AFORISMOS (Volumen 3)  
  Salvador Navarro Zamorano  

 

 

 

     

 

 

 

62º.- La vida es una oportunidad y causa gran pena que el hombre lo sepa demasiado tarde.

      ¿Nos preguntamos el por qué y el para qué de la vida? Vivimos simplemente sin saber de este misterio.

      Nos limitamos a disfrutar o sufrir la situación que la existencia nos depara, sin que dudas, temores o curiosidad, nos aproximen a estas preguntas.

      Hay una ley universal llamada "ley de los intereses", que nos obliga a caminar hacia adelante y hacia arriba, y a la que obedecemos ignorantes de su imperativo.

      Entretanto, evolucionamos siguiendo un camino del que no conocemos su origen ni final. Nos cubren los ojos las satisfacciones físicas, el poder, la gloria efímera, la erudición, el intelecto y otros egos que nos llevan tanteando por la senda, junto con la masa humana que aún desconoce la gloria que lleva consigo.

      Pidamos se haga la luz para todos.

 

 

 

 

63º.- La propia vida es, por sí sola, una sagrada escritura para el alma iluminada.

      Decir que la vida es sagrada, equivale a plantear una pregunta:

      ¿Es sagrada por el derecho a vivir o se sacraliza porque es una oportunidad, única en sí misma, para encontrar el camino que nos lleva a lo Divino?

      Si el hombre brilla con luz propia, entra en posesión del secreto de la vida y lee en ella los grandes y augustos misterios de la Naturaleza; se transforma en un ser que, desde un plano más alto, hace lectura de su vida y le da contenido, rumbo, objetivo y valor. Ideales de dicha llenan sus días, y con el poder de la Voluntad crea armonía y belleza en todo lo que toca.

 

 

 

 

 

 

64º.- Aquél que no puede creer en sí mismo es ateo.

      La fe es la gran desconocida de la mayoría de los creyentes. Confundimos el creer con la fe y perdemos la base de una espiritualidad auténtica.

      Decimos que es ateo quien confiesa no creer en Dios. ¿Acaso si creemos en Él, esto le da existencia?

      Creencia no es más que duda expresada de manera clara. A veces creemos desde un raciocinio o una lógica básica.

      La ciencia oficial y el materialismo nivelan a Dios a través de una evolución puramente circunstancial o en el plano del materialismo grosero a partir de la fisiología.

      La fe que el hombre deposita en sí mismo le proyecta sobre todas las consideraciones del pensamiento materialista y lo transforma en un ser más real, valioso, armonioso y divino.

 

 

 

65º.- Lo que se da por amor tiene un valor sin límites.

      Actualmente, el dar parece ser una moneda de cambio.

      Esperamos recibir una compensación por lo que entregamos y, finalmente, no hacemos más que negociar nuestras dádivas.

      Evidenciamos una falta de amor y devaluamos el acto más hermoso que hace el hombre, como es la filantropía, la generosidad, para hacer de ello un mercadillo, traficando con estos nobles sentimientos.

      Si la fuente de la que mana la vida, fluye con un amor impersonal hacia nuestro prójimo, el hombre queda prendido a la virtud y hace posible la inmortalidad.

 

 

66º.- El optimismo viene de Dios y el pesimismo nació en la mente humana.

      Si el alma canta y el corazón desborda de alegría, decimos que hay optimismo.

      Pero, si nos llenamos de pesares y el corazón sufre, nos lamentamos, porque el pesimismo ha llegado a nosotros.

      Coleccionamos tristezas y horrores con el mismo afán que el avaro atesora sus monedas de oro. Nos mentalizamos para el mal, la enfermedad, como si no tuviéramos más deseo que el de sentirnos en su compañía.

      El estado natural del hombre es la armonía, la risa, la canción, el amor, la salud; lo contrario es como desear vivir sin luz, en la eterna oscuridad, con el llanto como único consuelo.

      Seamos inteligentes y sea nuestra elección el bien, porque lo contrario es locura irracional.

 

 

 

 

 

67º.- El místico comienza por admirar la vida, que es para él, a cada momento, un fenómeno.

      El objetivo de la vida es materia de estudio para el místico, que la aprecia como una gracia de Dios.

      Usa la vida para descubrir y desarrollar cuanto ella tiene de esencia y potencia. Invierte en lo cotidiano toda su experiencia para saborear y sentir placer hasta en las cosas más simples.

      Afina los sentidos para percibir el mundo en su profunda realidad y es sabio por el descubrimiento de la Verdad.

      Hace del cuerpo y la Naturaleza sus auténticos maestros y se convierte en un aplicado aprendiz de la Fraternidad Blanca.

 

 

68º.- Quien no puede sacar provecho de su primer error, está, sin duda, en el camino errado.

      El hombre común tropieza en sus errores sin aprender de ellos.

      El hombre prudente se corrige en el instante que yerra y sus experiencias se enriquecen cada día que vive.

      El tiempo acumula un saber hacer, siempre que el individuo tenga sincero deseo de perfección.

      Desgraciado es, quien a pesar de sus desengaños y desilusiones, sigue empeñado en repetir una y otra vez sus mismas estupideces, sin ninguna intención de rectificarlas.

 

 

69º.- Un cuerpo puro refleja la pureza del alma y es el secreto de la salud.

      “Mente sana en cuerpo sano.”

      Es un hecho puramente científico que una mente sana, que produce pensamientos nobles y amorosos, construye un cuerpo saludable, pues las células y órganos internos se benefician de unos impulsos de ondas electro-magnéticas que, con sus energías, edifican un cuerpo fuerte a nivel muscular y resistente a nivel nervioso.

      La limpieza del cuerpo y la mente, y la pureza del corazón y el alma, inmuniza a nivel físico y fortalece el cuerpo anímico de la persona dueña de tan inestimables virtudes.

 

 

 

 

 

70º.- No hay otra fuente de felicidad sino en el corazón humano.

      Es el corazón del hombre fuente de dichas e infortunios. Depende de que cada persona cultive en sí las cualidades necesarias para producir uno cualquiera de los dos estados emocionales.

      Buscar la felicidad en el corazón no es lo que pensamos de un modo general. Es construir un templo sagrado en él, tan limpio y puro, que pueda ser habitado por la Divinidad.

      En ese instante, la felicidad se instala en nosotros definitivamente, ella es reflejada en el semblante y se transmite por la palabra, sentimientos y pensamientos.

      “Por su hechos los conoceréis”, dice el Maestro Jesús. Él sabía que de la abundancia del corazón fluyen el amor y la paz con plenitud.

 

 

 

71º.- Sólo después que la sobriedad sustituye la embriaguez de la vida, comienza el hombre a reflexionar.

      La niñez y la juventud, con su exuberancia y riqueza de vida, embriaga a los hombres, sin dejar mucho espacio para la sensatez.

      Al llegar al meridiano de la vida, nos hacemos más reflexivos y pensamos en el futuro, mirando al pasado con arrepentimiento o como experiencia.

      Se habla del fuego de la juventud como una excusa para ocultar que, en realidad, es una intoxicación orgánica causada por las glándulas internas y por lo que la líbido realiza sus procesos naturales.

      Cuando las secreciones hormonales disminuyen, el ser humano recupera su capacidad de reflexión y decimos que adquirimos madurez, aseveración que no es totalmente exacta, ya que la cuestión no es de raciocinio sino un hecho fisiológico natural.

 

 

 

 

 

72º.- La resistencia valora las cosas y enaltece a los hombres.

      Inercia es sinónimo de pereza, ya que ambas actúan desde un punto de acción que tiene como objetivo la paralización de cualquier movimiento.

      La resistencia está en el polo opuesto y se origina en la voluntad, manteniendo el movimiento para evitar su declive.

      Cuando algo es valorado es porque resiste al tiempo, a su propia naturaleza, y al unísono eleva su apreciación.

      El hombre tiene en alta estima el valor de la resistencia y la adscribe a personas que, por su amor y dedicación a tareas nobles, han destacado sobre el pueblo y su historia.

 

 

73º.- La realización de toda la actividad está en el equilibrio.

      La armonía que existe en el movimiento de los cuerpos celestes y entre los elementos que componen la naturaleza en todas sus manifestaciones, desde la mineral a la humana, no es más que una realización del equilibrio.

      Con relación al hombre, el equilibrio se acentúa en sus actividades físicas, emocionales y mentales. Buscamos el justo medio para evolucionar y realizarnos, tanto individual como socialmente.

      El hombre se equilibra materialmente en el amor por sí mismo, en la formación de una familia, en la creatividad de sus actos, en la colaboración para una sociedad justa, a la que aporta dinamismo y capacidad de transformación para su desarrollo.

 

 

74º.- Donde va el cuerpo va la sombra. Así, la verdad es seguida por la mentira.

      ¿Cómo separar la verdad de la mentira? Mientras que la verdad confirma un hecho, la mentira lo simula. Pero ¿hasta cuando será mentira? Hasta que el simulo y la falsedad dejen de serlo.

      Todo es relativo. Hay sombras hasta que llega la luz. Nada parece ser inmutable. La ignorancia deja de serlo cuando llega el conocimiento.

      No neguemos nada. Todo lo que existe es real. Dejemos que la mentira se disipe por sí misma o dejemos espacio por si ella se hace verdad, si tiene posibilidad de serlo.

 

 

 

 

 

 

 

75º.- Todo lo que despierta algún deseo al corazón, lo priva de libertad.

      La materia puede esclavizar al cuerpo de deseos del hombre, si éste se ata a sus exigencias.

      Es evidente que el deseo no viene solo, sino que es seguido por otros de su misma índole, que intentan por todos los medios, en especial por la mente, quedar instalados en el cuerpo.

      Cuando aceptamos el vicio, una costumbre o un hábito, hay pérdida de una porción de libertad, nos privamos de hacer lo que debemos, porque nos lo impide lo que deseamos.

      Si nuestra voluntad es la de ser libres, pongamos en obra romper viejas dependencias castradoras y recuperemos espacio, tiempo, independencia, disciplina y libertad de elección.

 

 

 

76º.- Poco importa el fracaso en la vida. La mayor infelicidad es la inercia.

      Aquí se repite la afirmación de que la inercia es una infelicidad.

      Efectivamente, hacer bien o hacer mal, corresponde a las acciones cotidianas del ser humano pero, el no hacer, es rechazado con todo lo que comporta: pereza, abulia, dejadez, rendición, etc.

      Si el hombre tiene éxito en la vida, es admirado: si fracasa en su empresa, es compadecido; pero, si no hace nada, si se abandona a sí mismo y renuncia a actuar sobre el entorno, es despreciado y olvidado.

 

 

 

 

 

 

 

77º.- La indiferencia es la llave de todo el secreto de la vida.

      Esto parece ser misterioso, pues la indiferencia tiene entre nosotros aspectos negativos y su equivalente es el desprecio.

      Pero la doctrina secreta dice que ser indiferente es tener la llave del secreto de la vida, porque ella equivale a impersonal y, por tanto el sentido de la palabra se modifica notablemente.

      Ser indiferente es sostener un equilibrio interior, no inclinarse hacia los opuestos, mantener una actitud imparcial ante la vida, ser testigo veraz de los acontecimientos.

      Es no identificarse con la mente ni con el cuerpo, para profundizar en el ser real que todos llevamos y que conocemos bajo el nombre de “espíritu de justicia.”

 

 

78º.- Si el hombre supiese lo que está oculto en su libre albedrío, nunca lo llamaría “mi voluntad.”

      No tenemos voluntad, sino que la utilizamos tomándola de la última capa de nuestra aura energética, allí donde comienza el espacio divino.

      Llamamos libre albedrío al ejercicio de la voluntad, cuando no es más que la capacidad de decisión, de elegir entre dos opciones con toda libertad.

      Al trabajar con voluntad desconocemos que utilizamos la Voluntad Divina y que ella nos capacita para otras empresas de mayor nivel.

      Y, cuando lo hacemos, somos ayudados y sostenidos por fuerzas invisibles que nos rodean y a las que llamamos “inteligencias superiores.”

 

 

 

79º.- Únicamente la felicidad es natural y la alcanzamos viviendo naturalmente.

      Vivir naturalmente parecerá extraño a la gente común que ha olvidado el sentido de lo auténtico y real.

      Vivir naturalmente es aceptar la vida tal y como ella es, sin cambiar nada ni desvirtuar el mensaje que la Naturaleza transmite con mil voces.

      El árbol, la planta, la tierra, la fuente y el arroyo, la cáscada y el lago, el río y el mar, el aire y la tormenta, envían mensajes de vida; las aves, los animales y los peces, nos transmiten la energía que fluye de la naturalidad.

      ¡Y nosotros, ciegos y sordos, creamos un mundo de artificios, buscando la felicidad en la frivolidad, la oscuridad y aturdiéndonos con sensaciones entorpecedoras!

 

 

 

 

80º.- Es fácil llegar a ser maestro, pero es difícil conseguir ser un discípulo.

      Escuchar en silencio, ser paciente esperando la claridad, trabajar silenciosamente para que se diluya el espíritu de crítica, abandonar el egoísmo, rechazar la vanidad y otras disciplinas, son deberes del discípulo.

      El trabajo real es propio del alumno que cava sobre el carbón de su ignorancia para descubrir y tallar el diamante que guarda dentro de sí.

      Tiempo y paciencia, voluntad y disciplina, amor y generosidad, son las herramientas de las que dispone para acceder al conocimiento de sí mismo y alcanzar la sabiduría.

      Y la maestría va llegando gradualmente, como premio al vencedor, que celebra el triunfo de la vida sobre la muerte, y coloca sobre su cabeza la corona de la Paz.

 

 

81º.- La primera lección para quien busca la verdad es aprender a ser sincero consigo mismo.

      Responsabilidad es la palabra clave para el velo de mentiras, excusas y disculpas que tratan vanamente de ocultar la verdad.

      Necesitamos tener grandes dosis de sinceridad para no mentirnos ni excusarnos y vernos tal como somos: imperfectos, cobardes, vanidosos, soberbios, mostrando una falsa dignidad y una personalidad presuntuosa, que oculta lacras, llagas y miserias que nos señalan como necesitados de veracidad, para que se haga la luz en nuestras zonas oscuras.

      No permitamos que pensamientos, sentimientos, palabras y conductas, nos aparten de la Realidad y seamos responsables ante ese Juez incorruptible que nos mira compasivamente desde nuestro corazón.

 

 

 

 

82º.- Quien vive de sentimientos elevados, vive en el cielo. Cuando intenta transformarlos en palabras, baja a la tierra.

      Sabemos el peligro que supone trabajar en lugares muy altos, donde el riesgo de caer está presente en cada movimiento que realizamos.

      Cada vez que deseamos llevar nuestras experiencias íntimas, así como los pensamientos e ideas, al terreno de las palabras, éstas se modifican, pierden brillo y autenticidad, para ir oscureciéndose a medida que descienden al plano material.

      Es por eso que el poeta y el místico se acercan al hombre para ofrecerle la creatividad de su genio como perlas extraídas de las profundidades de la Eternidad.

 

 

 

83º.- La vida es toda un proceso químico y el conocimiento de ese proceso auxilia al hombre a tornar la vida feliz.

      Comprender un proceso químico es analizar la cadena de reacciones que se producen a partir del origen de una explosión de elementos o la conjunción de distintos sistemas unidos de modo matemático.

      El sabio une su cerebro, con sus procesos de cálculo y el corazón con sus sentimientos compulsivos, para con esa mezcla originar nuevas vías de comunicaciones para el espíritu.

      La felicidad material es una combinación de pequeños accesos de alegrías con momentos de satisfacción orgánica, produciendo un estado de euforía más o menos controlada.

      Aprovechemos la lección y hagamos nuestras mejores combinaciones y mezclas, utilizando materiales tales como: ideales, generosidad, confianza, fe y otros de igual calidad, y alcancemos la felicidad en nuestra vida.

 

 

84º.- Después que alguien se vuelve honesto descubre ante sí el camino recto.

      Honestidad es el nombre de una de las luces que nos acompaña en el largo camino hacia las estrellas.

      El honor es el brillo que ilumina la capa material de la cotidianeidad; la rectitud lo sigue como su fiel compañera.

      El hombre recto y honesto abre nuevos horizontes en los que divisa valores eternos que han servido de faro y guía a las humanidades de todos los tiempos.

 

 

85º.- El secreto de la divinidad está en la belleza.

      Lo feo, lo malo, lo desagradable, representa el mal, mientras que lo bello, lo bueno y lo agradable, lo es de lo positivo y divino.

      En las expresiones, así como en las emociones, vemos como el alma se asoma a los semblantes humanos para revelar lo que estaba oculto en el interior de sus corazones.

      Lo Divino está en lo bello, sin que esta afirmación intente dar carácter de belleza a nuestros modelos plásticos. Lo bello está intrínseco en todas las formas que buscan la armonía de la figura, como un anhelo del alma que, inmersa en la materia, busca lo perfecto y sublime.

 

 

 

 

 

 

 

86º.- No hay mejor compañía que la soledad.

      Es en la soledad donde el hombre se encuentra a sí mismo.

      Cuando se alcanza la sima de la montaña donde reina la soledad, se disipan las cadenas que no ataba al mundo material y una nueva libertad es alcanzada en ese encuentro con una dimensión superior.

      Esta nueva altura o dimensión, nos pone más cerca de la Inteligencia Solar y con libre acceso a la sabiduría del alma.

 

 

87º.- El que ama la Naturaleza es verdadero adorador de la Divinidad.

      La fuerza vital o el fuego de la vida, está inscrito en el proceso natural de las cosas que tienen existencia propia.

      La fuerza vital está en la Naturaleza y no es extraño que el hombre primitivo adorase los fenómenos naturales en todas sus manifestaciones.

      Las erupciones volcánicas, la lluvia, los truenos, rayos, etc., fueron adorados y temidos por los hombres hasta no hace mucho tiempo, porque intuían que alguna inteligencia oculta estaba tras el fenómeno.

      Pero el sabio conoce que los ritmos, los ciclos y la energía, se mueven por medio de la Naturaleza, y él la estudia, observa y reverencia, como expresión y lectura de la Voluntad Cósmica.

 

 

 

 

 

88º.- La vida es lo que es, no la podemos cambiar. Pero nosotros nos podemos modificar.

      Conocerse a sí mismo, incluye la transmutación de la energía y la metamorfosis desde el mundo de la materia densa al de otra dimensión más sutil.

      Pero, la vida, el mundo, no lo podemos cambiar, porque el macrocosmos tiene sus propias leyes y no obedece a leyes humanas, pues si así fuera, todo el sistema planetario estaría en peligro potencial de incalculables consecuencias.

      El hombre que alcanza a conocer la existencia, consigue una armonía perfecta en su entorno y conoce el lenguaje de los mundos animal, vegetal y mineral, con los que actúa en fraternal colaboración.

 

 

89º.- Aquél que siempre encuentra reciprocidad en el amor no puede conocer su verdadero significado.

      El amor sigue siendo el gran desconocido en la mayoría de los hombres. Lo conocemos como un sentimiento espontáneo que busca la reciprocidad en otra persona.

      El verdader significado del amor viene dado por su generosidad: dar sin medida, no esperando a cambio una respuesta idéntica.

      El amor no tiene carencias, se basta a sí mismo. Es feliz, alegre, confía, no expresa miedo ni temor, ni espera nada. No negocia su sentimiento con nadie, ni lo contrata, como compensación de otro sentimiento igual.

      Ama por el simple placer de amar. Ama, porque el amor es la vida expresándose en el calor de un sentimiento. Ama porque, cuando eres amor, eres Dios.

 

 

90º.- Es imposible ser objeto de elogios sin jamás incurrir en censura. Elogio y censura andan con manos unidas.

      El hombre es polar por naturaleza. Gusta de alabanzas y detesta la crítica a su persona o a su labor.

      El discípulo de la Escuela sabe que, por la propia naturaleza de las cosas, todo ofrece dos aspectos principales: positivo y negativo. Entonces, sabe que las alabanzas llevan dentro de sí el germen de la crítica, como el mal lleva el bien, como la luz la sombra, como el ruido el silencio.

      Si el hombre llegara al conocimiento de los opuestos, a la Ley de Polaridad, alcanzaría el margen de evolución necesaria para saber y comprender su endeble naturaleza egoísta.

 

91º.- Si quieres seguir el camino de los Maestros, aprende antes a perdonar.

      Por el perdón podemos alcanzar el amor. Practicando el perdón, llegamos al fondo del alma de nuestros semejantes. Conociendo el perdón alcanzamos el nivel de consciencia de la realidad espiritual.

      El Maestro perdona porque aún queda en su Individualidad retazos del alma material. Cuando la pureza se unifica en un todo, el perdón deja de ser necesario, pues toda la inofensividad del cielo hace nido en su alma y nada más siente que la compasión por la material condición humana.

 

 

92º.- Aquél que no encuentra su Individualidad busca refugio en la gente.

      Los egos de la Personalidad tratan de hacer efectiva su separación de la Individualidad porque, caso contrario, supondría su muerte y disolución, aunque las palabras exactas serían, ser transformada e integrada.

      El encuentro con la Individualidad se produce cuando construimos el Templo del corazón y en él efectuamos el ritual de la Vida, la Luz y la Fuerza. Entonces, la Personalidad es atraída desde el corazón y ambas funden cálculo y amor, el pensamiento frío y el sentimiento ardiente, la idea luminosa con el generoso amor.

      Si nos refugiamos en la sociedad, en los placeres materiales y en la rutina y las evasiones mentales, olvidamos el corazón y potenciamos el divorcio de estas dos inteligencia  - Personalidad e Individualidad -  que deberían dar nacimiento al Ser inmortal, al Niño Divino que llevamos dentro.

 

 

 

 

 

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