nuestro saber hacer.

 

 

 

131º La mayor tragedia del mundo es la falta de evolución general.

          ¿Por qué el hombre ofrece resistencia a la evolución?

          Psicológicamente ha de haber en la mente un mecanismo que nos preserva contra alguna forma de cambio brusco, llevándonos a rechazar la idea de ser un inadaptado social.

          A veces pienso en el niño que llora porque lo bañan, o el que no le agrada le limpien la cara de mocos, o en el hombre que ama su ropa vieja y raída, o el que tiene cariño por su maloliente pipa que lleva todo el día entre los dientes.

          Hay que liberarse del miedo al cambio. Hay que estar en permanente rebelión. Hay que estar dispuestos a dejarlo todo para seguir buscando una estrella.

 

 

132º El perdón pertenece a Dios. Se convierte en previlegio para el hombre únicamente cuando es pedido por su prójimo.

          Dios no es la idea del Juez que castiga o premia según la actitud que muestra el hombre, de acuerdo con unas reglas filosóficas o religiosas.

          El perdón le pertenece, pero no por ello lo da como un ejercicio de poder, sino que se le asigna como atributo. Él no castiga ni perdona, pues está más allá del bien y del mal, de la moral y la razón.

          El hombre, en su esfuerzo para llegar a la perfección, no deja lugar para el odio ni tiene necesidad de perdonar, a menos que esa sabiduría venga desde su exterior, en cuyo caso ejerce la generosidad sin humillar al que ha tenido el coraje de pedir disculpas por los errores que haya podido cometer.

 

 

133º Nuestra percepción del tiempo que pasa, nos propiamente el tiempo. Porque el tiempo es Dios y Dios es eterno.

          Hemos asimilado el tiempo real a nuestras pequeñas medidas de siglos, años, meses, semanas, días, horas, minutos y segundos.

          Este no es el verdadero tiempo, porque el tiempo no tiene medidas ni horarios, sino que fluye interminablemente, como un río que no tuviera principio ni final.

          Aprehendemos este Tiempo Real por medio de la meditación y la contemplación. Gustamos el néctar de la eternidad por breves instantes y quedamos con la esperanza de una Vida Eterna a través del río del Tiempo rumbo a las playas del Infinito.

 

 

 

 

 

134º El hombre aprende la primera lección de amor, amando a una criatura humana, pero, en realidad, ese amor pertenece solamente a Dios.

          El amor es una virtud que pocos elegidos abarcan en toda su magnitud.

          Mientras tanto nos limitamos al amor personal con todo lo que tiene de posesividad y egoísmo.

          Hay un amor original y material, que es el amor por sí mismo. Cuando lo profundizamos, podemos abarcar con él a nuestro prójimo, pero sin perder en ningún momento la certeza de que todo amor viene de una Fuente única, de un plano superior que designamos con el nombre de Dios.

 

135º La espiritualidad es la armonía del corazón. No la podemos obtener por el estudio ni por la devoción.

          Corazón ( cor – a – son ) sonido del color; sinfonía cósmica de un inmenso arco iris que se escucha en la cámara secreta del corazón humano.

          Si todas las notas posibles se funden en el corazón del hombre, percibimos una armonía especial que se une a todas las músicas de la Naturaleza, produciendo un silencio entre un millón de notas, y la meditación llega con espontaneidad, con frescura.

          Ni la mente intelectual ni la devoción del creyente, alcanza el nivel espiritual al que llega nuestro corazón cuando se consagra en cuerpo y alma en su Templo de Luz.

 

 

136º La confianza en sí mismo debe culminar en la fe en Dios, pues la fe es confianza viva.

          La fe original es el crédito que nos damos confiando, sin dudas, en no ser defraudados.

          No vivimos nuestras virtudes sino que nos limitamos a tenerlas y conservarlas, sin potenciarlas ni darles vida propia.

          Y así, estas cualidades se anquilosan y transforman en moral social, con un alto contenido de hipocresía.

 

 

 

 

 

137º Toda experiencia, buena o mala, es un paso dado en la evolución de la humanidad.

          Negarnos la experiencia es como negarnos el progreso, la evolución.

          La vida es dinámica, activa, entrelazada con fases pasivas, que colaboran para la consecución de formas y manifestaciones espirituales y materiales.

          No podemos calificar ninguna experiencia de “buena” o “mala”, porque todas son piedras de construcción que nos impulsan hacia la Sabiduría.

 

 

138º El amor se eleva en la emoción pero decae en la pasión.

          El tema del amor se mueve en diferentes niveles: romance, veneración, adoración, sentimiento, ternura, pasión, lujuria y un número más amplio de calificativos para designar los grados de la escala de esta virtud de la que tanto hablamos.

          Pero, como si fuera un termómetro y el calor con su vibración marcara los grados, el hombre se eleva y cae en el amor, teniendo en él su gloria o su infierno.

          Sea el amor dar, entregar, fluir y no estanquemos este sentimiento, ni lo pidamos ni lo limitemos sólo a recibirlo como premio a nuestra personalidad.

          El amor es la Sabiduría de Dios.

 

 

 

 

 

 

139º La respuesta está en la propia pregunta. No hay pregunta sin respuesta.

          ¿Por qué muchas preguntas no obtienen respuesta satisfactoria?

          Saber preguntar es signo de inteligencia si la pregunta busca una respuesta comprensible, de acuerdo con las posibilidades de ambos interlocutores.

          Hay respuestas directas, concretas y analógicas. Se responde con parábolas, con metáforas, con analogía, con una historia; a veces basta una sugerencia, un mito. La luz se hace si la mente del interrogado se aclara lo suficiente para aceptar la sugestión del interrogador.

          Preguntar y responder es un juego de dos inteligencia que desean encontrar la Realidad.

 

 

140º Se aprende a raciocinar por la inestabilidad de la vida. Pero la sabiduría proviene de la esencia de la propia vida.

          La razón busca el equilibrio en los opuestos y este desequilibrio aparente justifica el raciocinio.

          Saber que se sabe es una muestra de racionalidad humana, igual que pensar en el futuro o en nuestras posibilidades de sobrevivencia dentro del espacio-tiempo.

          El sabio estudia más profundamente, más allá de la razón, más allá de las demostraciones tangibles e indaga en la pura esencia de las cosas, los que está dentro y fuera de las raíces, lo que justifica la vida, lo que da forma a las múltiples existencias.

          Y sabe que las formas desaparecen cuando no hay razón para existir y son sustituidas por otras más capaces y perfectas.

          La vida es un camino que lleva hacia la perfección y la belleza.

 

 

141º El místico es su propio rey. Él se gobierna a sí mismo.

          El primer paso iniciático es el conocimiento de sí mismo y ello conlleva el gobierno del cuerpo físico y la educación del cuerpo emocional y mental. Esto es, esencialmente, una mística en su primer grado básico: el gobierno de sí mismo.

          Sin este paso, pocas cosas son posibles, porque la duda, el miedo, la depresión y la inercia, aparecerán cada vez con mayor frecuencia, haciendo presa en el alumno presuntuoso que ha llegado a creer que le bastaba un vocabulario exótico, algunas meditaciones inconexas, mal llevadas e intermitentes y muchas lecturas de esoterismo-ficción, para creer que había subido a alguna altura espiritual, desconociendo lo ridículo de la postura adoptada con aires de suficiencia.

 

 

 

142º El secreto de la divinidad está en la belleza.

          El arte, cualquiera de sus expresiones, no es más que el seguir la belleza en las formas, en los sonidos, en el color.

          Detrás de la belleza está la vida activa creando, destruyendo y volviendo a crear millones de formas, colores y sonidos, llevando la perfección dentro de sí.

          Hay una esencia delicada, elemental, que labora incansablemente para que este pensamiento de belleza se materialize. Ella es pensante, sensible y constante.

          Pero la idea, el impulso vital, las energías que alimentan el proceso, es ajena a la Tierra. Es el secreto que llamamos Dios.

 

 

 

 

143º La sabiduría sólo se adquiere en la soledad.

          La soledad es el punto más alto donde se puede posicionar el hombre para encontrar el reflejo de la Divinidad.

          En ella circulan energías siderales que cuando tocan al hombre permeable a ellas, se transforman en Sabiduría. El individuo alcanza la maestría y es iniciado en la magia divina; es un hombre con luz propia.

          No encontraremos sabiduría en ningún otro lugar, a menos que sea el conocimiento prestado por otros y que confundimos con el saber original.

 

 

144º El estado actual de la humanidad tiene el mercantilismo como corona y el materialismo como trono.

          No hay más pecado que el de la ignorancia. Pero ella tiene algunas hermanas, como: la vanidad, el orgullo, el espíritu de ganancias y otros que cristalizan a los hombres, convirtiéndolos en groseras formas dominadas por vicios sin justificación.

          El materialismo tiene un ejército de psicólogos que tratan con su inteligencia explicar la animalidad humana y dando pautas para justificarla, clasificándolas con brillantez bajo rótulos, tales como: compulsividad, instintos básicos, egolatría, atavismo y otras palabras que tratan infructuosamente de disimular la miseria espiritual del hombre.

          Nos ocultamos tras nuestras pasiones y vivimos alimentados por ellas, sirviéndonos de su manipulación para ejercer poder sobre nuestro prójimo.

 

 

145º Cuanto más el hombre se procura conocer, tanto mayor poder descubre en sí mismo.

          El ejercicio del poder real es el del conocimiento propio. Si ahondamos más allá de la personalidad encontramos el misterio de la vida y el principio de la perfección.

          Mientras profundizamos en el corazón y la mente, vamos adoptando el saber consciente acumulado por millones de años y del que nuestras células son depositarias.

          Y este saber porque se sabe, aflora al influjo de los ritmos naturales del cuerpo, del planeta y del Universo, en forma de belleza y perfección, que señalan la huella de nuestro paso.

 

 

 

 

 

 

146º Es más fácil hablar que vivir con sabiduría-

          El charlatán, el retórico, comunica con palabras los argumentos y pensamientos que explican el sentir o el deseo.

          La vivencia es vital en el sentido de que se vuelve hacia sí misma y en su íntimo revela la alegría, el amor, la fe y la felicidad.

          La distancia entre el que dice vivir y el que vive, es abismal, como el que cree que vive y el que sabe que vive cada momento de su existencia.

 

 

147º Todo lo que no es fácil es un enigma. La sabiduría es un enigma para la mente vulgar.

          Caer, quejarse, llorar y extender la mano para que nos levanten y consuelen, son actitudes infantiles que cargamos durante muchos años de nuestra vida.

          La vida es un enigma cuando no nos explicamos comportamientos que aceptamos como naturales y formando parte de nuestro carácter. Nos negamos a analizarnos por miedo, pereza o indiferencia.

          Nos vulgarizamos, no porque seamos vulgares, sino porque hacemos dejación de nuestro deber al derecho a una educación, a una disciplina, a un perfeccionamiento que tendríamos como natural, si lo reclamáramos como herencia humana.

          Todo es noche, oscuridad, cuando no hay luz ni lámpara que ilumine la Senda.

 

 

 

148º El guía espiritual representa el papel de Cupido, aproximando a Dios a aquellos que lo buscan.

          El amor es la llamada que la Divinidad hace al hombre para llevarlo a la unión con su Creador.

          El guía espiritual es como el mensajero que trae la misiva divina para que sea leída y contestada por nosotros.

          Hay quien responde inmediatamente y otros tardan algún tiempo en contestar. La mayoría se extasían con el mensajero, olvidando leer la carta y pierden el amor al que tienen derecho.

 

 

 

 

 

149º El Creador está oculto en su propia creación.

          Buscar a Dios es difícil para quien complica cualquier acto humano, en la creencia de que una empresa de tal magnitud pide gente especial y condiciones excepcionales.

          Pero el Creador no es difícil de encontrar; de hecho, está ante nuestros ojos. En la lluvia, en la fuente, en la flor, en el sol y en millones de caras que nos sonríen y dicen de la grandeza de la Creación.

 

 

 

 

150º La religión natural es la religión de la belleza.

          La religión es un medio no natural para convencer al hombre de la necesidad de despertar, de la necesidad de luz y salvación.

          La religión natural es la que sigue la senda de la Naturaleza que trabaja en la perfección de sus formas con la ayuda del tiempo.

          El hombre siempre ha buscado la belleza, porque en el fondo de su corazón late el impulso divino de encontrar la perfección en toda la Manifestación.

 

 

 

 

 

151º Dios habla al profeta en lenguaje divino, y el profeta lo transmuta en lenguaje humano.

          Hablamos cosas sin sentido aparente: “hago las cosas como Dios manda”, “así lo ha querido Dios”, y otras de parecido significado.

          Dios no habla, no hay una Voz para poderla escuchar. Pero hay un lenguaje especial y un hombre preparado para comprender y traducirlo en algo comprensible para sus semejantes.

          Y los creyentes llegan a los pies del maestro para ver al hombre capaz de recibir la Palabra y darla como lluvia a la tierra sedienta para dejarla preñada de Vida.

 

 

 

 

 

152º La Vida es la principal cosa a considerar y la verdadera vida es la vida interior, que es la comprensión de Dios.

          No hay más vida que la que se vive. Esta afirmación es real cuando sabemos que la calidad de la vida es la base de todo desarrollo en la comunidad humana.

          Pero, es la vida interior la que califica el equilibrio exterior; es lo oscuro lo que hace germinar lo luminoso; es el vientre fértil y oculto el que da a luz la nueva vida; lo esotérico el que justifica lo exotérico; la muerte sirviendo de fermento a la vida.

          Comprendamos la polaridad de los opuestos y veremos a Dios en el centro de todas las cosas, en el camino del equilibrio, en el eje de la balanza.

 

 

 

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